Ramiro
González Delgado
(Universidad
de Extremadura)
Los discursos militares de la Batracomiomaquia
Abstract: “Military
speeches in Batrachomyomachia”. In this paper, we show that the military
speeches that appear in Batrachomyomachia are creations of a poet playing with
the Greek literary tradition. We analyse their distinctive qualities, their
elements and functions, as well as their interrelations. Finally, we try making
a classification according to rhetorical norms.
Keywords: Greek
Literature. Epic. Rhetoric. Military speeches. Harangue. Parody
Resumen:
Los discursos militares que presenta la Batracomiomaquia son
creaciones de un poeta que juega con la tradición literaria griega. Analizamos
los rasgos distintivos que presentan, la interrelación que existe entre ellos
y, finalmente, intentaremos clasificarlos según las normas retóricas
Palabras Clave: Literatura griega. Épica. Retórica. Discursos militares.
Arenga. Parodia.
Fecha de recepción: 15 septiembre de de 2007.
Fecha de aceptación: 15 de junio de 2008.
1. Introducción
Como su propio nombre indica, la Batracomiomaquia recrea la
pelea entre ranas y ratones. A simple vista, parece un tema propio de fábula:
animales protagonistas que hablan y luchan. Sin embargo, los dioses tienen que
intervenir para solucionar el conflicto y no encontramos una moraleja final. Lo
que sí aparece es una clara parodia de los arcaísmos y exageraciones de las
formas épicas y una fina ironía en su contenido. Bajo ropajes homéricos, se
pretende denostar un rico y prestigioso género literario: la epopeya. Ratones y
ranas, animales molestos y despreciables, ocupan el lugar de los grandes héroes
épicos y hablan y se comportan como tales. A partir de este punto, el sonoro
hexámetro, la dicción formular, los sublimes epítetos, las elevadas proezas y
el grave lenguaje con el que hablan los protagonistas de la Ilíada son
aquí rebajados a la más ínfima de las escalas. También recuerdan el poema
homérico escenas típicas como la ira que invade el ánimo de los combatientes o
la descripción de las heridas, de las armaduras e, incluso, de la misma muerte…
Los nombres parlantes de los personajes son, en este sentido, muy expresivos: Τρωξάρτης
(Roepán), Ψιχάρπαγος (Robamigas), Φυσίγναθος (Hinchacarrillos), Πρασσαῖος
(Verdepuerro), Κραμβοβάτης (Pisacoles)…
Las fuentes manuscritas nos han
legado este poema como una más de las obras menores de Homero y esta autoría se
ha mantenido hasta el Renacimiento. Sin embargo, por la lengua y por el
tratamiento que se hace de la divinidad, su datación más probable es el siglo I
a.C. Aunque Lesky[1] señala que el bajorrelieve “La
apoteosis de Homero” de Arquelao de Priene del siglo II a.C. apunta a nuestra
obra por la representación de una rana y un ratón a los pies del poeta, se
descubrió que los animales eran dos ratones que representarían a los enemigos
de Homero, gramáticos envidiosos que no podían roer ni corromper su obra. Por
otro lado, la primera fuente que menciona la obra es el epigrama XIV de Marcial
(siglo I d.C.).[2] Sin lugar a dudas, el autor de
la Batracomiomaquia fue
un buen conocedor de Homero y un buen poeta: el carácter paródico y el
fabulístico no están reñidos con una composición de rasgos notables. El hecho
de que en el proemio implore a las musas del Helicón, como hizo Hesíodo en su Teogonía,
muestra la conciencia de un poeta inserto en una tradición literaria, con
continuas referencias a textos “canónicos” que nos permite situarlo dentro de
la erudición y el arte allusiva helenísticos.
En este trabajo vamos a rastrear
los discursos militares que presenta la Batracomiomaquia. Veremos los
rasgos que presentan, la interrelación que existe entre ellos e intentaremos
clasificarlos según las normas retóricas.
2. Presentación de los discursos
El poema comprende 303 hexámetros y se estructura en tres episodios
de aproximadamente cien versos.[3] En el primero se exponen las
causas de la guerra entre ranas y ratones: la muerte de un príncipe-ratón por
culpa de un rey-rana. En la segunda (vv. 99 –201) se producen los preparativos
de la batalla. En la tercera aparece el desarrollo de la guerra y su desenlace:
el fin de la batalla por la intervención divina.
El 41% de los versos de la Batracomiomaquia pertenece a partes discursivas. Al igual que los
poemas épicos (dos tercios de los versos homéricos son discursos), constituyen
una parte fundamental de la obra, al alternarse con la narración y ofrecer una
mayor amenidad y variedad.[4] En total,
encontramos en la obra doce discursos de variada extensión, pero aquí vamos a
prestar atención a aquellos cuyo tema central es la guerra y la batalla.
Los discursos militares aparecen a partir del
episodio central, cuando los bandos se preparan para el combate[5]. La muerte de Atrapamigas (Ψιχάρπαξ) es el desencadenante de la guerra: Hinchacarrillos
(Φυσίγναθος) le invita a conocer su casa y el ratón se sube a
sus lomos; ante la aparición de una hidra, la rana se sumerge y el ratón se
ahoga. Las reacciones que entre los roedores se produjeron por este hecho
culminan en una actitud hostil tras el discurso que, en la asamblea de ratones,
pronuncia Roepán (Τρωξάρτης), encolerizado por lo sucedido a su hijo (ἐπὶ
παιδὶ
χολούμενος). Nos encontramos con el primer discurso de
contenido militar, definido como μῦθος
(v. 109), que pronuncia su orador en
pie y al alba (ἅμ᾿ ἠοῖ, v.
108), y que dice así (vv. 110-120):
ὦ φίλοι
εἰ καὶ μοῦνος
ἐγὼ κακὰ πολλὰ
πέπονθα 110
ἐκ
βατράχων, ἡ
πεῖρα κακὴ
πάντεσσι
τέτυκται.
εἰμὶ
δ᾿ ἐγὼ
δύστηνος ἐπεὶ
τρεῖς παῖδας
ὄλεσσα.
καὶ
τὸν μὲν πρῶτόν
γε κατέκτανεν
ἁρπάξασα
ἔχθιστος
γαλέη, τρώγλης
ἔκτοσθεν
ἑλοῦσα.
τὸν
δ᾿ ἄλλον πάλιν
ἄνδρες
ἀπηνέες ἐς
μόρον εἷλξαν 115
καινοτέραις
τέχναις
ξύλινον δόλον
ἐξευρόντες,
ὃ
τρίτος ἦν
ἀγαπητὸς ἐμοὶ
καὶ μητέρι
κεδνῇ,
τοῦτον
ἀπέπνιξεν
Φυσίγναθος ἐς
βυθὸν ἄξας.
ἀλλ᾿
ἄγεθ᾿
ὁπλίζεσθε καὶ
ἐξέλθωμεν ἐπ᾿
αὐτοὺς
σώματα
κοσμήσαντες
ἐν ἔντεσι δαιδαλέοισιν. 120
Amigos, aunque
yo soy el único que he sufrido una gran desgracia por parte de las ranas, lo
sucedido es malo para todos. Yo soy desgraciado porque he perdido tres hijos;
al primero, lo mató, tras atraparlo, la muy odiosa comadreja, que lo alcanzó
fuera de su agujero. Al otro, a su vez, fueron unos crueles hombres quienes lo
arrastraron a la muerte, tras inventar, con técnicas muy nuevas, una trampa de
madera a la que llaman ratonera y es la perdición de los ratones; al tercero,
que era muy querido para mí y para su respetable madre, lo ahogó
‘Hincha-carrillos’ llevándoselo al fondo de la laguna. ¡Ea!, coged las armas y
vayamos contra las ranas, tras revestir nuestros cuerpos con armas bien
trabajadas.[6]
En este discurso se explican hechos que la asamblea no puede conocer.
El esquema ternario presente en toda la composición es aquí manifiesto (el
orador habla de tres hijos y de tres enemigos),[7] por lo que se trata de un μῦθος, tal y como lo presenta el poeta, que refleja una historia popular.
El orador incide en su dolor tras la trágica muerte de sus tres hijos y
convierte sus desgracias personales en colectivas (κακὴ
πάντεσσι, v.
111). La exhortación del discurso no apela a la razón, sino que juega con los
sentimientos y con la pasión del receptor, motivo por el que obedecen. No
aparecen en esta incitación a la guerra los ideales guerreros propios de este
tipo de exhortaciones, que se habían convertido ya en tópicos literarios (como
la nobleza de luchar por la patria, la petición de ayuda a los dioses por una
causa justa o la opción de vencer o morir con honor). Por el contrario,
encontramos un deseo de venganza personal que guarda relación con el discurso
que pronunció antes de ahogarse Atrapamigas, pidiendo venganza contra Hinchacarrillos,
y que fue oído por Lameplatos (Λειχοπίναξ). Lo llama “malvado”, “cobarde” (κάκιστε, v. 95), porque se sirvió del engaño (aparece el participio πλανήσας, v. 96), apelando a los dioses (ἔχει
θεὸς ἔκδικον
ὄμμα, v. 97) y también, con unos versos
interpolados, a sus compañeros los ratones (ποινὴν
σὺ τίσεις μυῶν
στρατῷ οὐδ᾿
ὑπαλύξεις, v. 98). De esta forma el poeta podría estar parodiando esos ideales
guerreros que ya habían pasado a formar parte del acervo literario.
Cuando
las ranas se enteran de la indignación y de la hostilidad de los ratones,
celebran una asamblea. Un heraldo de los ratones, Visitamarmitas (᾿Εμβασίχυτρος), les anuncia sus motivos y las exhorta a
combatir, pues los ratones están decididos a guerrear. Dice lo siguiente (vv.
139-143):
ὦ
βάτραχοι, μύες
ὔμμιν
ἀπειλήσαντες
ἔπεμψαν
εἰπεῖν
ὁπλίζεσθαι
ἐπὶ πτόλεμόν
τε μάχην τε. 140
εἶδον
γὰρ καθ᾿ ὕδωρ
Ψιχάρπαγα ὅν
περ ἔπεφνεν
ὑμέτερος
βασιλεὺς
Φυσίγναθος.
ἀλλὰ μάχεσθε
οἵ
τινες ἐν
βατράχοισιν
ἀριστῆες
γεγάατε.
Ranas, los
ratones, tras desafiaros, me han enviado a deciros que os preparéis para la
lucha y el combate, pues vieron sobre el agua a Atrapa-migas, al que mató
vuestro rey ‘Hincha-carrillos’. Luchad los que más valientes seáis entre las
ranas.
Estaríamos
también ante un discurso deliberativo, en este caso de embajada (πρεσβευτικός).[8] El término elegido en griego
para designar estas palabras es λόγος (v. 144), ya que expone las razones de la declaración de guerra. Ante
tan grave acusación, Hinchacarrillos se defiende en la asamblea dando su
versión de los hechos y niega haber matado al ratón. Con engaños, apela a las
falacias de los ratones y exhorta a las ranas a la guerra con el siguiente
discurso (vv. 147-159):
ὦ φίλοι
οὐκ ἔκτεινον
ἐγὼ μῦν, οὐδὲ
κατεῖδον
ὀλλύμενον·
πάντως δ᾿
ἐπνίγη παίζων
παρὰ λίμνην,
νήξεις
τὰς βατράχων
μιμούμενος·
οἱ δὲ κάκιστοι
νῦν
ἐμὲ μέμφονται
τὸν ἀναίτιον·
ἀλλ᾿ ἄγε βουλὴν
150
ζητήσωμεν
ὅπως δολίους
μύας
ἐξολέσωμεν.
τοιγὰρ
ἐγὼν ἐρέω ὥς
μοι δοκεῖ
εἶναι ἄριστα.
σώματα
κοσμήσαντες
ἐν ὅπλοις
στῶμεν
ἅπαντες
ἄκροις
πὰρ χείλεσσιν,
ὅπου
κατάκρημνος ὁ
χῶρος·
ἡνίκα δ᾿
ὁρμηθέντες
ἐφ᾿ ἡμέας
ἐξέλθωσι, 155
δραξάμενοι
κορύθων, ὅς τις
σχεδὸν ἀντίος
ἔλθῃ,
ἐς
λίμνην αὐτοὺς
σὺν ἐκείναις
εὐθὺ βάλωμεν.
οὕτω
γὰρ πνίξαντες
ἐν ὕδασι τοὺς
ἀκολύμβους
στήσομεν
εὐθύμως τὸ
μυοκτόνον ὧδε
τρόπαιον.
Amigas, yo no
he matado al ratón ni lo he visto perecer. Seguramente se ahogó mientras jugaba
a la orilla del estanque, intentando imitar el nadar de las ranas; ellos,
malvados, me acusan ahora a mí, que soy inocente. ¡Ea!, deliberemos de qué modo
vamos a aniquilar a esos insidiosos ratones. Yo os voy a decir el que me parece
mejor: revistamos nuestros cuerpos con las armas, dispongámonos todos en lo más
alto de las orillas, donde el lugar sea escarpado; cuando vengan a atacarnos,
cogiéndolos por los yelmos, cada cual al que le venga de frente, arrojémoslos
al estanque con ellos; así, una vez que los ahoguemos en el agua –pues no saben
nadar- levantaremos aquí con alegría el trofeo que conmemorará la muerte de los
ratones.
La forma ζητήσωμεν (v. 151) ilustra bien este discurso deliberativo. En él no sólo hay
exhortación sino también disposición y preparación para el combate. Es
significativo que los dioses no estén presentes en este discurso, pues el
orador utiliza para su defensa el deseo de “justicia” que le interesa. Tal vez
por eso prepara el combate en su discurso, para aportar confianza y seguridad a
las ranas, pues el acicate es el exterminio de la raza ratonil. Del mismo modo
que en el primer discurso analizado, la parodia, en este caso, llega hasta tal
punto que no alude al honor de luchar por la patria, por la libertad o por los
dioses, sino única y exclusivamente por su justicia. La relación que se
establece entre ambos discursos responde a un modelo literario que ya aparece
en Homero: las parejas de discursos dispuestos en paralelo: dos oradores
distintos, ante auditorios diferentes, pronuncian discursos cuyos argumentos
van contraponiéndose punto por punto.[9]
Del
plano terrenal se pasa al celestial. Los dioses contemplan desde el cielo cómo
devienen los acontecimientos. De nuevo la parodia aparece en boca de Zeus, al
comparar la inminente batracomiomaquia con la gigantomaquia (su discurso
aparece en los vv. 172-176). Como si de un juego se tratara, pregunta a los
dioses quiénes apoyarán a uno u otro bando. Ante la petición de que Atenea
apoye a los ratones, la diosa pronuncia el siguiente discurso en el que anima a
la no intervención divina. Estaríamos así ante un discurso que no apela a la
guerra, sino a la contemplación pasiva de los acontecimientos (vv. 178-196):
ὦ
πάτερ οὐκ ἄν πώ
ποτ᾿ ἐγὼ μυσὶ
τειρομένοισιν
ἐλθοίμην
ἐπαρωγός, ἐπεὶ
κακὰ πολλά μ᾿
ἔοργαν
στέμματα
βλάπτοντες
καὶ λύχνους
εἵνεκ᾿ ἐλαίου. 180
τοῦτο
δέ μοι λίην
ἔδακε φρένας
οἷον ἔρεξαν.
πέπλον
μου
κατέτρωξαν ὃν
ἐξύφηνα
καμοῦσα
ἐκ
ῥοδάνης
λεπτῆς καὶ
στήμονα
μακρὸν ἔνησα,
τρώγλας
τ᾿ ἐμποίησαν·
ὁ δ᾿ ἠπητής μοι
ἐπέστη
καὶ
πράσσει με
τόκον· τὸ δὲ
ῥίγιον
ἀθανάτοισιν. 185
χρησαμένη
γὰρ ἔνησα καὶ
οὐκ ἔχω
ἀνταποδοῦναι.
ἀλλ᾿
οὐδ᾿ ὣς
βατράχοισιν
ἀρηγέμεναι
βουλήσω.
εἰσὶ
γὰρ οὐδ᾿ αὐτοὶ
φρένας
ἔμπεδοι, ἀλλά
με πρῴην
ἐκ
πολέμου
ἀνιοῦσαν ἐπεὶ
λίην ἐκοπώθην,
ὕπνου
δευομένην οὐκ
εἴασαν
θορυβοῦντες 190
οὐδ᾿
ὀλίγον
καταμῦσαι·
ἐγὼ δ᾿ ἄϋπνος
κατεκείμην·
τὴν
κεφαλὴν
ἀλγοῦσαν, ἕως
ἐβόησεν
ἀλέκτωρ.
ἀλλ᾿
ἄγε
παυσώμεσθα
θεοὶ
τούτοισιν
ἀρήγειν,
μή
κέ τις ὑμείων
τρωθῇ βέλει
ὀξυόεντι·
εἰσὶ
γὰρ ἀγχέμαχοι,
εἰ καὶ θεὸς
ἀντίον ἔλθοι· 195
πάντες
δ᾿ οὐρανόθεν
τερπώμεθα
δῆριν ὁρῶντες.
Padre, nunca
iría a socorrer a los ratones por afligidos que estén, pues me han ocasionado
muchas molestias, dañando las diademas y las lámparas a causa del aceite; pero
lo que más me dolió fue algo que me destrozaron; me royeron un peplo que yo
había tejido con esfuerzo, de fino hilo; ya había hilado una larga trama; me lo
llenaron de agujeros; ahora, el sastre me persigue y me reclama intereses; ¡qué
cosa más penosa para un inmortal! Lo había hilado tras recibir un préstamo y no
puedo devolverlo. Pero tampoco pienso ayudar a las ranas, pues éstas no están
en su sano juicio; hace poco regresaba yo de un combate y estaba tremendamente
fatigada y con falta de sueño; no me permitieron, con su alboroto, cerrar los
ojos ni un momento. Estuve acostada, sin dormir, con dolor de cabeza hasta que
cantó el gallo. ¡Ea! Abstengámonos los dioses de prestar ayuda a éstos; no sea que
alguno de vosotros resulte herido por algún agudo dardo. Van a combatir cuerpo
a cuerpo, aunque alguna divinidad se les enfrente. Disfrutemos todos contemplando
la contienda desde el cielo.
El discurso permite a la diosa explicar por qué no apoya a ningún
bando. Como Atenea, divinidad guerrera, no quiere luchar y como sus pueriles
razones muestran a una diosa caprichosa
e infantil, preocupada por los bienes materiales y su bienestar, estos rasgos
sirven para parodiar el linaje divino. Por otro lado, el autor puede estar
haciendo un guiño al verso de la Ilíada (XVIII, 309) en el que Héctor
dice que la diosa de la guerra (en este caso refiriéndose a Enío) es, en
principio, imparcial. También el comportamiento de la diosa se asemeja al de
Aquiles, al comienzo de Ilíada,
cuando el héroe decide no participar en la contienda porque tuvo que entregar
su esclava Briseida a Agamenón.
Comienza,
por tanto, la batalla entre ranas y ratones. Al final, los ratones van ganando,
pero Zeus se apiada de las ranas y quiere que Atenea detenga la guerra y Ares
aparte al belicoso Robapartes (Μεριδάρπαξ) de la batalla. El dios decide intervenir pero quiere que sean sus
hijos los responsables (vv. 272-276):
῎Ω πόποι ἦ
μέγα θαῦμα
τόδ᾿
ὀφθαλμοῖσιν
ὁρῶμαι·
[οὐ μικρόν
με πλήσσει
Μεριδάρπαξ ὅς
κατὰ λίμνην]
‘´Αρπαξ
ἐν
βατράχοισιν
ἀμείβεται·
ἀλλὰ τάχιστα
Παλλάδα
πέμψωμεν
πολεμόκλονον ἤ
καὶ ῎Αρηα, 275
οἵ μιν
ἐπισχήσουσι
μάχης
φρατερόν περ
ἐόντα.
¡Dioses! Gran
maravilla ésta que veo con mis propios ojos; no poco me sorprende
‘Ladrón-de-porciones’ que al lado del estanque se ha transformado ante las
ranas en Depredador de las ranas. Enviemos rápidamente a Palas, que levanta el
tumulto de la guerra, y a Ares, para que, por muy fuerte que sea, lo aparten de
la batalla.
El poeta denomina esta intervención como μῦθος (v. 277) y es, más que una exhortación, una orden a sus hijos para
que participen en la contienda. Sin embargo, ante esta petición, será ahora
Ares quien le conteste con el siguiente discurso (vv. 278-284):
οὔτ᾿
ἄρ᾿ ᾿Αθηναίης
Κρονίδη
σθένος οὔτε
῎Αρηος
ἰσχύει
βατράχοισιν
ἀμυνέμεν
αἰπὺν ὄλεθρον.
ἀλλ᾿
ἄγε πάντες
ἴωμεν
ἀρηγόνες· ἤ τὸ
σὸν ὅπλον 280
κινείσθω·
οὕτω γὰρ
ἁλώσεται ὅς
τις ἄριστος, 284
ὥς
ποτε καὶ
Καπανῆα
κατέκτανες
ὄβριμον ἄνδρα 282
καὶ
μέγαν
᾿Εγκελάδοντα
καὶ ἄγρια φῦλα
Γιγάντων. 283
Ni la fuerza de Atenea, ni la de Ares, Cronida, bastan para alejar de
las ranas la funesta muerte; ¡Ea! Vayamos todos a ayudarlas o mueve tu arma
terrible destructora de titanes con la que mataste a los Titanes que eran los
mejores por cima de todos. Así como hace tiempo mataste a Capaneo, hombre
poderoso, y al gran Enceladonte y a las salvajes estirpes de los Gigantes, así
también será vencido incluso el más poderoso.
Estos dos últimos discursos se diferencian de los
anteriores en que se pronuncian durante la batalla, algo que se percibe en su
tono y ambiente dramático.
La invocación a Zeus aparece unida a éxitos
militares con el ánimo de persuadirle para que intervenga en la guerra. Parece
que ejerció buen dominio de la palabra, pues Ares consigue sus propósitos.
Zeus, que pretendía lavarse las manos, es incitado a guerrear y soluciona el
conflicto: detiene las hostilidades con el rayo y hace que surja un ejército de
cangrejos que provoca la huida de los ratones al atardecer ἐδύετο
δ᾿ ἥλιος ἤδη, v. 302). La guerra, que comenzó al alba con la
declaración de guerra por parte de los ratones, dura, por tanto, un solo día.
3. Comentario
Son seis los discursos militares presentados, todos en estilo
directo, que encontramos en la Batracomiomaquia:
1 |
Roepán |
vv. 110-120 |
Ratones |
2 |
Visitamarmitas |
vv. 139-143 |
|
3 |
Hinchacarrillos |
vv. 147-159 |
Ranas |
4 |
Atenea |
vv. 178-196 |
Dioses |
5 |
Zeus |
vv. 272-276 |
|
6 |
Ares |
vv. 278-284 |
Hay puntos de contacto entre los discursos 1, 3 y
4, los primeros que emiten los distintos tipos de emisores (ratón, rana o dios)
y que además presentan características diferentes con respecto a los demás.
La retórica tradicional clasificaba los discursos
en deliberativos, epidícticos y judiciales, pero se encontraba ante verdaderas
dificultades a la hora de distinguir los discursos militares. Según Kennedy,
los discursos deliberativos pueden ser dirigidos por un líder político a una
asamblea, por un embajador a las autoridades de la ciudad y por los generales a
las tropas. Los discursos militares de la Batracomiomaquia serían, por
tanto, de tipo deliberativo y encontraríamos al menos un ejemplo de cada uno de
ellos: los discursos 1, 3, 4 y 5 se emiten en sus asambleas respectivas (que el
poeta aprovecha para hacer una versión burlesca) y tienen la función de
persuadir a éstas para que decidan acerca de un asunto de interés, en este caso
la guerra (pretenden mover al auditorio a la lucha); el segundo discurso sería
un discurso de embajada y, aunque incita a las ranas a guerrear, su función es
la informativa (en los anteriores la asamblea tiene la capacidad de decisión
ante las palabras del orador); el último discurso sería emitido por un general
(Ares) a sus tropas (los dioses, aunque al final lo soluciona Zeus). Las interrelaciones
entre ellos son manifiestas, pues las asambleas en que se emiten los primeros
discursos están constituidas por las futuras tropas. De esta forma, podemos
englobarlos dentro de la categoría de “arenga”. Nuestros discursos son, por
tanto, un buen ejemplo de que no todas las exhortaciones a las tropas son
iguales. Hansen distinguió cuatro tipos de discursos exhortativos a las tropas,
pero compartimos la opinión de Iglesias Zoido de que se trata de discursos
complejos y de que la clasificación del danés necesita una revisión.[10]
Los discursos militares de la Batracomiomaquia
se adecuan a la definición general, tal y como aparece en la historiografía y
en la épica, que de “arenga” ofrece la profesora Harto Trujillo: “discurso o
parlamento, en estilo directo o indirecto, más o menos desarrollado, de
temática militar, pronunciado en una situación bélica (ya sea antes, durante o
justamente después de una batalla o campaña militar) y que tiene la intención
de provocar una reacción determinada en los receptores”.[11] La
investigadora se basa en tres elementos: el discurso se ha pronunciado en un
contexto bélico (todos los aquí incluidos, pues los cuatro primeros se han
pronunciado antes de la batalla y los dos últimos, durante la batalla), se
alude a la lucha (el tema de todos ellos es la guerra), y su finalidad es la
persuasión, mover a los soldados a luchar o, por el contrario, tranquilizar su
ánimo para no luchar de forma irreflexiva. En este caso, el de Atenea sería un
buen ejemplo de “anti-arenga”.
Evidentemente una arenga no es realmente un
discurso deliberativo, pues los soldados, a diferencia de los ciudadanos, no
pueden decidir si luchan o no. Sin embargo, si tenemos que vincular estos
discursos a alguno de los tres modelos que ofrece la retórica tradicional, el
deliberativo sería el más cercano. En la Batracomiomaquia
aparece un buen ejemplo. En el ámbito olímpico sucede lo contrario al ámbito
terrenal: las exhortaciones a la lucha de un Zeus belicoso, tal y como se
refleja en sus dos intervenciones, chocan con la opinión y decisión de sus
hijos: Atenea y Ares deciden no luchar. En este sentido, la asamblea de dioses
es diferente a la de animales y, al final, será el supremo de los dioses el que
decida intervenir en solitario. Tal vez aquí la parodia ha ayudado a vincular
la arenga militar con el discurso deliberativo. Los guerreros divinos se oponen
a la decisión de su “general” pero a los animales, representación de los
hombres al fin y al cabo, no les queda otra opción y deben obedecer.
Por
otro lado, en la obra se establece una relación especial entre los discursos 1,
3 y 4. Aunque pertenecen a diferentes bandos, los tres se pronuncian ante la
asamblea. En este sentido debemos tener en cuenta la importancia que el autor
concede a las tríadas en toda la composición: consta de tres partes
(subdivididas a su vez en elementos tripartitos), tres asambleas, tres
discursos, tres personajes principales (ranas, ratones y dioses), tres dioses
(sólo aparecen citados Zeus, Atenea y Ares), tres espacios (tierra, agua y
cielo, en correlación con los personajes)…[12] La exhortación
que pretendía cada discurso ha dado su fruto en los tres casos, pues la
asamblea se decantará y obedecerá cada una a su orador. Así:
Ratones |
v. 122 |
Ταῦτ᾿
εἰπὼν
ἀνέπεισε
καθοπλίζεσθαι
ἅπαντας |
Ranas |
v. 160 |
῝Ως
εἰπὼν
ἀνέπεισε
καθοπλίζεσθαι
ἅπαντας |
Dioses |
vv. 197-198 |
῝Ως
ἄρ᾿ ἔφη· καὶ
τῇ γε θεοὶ
ἐπεπείθοντ᾿
ἄλλοι, | πάντες... |
Existe, por tanto, una clara diferencia entre los animales, que
deciden guerrear (no les queda otro remedio), y los dioses, que deciden
contemplar. Se percibe así una doble finalidad en estos discursos: la
exhortación y la disuasión.
Los
tres oradores son personajes destacados de su asamblea. Sin embargo la
diferencia entre los discursos es manifiesta. Comienzan con lamentos y
reproches, pero Roepán e Hinchacarrillos exhortan a la guerra,
mientras Atenea anima a abstenerse y a disfrutar contemplando la contienda. En
los dos primeros aparece a continuación la escena típica de armamento
(mencionada en el primero y más desarrollada en el segundo). Por otro lado, los
tres discursos presentan una estructura tripartita:
a)
introducción (invocación)
b)
argumento (parte principal)
c)
conclusión (exhortación)
Respecto al enmarque de estos discursos en su
contexto, los tres discursos presentan, dentro de la narración en la que se
intercalan, un verso antecedente, que responde a un modelo de fórmula
introductoria en el que aparece el nombre del orador, y otro precedente que
alude al discurso y que responde a una fórmula de conclusión. Estaríamos ante
auténticas fórmulas de transición entre narración y discurso.[13] Es curioso
indicar también aquí los paralelismos que se producen entre las dos primeras
arengas, la de los animales mortales, frente a la tercera, la de la diosa
inmortal. Ya se percibe desde la invocación:
Ratones |
v.
110 : ὦ φίλοι |
v.
120: ἀλλ᾿ ἄγεθ᾿
ὁπλίζεσθε καὶ
ἐξέλθωμεν ἐπ᾿
αὐτοὺς |
Ranas |
v.
147: ὦ φίλοι |
v.
150: ἀλλ᾿ ἄγε... v. 151: ὅπως...
ἐξολέσωμεν... v.
153: ἐν ὅπλοις
στῶμεν... |
Dioses |
v.
178: ὦ πάτερ |
v.
193: ἀλλ᾿ ἄγε
παυσώμεσθα
θεοὶ
τούτοισιν
ἀρήγειν... |
Ciertamente, la forma de dirigirse a la asamblea era un buen recurso,
pues la actitud y disposición del general era fundamental ante el receptor.
Todo esto da muestra de la elaborada composición del poema. El ratón y la rana
coinciden en la invocación y en la exhortación a la “acción”. En este sentido,
la introducción ὦ
φίλοι es frecuente
en los discursos homéricos.[14] La diosa, por su lado, invoca
a su padre y exhorta a la “no acción”.
La fórmula ὦ
πάτερ con que
comienza, aparece solamente dos veces en la Ilíada, ambas, como aquí, en
discursos que Atenea dirige a su padre (VIII, 31 y XXII, 178).[15] Al ser la Batracomiomaquia una
parodia de la épica, es lógico que aparezcan estas expresiones homéricas.
El
discurso de Ares está en contraposición con el de Atenea, ya que exhorta a la
acción (como en las arengas de Roepán e Hinchacarrillos). Vid.
versos 280-281: ἀλλ᾿
ἄγε πάντες
ἴωμεν
ἀρηγόνες· ἤ τὸ
σὸν ὅπλον |
κινείσθω, claramente en oposición con el
v. 193 ya citado de la diosa. Ambos son respuesta a
sendas intervenciones de Zeus, empeñado en que los dioses intervengan en la
contienda animal.
Nos encontramos ante discursos elaborados en la
forma y con clara intención literaria. También es significativo su contenido.
Además de quedar en cierta medida retratados los bandos a través de sus
oradores, los valores nacionales y morales eran muy importantes en los discursos
militares que aparecen en la épica y lírica griega arcaicas. En Homero, Calino
o Tirteo encontramos una sociedad comprometida con los valores colectivos.
Homero insistía en virtudes de tipo heroico (valor, orgullo, honor, gloria,
inmortalidad…), mientras que en las elegías de Tirteo domina la idea del
sacrificio del individuo por la colectividad. En nuestros discursos, ya lo
hemos señalado, la falta de estos valores es evidente: se omite toda referencia
a la nobleza de luchar por la patria, al honor de vencer o morir por ella,
incluso, a la invocación y petición divina. Frente a esos valores colectivos,
encontramos el individualismo y la subjetividad por parte de los generales. Los
argumentos para dar ánimos a la batalla muestran que los ejércitos de ranas y
ratones no han sido educados en la virtud guerrera. Este hecho es propio de la
época alejandrina cuando, al resquebrajarse la πόλιϛ, la educación, los dioses y la moral, al hombre
sólo le interesan sus propios problemas. En este sentido, podemos entender en
ese éxito del discurso una parodia del “poder de la palabra”. Su valor era tal
que los generales podían falsear con ella la realidad para conseguir sus
propósitos. En el discurso de Hinchacarrillos los argumentos para
provocar una guerra no son nada convincentes. Sin embargo, la asamblea asiente
tras las palabras del caudillo, tal vez porque saben, por las palabras del
heraldo, que los ratones se han puesto en guerra y poco les importaba que la
realidad expuesta por el general fuera cierta. La intención del discurso, mover
a las ranas a la guerra, se consigue. También es significativo el poder de
persuasión de las palabras de Ares que, a modo de chiste, el dios de la guerra
prefiere no intervenir y enviar a su padre a una guerra, como todas y más ésta,
propia de animales.
El origen de la guerra tiene un motivo popular,
pues está presente en una fábula de Esopo.[16] En ella el
ratón y la rana iban unidos por la pata con un hilo. Cuando muere el ratón, un
cuervo se lo lleva para comérselo y, lógicamente, también a la rana. El poema
omite la presencia del cuervo y su lugar es sustituido por otro ratón que
contempla los acontecimientos y escucha las palabras de Atrapamigas
pidiendo venganza. De aquí parte el desarrollo del poema. Al final las ranas,
como en la fábula, sufrirán el castigo, pero… en la Batracomiomaquia no
hay moraleja final (los dioses la destruyen). Sin embargo creemos que, como
buena parodia, existe una intención moralizante. Apreciamos una sátira de usos
y costumbres sociales, una crítica a la inutilidad de la guerra y a la
estupidez humana. La épica sirve aquí de soporte para realizar una invectiva
contra la guerra y contra la propia épica y sus tópicos, algo impensable en una
época arcaica o clásica. ¿Refleja un sentimiento pacifista? A la vista está que
la guerra no sirvió para nada.
Si la Batracomiomaquia es una parodia de la
épica, en cierto sentido también la comedia lo es de otro género “serio”: la
tragedia.[17] Si en la
comedia los personajes reales eran deformados y caricaturizados, aquí estamos
ante la deformación más caricaturesca: la animalización. Relatos de animales en
épocas pasadas aparecían en Hesíodo (la fábula del azor y el ruiseñor) y en
Arquíloco (una sobre el zorro y el mono y otra de la venganza del zorro frente
al águila perjura), ambas representando una crítica social. Animales con
mentalidad humana aparecen también en la comedia. Se trataría de historias muy
difundidas que exhortaban, en aras de la verdad, a la práctica de lo bueno y lo
justo.
Respecto al género historiográfico, a pesar de la
presencia de la historia en la escuela helenística e imperial, con la
utilización didáctica y literaria de textos de historiadores (relativos a
retratos, descripciones de batallas, discursos…) como materia de trabajo para
los alumnos,[18] no
percibimos esta influencia en nuestro poema. La relación que se podría percibir
entre los discursos de la Batracomiomaquia
y los del género historiográfico procederían de Homero y las semejanzas
estilísticas que podemos encontrar en ambos géneros se deben a un modelo
literario común: el épico.[19] Este hecho
también nos ofrece un argumento más para datar la obra con anterioridad a la
época imperial pues la influencia inversa, de la historiografía como modelo de
la poesía épica, se observa en época tardía.[20]
Por
otro lado, la visión de los dioses es propia de época helenística, pues el
poema no conserva ese temor y reverencia ante las divinidades. No podemos
hablar de degradación del aparato divino, pero sí de burla. La superficialidad
de los comentarios de los dioses, como se aprecia en el discurso de Atenea, o
de un Zeus que plantea en la asamblea quiénes van a apoyar a un bando o a otro,
como si de un juego se tratara, no es la actuación propia que aparece en la
literatura de épocas pasadas. Por otro lado, destacamos la inexistencia en los
discursos militares de los animales de la petición de favor divino para el buen
desarrollo de la guerra.
La
intervención de los dioses se produce ante la valentía de Robapartes. De
esta forma el autor parodia al famoso héroe de la Ilíada, ofreciendo un
Aquiles a cada bando. Por la genealogía, en el bando de las ranas estaría el
caudillo Hinchacarrillos, hijo de Fangoso (Πηλεὺς: Peleo es el nombre del padre de Aquiles) y de la Reina-de-las-Aguas
(‘Υδρομεδούσα): la madre de Aquiles, Tetis, era una divinidad
marina). En el bando de los ratones, en el combate, destaca Robapartes,
que, como el Pélida, sobresalía sobre los demás, amenazaba con aniquilar al enemigo
y lucía una espléndida armadura (aunque esta estuviera hecha con una cáscara de
nuez). Las ranas estaban aterradas ante la gran fuerza del ratón.
El último verso del discurso de Ares nos lleva
a pensar que los dioses no permiten que ningún mortal sobresalga por encima de
los demás por su fuerza y valor. Esta parece ser la moraleja que se puede
extraer de la intervención divina. De nada sirve que la razón y la justicia
estén de parte de los ratones, ni que éstos tengan una fuerza superior: la
superioridad de los dioses prevalece sobre los mortales. Es más, las ranas
vencen gracias a la intervención divina, con la huida de los ratones por culpa
de los cangrejos. Parece que aquí nos encontramos ante una parodia del conocido
tópico propio de géneros literarios “serios”: la divinidad salvadora (aquí a
modo de cancer ex machina, o, ἀπὸ
μεχανῆς
καρκίνοι).
La Batracomiomaquia
es, por tanto, una notable y erudita composición literaria en la que juegan un
papel destacado los diferentes procedimientos de imitación, arte allusiva e intertextualidad. En los
discursos aquí analizados se aprecian claramente la irreverente burla hacia los
dioses, la animalización de los ejércitos (lo que, en definitiva, equivale a la
animalización de los hombres) e, incluso, la ridiculización de aquellos tópicos
y poetas que alababan y glorificaban las proezas militares.
Ramiro González Delgado
Departamento de Ciencias de la Antigüedad
Universidad de Extremadura
10071 Cáceres
rgondel@unex.es
Bibliografía
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Nicolai, Roberto
(1992), La storiografia nell’educazione antica, Pisa: Giardini.
[1] A. Lesky (1962: 125). También lo recoge A.
García Velázquez (2000: 253), que
sitúa el poema entre los siglos II y I a.C.
[2] Sobre los
problemas de datación, autoría e interpolaciones de la Batracomiomaquia,
vid. A. Bernabé Pajares
(2001: 285-288). A Homero también se le atribuyen otras obras cuyos
protagonistas son animales como Batalla de las arañas, Batalla de los
estorninos y Batalla de las grullas.
[3] Respecto a
la extensión del poema, debemos ser conscientes de que existen dudas sobre la
autenticidad de muchos versos.
[4] Sobre los
discursos en la épica homérica, vid.
la visión de conjunto y la bibliografía citada por M. W. Edwards (1988: 88-97).
[5] En el
primer episodio aparecen cinco discursos: vv. 13-23 (presentación de Hinchacarrillos ante Atrapamigas), 25-55 (respuesta y
presentación de Atrapamigas), 57-64
(contestación e invitación de Hinchacarrillos),
78-81 (súplica de Atrapamigas) y
93-98 (últimas palabras de Atrapamigas).
[6] Las
traducciones que aquí ofrecemos son de A. García
Velázquez (2000).
[7] A. Esteban (1991). Ya antes, en la
presentación de Atrapamigas, ofrece tres generaciones, al citar por el
nombre a su padre y abuelo.
[8] Polibio
XII, 25 a 3, señala como discursos más característicos las arengas, los
discursos deliberativos y los de embajada.
[9] J. C. Iglesias Zoido (2008: 39-40) se refiere
a este tipo de discursos a propósito del género historiográfico y señala que
esta antilogía viene determinada por antecedentes homéricos (Ilíada XX 354-363 y 366-372, a cargo de
Aquiles y Héctor).
[10] J. C. Iglesias Zoido (1996-2003). Ya Hansen
planteó el conflicto entre arengas literarias y arengas reales.
[11] Mª L. Harto Trujillo (2008: 299).
[12] A. Esteban (1991).
[13] Vid.
J. C. Iglesias Zoido (2006) que
relaciona en la obra historiográfica los engarces con el tipo de discurso que
introducen y la función que desempeñan.
[14] Esta
fórmula aparece en Ilíada II, 79, 110; V, 529, 601; VI, 67; VII, 191; X,
204, 533; XI, 276, 587; XII, 269; XV, 561, 661, 733; XVII, 248, 415, 421; XIX,
79; XXII, 378; XXIII, 457. También es frecuente en Odisea cuando Ulises
se dirige a sus compañeros. Por el contrario, no es habitual en los discursos
militares que aparecen en la obra de historiadores, pues en Tucídides, por
ejemplo, no encontramos ningún ejemplo.
[15] Aparece
esta introducción en Odisea (I, 45, 81…), pero no es exclusiva de la
diosa, ya que también Telémaco comienza de esta forma abundantes parlamentos
que dirige a su padre.
[16] La fábula
aparece en Vida de Esopo, 133. Ofrecemos la traducción de P. Bádenas de la Peña (1978: 277): «Cuando
los animales hablaban el mismo lenguaje, un ratón se hizo amigo de una rana y
la invitó a comer. La llevó a un granero muy opulento, en el que había pan,
carne, queso, aceitunas, higos secos y dijo: “Come”. Cuando se quedó bien
llena, la rana dijo: “Ven tú también a mi casa a comer, para llenarte bien”. Le
llevó a una charca y dijo: “Nada”. “No sé nadar”, dijo el ratón. La rana
contestó: “Yo te enseñaré”. Y con una cuerda ató la pata del ratón a la suya,
saltó a la charca y arrastró al ratón. El ratón, ahogándose, dijo: “Aun estando
muerto me vengaré de ti viva”. Al decir esto el ratón, la rana se sumergió y lo
ahogó. Flotaba el ratón en el agua y un cuervo lo arrebató con la rana atada y
al comerse al ratón, arrampló también con la rana. Así se vengó el ratón de la
rana».
[17] Sobre la
comedia como antídoto trágico, vid. Mª L. Harto Trujillo (2004).
[18] Vid.
R. Nicolai (1992).
[19] Ya E. Keitel (1987) señaló que los discursos
militares homéricos sirvieron de modelo literario para la historiografía
grecolatina de la antigüedad. J. C. Iglesias
Zoido (2008: 28, 39), a propósito de la arenga en la historiografía,
añade a la épica homérica la influencia también de la lírica arcaica y, dentro
de la tradición retórica, el modelo proporcionado por otros discursos
exhortativos como el epitafio.
[20] Vid. J. C. Iglesias Zoido (2008: 54-55).