DOI. 10.17398/1886-9440.14.1
Juan José Pomer Monferrer
(Universitat de València)
Jenofonte de Éfeso rétor: ornato retórico en las Efesíacas
Xenophon of Ephesus rhetor: rhetorical
adornment in the Ephesiaca
Abstract: The novel by Xenophon of Ephesus has
received attention for various reasons, but not precisely for his use of a
literary style provided with the mark of rhetoric. It has been pointed out that
the author was not able to use this kind of style. In spite of the
characteristics of a text that many scholars consider just an epitomized
version of a lost original work, this paper presents the proof that rhetoric
must be taken into account in order to evaluate the style of the novel.
Key
Words: Xenophon Ephesius, novel, rhetoric,
epitomization, monologue.
Resumen: La novela de Jenofonte de Éfeso ha recibido
atención por diversas razones, pero no precisamente por su empleo de un estilo
tocado por un color retórico. Al contrario, se ha llegado a señalar que el
autor no era capaz de utilizar este tipo de registro. El presente trabajo presenta,
a pesar del carácter del texto que para muchos estudiosos es sólo una versión
epitomizada del original, evidencias de que la retórica sí ha de contarse entre
los elementos característicos de la novela.
Palabras Clave: Jenofonte
de Éfeso, novela, retórica, epitomización, monólogo.
Fecha de Recepción: 28 de mayo de 2019.
Fecha de Aceptación: 9 de octubre
de 2019.
Un lugar común en la mayor parte de estudios sobre
Jenofonte de Éfeso, novelista de datación insegura, pero que por
diversos datos se suele emplazar a finales del siglo I o principios del siglo
II d.C.,[1]
apunta a la escasa o nula formación retórica de este desconocido autor. Los
partidarios de la teoría de que el texto de la novela es una versión abreviada
de un original hoy perdido se adhieren de manera casi automática a la idea de
que Jenofonte, que para O’Sullivan no pasa de ser un autor sin habilidades
literarias caracterizado por la torpeza y la falta de originalidad,[2]
carecía de una formación retórica.[3]
Así, en 1876 Rohde consideró las Efesíacas
un epítome por la escasa sofisticación de esta obra y por su evidente
simplicidad en numerosos aspectos: en la trama y en la secuencia de episodios,
en la representación y caracterización de los personajes y en el lenguaje y
estilo sencillos empleados en toda la novela.[4] Bürger
retomó y desarrolló esta teoría en 1892 basándose en un detallado análisis de
la novela.[5]
Dalmeyda afirma que el texto conservado es la obra de un abréviateur.[6]
Kerényi y Merkelbach, que compartían la
misma opinión que los autores anteriormente citados, aportaron algunas
variaciones al considerar, el primero de ellos, que las novelas griegas son
versiones secularizadas de la historia sagrada de la diosa Isis[7]
y, el segundo, que todas ellas, excepto la de Caritón, son textos litúrgicos de
culto mistérico.[8]
Por el contrario, Hägg refutó los argumentos principales de esta teoría del
resumen[9]
y O’Sullivan, también en desacuerdo con la epitomización,[10] defendió
que las Efesíacas se caracterizan por
la técnica de composición oral y, además, están más cercanas a la práctica oral
que a la literaria.[11]
Ruiz Montero ve en el uso de partículas, en el “estilo καί”, en el
discurso directo de pasajes no sospechosos de epitomización y en el empleo del hiato
y de cláusulas métricas motivos suficientes para considerar la obra como
creación del propio Jenofonte y no de un epitomizador.[12]
Considera, asimismo, que las Efesíacas
son el producto de una mímesis retórica que adapta un estilo oral al material
oral y que está inscrito en una tradición literaria particular:[13]
es retórica y folclórica a la vez, como la cara y la cruz de una misma moneda.[14]
Añade, además, que el estilo de las Efesíacas
es un ejemplo de la simplicidad artificiosa generalizada en la época imperial.[15]
En una línea similar a este último apunte, De Temmermann estudia tres técnicas
narrativas que relacionan íntimamente la caracterización de los personajes en
la novela de Jenofonte con la ἀφέλεια: la
ausencia de una autoridad narrativa fija en la caracterización directa (el
discurso directo y el indirecto y la focalización personal como dispositivos de
distanciamiento), una relativa importancia de la caracterización indirecta o
metonímica (mostrar más que contar) y cierta ausencia de caracterización
metafórica (y de lenguaje figurativo en general, excepto en los nombres
parlantes). Con todo ello viene a demostrar que la ἀφέλεια en las Efesíacas no es sólo una cuestión de
estilo, sino que también abarca cuestiones de técnica narrativa más amplias y
de presentación del material.[16]
Por último, en un trabajo reciente, Tagliabue considera esta novela como texto
paraliterario,[17]
carente de la sofisticación literaria que presentan las otras cuatro, y de
diferente naturaleza respecto a ellas, pero original y no un epítome. Lo
justifica así por el total control artístico del autor de la novela, porque la
obra focaliza con coherencia la evolución del amor de los protagonistas a lo
largo de la novela y, además, incluye referencias a textos clásicos.[18]
Aun con algunas reservas respecto a la teoría de la epitomización, Tagliabue
aporta un argumento sólido que demuestra su postura: Heliodoro leyó exactamente
el mismo texto de las Efesíacas que
ha llegado hasta nuestros días y no otro.[19] Los
últimos estudios de Jenofonte de Éfeso, por tanto, se decantan más por la
originalidad de la obra y no la consideran un resumen, si bien es cierto que coinciden
en que se trata de un tipo de novela diferente de las demás.[20]
Convertida en lo que Rohde bautizó como el esqueleto de una novela,[21]
las Efesíacas se han considerado
durante décadas un modesto monumento a la narratividad, que en el plano literario
destacaría por el empleo de técnicas propias del cuento popular.[22]
Faltaría por completo en ellas, en cambio, el color retórico que tal vez habría
existido en el original, pero que no habría podido ser trasladado al epítome.
La inexistente calidad literaria de este oscuro Jenofonte le ha ganado los
dudosos epítetos de autor neutral[23]
e impersonal[24],
además de estar dotado de impericia[25], ser
un incompetente[26]
o haber escrito un résumé maladroit.[27]
De
acuerdo con la idea de que Jenofonte era incapaz de concebir su obra, caracterizada
por la ἀφέλεια, en un
estilo elaborado, el estudio de la retórica en las Efesíacas ha ocupado un espacio más bien reducido. O’Sullivan
reconoce alguna capacidad para la dicción retórica en las Efesíacas en el marco de la narrativa,[28] al igual
que Kytzler.[29]
König nos regala con un análisis oracular, cuyas conclusiones tal vez pudiera
interpretar el buen Calasiris, o mejor aún Tiresias.[30] Ruiz
Montero, en cambio, estudia la indudable presencia que la retórica posee en esta
novela a través de diferentes motivos y situaciones, como por ejemplo los
monólogos o las descripciones geográficas de las rutas de los héroes
novelescos, interés este último que conecta a nuestro autor con la literatura
periegética de Arriano o Pausanias, y también con un tipo de literatura
caracterizada por los arcaísmos en su estilo que nos remite a los logógrafos
jonios, a Heródoto y a la Anábasis de
Jenofonte de Atenas.[31]
Según esta autora, una de las fuentes de las Efesíacas son las declamaciones retóricas, vinculadas a autores y
obras clásicos,[32]
lo cual nos da una idea de la importancia de la intertextualidad en Jenofonte
de Éfeso. De entre los elementos citados por Ruiz Montero, en lo sucesivo nos
centraremos fundamentalmente en los monólogos que, como en el caso de Caritón,
son muy abundantes, aunque Jenofonte los diseña de forma más mecánica y
convencional. Caritón, primero, y, en segundo lugar, Jenofonte de Éfeso son los
novelistas que más monólogos utilizan en sus obras.[33]
Una
primera observación habría de tener en cuenta, según De Temmermann, el elevado número
de discursos.[34]
Los diálogos y los debates no son en proporción menos numerosos en las Efesíacas que en las demás novelas, y
sus características no difieren esencialmente de éstas.[35] No
obstante, diríamos que el empleo de la dicción retórica es más bien parco,
limitado por la singular estructura de la novela, que apenas desarrolla ninguna
escena, y por tanto reducido en sus posibilidades a una mínima expresión. Por
otra parte, tampoco la regularidad del uso de esa dicción retórica parece una
característica de las Efesíacas.
Veamos si no dónde se localizan los pasajes que la atestiguan, a partir de unas
determinadas premisas metodológicas que pasamos a exponer. Por razones de
espacio vamos a ocuparnos sólo de los discursos directos. El empleo de técnicas
retóricas se extiende a secciones narrativas, pero para nuestros objetivos
bastará el análisis de los pasajes que hemos escogido. Por otra parte, la ya
aludida estructura de la novela, basada en secciones más bien breves, esquemáticas,
hace que algunas de las intervenciones de los personajes se vean reducidas a unos
escasos enunciados (II 10, 2; 3; 11, 6-7; IV 5, 3) que no permiten tratar de
ellos como pasajes retóricos. Además, por su carácter eminentemente narrativo
no hemos prestado atención a intervenciones que incorporan a la novela la
presentación de un personaje y de su historia, como las que pronuncian Hipótoo
al comienzo del libro III y Egialeo al comienzo del V (III 1, 15; V 1, 4-11).
No hemos tenido en cuenta los textos de las cartas, que responden a otro patrón
narrativo y retórico, aunque también nos ofrezcan un discurso directo. Finalmente,
por la misma razón tampoco hemos incluido el pasaje en hexámetros (I 6, 2).
Habida
cuenta de estos presupuestos, ésta es la distribución de los pasajes que hemos
escogido por ser los que interesan al presente estudio:
Libro I: 4, 1-3, 4-5 y 6-7;
9, 2-3, 4-5 y 7-8; 16, 3-5.
Libro II: 4, 3-6.
Libro III: 8, 4-7.
Libro IV: 6, 6-7.
Libro V: 5, 5-6; 7, 2; 8,
7-9; 10, 4-5, 8; 14, 1-4.
Como se
aprecia, la distribución es cualquier cosa menos equilibrada, ya que concentra
los pasajes retóricos en dos libros, el primero y el quinto, con hasta siete y seis
ejemplos, respectivamente. En cambio, en los libros segundo, tercero y cuarto
hay un solo pasaje. Esta distribución dibuja una estructura anómala, para la
que según aceptemos o no la teoría del epítome reconoceremos una mayor
acentuación del esfuerzo de síntesis en los tres libros centrales.
Para la identificación
de esta lexis retórica hemos seleccionado un pequeño número de recursos,
cuya presencia es no obstante del todo significativa. Se trata de los rasgos
siguientes: empleo de interrogativas retóricas; del genitivo exclamativo; de
invocaciones; de figuras retóricas como la duplicatio,
la anáfora y la enumeración; de la construcción periódica; y de partículas
asociadas a la dicción retórica.
Empezaremos
con la interrogativa retórica, frecuente en todo tipo de escenas de la tragedia.[36]
Jenofonte las emplea en cuatro pasajes y en las voces de ambos protagonistas, en
dos ocasiones cada uno y alternativamente a lo largo de la novela.[37]
Veamos un ejemplo:
ὢ πάντα
ἄνανδρος ἐγὼ καὶ
πονηρός. οὐ καρτερήσω
νῦν; οὐ μενῶ γεννικός;
οὐκ ἔσομαι κρείττων
Ἔρωτος;
No soy más que un cobarde y un ruin. ¿Es que no voy a
resistir ahora? ¿No me voy a mantener fuerte? ¿No voy a ser yo mejor que Eros?[38]
El
siguiente texto resulta aún más claro ya que la doble figura de la anáfora y la
parequesis, sustentada por el empleo del pronombre interrogativo, refuerza el
πάθος
del pasaje:
καὶ
τίς ἔσται ὁ τῆς ἐπιθυμίας
ὅρος καὶ τί τὸ πέρας
τοῦ κακοῦ; σοβαρὸς
οὗτος ἐρώμενος,
παρθένος ἐγὼ φρουρουμένη.
τίνα βοηθὸν λήψομαι;
τίνι πάντα κοινώσομαι;
ποῦ δὲ Ἁβροκόμην
ὄψομαι;
¿Pero cuál será el límite de mi deseo y cuál el término de mi
desgracia? Ese objeto de mi amor es un presuntuoso, y yo una doncella bajo
continua vigilancia. ¿A quién conseguiré como aliado? ¿A quién daré cuenta de
todo? ¿Cuándo voy a ver a Habrócomes?[39]
Nuestro
segundo rasgo es el empleo de genitivos exclamativos, igualmente bien acreditados
en la lexis de la tragedia.[40] En las
Efesíacas hallamos un ejemplo en boca
de Habrócomes:
ὢ τῆς
ἀκαίρου πρὸς ἑκατέρους
εὐμορφίας· εἰς
τοῦτο ἄρα μέχρι
νῦν σώφρων ἐτηρήθην,
ἵνα ἐμαυτὸν ὑποθῶ
λῃστῇ ἐρῶντι τὴν
αἰσχρὰν ἐπιθυμίαν;
¡Ay de esta hermosura que para uno y otro ha llegado a destiempo!,
y entonces hasta ahora ¿me he conservado casto para ofrecerme a un pirata que
da alas con su amor a un impúdico deseo?[41]
En estos
tres primeros pasajes, así como en el siguiente, observamos una evidente
influencia de la filosofía estoica. La novela griega muestra numerosas
similitudes con las obras estoicas del Imperio romano, debido al hecho de que
dicha escuela circulaba en el entorno ideológico de la época. De este modo, un
buen número de τόποι
narrativos de las novelas encuentra paralelismos cercanos a la enseñanza
estoica del momento. Los dos protagonistas, al igual que los enamorados de las
demás novelas, pasan por desafíos –incluso, en ocasiones, ordalías, como en
Aquiles Tacio y en Heliodoro– en que se ponen a prueba su castidad, su lealtad
y su bienestar. Un análisis de este color estoico en las Efesíacas dejará en evidencia que Jenofonte no fue indiferente bien
al contexto filosófico bien al literario, si no a ambos, de su época.[42]
Un tipo
relacionado con el anterior es el de los genitivos que dependen de una
interjección, frecuentísimos también en la tragedia.[43]
También este recurso se registra en las Efesíacas,
en hasta cinco pasajes:
λαβὼν
δὴ τὴν κόμην ὁ Ἁβροκόμης
καὶ σπαράξας
<καὶ περιρρηξάμενος>
τὴν ἐσθῆτα ‘φεῦ
μοι τῶν κακῶν’ εἶπε,
‘τί πέπονθα δυστυχής;
Mesándose Habrócomes sus cabellos y despedazándose y
desgarrándose la ropa dijo: ‘Αy de mis
males, ¿qué me ha pasado, desdichado de mí?’[44]
ἡ δὲ
Ἀνθία ἀποβλέψασα
εἰς ἑαυτὴν καὶ τὴν
παροῦσαν τύχην
ἐννοήσασα ‘οἴμοι’
φησὶ ‘τῶν κακῶν,
οἵαν ὑπομένω τιμωρίαν·
Antia, mirándose a sí misma y pensando en su suerte actual,
dijo: ‘Ay de mis desgracias, ¡qué castigo soporto!’[45]
ἡ δὲ
μεγάλα ἀνακωκύσασα
‘φεῦ μοι τῶν κακῶν’
εἶπεν· ‘οὐχ ἱκαναὶ
γὰρ αἱ πρότερον
συμφοραί, τὰ δεσμά,
τὰ λῃστήρια, ἀλλ̓
ἔτι καὶ πορνεύειν
ἀναγκάζομαι.
Ella entonces, dejando escapar grandes lamentos, dijo: ¡Ay de mis
desgracias! No son bastantes los anteriores infortunios, las cadenas, los actos
de piratería, sino que además soy obligada a prostituirme.[46]
ταῦτα
ὡς ἔδοξεν ἰδεῖν,
εὐθὺς μὲν ἀνέθορέ
τε καὶ ἀνεθρήνησε
καὶ ἀληθῆ τὰ ὀφθέντα
ἐνόμιζεν ‘οἴμοι
τῶν κακῶν’ λέγουσα,
‘ἐγὼ μὲν καὶ πόνους
ὑπομένω πάντας
καὶ ποικίλων πειρῶμαι
δυστυχὴς συμφορῶν
καὶ τέχνας σωφροσύνης
ὑπὲρ γυναῖκας εὑρίσκω,
Ἁβροκόμη· σοὶ
δὲ ἴσως ἄλλη
που δέδοκται
καλή· ταῦτα γάρ
μοι σημαίνει τὰ
ὀνείρατα.
Cuando creyó ver estas escenas, se incorporó enseguida y se
puso a sollozar, puesto que las creía verdaderas, diciendo: ‘¡Ay de mis desgracias!, yo soporto todo tipo de males y experimento,
infortunada, desdichas diversas, y además hallo artificios más allá de lo que es
capaz una mujer para mantener mi castidad, Habrócomes; y a ti, en cambio, tal
vez en algún lugar te ha parecido hermosa alguna otra; todo eso me indican las
visiones’[47]
καὶ
ἤδη τε ἐγγὺς ἐγίνετο
Ἐφέσου καὶ πάντων
αὐτὸν ἔννοια τῶν
δεινῶν εἰσήρχετο,
τῆς πατρίδος, τῶν
πατέρων, τῆς Ἀνθίας,
τῶν οἰκετῶν. καὶ
ἀναστενάξας ‘φεῦ’
ἔφη ‘τῶν κακῶν· εἰς
Ἔφεσον ἵξομαι μόνος
καὶ πατράσιν ὀφθήσομαι
τοῖς ἐμαυτοῦ χωρὶς
Ἀνθίας καὶ πλεύσομαι
πλοῦν ὁ δυστυχὴς
κενὸν καὶ διηγήσομαι
διηγήματα ἴσως
ἄπιστα, κοινωνὸν
ὧν πέπονθα οὐκ ἔχων·
No sólo estaba ya cerca de Éfeso, sino que lo embargaba la
idea constante de todas sus desgracias, de su patria, de sus padres, de Antia,
de sus criados. Y exhalando un gemido dijo: ‘¡Ay
de mis males! Habré de llegar a Éfeso solo y habré de ofrecerme a los ojos de
mis padres sin Antia, y habré de hacer, desgraciado a mí, una vana travesía, y
habré de narrar unos relatos tal vez indignos de crédito, porque no tengo a nadie
que haya participado de cuanto he sufrido’.[48]
Obsérvese
cómo se ordenan las intervenciones de los personajes en cuya boca se ponen
estas muestras de emotividad: la primera y la quinta son pronunciadas por
Habrócomes, la segunda, la tercera y la cuarta por Antia.
Pasemos
ahora a las invocaciones, otro recurso de interés para nuestros propósitos. Las
invocaciones a los astros, a la noche o a los fenómenos de la naturaleza sitúan
también la lexis de la novela en el entorno de los géneros poéticos más
elevados. En la tragedia son relativamente frecuentes, más aún porque son
utilizadas en contextos de particular significación, como por ejemplo los
proemios, y en escenas de un absoluto patetismo.[49] En las
Efesíacas aparecen en monólogos que
reproducen lo que en la tragedia son las θρενοδικαὶ
ῥήσεις, y de este uso hallamos dos
ejemplos.[50]
καὶ
ὁ Ἁβροκόμης ‘ὢ τῆς
ἐμοὶ’ φησὶ ‘ποθεινοτάτης
νυκτός, ἣν μόλις
ἀπείληφα, πολλὰς
πρότερον νύκτας
δυστυχήσας. ὦ φωτὸς
ἡδίων ἐμοὶ κόρη
καὶ τῶν πώποτε λαλουμένων
εὐτυχεστέρα, τὸν
ἐραστὴν ἔχεις ἄνδρα,
μεθ̓ οὗ ζῆν καὶ ἀποθανεῖν
ὑπάρξαι γυναικὶ
σώφρονι.’
Entonces Habrócomes dijo: ‘Mi más deseada noche, que apenas
he disfrutado, tras haber sido infeliz incontables noches. ¡Muchacha más dulce
para mí que la luz, y más afortunada de cuantas hasta ahora se haya hablado,
tienes como marido a un hombre enamorado, que te sea posible vivir y morir con
él como mujer casta!’ .[51]
La segunda invocación se
dirige ahora no a fenómenos de la naturaleza, sino a los propios ojos. Y si
antes era Habrócomes el que la pronunciaba, ahora es Antia:
φιλοῦσα
δὲ αὐτοῦ τοὺς ὀφθαλμοὺς
‘ὦ’ φησὶ ‘πολλάκις
με λυπήσαντες ὑμεῖς,
ὦ τὸ πρῶτον ἐνθέντες
τῇ ἐμῇ κέντρον ψυχῇ,
οἵ ποτε σοβαροὶ
μέν, νῦν δὲ ἐρωτικοί,
καλῶς μοι διηκονήσατε,
καὶ τὸν ἔρωτα τὸν
ἐμὸν καλῶς εἰς τὴν
Ἁβροκόμου ψυχὴν
ὡδηγήσατε.’
Y a la vez que besaba sus ojos le decía: ‘Oh vosotros que
tantas veces me habéis hecho sufrir, que hundisteis en mi alma el primer
aguijón, vanidosos una vez y ahora llenos de deseo, me habéis servido bien,
pues bien habéis guiado a mi amor hasta el alma de Habrócomes’ .[52]
El hecho
de que alternen ambos protagonistas en el empleo de un recurso retórico supone
un patrón que hallaremos en más ocasiones. Jenofonte tuvo gran cuidado en el
mantenimiento de una simetría compositiva, como comentaremos más adelante en el
caso de los monólogos.
La
construcción periódica o λέξις
κατεστραμμένη, en
oposición a la λέξις εἰρομένη o
dicción coloquial, constituye en sí misma la mejor prueba de que el texto de
las Efesíacas, a pesar de las
características de la redacción que hoy leemos, ni puede explicarse sólo a
partir del estilo del cuento popular ni está tampoco exento de las galas
estilísticas propias de la dicción retórica. Si toda la obra estuviera escrita
en una dicción coloquial, λέξις
εἰρομένη como
hemos dicho, Jenofonte no habría podido incluir pasajes como éste, en el que
hemos procedido a separar los κῶλα:
οἴμοι
τῶν κακῶν / ἐγὼ μὲν
καὶ πόνους / ὑπομένω
πάντας / καὶ ποικίλων
πειρῶμαι / δυστυχὴς
συμφορῶν / καὶ τέχνας
σωφροσύνης / ὑπὲρ
γυναῖκας εὑρίσκω
/ Ἁβροκόμη· / σοὶ
δὲ ἴσως ἄλλη που
/ δέδοκται καλή·
/ ταῦτα γάρ μοι σημαίνει
/ τὰ ὀνείρατα. / τί
οὖν ἔτι ζῶ; / τί δ̓
ἐμαυτὴν λυπῶ; / κάλλιον
οὖν ἀπολέσθαι / καὶ
ἀπαλλαγῆναι / τοῦ
πονήρου τούτου
βίου, / ἀπαλλαγῆναι
δὲ / τῆς ἀπρεποῦς
ταύτης / καὶ ἐπισφαλοῦς
δουλείας·
‘¡Ay de mis desgracias!, yo soporto todo tipo de males y experimento,
infortunada, desdichas diversas, y además hallo artificios más allá de lo que es
capaz una mujer para mantener mi castidad, Habrócomes; y a ti, en cambio, tal vez
en algún lugar te ha parecido hermosa alguna otra; todo eso me indican las
visiones. ¿Por qué vivo aún? ¿Por qué me aflijo a mí misma? De hecho, sería
mejor morir y despedirse de esta penosa existencia, despedirse de esta
peligrosa y vergonzosa servidumbre’.[53]
Este
monólogo pronunciado por Antia se corresponde con el anterior de su amado
Habrócomes de unas líneas más arriba.[54] El uso
retórico de los monólogos marca un paralelismo y una simetría entre ambos
héroes, así como la Ringkomposition
de la novela.[55]
Jenofonte es un autor que presenta un gran número de monólogos en su obra, sólo
superado por Caritón entre los novelistas.[56] Los
monólogos paralelos con los lamentos de los protagonistas cuando se enamoran
mutuamente constituyen un buen ejemplo de la importancia de los lamentos en la
caracterización de Antia y Habrócomes. Según la teoría antigua de la retórica,
los lamentos de dos personajes sobre una misma situación ofrecen ocasiones
propicias para caracterizarlos porque el personaje es a menudo definido por
aspectos de interés distintos.[57]
Siguiendo
con los recursos, las enumeraciones forman también parte del artificio
retórico. Jenofonte no hizo de ellas escaso uso –contamos cinco, dos en el
libro I y tres en el V–, aunque la mayor parte son pronunciadas por Antia, y
sólo una por Habrócomes.[58]
Veamos un par de ejemplos, ambos en boca de Antia:
περιλαβοῦσα
ἡ Ἀνθία τὸν Ἁβροκόμην
ἔκλαεν ‘ἄνερ’ λέγουσα
‘καὶ δέσποτα, ἀπείληφά
σε πολλὴν γῆν πλανηθεῖσα
καὶ θάλασσαν, λῃστῶν
ἀπειλὰς ἐκφυγοῦσα
καὶ πειρατῶν ἐπιβουλὰς
καὶ πορνοβοσκῶν
ὕβρεις καὶ δεσμὰ
καὶ τάφρους καὶ
ξύλα καὶ φάρμακα
καὶ τάφους’.
Antia lloraba abrazando a
Habrócomes, diciendo: marido, señor, te he recobrado después de haber recorrido
errante una gran extensión de tierra y mar, rehuyendo las amenazas de los
bandidos, las asechanzas de los piratas, los ultrajes de los rufianes, las
cadenas, las fosas, las estacas, los venenos y las tumbas.[59]
ἤγετο
δὲ ἡ Ἀνθία ὑπὸ τοῦ
Κλυτοῦ κλαίουσα
καὶ ὀδυρομένη ‘ὦ
κάλλος ἐπίβουλον’
λέγουσα, ‘ὦ δυστυχὴς
εὐμορφία, τί μοι
παραμένετε ἐνοχλοῦντα;
τί δὲ αἴτια πολλῶν
κακῶν μοι γίνεσθε;
οὐκ ἤρκουν οἱ τάφοι,
οἱ φόνοι, τὰ δεσμά,
τὰ λῃστήρια, ἀλλ̓
ἤδη καὶ ἐπὶ οἰκήματος
στήσομαι καὶ τὴν
μέχρι νῦν Ἁβροκόμῃ
τηρουμένην σωφροσύνην
πορνοβοσκὸς ἀναγκάσει
με λύειν;’
Era Antia conducida por
Clito llorando y lamentándose: ‘Oh belleza traidora,
desgraciada hermosura, ¿por qué permanecéis a mi lado cuando sois una molestia?
¿Por qué sois la causa de mis desgracias? ¿No os bastaban las tumbas, los
crímenes, las cadenas, los actos de piratería, sino que van a dejarme en un prostíbulo
y un rufián va a obligarme a violar mi castidad, hasta ahora guardada para
Habrócomes?’ [60]
La anáfora contribuye
también a aportar al estilo la reiteración que realza los contenidos e invita a
recordarlos en un pasaje que se encuentra entre las intervenciones de Antia:
ἄνανδρε
καὶ δειλέ, πόσον
ἐβράδυνας ἐρῶν
χρόνον, πόσον ἠμέλ<λ>ησας;
¡Hombre sin valor y cobarde!, ¿cuánto tiempo te has retrasado
en amarme, cuánto te has desentendido de mí? [61]
Por fin,
el empleo de determinadas partículas se entiende también desde la lógica de una
retorización de la novela. Así, por ejemplo, el único pasaje en que aparece la
partícula τοιγαροῦν es un
monólogo de Antia en el que pronuncia el siguiente enunciado:
τοιγαροῦν
ὑμᾶς πολλὰ φιλῶ
καὶ ὑμῖν ἐφαρμόζω
τοὺς ὀφθαλμοὺς
τοὺς ἐμούς, τοὺς
Ἁβροκόμου διακόνους.
Pues bien, os beso muchas veces y a vosotros uno mis ojos,
siervos que son de Habrócomes.[62]
La
partícula τοιγαροῦν no casa
en absoluto en la escena en que llenos de pasión los dos enamorados dan rienda
suelta a sus deseos. A pesar de no tratarse de una partícula de sabor
coloquial, su presencia en textos de tragedia, comedia y oratoria (S. Aj. 490, El. 1257, OT 1519, Ar. Ve. 1098, Dem. IV 36, XVIII 40 y 134)
nos habla de su fuerza expresiva, propia de una dicción enfática. Junto al
empleo en la oratoria nos la encontramos también en la historiografia (Hdt. IV
149).[63]
En época clásica, el autor que más la utiliza, hasta en una veintena de
ocasiones, es el historiador Jenofonte.
También
la partícula τοίνυν aparece
en la obra en un pasaje altamente sometido a las reglas de la elaboración
literaria más acrisolada:[64]
καὶ
‘εἰ μὲν ἦν ζῶσαν’
ἔφη ‘με ἀπολαβεῖν
ζῶντα Ἁβροκόμην
ἢ λαθεῖν ἀποδράσασαν
ἐντεῦθεν, περὶ τούτων
ἂν ἐβουλευόμην,
ἐπειδὴ δὲ ὁ μὲν
τέθνηκε, φυγεῖν
δὲ ἀδύνατον καὶ
τὸν μέλλοντα ἀμήχανον
ὑπομεῖναι γάμον
(οὔτε γὰρ τὰς συνθήκας
παραβήσομαι τὰς
πρὸς Ἁβροκόμην
οὔτε τὸν ὅρκον ὑπερόψομαι),
σὺ τοίνυν βοηθὸς
ἡμῖν γενοῦ, φάρμακον
εὑρών ποθεν, ὃ κακῶν
με ἀπαλλάξει τὴν
κακοδαίμονα.’
Y decía: Si me fuera posible recuperar, viva yo, a Habrócomes
vivo, y pasar inadvertida al evadirme de aquí, pensaría en ello, pero ya que ha
muerto es imposible huir e ineludible aguantar a pie firme la boda que se
avecina (pues ni voy a contravenir el pacto con Habrócomes ni voy a soslayar el
juramento), conviértete tú, por tanto, en mi aliado hallando donde sea un
veneno que alejará de mí, desventurada, las desgracias. [65]
No
parece casual que en ambos casos sea Antia el personaje cuya lexis
recibe una caracterización más rica. Se diría que hay en ella una mayor madurez
y equilibrio, y que también sus dotes retóricas parecen superiores en algo a
las de Habrócomes.
Hay asimismo
otros términos de indudable origen literario, lo que vuelve a contradecir la opinión
de O’Sullivan, para quien el autor no tenía la formación literaria que le
habría permitido recurrir a la alusividad.[66]
Términos de carácter literario son el adjetivo compuesto ἄνανδρος, que se
registra ampliamente en la tragedia[67] y que
en la prosa tendió a un empleo propio de pasajes altamente influidos por la retórica.[68]
Cabe
también aludir al empleo de superlativos como ποθεινοτάτης (I 9,
2), δυστυχεστάτη (V 1,
12), χαλεπώτατα (V 1,
13), φιλτάτους
(V
10, 8), que no son particularmente poéticos, aunque sí añaden al pasaje un
mayor color de emotividad. El hecho de que se encuentren en discursos directos
caracterizados por el πάθος invita
a relacionar el rasgo con una dicción retorizante. En este caso los ejemplos
señalados se hallan todos en boca de Habrócomes.
Por último, y a pesar de
la tantas veces mencionada brevedad del texto, en las Efesíacas podría hallarse también alguna muestra de imitación del
género de la oratoria. Pero en este caso, a diferencia de cuanto hemos visto
hasta ahora, no estamos ante pasajes de estilo directo bajo la influencia de la
dicción trágica. Veamos lo que nos dice el narrador:
καὶ
ὁ μὲν εὐθὺς ἐπιβὰς
νεὼς ἐπανήχθη, ἡ
δὲ καιρὸν ἐπιτήδειον
ἐζήτει πρὸς τὴν
πόσιν τοῦ φαρμάκου.
Tan pronto como él tras embarcar en la nave se hizo a la mar,
ella buscaba el momento propicio para la ingesta del veneno.[69]
El pasaje recuerda
poderosamente una frase del discurso de Antifonte Sobre la madrastra, por envenenamiento:
καὶ
ἐπειδὴ αὐτῷ ἐτέθυτο
τὰ ἱερά, ἐντεῦθεν
ἐβουλεύετο ἡ ἄνθρωπος
ὅπως ἂν αὐτοῖς τὸ
φάρμακον δοίη, πότερα
πρὸ δείπνου ἢ ἀπὸ
δείπνου.
Y tan pronto como hubo acabado los sacrificios rituales, ya
desde ese mismo instante discurría la mujer cómo les daría el fármaco, si antes
o después de la cena.[70]
A las
similitudes sintácticas y léxicas de ambos pasajes hay que añadir que la frase ἡ
πόσις τοῦ φαρμάκου aparece
en el discurso de Antifonte un poco más adelante, en el siguiente parágrafo.[71]
Y sin
ser en sentido propio usos retóricos, hay en las Efesíacas otras muestras de un discreto empleo de la dicción
metaliteraria mediante el recurso a la alusividad. Así, el narrador nos deja un
detalle que evoca un conocido pasaje lírico:
ἦν δὲ
αὐτοῖς καὶ τὰ σώματα
ἐκ τῆς παρελθούσης
νυκτὸς πεπονηκότα
καὶ τὸ βλέμμα ἄθυμον
καὶ οἱ χρῶτες ἠλλαγμένοι.
Sus cuerpos estaban desde la noche anterior doloridos, su
mirada falta de vivacidad y el color de la tez transmutado.[72]
El
pasaje podría inspirarse en Safo, que en un famoso poema describió las
sensaciones que experimenta el enamorado y que dominan sus impulsos [73].
También sugeriría esta relación intertextual el final del precedente capítulo,
en el que Jenofonte presenta a Antia lamentándose de su soledad y de la
ausencia de quien la proteja, tema que también trata Safo.[74] Ahora
bien, en Safo se emplean otros términos y son diferentes el sentido y los
destinatarios de las palabras de la joven enamorada.
Y ya desde el inicio
mismo de la novela Jenofonte nos regala con otra alusión:
μηνίᾷ
πρὸς ταῦτα ὁ Ἔρως·
Se irrita a la vista de ello Eros.[75]
El verbo
μηνίω,
omnipresente en la tragedia,[76]
plantea una referencia a la Ilíada
homérica:
μῆνιν
ἄειδε θεὰ Πηληϊάδεω
Ἀχιλῆος
Canta, diosa, la cólera del Pelida Aquiles.[77]
A diferencia
de este pasaje en el que advertimos una alusión literaria, cuando Jenofonte
vuelve a emplear este mismo verbo lo hace en la forma propia de la koiné, μηνίζω.[78]
Es
nuestra opinión, sin embargo, que la mayor parte de los elementos retóricos
presentes en la novela se han tomado de la dicción trágica. Así ocurre con el
empleo de interrogativas retóricas, genitivos exclamativos e invocaciones, bien
acreditados en la lexis de la tragedia. Una teoría alternativa sería la
de suponer que se han tomado de la elegía erótica, cuyo papel en el origen de
la novela sería crucial para Lavagnini.[79] No
obstante, nos parece más simple atribuir a la recepción de la tragedia la
imitación de los recursos que hemos apuntado. De hecho, de tener en cuenta la
teoría de Lavagnini, nos hallaríamos ante reelaboraciones ‘populares’ de
historias de amor de tradición local.[80] En ese
caso, el autor de la reelaboración que conocemos con el título de Efesíacas habría estado no en escaso
grado versado en el conocimiento de la tragedia, y tal vez también en la lírica
de Safo y la oratoria de Antifonte.
Para
calibrar si nuestro Jenofonte responde al tipo de autor falto de una auténtica
formación literaria, como se había propuesto por parte de algunos estudiosos y
ya hemos comentado al principio de este trabajo, un somero análisis de su
lengua literaria puede ofrecer elementos de utilidad para el buen
discernimiento.
La
lengua literaria de nuestro autor refleja hasta cierto punto la oscilación
entre una lexis más cuidada y otra más relajada. Así, y a pesar del
lugar común que no ve en las Efesíacas
rasgos aticistas,[81]
en los pasajes de sabor retórico Jenofonte recurre en mayor medida a una lengua
elevada, que dé empaque a los parlamentos, incluso si se trata de monólogos. Un
ejemplo bastará para mostrar lo que decimos: a lo largo de la novela Jenofonte
emplea en tres ocasiones el adverbio de modo μόλις (I 9,
3; II 4, 5; 11, 10), pero en un pasaje retórico leemos la forma originaria μόγις (V 14,
4), que es la propia de un estilo elevado.[82] Ahora
bien, no puede decirse que haya un estilo retorizante que domine estos pasajes.
Al contrario, Jenofonte emplea alternativamente el futuro (I 4, 2, ter; 7 ter) y el subjuntivo prospectivo (Ι 4, 6; V 8, 7 ter, 10, 8), la negación modal (I 4, 6;
III 8, 6) y la real (I 4, 2), μόλις (I 9,
3) y μόγις (V 14,
4; en 12, 6 el pasaje es de la mayor emotividad, con el reencuentro de los
amantes), el dual (III 8, 5) y el plural (II 7, 5 ἀμφοτέρων; 11, 4 ἀμφοτέροις; en un
pasaje narrativo, II 2, 3 οἰκέτας
δύο; ΙΙΙ 3, 3 ἀμφότεροι), el
acusativo de duración (II 14, 5) y el dativo (III 2, 4; 7, 2; V 4, 8), tampoco vacila
en recurrir al relativo generalizador en lugar del simple (I 11, 5 ἥτις)[83]
y hasta deja de lado la conjugación clásica de εἰμί para
emplear la nueva de voz media (III 2, 9 συνήμην, V 1, 6
ἤμην).
A
diferencia de las otras cuatro novelas, la intertextualidad en las Efesíacas se caracteriza por ser más
temática que directa,[84]
rasgo que contrasta con la literatura postclásica en general,[85]
si bien los modelos de Jenofonte de Éfeso eran bien conocidos en la época
imperial,[86]
de los cuales nuestro autor toma tanto sus historias como sus temas.[87]
Tagliabue cita y explica como principales paradigmas dos episodios de la Odisea (dos noches de amor de los protagonistas
de ambas obras), el oráculo de Tiresias también de la Odisea (es el modelo del de Apolo en X.E. Eph. I 6, 2), Fedro y el Banquete de Platón (en menor medida Cármides y Lisis) y el mito de Isis y Osiris.[88] Ruiz Montero
ya había apuntado la influencia que historiadores como Heródoto o Jenofonte de
Atenas, autores cuyo estilo ἀφελής era muy
apreciado en los primeros siglos de nuestra era, habían ejercido en el autor de
las Efesíacas,[89] especialmente
el segundo, lo que nos lleva a preguntarnos, por la información que de nuestro
novelista aparece en la Suda, única
que poseemos de este autor, si la homonimia está más que justificada.[90]
Nuestra
conclusión tras esta breve exposición sobre los usos retóricos en las Efesíacas va en la dirección opuesta a los
estudiosos de hace varias décadas, ya que sí se aprecian en Jenofonte evidencias
inequívocas del empleo de dichos recursos, que otorgan a su lengua un estilo dotado
de cierta elaboración.[91]
La crítica más actual, como hemos apuntado en diferentes momentos en el
presente trabajo, suele coincidir en este punto.[92] Además,
verificamos que esta retorización alcanza un cierto relieve que se extiende más
allá del libro primero, pues alcanza también al quinto. Junto con los rasgos
estilísticos propios de una formación retórica vemos también otros elementos de
índole literaria que dibujan la figura de un personaje bastante diferente al
que parte de la crítica imaginaba, así como una ἀφέλεια muy
marcada en su estilo -característica del contexto retórico de la época
imperial-: en definitiva, a un novelista que no era ajeno a ciertos usos
lingüísticos que definen a los autores clásicos [93] y que,
aunque queda fuera de toda duda que las Efesíacas
de Jenofonte de Éfeso es el texto más problemático y la obra más singular del
canon novelístico, cuantos más estudios aparecen sobre él, con mayor criterio
queda integrado entre los ‘Big Five’.
Juan José Pomer Monferrer
Universitat de València
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[1] Para
la datación de Jenofonte de Éfeso, vid.
Ruiz Montero (1994: 1091-1094 y
2006: 91), O’Sullivan (1995: 1-9), Kytzler (1996: 346-348),
Bowie (2002: 56-58), Doulamis (2007: 152, n. 8), Tagliabue (2017: 213-215).
[2] O’Sullivan (1995: 97-98, 102-103).
[3] Para un breve repaso a los críticos de
Jenofonte de Éfeso, vid. O’Sullivan (1995: 9-16).
[4] Rohde (1876: 429): “Die überraschendsten Ereignisse werden
durchaus ohne rhetorische Fanfaren eingeführt, vielmehr ganz trocken und schlicht
erzählt.”
[5] Bürger (1892).
[6] Dalmeyda (1962).
[7] Kérenyi (1971).
[8] Merkelbach (1962).
[9] Hägg (20042).
[10] O’Sullivan (1995: 99-100):
“The various levels of repetition in
the Ephesiaca are to be attributed to one person and this
person was the original composer. […] The repetitions at the different levels
of theme, theme-element, and verbal formula are intimately bound up with one
another as levels of the same compositional technique, and are certainly not
due to an epitomator, to whom the repetition of scenes could not be ascribed.”
[11] O’Sullivan (1995: 69-98).
[12] Ruiz Montero (1982, 1994: 1096 y 2006:
103).
[13] Ruiz Montero (2003a: 60).
[14] Ruiz Montero (1994: 1109 y 2006: 91).
[15] Ruiz Montero (1982 y 2003b).
[16] De
Temmermann (2014: 118-151).
[17] Tagliabue define la paraliteratura como
un término acuñado en 1967 por estudiosos franceses para designar una
literatura que es formalmente sencilla y carece de la sofisticación literaria
típica (2017: 5). Añade también: “Paraliterature
is not non-literature but rather a literature (or narrative) of a different
kind from what scholars normally call literature” (192).
[18] Tagliabue (2017: 1-12).
[19] Tagliabue (2017: 204-208).
[20] Whitmarsh (2011: 263-264) también lo
cree así. Para una panorámica de la teoría de la epitomización, vid.
Ruiz Montero (1994: 1094-1096 y 2006: 91), O’Sullivan
(1995: 100-139), Kytzler
(1996: 348-350), Tagliabue
(2017: 193-209).
[21] Rohde (1876: 429): “Stellenweise liest sich diese Erzählung fast
wie eine bloße Inhaltsangabe einer Erzählung; fast könnte man auf den Gedanken kommen,
gar nicht einen voll entwickelten Roman, sondern nur das Skelett eines Romans,
einen Auszug aus einem ursprünglich viel umfangreicheren Buche vor sich zu
haben.”
[22] Hägg (1971), O’Sullivan (1995), Ruiz Montero (2006: 90-103).
[23] O’Sullivan (1995: 69-98).
[24] Fusillo
(1988: 26 y 29). De Temmermann (2014: 123ss) ve esa
‘impersonalidad’ como una estrategia consciente de Jenofonte para evitar
enjuiciar la personalidad de los protagonistas. Para una visión
del todo opuesta a la de Fusillo,
que recupera en la obra cuanto tiene de deuda para con la tragedia, vid. Camps Gaset (2017).
[25] Lesky (1989: 897), Rattenbury (1950: 75).
[26] Reardon (1991: 127).
[27] Con
esta calificación Grimal (1963: XXII) excluyó
la obra de Jenofonte de Éfeso de su famosa traducción.
[28] O’Sullivan (1995: 97).
[29] Kytzler
(1996: 350): “Xenophon's style is to abandon virtually
all the rhetorical ornamentation which abounds in other novels. It is only in
his numerous lamentations and his few descriptions that some elements of
rhetorical commonplaces are used ostentatiously. This author is not unable but
apparently unwilling to disguise his tale in flowery language.”
[30] König (2007: 20): “Speech in the novel is both empowering and
constraining, predictable and unpredictable.”
[31] Ruiz Montero (1994: 1113-1114). Parece ser
que Jenofonte de Éfeso seguía la tendencia literaria más extendida en su época.
Así, según De Temmermann (2014:
120): “In Xenophon of Ephesus’ days
the use of apheleia was fashionable in literature and
rhetorical education alike. Moreover, stylistic imitation and emulation of Xenophontic
apheleia was a widespread trend in the early empire.
Arrian, for example, stylizes himself as ‘the new Xenophon’ and Musonius Rufus
also adopts Xenophon as a model. Dio Chrysostom, for his part, recommends Xenophon
as a perfect model for the young. Now, both Herodotus and Xenophon of Athens
have also been identified as two of the main sources of subject matter for
Xenophon of Ephesus.”
[32] Ruiz Montero (1994: 1112-1114).
[33] Ruiz Montero (1994: 1112).
[34] De
Temmermann (2014: 133-135).
[35] Berranger-Auserve (2006).
[36] A. Supp. 226, Ag. 785 y 1487, S. Ai.
79, E. Tro. 946-947, etc.
[37] X.E. Eph. I 4, 2 (Habrócomes) y 7 (Antia); II
8, 1 (Habrócomes); V 8, 8 (Antia).
[38] X.E. Eph. I 4, 2.
[39] X.E. Eph. I 4, 7.
[40] E. Alc.
741 ἰὼ ἰὼ σχέτλια τόλμης. No compartimos la explicación de Dodds (1960: 102), a propósito de E. Ba. 263, a cuyo parecer el genitivo
exclamativo supone un coloquialismo, mientras que si depende de una
interjección o de una invocación se adecúa a la solemnidad del lenguaje trágico.
[41] X.E. Eph. II 1,
3.
[42] Información detallada e interesante sobre este
tema se encuentra en Doulamis
(2007), que concluye: “For now,
suffice it to say that Xenophon of Ephesus might be considerably more artful
than he seems or than modern critics have been willing to recognize”
(173).
[43] Sirva como ejemplo E. Or. 161 φεῦ μόχθων.
Perdicoyianni-Paléologou (2002:
56).
[44] X.E. Eph.
I 4, 1.
[45] X.E. Eph.
IV 6, 6.
[46] X.E. Eph.
V 7, 2.
[47] X.E. Eph.
V 8, 7.
[48] X.E. Eph.
V 10, 4.
[49] Basten como ejemplos S. Ai. 855-856, E. Med. 764
y Pho. 1-6, en sendas invocaciones al
sol; un caso especial y de gran interés es la invocación de E. El. 866-869, cuando Electra se dirige al
sol, a la tierra y a la noche para celebrar la muerte de Egisto a manos de
Orestes.
[50] X.E. Eph. I 9, 2-3 y 7.
[51] X.E. Eph. I 9, 2-3.
[52] X.E. Eph. I 9, 7.
[53] X.E. Eph. V 8, 7-8.
[54] X.E. Eph.
V 8, 3-4 y V 8, 7-9.
[55] Ruiz Montero (1994: 1112).
[56] Otros monólogos en paralelo los encontramos en
I 4, 1-5 y I 4, 6-7; V 10, 4 y V 11, 4. El que aparece en Eph. V 5, 5 tiene como fuente a Caritón: Charito VI 6, 4.
[57] De
Temmermann (2014: 134ss), donde se analizan diferentes aspectos de
los monólogos paralelos de Habrócomes (I 4, 1-5) y Antia (I 4,
6-7).
[58] X.E. Eph. I 4, 2 y 7; V 5, 5; 14, 1 y 2.
[59] X.E. Eph. V 14, 1.
[60] X.E. Eph. V 5, 5.
[61] X.E. Eph. I 9, 4.
[62] X.E. Eph. I 9, 8.
[63] Denniston (1934: 566-568).
[64] La
partícula se registra en un segundo pasaje, también un discurso directo, el que
dirige Rode a Leucón en II 3, 7-8. La lexis de este pasaje, no en vano
en boca de una esclava, no recibe el tratamiento retorizante que observamos en la
mayor parte de los que pronuncia Antia.
[65] X.E. Eph.
III 5, 7.
[66] O’Sullivan (1995: 69).
[67] Sirvan como ejemplo A. Pe. 166, 289 y 298, Su. 287, S. OT 1506, OC 939.
[68] Hdt. IV 142, Antipho II
α 8, Th. III 82, Pl. Gorg. 522e.
[69] X.E. Eph.
III 5, 11.
[70] Antipho I 17.
[71] Antipho I 18.
[72] X.E. Eph. I 5, 2.
[73] Sapph. XXXI (Lobel
- Page, Voigt, Neri).
[74] Sapph. I (Lobel
- Page, Voigt, Neri).
[75] X.E. Eph.
I 2, 1.
[76] Aunque
también presente de forma ocasional en la historiografia y la oratoria, y como
término paratrágico en la comedia aristofánica, el verbo se registra
profusamente en la tragedia, cf. A. Eum. 101, S. Ant. 1177, Tr. 274, El. 570, OC 965, E. Hipp. 1146, Heracl. 904, IT 981.
[77] Hom. Il.
1.
[78] X.E Eph.
III 11, 5, cf. An. Ox.
II 440.
[79] Lavagnini (1922).
[80] Lavagnini (1922: 51) (= ed. H. Gärtner (1984: 86)).
[81] Opinión contraria es la que mantiene Ruiz Montero (1994: 1118 y 1119, 2006:
103): “Al igual que en Caritón, se
observan dentro de su lengua usos léxicos de carácter aticista, lo que está de
acuerdo con la Segunda Sofística, de la que Jenofonte es un ejemplo más”. También López Jordán (1999), cuya tesis doctoral fue dirigida por la
autora anterior.
[82] Hom. Il.
IX 355, XXI 417 y XXII 412, Od. III
119 y XIX 189, A. Pe. 509, E. Io 1215 y 1253, Cy. 577, Hdt. I 116, 2.
[83] Este uso, al igual que el contrario
(utilización del relativo simple en lugar del generalizador), aparece en época
clásica en algunos autores (Pseudo-Jenofonte, Heródoto, Tucídides, Jenofonte y
Aristófanes), intercambiando así los dos relativos sus respectivas funciones.
Dicho intercambio llegará a ser mucho más evidente en la koiné (Pomer (2015: 265-267)).
[84] Tagliabue (2017: 2): “This novel,
unlike the other four, has a basic plot and, at least on the surface, does not
contain overt allusions to classical literature.”
[85] Tagliabue
(2017: 17): “The
Ephesiaca’s intertextuality with its models is
notably thematic. This phenomenon constitutes a key difference between the Ephesiaca
and most potsclassical literature, which, including the other ‘Big Five’, is keen
on poited references to classical texts.”
[86] Tagliabue (2017: 179-180), donde
también sostiene que las Efesíacas
apenas evocan la historiografía ática y el drama (como en 202), afirmación esta
última con la que mostramos reticencias.
[87] Tagliabue (2017: 202-203).
[88] Tagliabue (2017: 21-52, 53-77, 97-122 y
123-150, respectivamente).
[89] Ruiz Montero (1994: 1113-1119), De Temmermann (2014: 119- 121, 151).
[90] Tagliabue (2017: 211-212).
[91] Estilo que comparte la retórica de la
literatura cristiana, como en Hechos
(Hogan 2006: 54-55, 81-84) y en Timoteo (Hoag 2013).
[92] Billault (1991) aporta numerosos
ejemplos de las Efesíacas en que
demuestra que esta obra responde por norma general a los mismos criterios de
creación literaria que las otras novelas griegas.
[93] Resultan interesantes las preguntas que se
plantea Doulamis (2007: 160): “Is the simplicity of the Ephesiaca the unavoidable result of artlessness or a deliberate choice, and, if
so, to what extent? And is Xenophon totally oblivious to rhetoric or, as has recently
been suggested, are we dealing here with an author who is not unable but merely
unwilling to indulge in a heavily ornate rhetorical style?”