DOI 10.17398/1886-9440.14.43
Jesús Gómez Copé
(Universidad de Extremadura)
Las Orationi in materia civile e criminale de Remigio Nannini
(1561): un ejemplo del reciclaje de material en las antologías del siglo XVI
Orationi in materia civile e criminale by Remigio Nannini (1561): an example of material
recycling in 16th. Century Anthologies
Abstract: Orationi
in materia civile e criminale (1561),
an anthology by the Florentine friar Remigio Nannini, is a work ignored by
critics. Studies from the last decades have exclusively paid attention to Orationi militari (1557, reedited in 1560 and 1585), the first compilation
made by the same author. Both works were published in Giolito de’ Ferrari’s printing
press and they became a prototype of the anthology popularized in the 16th
century: a compilation of speeches from Classical and Renaissance
Historiography translated into Italian. The Orationi
in material civile e criminale are structured in the same way. However, this
anthology presents some flaws that might be the cause they were not as
successful as the other Orationi militari
were: the divided catalogue of historians, the speeches from civic and forensic
genres less attractive than those pronounced in the context of war, and the
repetition of some orations. This fact explains the lack of attention to this
compilation by the critics, while other works from the same period did receive
it instead. Nevertheless, an analysis of these Orationi in materia civile e criminale could be useful to future
researches, as they prove an outstanding example of the recycling process of classical material in the Renaissance.
Key
Words: Anthologies, 16th century,
Italy, Remigio Nannini, Ancient Historiography, Rhetoric, material recycling.
Resumen: Las Orationi
in materia civile e criminale (1561), antología elaborada por el fraile
florentino Remigio Nannini, han sido ignoradas por la crítica. Los estudios de
los últimos años se han ocupado exclusivamente de las Orationi militari (1557, reeditadas en 1560 y 1585), el primer florilegio
de este autor. Estas, publicadas bajo la imprenta de Giolito de’ Ferrari,
constituyeron un modelo de antología que llegó a ser muy popular en el siglo
XVI: colección de discursos extraídos de la historiografía, a partir de autores
datados desde la Antigüedad al Renacimiento y traducidos al italiano. La obra
que aquí nos ocupa responde a la misma estructura, pero la reducción en el catálogo
de autores, el menor atractivo de los discursos en contextos cívico y forense
frente al militar y la repetición de discursos ya presentes en la otra
antología probablemente impidieron que se vendiera con tanto éxito. Sin duda,
este hecho explica la falta de atención que ha recibido frente a otras
colecciones renacentistas que sí se han revisado en trabajos recientes. No
obstante, su análisis puede proporcionar conclusiones provechosas para futuras investigaciones,
pues ofrece un ejemplo destacado del proceso de reutilización de material
clásico en el Renacimiento.
Palabras Clave: Antologías,
siglo XVI, Italia, Remigio Nannini, historiografía antigua, retórica, reciclaje
de material.
Fecha de Recepción: 24 de julio de 2019.
Fecha de Aceptación: 15 de octubre
de 2019.
1.
Introducción
La manera en que el compilador renacentista se acerca
al material del que va a elaborar una antología es un tema que posee aún
ángulos muertos para la crítica moderna. No solo porque apenas haya testimonios
sobre el proceso llevado a cabo en cada caso concreto, sino también porque solo
recientemente las recopilaciones de literatura grecolatina, independientemente
de los criterios empleados, han dejado de verse como objetos de estudio
secundarios. El foco de atención de la crítica ha apuntado principalmente a la
obra literaria, escrita por mano del autor entendido de forma tradicional, es
decir, el ποιετής, el compositor literario. La obra
de recopilación, en cambio, se ha entendido como un producto, un collage de material reciclado a partir
de la obra de literatos con talento, por mano de humanistas que carecerían de
la etiqueta literaria.
No obstante,
a medida que se ha ido extenuando el filón de lo clásico, se han empezado a
buscar otros puntos de la historia donde las literaturas griega y latina
tuvieran lugar. A los estudios de tradición clásica se ha empezado a sumar un
interés por el Renacimiento, la admiración de los humanistas por lo
grecorromano y sus aportaciones a la latinitas.
Dentro de esta línea, se comienza a ver la antología no solo como una reunión
de material, sino también como la expresión del pensamiento de una época que estaba
fijada en la nostalgia hacia lo clásico y que necesitaba de herramientas
prácticas para acceder de forma fácil y rápida a los textos de mayor calidad.
Desde esa perspectiva, los florilegios constituyen una forma más de acercamiento
a la literatura antigua; lo son de forma indirecta, efectivamente, pero su
estudio aporta información esencial sobre los intereses de los humanistas,
tanto en géneros como en autores y temas, así como sobre el sistema educativo,
la formación y los hábitos de lectura durante época renacentista.[1]
De este modo,
la crítica ha ido prestando cada vez más atención tanto al proceso de selección
de material para las antologías como al sistema educativo y los propios hábitos
de lectura que implican la tarea de excerpere¸
es decir, tomar notas y extraer parte de lo leído, lo más importante, bello o
simplemente de más interés para el lector particular. Nace en el mundo antiguo
como un hábito individual, limitado a las inclinaciones de un sujeto, pero en
el Renacimiento adquiere una vocación colectiva que se manifiesta en antologías
de diferentes tipos. En este campo, destacan autores como Cevolini,[2]
Konstan[3]
y Nakládalová,[4]
quienes ya prestaron atención a los pormenores de la labor excerpendi. Si se abordan otros puntos de la producción
antológica, la monografía de Cherchi destaca la reutilización de material no ya
solo clásico, sino dentro de la propia época renacentista: los préstamos de
traducciones y recopilaciones que los antologistas aprovechan, a menudo sin
especificar la fuente, como veremos que sucede también con el autor objeto de
estudio en este trabajo.[5]
Por otra parte, Tavoni[6]
escribe sobre los elementos paratextuales, ayuda indispensable para que el
lector-consumidor aborde la crestomatía que ha adquirido.
Estudios
como estos han puesto de manifiesto que, al menos a partir del siglo XVI, el
recopilador se considera un autor de pleno derecho que ha llevado a cabo una
labor inmensa de edición, recopilación, organización, criba, saneamiento de los
textos e, incluso, traducción. La obra resultante es un producto de las
necesidades de la época y de los intereses comerciales del impresor, pero
también lleva la firma distintiva del antologista. Su autoría impregna el papel
desde los índices hasta la estructura del florilegio, pasando por las
dedicatorias y los elementos paratextuales y clama por alcanzar reconocimiento.
Un ejemplo clave lo hallamos en Tommaso Porcacchio, el encargado de poner en
práctica la Collana historica que
Giolito de’ Ferrari planeaba convertir en la obra cumbre de su labor editorial.
Este atestigua la importancia de la figura del antologista en sus prólogos a
los autores que llegaron a recopilarse para el proyecto, aunque este quedara
inconcluso y nunca llegara a cerrarse.[7]
En esta
línea, el caso de Remigio Nannini (1518-1580) es un ejemplo claro del problema
que planteábamos al principio: escasez de testimonios para comprender su enfoque
y proceder como autor de antologías. Fue un fraile de origen florentino que
dedicó parte de su vida a la composición literaria, tanto de poesía como de
obras de doctrina cristiana, y también se afanó en la literatura clásica. De
esta última legó a la posteridad, a cargo de la imprenta de Giolito de’
Ferrari, dos recopilaciones enciclopédicas de discursos historiográficos
vertidos al italiano: Orationi militari (primera edición de 1557,
reeditada en 1560 y póstumamente en 1585) y Orationi
in materia civile e criminale (1561). Su aportación al panorama humanista
de su época jugó un papel clave en cómo se empezaron a configurar las recopilaciones
de material clásico e historiográfico a partir de entonces. Téngase en cuenta
que Giolito de’ Ferrari fue un pionero en la publicación tanto de obras
clásicas en lengua vernácula como de compilaciones enciclopédicas que abarcaban
autores de forma diacrónica. A través de sus colaboradores, Nannini entre los
más distinguidos, puso en el mercado verdaderos puntos de referencia de cómo
componer una antología de gran éxito, gracias al uso de la lengua vernácula
para llegar a un público más amplio y quizá menos erudito.
Pese a
su relevancia, la obra de Nannini ha empezado a ser estudiada solo
recientemente. En los últimos decenios han surgido análisis sobre el lugar que
ocupa en la red de obras antológicas de la Europa renacentista. El más antiguo
que merece destacarse es el artículo de Hester,[8] en que
la autora pone en paralelo las Orationi
militari con la versión al francés que realizó Belleforest en 1595 y lleva
a cabo un impresionante trabajo de rastreo de las traducciones que tanto este como
Nannini utilizan para sus respectivos florilegios. Favalier (2012:161-183)[9]
compone otro excelente artículo donde investiga en profundidad el contenido
programático que proporciona Percacchio a la Collana historica, que ya mencionábamos arriba. Aunque no trata
directamente las Orationi militari,
da notas sobre la elaboración sistemática de una collana, además de mano
del mismo impresor que dio a luz las antologías de Nannini, y mienta al fraile
florentino en diversas ocasiones. Sin embargo, los trabajos de más hondo calado
que se han realizado hasta la fecha sobre las Orationi militari de Nannini se hallan en la monografía editada por
Iglesias-Zoido y Pineda,[10]
una recolección de artículos acerca de las antologías renacentistas de
historiografía. En ella hay cuatro capítulos en que las Orationi militari de Nannini gozan de protagonismo: Iglesias-Zoido
(2017),[11]
Peraita (2017),[12]
Tubau (2017)[13]
y Mastrorosa (2017).[14]
Dentro de esta recopilación, el resto de estudios trata, desde diversas
perspectivas, otros productos literarios de este tipo que participan en la
misma red durante el Renacimiento. Cabe destacar: Villalba Álvarez (2017),[15]
Pérez Custodio (2017),[16]
Pineda (2017)[17]
y Carmona (2017).[18]
Como
acabamos de señalar, las Orationi
militari de Nannini han recibido una cierta atención en los estudios filológicos
desde principios de este milenio. Sin embargo, sobre su segunda antología, las Orationi in materia civile e criminale, nuestro
objeto de estudio, no existe ni un solo trabajo específico que se dedique a ella.
La única excepción sería el artículo de Cherchi,[19] donde
se refiere específicamente a la compilación de 1561 del fraile florentino, y no
a las primeras Orationi, como posible
fuente del Hamlet shakespeariano,
aunque termina por refutar su premisa. Esta situación es fruto de que los
estudios sobre antologías, florilegios, collanas, etc. en el
Renacimiento se hallan aún en ciernes, pero también de que la segunda colección
de Nannini, como producto editorial, no se encuentra a la altura de sus Orationi militari. En efecto, se trata
del mismo concepto: antología de discursos recogidos de historiadores desde la
Antigüedad hasta la época del recopilador, pero carece de la calidad y
presencia de su hermana editorial, tal como ya pusimos de manifiesto en un trabajo
anterior.[20]
A la
vista de este panorama, en este artículo nos proponemos analizar la
complementariedad entre las dos antologías de Remigio Nannini, con tres
objetivos: (1) ofrecer una visión
conjunta de toda la producción antológica del fraile florentino, (2) demostrar el carácter secundario de las Orationi in materia civile e criminale y
(3) exponer, mediante el ejemplo de la segunda antología de Nannini, el proceso
de reutilización del material en una obra de estas características en el
Renacimiento. Y, para alcanzar dichos fines, la investigación seguirá un
proceso inductivo: se extraerán los principios generales de la composición de
la antología a partir de la observación, en primer lugar, de las Orationi in materia civile e criminale,
pero siempre en comparación con las Orationi
militari. Nannini dotó a su segundo florilegio de la misma estructura,
herramientas y gran parte de los contenidos que había utilizado en su opus magnum, por lo que resulta imprescindible
poner ambas en paralelo. En lo que respecta al orden de nuestros apartados,
esta propuesta de trabajo procura tocar los puntos más relevantes para la
composición de la obra. En primer lugar, cuestiones generales sobre la composición
y la esencia del florilegio, para pasar a estudiar, a continuación, los elementos
constituyentes: los discursos y los elementos paratextuales, habida cuenta de
la gran cantidad de puntos que tiene cabida en esta categoría, tales como la
portada, dedicatoria, índices, argumenta,
effecta y sententiae.
2.
Complementariedad entre las antologías
y carácter secundario de las Orationi de 1561
En 1557,
el fraile florentino Remigio Nannini publica en Venecia, en la imprenta de
Giolito de’ Ferrari y con el patrocinio del condottiero
Giovanni Battista Castaldo, una antología enciclopédica de discursos
extraídos de la historiografía, de autores desde la Antigüedad al Renacimiento
y traducidos al italiano. La novedad de la obra es de carácter triple: en
primer lugar, la extracción de discursos (unidades retóricas que pueden ser
tomadas como modelo para la composición en determinados contextos y, además,
pronunciados por personajes destacables de la historia) como objeto de la
compilación. En segundo lugar, la organización de estos: Nannini utiliza la
distinción que había prefigurado Polibio entre discursos de embajadores,
consejeros y generales como columna vertebral que estructura la antología, con
la preeminencia de un tono bélico general en toda la obra.[21] Por
último, en consonancia con la línea de trabajo editorial de Giolito de’
Ferrari, el florilegio está unificado bajo una lengua vernácula: el italiano.
El éxito
de ventas, sin duda, es el motivo que llevó tanto al editor-recopilador como al
impresor a reeditar la colección una segunda vez en 1560, con algunos añadidos:
un nuevo índice que clasifica los discursos por materias, cinco nuevos autores,
nuevos discursos de autores ya pertenecientes a la edición anterior, los effecta de las piezas retóricas y una
breve nota en la dedicatoria al lector donde preludiaba la próxima publicación
de una nueva antología. La dedicatoria reza así:
poi che io veggio, che le
mie vigilie non vi dispiacciono a fatto, vi darò in breve gli stratagemi
promessivi l’altra volta; darovvi l’Orationi in materia civile e criminale [sic] de’ medesimi Historici; Gli Errori de’
Capitani fatti in maneggi, e carichi di guerre; e due volumi di lettere, nelle
quali, a guisa di Discorsi, si tratteranno diverse materia.[22]
Al año
siguiente pone a la venta las Orationi in
materia civile e criminale (1561). Cabe destacar que en 1585, póstumamente
tanto para Nannini como para de’ Ferrari, los sucesores de este último en la
imprenta publican una reedición de las Orationi
militari, exactamente igual a la de 1560 a excepción de la portada. No
obstante, no reeditan el segundo florilegio conjuntamente, a pesar de que
hubiera sido la ocasión perfecta para sacar un doble volumen que reuniera las
dos Orationi. En efecto, este dato
apunta ya a dos ideas correlacionadas: primero, que las segundas Orationi se vendieron peor y no
alcanzaron el éxito entre el público de que gozó la antología anterior. Segundo,
todo indica que las causas fueron la menor calidad y envergadura de la obra, así
como el menor atractivo que presenta el tema estructurador del contenido: lo
civil y penal frente a lo militar.
Si se
analizan las segundas Orationi parangonándolas
con su hermana editorial, se observan
los pormenores que permiten afirmar su carácter secundario. En un trabajo
previo hemos defendido la hipótesis de que la antología de Nannini de 1561 es
un segundo volumen a su antología original, prácticamente un anexo, un
complemento de tema civil y forense que añadía noventa y ocho discursos
inéditos en las Orationi originales.[23]
A continuación presentamos algunas de las pruebas en que basamos esa
afirmación.
Respecto
a la concepción de la obra, la suposición más plausible sería que Nannini,
mientras reunía material nuevo para la segunda edición de las Orationi militari, es decir, en el
periodo entre 1557 y 1560, se diera cuenta del excedente de discursos que no cabían
bajo la etiqueta de militari. Si se
toma en consideración la aguda visión comercial de su impresor, de’ Ferrari, se
podría intuir que fuera suya la iniciativa de producir una segunda parte que
podría ser vendida junto a la anterior; al menos, es indiscutible que llegó a
aceptar la propuesta. El hecho de que el segundo volumen fuera estructurado a
imagen y semejanza del primero, con el mismo aparato paratextual, a partir de
los mismos autores y con cuarenta y siete discursos repetidos procedentes de la
primera parte, acortaría sensiblemente el tiempo de elaboración y publicación.
Hay una diferencia de menos de un año entre la segunda edición de las Orationi militari y la de las Orationi in materia civile e criminale,
tiempo quizá suficiente para organizar y editar la antología. No obstante, la
cita de la dedicatoria que mencionábamos arriba implica que, cuando sale a la
venta la edición de 1560, ya estaban planeadas las siguientes Orationi. No podemos aventurar en qué
punto de su producción se encontraban en ese momento, pero, sin duda, ya había
un corpus preliminar con las piezas
que iban a ingresar en ella por ser disonantes con la temática bélica del
florilegio original.
El
proceso de publicación de la antología que nos ocupa arroja luz de por sí sobre
la subordinación de esta a las primeras Orationi.
Se trata de un apéndice generado en una fracción del tiempo necesario para
componer la obra original. Como señalábamos antes, el aprovechamiento de material
sobrante y de la exitosa estructura de una obra previa para generar otro
producto editorial está muy en consonancia con la mentalidad práctica y
comercial de Giolito de’ Ferrari. Resulta plausible que, bajo su atenta dirección,
Nannini optimizara la labor excerpendi
de discursos de los principales historiadores griegos, latinos y modernos ya
traducidos al italiano y, de una misma recopilación de piezas retóricas,
compusiera dos volúmenes. Así, comercializaban no solo los discursos que
encajaban con los requisitos de las Orationi
militari, sino también aquellos que no lo hacían.
De no
ser así, respecto a la parte criminale del
contenido, ¿por qué sacar de la historiografía discursos cuya temática puede
hallarse más propiamente en el género de la oratoria? El carácter como impresor
de Giolito de’ Ferrari nos ofrece la respuesta: búsqueda del máximo provecho
comercial, reutilización de la forma y contenido de un producto anterior para
dar lugar a otro. No obstante, el reciclaje tiene como consecuencia una merma
en la calidad final del objeto reciclado. Si se observan las Orationi in materia civile e criminale,
se aprecia fácilmente que carecen de una temática tan diáfana y bien
estructurada como la de la primera parte; es más, parece plausible que el
título y, por extensión, la temática de la obra se hubieran compuesto a partir
del material ya recogido en lugar de al contrario.
La
mengua de calidad en el producto resultante se aprecia en varios puntos. En
primer lugar, la propia selección de autores para la antología y su organización.
Todos son tomados de las Orationi
militari, pero el plantel se reduce de treinta y tres (edición de 1560) a
dieciocho. En la primera recopilación de Nannini, se organizan conforme a tres
bloques: historiadores griegos, latinos (con algunas interferencias entre ambos)
y modernos, estos últimos con la peculiaridad de ser todos italianos. El propio
antologista hace patente esta división del catálogo, bajo los títulos de Prima (desde Tucídides hasta la Guerra Iudaica de Flavio Josefo, o
hasta Plutarco a partir de la edición de 1560), Seconda (desde Tito Livio hasta Sajón el Gramático) y Terza parte delle Orationi militari
(todos los autores modernos: de Leonardo Bruni a Ascanio Centorio).
En las Orationi in materia civile e criminale,
en cambio, no hay marcas explícitas por parte del fraile florentino que organicen
el plantel de historiadores y, sin embargo, se puede entrever una distribución
tácita. Los modernos destacan en el conjunto, pues siguen formando un grupo
homogéneo. Entre lo que habrían sido las partes primera y segunda en la antología
anterior hay menos claridad, pues no se observa ningún criterio que pueda
ordenar a los historiadores: no se distribuyen según la lengua en que escriben,
no siguen un orden cronológico de los autores ni de los hechos y tampoco un
orden geográfico. Con todo, si se compara esta lista con la de las Orationi militari, destaca el hecho de
que dos entradas han cambiado de posición: Dion Casio y Apiano de Alejandría.
No solo eso, sino que, además, ambos casos suponen un salto cronológico respecto
de las entradas que los acompañan. La última peculiaridad es que los dos tratan
el mismo periodo histórico, los últimos años de la república romana y los prolegómenos
del imperio; de hecho, recogen un mismo discurso, el que pronuncia Marco Antonio
en las exequias de César para elogiar al muerto y promover la persecución de
los conjurados, pp. 13 y 250, respectivamente.
Resulta
imposible negar una intencionalidad por parte de Nannini a la hora de alterar
la posición de estos autores en el catálogo. A nuestro modo de ver, el cambio
de lugar, la discontinuidad cronológica y la reincidencia del periodo histórico
son recursos del antologista para destacar dos puntos de referencia que
evidencien una organización externa de los historiadores. En lo que respecta a
Dion Casio, es el autor que abre la antología, es decir, ocupa el puesto que
tenía Tucídides en las Orationi militari
y, por ello, se presenta paralelo a él, aunque claramente no alcanza el
prestigio y la calidad de que goza el historiador griego. Su presencia, por
tanto, se justifica en el interés que puede suscitar en el lector uno de los
periodos más convulsos y decisivos de la historia. En cuanto a Apiano de
Alejandría, su entrada llama todavía más la atención porque es el único caso
del florilegio en que se rompe con la unidad cronológica dentro de un mismo
historiador. En efecto, hay un salto cronológico hacia atrás en sus discursos: se pasa del final de la
república romana a la segunda guerra púnica. Si se acude a las Orationi militari, se observan los dos mismos
periodos, aquí sí ordenados según la sucesión cronológica de los hechos, es
decir, la parte de la obra de Apiano dedicada a las guerras externas de Roma en
primer lugar y después los discursos relativos al final de la república. Este
indicio sirve de sostén a nuestra hipótesis sobre la distribución por bloques conforme
a la que presentan las Orationi militari:
Nannini sacrifica el orden de los hechos históricos dentro de Apiano de
Alejandría con tal de distinguirlo en la obra y que sirva de baliza para
señalar la segunda parte.
Por lo
demás, de entre los historiadores que aparecen en el florilegio, algunos
presentan escaso número de discursos: Salustio, Hegesipo, Procopio de Cesarea,
Sajón Gramático, Poggio Bracciolini, Paolo Emilio de Verona, Justiniano de
Génova, Galeazzo Capella. Gran parte de estas entradas son piezas retóricas ya
publicadas en las Orationi militari:
los tres discursos de Salustio, los tres de Hegesipo, lo mismo con los dos de
Poggio Bracciolini, los tres de Paolo Emilio de Verona, dos de Justiniano de
Génova y el único discurso de Galeazzo Capella. En consecuencia, a Nannini le
preocupa más ofrecer un catálogo de autores variado, aunque con escasas
entradas para cada uno, que historiadores con un cuerpo denso de piezas retóricas,
lo que se corresponde más con el carácter enciclopédico que tanto él como su
impresor iban buscando. Asimismo, prefiere mantener esa variedad aunque suponga
repetir orationes del volumen
anterior.
La
repetición de discursos es también síntoma de la menor calidad del florilegio,
pero, además, constituye un indicio que va más allá: se trata de la forma más
patente de reciclaje en la obra objeto de estudio. Nannini no solo reutiliza
autores, estructura y discursos sobrantes del proceso de recopilación de su primera
antología, sino que además se sirve de piezas retóricas que ya estaban en ella,
un total de cuarenta y siete piezas (el 32% de las ciento cuarenta y nueve que
suman las Orationi in materia civile e criminale). En lo que a la
clasificación se refiere, la idea de reunir, sin distinción, ese número de
discursos tanto bajo la etiqueta de militare
como bajo la de civile e criminale
anula el rigor en la distribución temática. En cierto modo, dichas etiquetas
son opuestas: lo civil y criminal se podrían relacionar, en primera instancia,
con la esfera pública en tiempos de paz, antítesis del ámbito bélico. No
obstante, la realidad es que no se excluyen mutuamente: acusaciones y defensas
entre mandos del ejército, deliberaciones sobre temas de guerra o paz entre
nobles y dirigentes de un Estado… El antologista aprovecha la ambigüedad
magistralmente a través del título del volumen, escueto por necesidad y pensado
para atraer al posible comprador.
Por otra
parte, treinta y ocho de esos discursos repetidos estaban ya en la edición de 1557
de las Orationi militari, lo que
implica que el problema es anterior a la de 1560. Se puede concluir que, en lo
que a los discursos repetidos se refiere, Nannini sacrifica los criterios
temáticos de selección en pro de tres fines: la viabilidad comercial, dar cuerpo
a la segunda antología y que no falten al lector piezas retóricas fundamentales
de la historiografía.
Las
herramientas paratextuales de organización del contenido de la obra, los índices
o tavole, son otro punto en que el
segundo volumen es superado por el primero. A las Orationi que nos ocupan les falta la Tavola delle materie, una adición que aparece por primera vez en la
segunda edición de las Orationi militari
y que organiza los discursos por temas dentro del ámbito bélico. Las Orationi in materia civile e criminale son
publicadas un año después, por lo que lo lógico sería servirse ahora de todas
las novedades que se han incluido a la opera
prima de Nannini, como se hizo con el nuevo catálogo de autores y con los effecta. Por tanto, la ausencia de este
recurso apunta a que el antologista no lo veía pertinente en las segundas Orationi. Quizá el motivo reside en que
la laxitud en los criterios de selección del material había dado lugar a un corpus de discursos tan variado que un
índice de esas características tendría demasiadas entradas como para ser de
utilidad.
En las Orationi militari, en cambio, la
atmósfera bélica simplifica los contextos en que se pronuncia un discurso: para
tratar la paz, para alentar a los soldados antes de la batalla, para consolarlos
después de una derrota… Por otro lado, en los casos de difícil clasificación,
el fraile florentino no duda en incluir las piezas en categorías con las que
solo tienen que ver muy superficialmente o directamente no los clasifica en
ninguna entrada. De los discursos repetidos en ambas obras, diecinueve quedan
excluidos de la Tavola delle materie. Este
dato es pertinente para comprender la repetición de piezas retóricas en los dos
volúmenes: Nannini se habría percatado de que un número de discursos, por su
contenido, no tenía cabida en sus Orationi
militari y es incapaz de clasificarlo bajo etiquetas de tema bélico, pero
le sirve para dar cuerpo a su segundo volumen.
La
inclusión de esos discursos también en la edición de 1560 del primer volumen
podría explicarse por dos vías no mutuamente excluyentes: que no le importe
repetir orationes con tal de que
ambas obras cuenten con piezas retóricas de gran valor y que la idea de las Orationi in materia civile e criminale no
surgiera hasta un punto muy avanzado del segundo proceso de edición de las Orationi militari. Esta última premisa
supondría que el fraile florentino, con el segundo volumen en mente, dejó fuera
de la tavola esos discursos de
clasificación ambigua que ya estaban incluidos en la obra. Quizá incluso fueron
una de las razones por las que se percató de las posibilidades comerciales de
unas segundas Orationi.
3.
Discursos
El conjunto
de los discursos, un total de ciento cuarenta y nueve piezas extraídas de dieciocho
historiadores, posee grandes atractivos para el lector renacentista: variedad
de épocas, hechos, personajes históricos, puntos geográficos, temas de
controversia y exempla de composición
retórica.[24]
Pese a que la antología es una reducción en prácticamente todos los aspectos cuando
se la compara con su hermana editorial, debe atribuírsele a Nannini el mérito
de obtener el mismo efecto desde el punto de vista conceptual: una enciclopedia
de discursos históricos, aunque no logre la preeminencia como obra y una
magnitud comparable al tono épico que presentan las Orationi militari.
Pese a
esto, la antología no debió de venderse de forma equiparable al volumen previo,
pues no volvió a editarse en 1585 con la tercera edición de las Orationi militari. Esta habría sido una
estrategia comercial lógica si las Orationi
in materia civile e criminale hubieran alcanzado el éxito de ventas. En
realidad, el fracaso económico de la obra puede comprenderse si se contempla
esta desde el punto de vista del consumidor. Si este se halla en posesión de
las Orationi militari, al hojear la
antología descubre que buena parte de su contenido (casi un tercio) estaba ya
en el primer volumen. Por el otro lado, el consumidor que no haya adquirido el
primer florilegio tiene pocas razones para interesarse específicamente por una
antología de orationes históricas de
tema civil y forense.
Si
entramos al análisis del corpus de orationes, el primer punto digno de
tratar es la organización. Se sigue el mismo sistema que para las Orationi militari: cada historiador constituye
una unidad de sentido. Nannini recorre la obra escogida en cada autor (dos
obras en el caso de Salustio) desde el primer libro hasta el último, lo que da pie
a que los discursos sigan una sucesión cronológica dentro de cada entrada y,
por ello, un orden lógico de sentido. Hay orationes
que, de forma aislada, ofrecen representación de hechos históricos, pero
muchas aparecen unidas en cadena bajo un mismo acontecimiento. Un ejemplo: en
las Orationi in materia civile e criminale,
dentro los discursos de Quinto Curcio Rufo, libros VI y VII, hay cuatro piezas
(págs. 230-241) que tratan un mismo hecho histórico: se acusa a Filotas y
Amintas, dos de los comandantes de Alejandro Magno, de traición contra este y aquellos
se defienden.
El fraile
florentino da muestras a lo largo de toda la antología de un interés por la
continuidad: los argumenta y effecta sirven, en parte, a este fin, no
solo contextualizar, sino también presentar los hechos en una sucesión temporal
lógica, con antecedentes, hecho en sí y consecuencias. Es la doctrina clásica
sobre la historia que prescribió Cicerón, la rerum ratio: consilia-acta-eventus.[25] Respecto a la conexión de los discursos, esta
práctica no se resume a que Nannini vaya siguiendo los libros y presente los
discursos tal como en ellos aparecen, sino que le interesa formar nodos de
sentido que describan un mismo hecho. Una forma de continuidad similar se
aprecia en las piezas de carácter responsivo. Las intervenciones de personajes
ilustres se ven nutridas por las respuestas de otros y la confrontación
dialéctica no solo place al lector por el contenido del discurso, sino también
por la forma y la estructuración de los argumentos. De nuevo, incidimos en el
carácter ejemplar de la recopilación de orationes
como modelos de composición retórica. En lo que se refiere al contenido
responsivo, puede que el segundo volumen de las Orationi cuente con una ventaja respecto del primero, en tanto que
la habilidad y la sagacidad para dar respuestas son cualidades clave para un
orador en el ámbito forense.
Si se
atiende a la selección de las piezas, la repetición de discursos de la que
hemos hablado constata que, en muchos casos, la clasificación no es sencilla,
ni siquiera desde el punto de vista temático. Los discursos de la Anábasis de Jenofonte, de entre los que algunos
reinciden en el segundo volumen, pertenecen claramente a un contexto bélico, pero,
a su vez, se dedican a acusaciones y defensas de soldados o generales, por lo
que encajarían, a su vez, en el genus iudiciale.
En consecuencia, a ojos de Nannini, cuando un discurso podría tener cabida en
un volumen por el contexto físico en que se pronuncia, pero también en otro por
el genus al que pertenece, la
solución más útil era incluirlo en ambos volúmenes y no privar a ninguno de la oratio en cuestión.
Este
hecho implica que el criterio temático no es el único que opera en el proceso
de selección, sino que hay otros que, para el antologista, tienen prioridad.
Uno de ellos, quizá podría decirse que el primero, sería el carácter paradigmático
o ejemplar de la pieza: discursos que sirvan como modelo para otros
pronunciados en contextos similares. En segundo lugar, las cualidades formales
del discurso. No interesan piezas alocutivas demasiado breves, dispersas o construidas
de forma desordenada. Iglesias-Zoido llama la atención, en el trabajo antes
mencionado, sobre un fragmento programático en las Orationi militari en el que Nannini aborda este problema: [26]
Io so che ci sono molti
altri Historici Latini, come Suetonio, Iustino, Floro, Eutropio, Sesto Aurelio,
Cornelio nipote, e molti altri, ne’ quali non havendo trovato orationi, ne ragionamenti
militari, se non pochissimi e brevissimi, però non mi è paruto opportuno
mettergli qui altrimenti, perché attendendo a mettere insieme i parlamenti di
qualche importanza, non ho giudicato esser buono occuparmi in ogni minima cosa.[27]
Tal y como
señala expresamente, el compilador confiesa desdeñar los fragmentos poco
significativos, tarea que, de lo contrario, le llevaría tiempo extra en la
recopilación de material.
Un tercer
criterio de selección ajeno al temático y relacionado, no directamente con los
discursos, sino con las obras que los proveen, pero crucial de todos modos, es
el de las traducciones disponibles al italiano en época de Nannini. Lo motivan
la máxima reducción de la labor editorial y la persecución de pragmatismo. Así,
se emplean traducciones ya disponibles para los textos griegos y latinos que se
quería agregar.[28]
La necesidad de optimizar el tiempo de publicación acaba convirtiéndose en una conditio sine qua non en la producción
del primer florilegio: no puede perderse tiempo en realizar una traducción
completa de obras y autores que faltan, por lo que solo se acogen aquellos ya vertidos
al italiano y editados.
La omisión
no solo se aplica a autores no agregados finalmente al florilegio, sino incluso
a obras de algunos que sí están presentes en él. Un ejemplo claro sería el Agrícola de Tácito. Esta biografía
histórica contiene discursos de contexto bélico que encajarían a la perfección
en las Orationi militari, como la
arenga de Agrícola a las tropas romanas o la del líder britano Calgaco a los
suyos. Sin embargo, de este historiador Nannini solo toma los Annales y las Historiae. El hecho de que este libro no estuviera traducido al
italiano en la época puede aducirse como prueba de la idea que planteamos.[29]
Todos
estos criterios sirven a un objetivo y, a la vez, pueden verse anulados por él:
la necesidad de dar cuerpo suficiente al segundo volumen de las Orationi. El autor se enfrenta al material
que le ha sobrado de la tarea de excerpere
para su primer volumen antológico y debe esforzarse por extraer de él un corpus con consistencia suficiente para
que dé lugar a una segunda parte.
4. Elementos
paratextuales
La obra
compilatoria presta atención tanto al contenido que recoge como a los elementos
que organizan ese contenido para hacérselo accesible y fácil de utilizar al
lector. A continuación, con los tres objetivos que planteábamos al principio en
mente, pasamos a analizar los rasgos generales que caracterizan a esos
elementos en las Orationi in materia
civile e criminale.
4.1. Portada
La
portada constituye, a la vez, la carta de presentación de la obra y el
principal reclamo publicitario. Está diseñada para atraer el ojo del
consumidor, desde la parte visual, es decir, la elegancia de los caracteres, la
tipografía, los bellos grabados y la distribución de todo ese contenido en el
espacio, hasta la descripción del interior de la obra que se reproduce en el
título y subtítulos. La portada de las Orationi
in materia civile e criminale posee reminiscencias muy notables con
respecto a la de su predecesora. El título presenta la peculiaridad de ser bien
preciso a la vez que ambiguo: un lector no erudito podría caer en el error de
pensar que se topará con discursos de contexto puramente forense, de abogacía,
a pesar del subtítulo “tratte da gli historici greci,/ e latini, antichi e
moderni”.
Siguen
dos subtítulos. El primero: “raccolte, e tradotte per M. Remigio/ Fiorentino,
con gli Argomenti a ciascuna Oratione, per mag-/giore intelligenza di quanto si
contiene in elle, e con/ gli Effetti che sequirono da dette Orationi”. El
segundo reza: “Nelle quali, oltre alla cognitione/ dell’Historie, s’ha notitia
di governi di Stati, e di Republiche,/ d’accusare, e defender Rei, e di molte
altre cose utili/ a ciascuno, ch’attende alla vita civile”. Como se puede
apreciar, ambos resumen con bastante precisión las novedades y las
características más importantes con que cuenta el volumen que se tiene en las
manos. En lo que respecta a la primera declaración del subtítulo 1, la de que
Nannini había recogido y traducido los textos, Iglesias-Zoido ya habló sobre
que el florentino se atribuyera las versiones al italiano que había tomado de
otros: en la época era muy común tomar traducciones ajenas sin citar la fuente,
pues aún no se habían fijado los parámetros de la filología moderna, por lo que
resulta cronológicamente impreciso tachar estas prácticas de plagio. [30]
El
subtítulo continúa resaltando los dos elementos paratextuales que el fraile florentino
había utilizado para contextualizar y cerrar los textos en su primera antología
y que conformaron uno de sus atractivos: los argumenta y effecta. El
segundo subtítulo sintetiza los temas que se pueden hallar en el interior de la
obra, pero mantiene el velo de ambigüedad que cubría el título. Las afirmaciones
no dejan de ser ciertas, pero “accusare, e defender Rei” no especifica el
contexto, por no hablar de la vaga noción de “molte altre cose utili a ciascuno,
ch’attende alla vita civile”.
4.2. Dedicatorias
Las Orationi militari, en cualquiera de sus
ediciones, abren con dos dedicatorias. Una dedicada a Giovanni Battista
Castaldo (1493-1563), marqués de Cassano y duque de Piadena, así como mecenas
de Nannini, y una segunda dirigida al lector, al que le ofrece su “fatica” y le
da unas breves notas sobre el contenido de la obra. La primera ya fue analizada
ampliamente en Iglesias-Zoido[31]
y en Villalba.[32]
En resumen, se trata de una carta introductoria que posee funcionalidad en la obra.
La trayectoria vital del destinatario coincide con la temática general de la
antología: fue condottiero y
participó en la guerra contra los turcos en Transilvania. Sus hazañas militares
fueron recogidas por Ascanio Centorio en sus Commentarii della guerra di Transilvania, última entrada en el
catálogo de autores para la edición de 1557 de la primera recopilación de
Nannini (a partir de la de 1560, cede su lugar a una de las nuevas
incorporaciones). Esa edición, por tanto, abre y cierra con el mismo nombre, el
del patrón del fraile florentino. Es más, su presencia en la obra podría haber
sido una de las causas que motivaran al autor a incluir a los historiadores
modernos.
Por el
contrario, la dedicatoria al mecenas en el caso de las Orationi in materia civile e criminale carece de la funcionalidad y
el peso que imbuyen la dirigida a Castaldo. Su destinatario es Antón María
Salviati (1537-1602),[33]
cardenal florentino que había participado en el Concilio de Trento y cuya
trayectoria lo había llevado por distintos países de Europa. En primer lugar,
salvando algunos discursos pronunciados por figuras de la Iglesia o dirigidos a
ellas, no hay una temática religiosa equiparable al aura militar que rodea el primer
volumen de las Orationi. Tampoco
aparece el nombre del cardenal en ninguno de ellos. En segundo lugar, la
relación Nannini-Salviati carece de la cercanía y longevidad que posee la de
Nannini-Castaldo. Al cardenal no lo había llegado a conocer sino recientemente
y además por referencia de terceros, no en persona, tal como refiere en la dedicatoria.
En comparación,
la fuerte presencia de Castaldo tanto en las palabras introductorias a la
antología como en el propio material que esta contiene encaja con el tono épico
y guerrero de las primeras Orationi. Es
más, este hecho contribuye a la inmersión del lector en la temática: reconocer
las hazañas militares de personajes históricos no solo cercanos a su tiempo,
sino aún vivos, y ponerlas en paralelo a las de los principales generales de la
historia desde Grecia y Roma a través de los discursos que pronunciaron antes,
durante o después de la batalla. En la dedicatoria a Salviati, por su parte, no
hay un contenido equiparable. No posee esa energía y énfasis relacionados con
el tema general de la antología. Parece más bien una nota preliminar forzosa, una
formalidad necesaria para dar comienzo a la obra. Por tanto, se puede concluir
que la dedicatoria a las Orationi in
materia civile e criminale responde al alcance y las necesidades del volumen:
abrir la antología que sirve de complemento a la opera magna de Nannini, sin mayor funcionalidad.
Respecto
a la ausencia de dedicatoria al lector, puede entenderse como una prueba de que
tanto Nannini como su impresor esperaban vender el segundo volumen junto al
primero, incluso aunque la segunda antología del florentino viera la luz un año
después de la segunda edición de las Orationi
militari, probablemente porque no hubiera tiempo de terminarla también para
1560. La idea podría haber sido vender la versión definitiva y mejorada de las Orationi militari junto a su
complemento, esta de materia civil y criminal. El conjunto constituiría una
colección en dos volúmenes enciclopédicos y en lengua vernácula que reunirían
lo más selecto de los discursos historiográficos, desde la Antigüedad hasta el
Renacimiento.
4.3. Índices
Después
de la dedicatoria al lector, como decíamos, ausente en el volumen objeto de
estudio, el primer instrumento de guía para el lector son los índices o tavole. Organizan la información contenida
en la obra según diferentes criterios. Para Maria Gioia Tavoni[34]
son elementos con voz propia: están, por supuesto, en consonancia con la obra
de la que forman parte, pero revelan la intencionalidad y parte del genio
creador del erudito que los compone. En el caso de las Orationi in materia civile e criminale, hay tres: autores, discursos por orden de aparición y sentencias. Ya
señalamos la falta de la tavola delle
materie que había aparecido por primera vez en la edición de 1560 del
primer volumen de Orationi y le dimos
una posible explicación. A
continuación destacaremos algunas peculiaridades de los índices en la obra que
nos ocupa.
Sobre el
primer índice, el de autores, cabe destacar el cambio de posición que ha experimentado
respecto de las Orationi militari:
pasa de ser el último índice en estas, ubicado después de la tavola delle sentenze, a estar situado
antes de la dedicatoria. La posición que ocupa en el segundo volumen parece más
práctica para el lector, pero la mentalidad con que se emprende la lectura en
esta época es radicalmente distinta a la actual.[35] Nannini
conserva la ubicación del susodicho índice (al final del resto) en las Orationi militari de 1560, y la perseverancia en esa decisión es
significativa. Este hecho invita a interpretar el cambio en las segundas Orationi como una adaptación del diseño
de la obra a su funcionalidad. En efecto, las Orationi in materia civile e criminale conforman, por la suma de
sus características, un volumen de lectura liviana, distendida, menos seria que
su hermana editorial.
Que el
índice de autores se disponga en la primera página favorece la consulta rápida
y dispersa: el lector puede ir variando de los discursos de un historiador a
los de otro en sus consultas sin tener que seguir un orden y sin necesidad de
leer todo. Pero además, constituye una carta de presentación del contenido de
la obra que advierte al posible comprador del carácter complementario del
volumen que tiene entre las manos. En primer lugar, reconoce la reincidencia de
autores ya presentes en las Orationi
militari para el lector que hubiera adquirido estas previamente, lo que
supone, a la vez, un ejercicio de humildad y un incentivo: esta obra no aporta
discursos de historiadores nuevos, es decir, autores que no hubieran sido publicados
ya en el primer volumen, sino que es un florilegio de reciclaje. No obstante,
completa lo que el antologista empezó con sus Orationi militari, añade piezas retóricas inéditas de contexto
cívico y forense. En resumen, que este índice aparezca en la primera página implica
reconocer la menor calidad y envergadura de la obra, pero indudablemente cuenta
también con una función publicitaria.
El siguiente
índice por orden de aparición, el de discursos, también se distancia del que
incluyen las Orationi militari. Este
venía dividido en tres secciones, uno de los grandes atractivos de la obra:
discursos de ambasciadori, consiglieri y capitani. En las segundas Orationi, en cambio, no hay distinción
externa de los discursos, salvo la de los autores a los que pertenecen, aunque
estos no aparecen reflejados en el segundo índice. Las piezas se presentan según
el orden de aparición desde las de Dion Casio hasta las de Paolo Jovio. La
falta de un criterio organizador claro y atractivo como el que poseía el
volumen anterior supone otra lacra para la antología complementaria. Con todo, debe
reconocerse que el contenido no se ofrece a una distribución paralela a la de
aquel.
Por
último, el índice de las sentencias. En este caso, sí que responde a un
paralelismo exacto con el que incluyen las primeras Orationi. La distinción en los textos de máximas morales, callidae iuncturae, proverbios y otras
unidades fraseológicas otorga una nueva dimensión práctica a una antología de
discursos: la de recoger otro tipo de unidades retóricas. Téngase en cuenta
que, desde la Antigüedad, existen obras dedicadas específicamente a la
recolección de sententiae. En este
sentido, las Orationi in materia civile e
criminale no quedan devaluadas por las Orationi
militari. Preliminarmente podría pensarse que la tonalidad moral podría ser
una característica apropiada a la segunda parte de las Orationi, dado que su temática se presta más a ello: lo forense
frente a lo militar. No obstante, el número de sentencias en una obra y otra es
equiparable si se considera en proporción al número de discursos: 475 recogidas
en el índice del primer volumen y al menos 184 en el segundo.
4.4. Argumenta-Effecta
Estos
dos recursos paratextuales[36]
son uno de los principales atractivos de la antología; de lo contrario, Nannini
no los destacaría ya desde la portada. El argumentum
es un texto introductorio muy similar a los engarces de la historiografía,
aunque con funciones propias. Presenta los antecedentes y el contexto de la
alocución, nociones sobre el espacio físico, intencionalidad del orador, ánimo
del auditorio, etc. El effectum, por
su parte, incluye la recepción del discurso y, a veces, consecuencias a corto o
largo plazo. Potestativamente puede llevar palabras del antologista a modo de
conclusión o valoración. En la edición original de las Orationi militari solo se utilizaron los argumenta como apoyo del texto, no se daban nociones sobre la
recepción y consecuencias de un discurso. Nannini, a pesar de la buena acogida
de la obra, no quedó contento con el diseño de esta, quizá por sugerencia de
alguien del panorama libresco, quizá a instancias de su propio impresor,
Giolito de’ Ferrari, que estaba al corriente de las publicaciones en prensas
italianas de la época.
En la
segunda edición incluye los effecta
y, con ello, configura la morfología óptima para su obra y un formato de florilegio
que será influyente a lo largo del siglo: antología enciclopédica (de la
Antigüedad al Renacimiento) con autores divididos entre griegos, latinos y modernos,
que recoge discursos historiográficos, organizados conforme a un criterio que
discrimina al orador y el contexto (ambasciadori,
consiglieri, capitani), y con argumenta y
effecta para enmarcar el texto. Las Harangues
militaires (1572) de François de Belleforest[37] son un
heredero directo de esta morfología: una versión al francés de la antología
italiana con mínimos cambios y que conserva las herramientas paratextuales y el
orden de autores.
Otro
ejemplo. Iglesias-Zoido[38]
ve las similitudes entre las Orationi
militari de Nannini y las Conciones
sive orationes graecis latinisque historicis excerptae (1570) de Henri
Estienne como indicios claros de un influjo directo: están divididas conforme a
autores griegos y latinos y presentan un argumentum
previo a los discursos. Además, Estienne presenta el florilegio como un
manual para generales, nobles y príncipes, lo que se corresponde con la
división entre discursos de generales, embajadores y consejeros que Nannini
había aplicado a su obra.
Aunque
la obra de Nannini y Giolito de’ Ferrari no fue pionera en introducir los argumenta y effecta, el éxito que alcanzó como antología en su totalidad hizo
populares las trazas de su diseño editorial, entre las que se incluyen esos dos
recursos paratextuales. Por lo demás, el uso de estas herramientas en Orationi in materia civile e criminale no
presenta ninguna distinción respecto del volumen previo. Es más, en la gran
mayoría de discursos repetidos se reutilizan el argumentum y el effectum que
aparecían en las Orationi militari, incluso
con la misma morfología en el argumentum.
Por ejemplo, si en las Orationi militari de
1560 el argomento aparecía reducido a
unas breves líneas introductorias insertas en el título, así se muestra en las Orationi in materia civile e criminale;
si una pieza de valor responsivo carece de argumentum
porque lo lleva ya el discurso anterior, se mantiene de este modo en el
segundo volumen. El siguiente ejemplo, reincidente en ambas obras, presenta líneas
introductorias tanto en las Orationi
militari como en las Orationi in materia
civile e criminale:
ESORTATIONE DI GIOSEFO A’
GIUDEI PERSUADENDOGLI a pigliar la benignità de’Romani, e mostrando loro, che
non essendo mai per sempo alcuno stati liberi, non dovevan cosi pertinacemente
defender la libertà, senza haver riguardo al Tempio et all’altre cose sacre. E
perche gli stavano molto pertinaci, cercò ancora di convincergli con gli esempi
et autorità della scrittura, e mostrare che non havevano altro rimedio ne piu
gagliarda arme, che l’oratione, et gli persuadeva a questa guisa.[39]
Sucede
lo mismo con los effecta de las
piezas reutilizadas. De hecho, que Nannini copie los effecta palabra por palabra hace resaltar todavía más que esos
discursos han sido extraídos de un volumen de tema militar, ya que, como poseen
un fuerte valor moralizante, la moral en muchos casos está dirigida específicamente
a capitani, es decir, tiene que ver
con el ámbito bélico. Este es un punto de conflicto más entre la temática
civil-forense del segundo volumen y los discursos provenientes de las Orationi militari.
Hay que
tener en cuenta que en cada effectum,
albergue o no palabras y máximas moralizantes por parte del autor, el valor
moral está siempre presente, porque el discurso, como exemplum, plantea un paradigma de imitación para el lector. Tanto desde
el punto de vista retórico, en tanto que modelo de cómo componer un discurso en
cierto contexto por parte de oradores ilustres, como desde el punto de vista
ético, actitudes y opiniones de esos oradores hacia tesituras difíciles. Así,
del conjunto formado por la oratio y
sus consecuencias, el lector puede extraer una enseñanza.
4.5. Sententiae
El aura
moralizante que rodea a las primeras Orationi
no es menos notoria que la que se halla presente en las segundas: tanto en un
volumen como en otro los argumenta y effecta cuentan con notas de tono moral
compuestas por mano del antologista, así como con máximas de tono moralizante
extraídas no solo de los textos históricos, sino también de las palabras añadidas
por el editor para enmarcarlos. No obstante, cabe matizar que en las Orationi militari las notas sentenciosas
están dirigidas específicamente a los tres oficios entre los que divide el
contenido: embajadores, consejeros y generales, mientras que en las Orationi in materia civile e criminale el
destinatario es un público cortesano y noble en general, también príncipes,
generales, etc.
Las
sentencias, como decíamos al hablar de la tavola
que las alberga, constituyen otro instrumento dedicado a ese mismo fin moral[40].
Pese a que las Orationi militari cuentan
con un número de sententiae proporcional
al del volumen que nos ocupa, en ellas no pesa tanto la moralización. Este
hecho podría tener que ver con la predominancia del tema político-militar en la
antología. En ella triunfan dos elementos: la ambientación bélica, guerrera, y
la finalidad ejemplarizante de los discursos, que sirven tanto de modelos de
conducta como de modelos de composición en contextos similares.
La
fisionomía de este recurso en Nannini difiere de la que emplean otros autores
de la época. Por ejemplo, David Carmona (2017:261-284)[41] se
fija en la manera de presentar las sentencias del humanista Melchor Junius
(1545-1604). Este humanista alemán marca las sentencias con unas comillas al
margen izquierdo de cada línea del aserto. Nannini, en cambio, realiza el esfuerzo
adicional de extraer la máxima y lo hace por un motivo mnemotécnico. Según sus
propias palabras, recogidas de la dedicatoria al lector de la edición princeps de las Orationi militari, “Ho aggiunto poi la tavola delle Sentenze [sic] sparse per le margini del libro, accio
che havendole raccolte tutte insieme, possa meglio il lettore metterle in
memoria”.[42]
Por tanto, su intención es que el lector, mientras estudia las palabras destacadas
de nombres ilustres de la historia, grabe en su retina con mayor facilidad
máximas de carácter moral o destacables por su belleza.
5.
Conclusiones
A lo
largo de este trabajo se han evidenciado la complementariedad y el carácter
secundario de las Orationi in materia
civile e criminale respecto de la opera
prima de Remigio Nannini: sus Orationi
militari. Para alcanzar este fin, se han recorrido los puntos principales
de la obra, con atención al proceso de reciclaje que el antologista llevó a
cabo para dar cuerpo y densidad a un segundo volumen de discursos. El fraile florentino
debía tener claro desde un principio el menor alcance de las segundas Orationi, ya que desde su concepción
hasta la ejecución final se percibe un evidente uso de material de relleno o
sobrante más que de un corpus que se
valiese por sí mismo para nutrir una antología. Con todo, el autor sabe homogeneizar,
agrupar y realzar el material y, así, publicar finalmente un producto de calidad,
solo que eclipsado por el volumen que lo precede.
El caso
de las segundas Orationi de Nannini
da idea de hasta qué punto puede llegar un editor renacentista para seguir
publicando. Sin embargo, no cabe duda de que la obra es consecuencia de las prácticas
comerciales y editoriales orquestadas por Giolito de’ Ferrari, hombre que vive
y respira el panorama literario y de la imprenta italiana. Para este, el acto de
reutilizar material era algo perfectamente asumido, como lo fue también el
tomar traducciones de otros autores y emplearlas en la antología sin reconocer
la fuente. El objetivo de este segundo volumen era aprovechar el material que
su colaborador, Nannini, había extraído de la primera búsqueda de discursos en
los historiadores acotados. De ese modo, los costes de producción se abarataban
y el tiempo necesario se reducía.
Nannini,
verosímilmente bajo la dirección de Giolito, ejecutó la parte práctica, la
edición, organización, estructura, etc. El resultado de ventas probablemente no
fue una sorpresa para impresor y editor, ya que debió de ser consecuente con la
calidad del segundo volumen, también por la especificidad del destinatario que
podría adquirirlo: alguien que ya poseyera las Orationi militari o muy interesado en discursos forenses de la
historiografía. Debe tenerse en cuenta que las grandes capacidades empresariales
y comerciales de Giolito no constituyen su única motivación. Era un hombre
versado y amante de las letras, con una visión personal de los problemas y
necesidades que tenían la imprenta, la literatura y el lector de su época.
Durante toda su trayectoria trató de aportar un grano de arena al panorama de
su profesión, de ahí que imprimiera sus convicciones en las obras que salían de
su negocio: por un lado, la literatura clásica, sobre todo la historiografía,
y, por otro, el impulso a la lengua italiana como medio de transmisión de conocimiento.
Por otro
lado, la publicación de obras de devoción cristiana en la imprenta de de’
Ferrari no responde a otro fin que a la adaptación a los preceptos del Concilio
de Trento. Este evento religioso y político supuso un punto de inflexión en la
trayectoria del impresor, pero no extinguió sus proyectos. Ambas Orationi responden a un producto
editorial puramente pensado para la venta, pero no exento de la idiosincrasia
del hombre bajo cuya autoridad se publican. Después de Trento, el impresor
veneciano tuvo que abandonar parcialmente su proyecto de traer al italiano la
literatura grecolatina, pero encontró vías para continuarlo. En las Orationi, en lugar de presentar cada
texto en la lengua original de su autor, se unifican todos bajo la lengua italiana
con el pretexto, aunque bien fundamentado, de igualar los textos clásicos a los
de los historiadores modernos que componen en lengua romance. Según esa idea,
la inclusión de los autores renacentistas podría haber tenido que ver también
con un intento de Giolito por evadir las trabas que la Inquisición estaba
imponiendo a las obras publicadas en su imprenta.
En suma,
las Orationi in materia civile e
criminale, por ser un producto muy ligado a su época, quedaron anticuadas y
descontextualizadas fuera de ella, lo que produjo que pronto las olvidara tanto
el público como la crítica. Además, su morfología como colección (discursos en
italiano) impidió que su vida útil se alargara, como sí sucedió con las Contiones sive orationes ex graecis latinisque
excerptae de Estiénne, que alcanzaron un uso práctico en la enseñanza como
manual de textos para el estudio del latín.[43] No
obstante, precisamente por ese ajuste al periodo histórico en que nacen,
resultan de gran utilidad para el estudio del panorama literario en el siglo
XVI. Junto con las Orationi militari,
dan idea, a través de un ejemplo complejo,
de la mentalidad con la que se enfrentaba un humanista en la labor de excerptor con respecto al material y a
su obra y de qué manera esta relación se entremezcla con los factores económicos
y materiales de la publicación.
Jesús Gómez Copé
Universidad de Extremadura
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[1] Cf. Grafton
(1998), sobre las prácticas del lector humanista.
[2] Cevolini
(2006), sobre la labor excerpendi
para la reunión de material en esta época.
[3] Konstan
(2011:9-22), estudia la presencia de esta práctica ya desde la Antigüedad
clásica, para lo que rastrea textos griegos en busca de notas pertinentes.
[4] Nakládalová
(2012:763-773). La autora estudia la misma labor
desde manuales pedagógicos del siglo XVI, como los de Salinas de 1541 y
Melanchton de 1532.
[5] Cherchi
(1998).
[6] Tavoni (2009).
[7] Favalier
(2012:161-183) desarrolla esta idea y profundiza en ella y otros aspectos de la
Collana.
[8] Hester
(2003:235-258).
[9] Favalier
(2012:161-183).
[10] Iglesias-Zoido y Pineda (2017).
[11] Iglesias-Zoido
(2017:194-212) ha trabajado profusamente este campo. En su trabajo más reciente
al respecto, Iglesias-Zoido
(2019), estudia la relación entre los engarces de la historiografía, bajo el
caso concreto de Tucídides, y los argumenta
de antologías del siglo XVI.
[12] Peraita
(2017:285-299).
[13] Tubau (2017:300-318).
[14] Mastrorosa
(2017:319-336).
[15] Villalba
Álvarez (2017: 171-193).
[16] Pérez Custodio (2017:213-237).
[17] Pineda
(2017:238-260).
[18] Carmona
(2017:261-284).
[19] Cherchi
(1995:1-7).
[20] Gómez
Copé (2019), Trabajo de Fin de Máster (TFM).
[21] Polibio, Ἱστορίαι, 12.25ª, tal y como se señala
en Iglesias-Zoido (2017:195-197).
[22] Nannini
(1560:iiii, verso), dedicatoria al lector.
[23] Gómez
Copé (2019).
[24] Para un enfoque general sobre las colecciones
de discursos, Pineda (2007: 95-219)
y Burke (2011: 113-126).
[25] Cf.
Cic. de orat. 2.63.
[26] Iglesias-Zoido
(2017:196).
[27] Nannini
(1557:552), al final de los discursos de Sajón el Gramático.
[28] Pertenece a Cherchi
(1998) una monografía de referencia respecto a este tema, en la que indaga en
la cuestión sobre el reciclado del material disponible durante el siglo XVI del
Renacimiento. Hester (2003)
enfoca la práctica precisamente desde el caso de Nannini y Belleforest.
[29] Datos extraídos de Martínez Bermejo (2010:21).
[30] Iglesias-Zoido
(2017:210).
[31] Iglesias-Zoido
(2017:198).
[32] Villalba
Álvarez (2017:171-193).
[33] Hurtubise
(2017), biografía del cardenal en http://www.treccani.it.
[34] Tavoni
(2009).
[35] Blair
(2003) ha elaborado una interesante monografía sobre este tema, en la que
recoge el problema del exceso de información y bibliografía para el lector
entre la segunda mitad del siglo XVI y el XVIII.
[36] Iglesias-Zoido
(2019) trata los argumenta en
comparación con los engarces tucidídeos.
[37] Dos estudios de gran importancia al respecto son
los de Hester (2003:235-258) y Pineda (2017:238-260).
[38] Iglesias-Zoido
(2019:5-6).
[39] Cf. p. 659 de las Orationi militari (1560); p. 372 de las Orationi in materia civile e criminale.
[40] Cf. Cuartero
Sancho (2002), sobre las colecciones de sentencias en el Renacimiento. Bravo de Laguna Romero y Rodríguez Herrera (2018) recogen el
caso concreto de Erasmo de Rotterdam y su selección de sententiae a partir de Publilio Siro.
[41] Carmona
(2017:261-284).
[42] Nannini
(1557:v, recto), dedicatoria al lector.
[43] Sobre la antología de Estiénne, destaca el
estudio de Pérez Custodio
(2017:213-237).