David Carmona Centeno
(Universidad de Extremadura)
Épica, historiografía y retórica: la epipólesis
a diferentes naciones
en la historiografía grecolatina
ABSTRACT: The purpose of this study is to analyse
the evolution of pre-battle speeches addressed to different
groups or nations, according
to the group character or nature. We will see that the pre-battle
speech shows a series of characteristics of form, structure and content
that were well defined since Thucydides, and that were repeated, in more or less the same manner, in all the examples
found along the Greek and Roman historiographical tradition. In the preliminaries of the battle of Issus described by Trogus and Curtius, the speech addressed
to different nations turns out to be an epipólesis
and, Alexander the Great being its protagonist, it shows a great degree of complexity. We are thus led to search its origin and first model in the epipoléseis included in the Iliad, with a special mention of the important
epipólesis of Agamemnon
in Book IV. We also want to emphasize
the undeniable influence of rhetoric in the composition of the battle descriptions in which such speeches
were included.
Keywords: Historiography, epic poetry,
pre-battle speech,
epipólesis, Alexander the Great.
RESUMEN: El objetivo del presente
trabajo es analizar la evolución de la arenga dirigida
a diferentes grupos o naciones según convenga
a su carácter o naturaleza. Este tipo de arenga posee una serie
de características formales, estructurales y de contenido bien definidas desde Tucídides que se irán repitiendo, con mayor o menor variedad, en todos los casos encontrados a lo largo de la tradición
historiográfica grecolatina. En los prolegómenos de la batalla de Iso descrita por Trogo y Curcio, la alocución a diferentes naciones alcanzará su máxima expresión
y complejidad quedando
incluida en el marco de la epipólesis y siendo encarnada
por la figura de Alejandro
Magno. Ello nos llevará a buscar su origen y primer modelo en las epipoléseis que se hallan en la Ilíada, con mención especial a la gran Epipólesis de Agamenón
del canto IV, y a destacar
la fuerte influencia de la retórica en la confección de las descripciones de batalla
en las que se insertan tales alocuciones.
Palabras Clave: Historiografía, poesía épica, arenga,
epipólesis, Alejandro Magno.
Fecha de recepción: 22 de octubre de 2008.
Fecha de aceptación: 15 de junio de 2009.
La composición de una arenga
dirigida a las diversas naciones que conforman
un ejército parece seguir un mismo patrón a lo largo de la tradición historiográfica grecolatina a partir
de Tucídides, tal y como intentaremos poner de manifiesto en el presente trabajo. A lo largo de este recorrido, podremos comprobar, en primer
lugar, la dependencia inicial del historiador ático con respecto a la épica homérica a la hora de confeccionar este tipo de alocución. Y, en segundo
lugar, los procesos
de aemulatio y variatio
de que es objeto
este episodio en la tradición historiográfica por parte de autores
como Livio, Curcio o Justino.
Desde nuestro punto de vista,
son la tradición que comienza con la gran Epipólesis
de Agamenón del canto IV
de la Ilíada como referente épico y la influencia cada vez más notable ejercida por la retórica
escolar sobre la historiografía a lo largo de la época imperial las
que permiten encajar
todas las piezas de nuestro
estudio.
1.
La historiografía griega, como heredera de la poesía épica, se puso desde su nacimiento las mismas metas que ésta: preservar la memoria
(como muestra Heródoto en su prefacio)
y mostrarse a sí misma como válido
paradigma de dinámicas y comportamientos (como asegura Tucídides
en 1.22.4). Los primeros historiadores se ven en una situación ambigua o paradójica que pasa por la conciencia de su propio aislamiento en la cultura contemporánea y por el deseo de encontrar
un público al que dirigirse.[1] Por ello, la historiografía desde el principio
compite con la épica tratando de captar un público panhelénico, que era precisamente el destinatario de las recitaciones épicas, y aspirando
a conseguir un estatus como género literario. Para lograr este objetivo, por un lado, guarda las distancias con la épica lo suficiente como para reivindicar su independencia; pero, por otro, no rompe del todo esos vínculos
con el modelo épico. No hay que olvidar que la épica era el más importante antecedente literario
objeto de aemulatio, un estímulo que contribuye de manera decisiva al desarrollo del nuevo género.
Por ello, la crítica a lo largo de
los últimos años coincide en destacar
la dependencia de la historiografía con respecto
a la épica homérica.
Homero proporcionó un modelo para la prosa de los historiadores, quienes, a partir de
Heródoto, lo vieron no sólo como modelo
sino también como rival al que había que emular.[2] La épica homérica,
de este modo, proveyó
a la historiografía de muchas de sus características distintivas: su narrativa mayoritariamente en tercera persona;
su propósito de contar grandes hechos
y palabras; y su preocupación por el elogio del público y el rescate del olvido.
Pese a las diferencias
formales entre los géneros épico e historiográfico (poesía frente a prosa;
presencia de los dioses;
el mundo mítico
frente a un mundo
más “histórico” y real, etc.), es evidente que
la épica homérica influyó sobre los mecanismos compositivos de la naciente historiografía.[3] De hecho, esta situación se observa en los muchos diálogos,
discursos y digresiones que caracterizan la obra de Heródoto, el primer gran autor del que conservamos su historia, que es considerado por la crítica
como el más homérico
de todos los historiadores.[4]4 Esta situación también
se da en Tucídides, que pasa, en cambio, por ser el más “racional”. Algo que, no obstante,
ya se percibía
en la Antigüedad. De hecho, Marcelino, autor de la más conocida de las Vidas de Tucídides, considera al autor ático como un destacado
emulador del poeta Homero (Vida 35-37).
2.
La obra tucididea contiene un par de ejemplos de arenga dirigida a diferentes naciones que difieren entre sí en la forma y estructura en que son representados.
Ambos parecen inspirarse en pasajes concretos
de la Ilíada y se convertirán en un modelo de imitación
en el devenir del género historiográfico.
El primero
de ellos tiene lugar en los preliminares a la batalla de Olimpieo entre atenienses y siracusanos, cuando el general Nicias arenga a su ejército
a medida que recorre las tropas,
es decir, realiza
una epipólesis (6.67.2):
µέλλουσι δὲ τοῖς Ἀθηναίοις προτέροις ἐπιχειρήσειν ὁ Νικίας κατά τε ἔθνη ἐπιπαριὼν ἕκαστα καὶ ξύµπασι τοιάδε παρεκελεύετο.
Y cuando los atenienses iban a iniciar
el ataque, Nicias,
pasando revista
a los contingentes de los diversos pueblos y dirigiéndose a todos ellos, les arengó de este modo.
Como puede observarse, la epipólesis se marca formalmente con un verbo de recorrido (ἐπιπαριὼν) y otro de exhortación (παρεκελεύετο). Se les añade el término ἕκαστα, que señala la “descomposición” del auditorio
al que Nicias se dirige.[5] A pesar de que se nos informa en este engarce inicial de que el general recorrió cada pueblo (ἐπιπαριὼν ἕκαστα), sigue un único discurso general
en estilo directo en el que no hay exhortaciones individuales. Al comienzo
de la arenga hay un vocativo
no excluyente (ὦ ἄνδρες), que hace referencia al conjunto
del ejército. Un poco más
adelante, Nicias enumera los diferentes pueblos de que consta su ejército
(6.68.2):
ὅπου γὰρ Ἀργεῖοι καὶ Μαντινῆς καὶ Ἀθηναῖοι καὶ νησιωτῶν οἱ πρῶτοί ἐσµεν, πῶς οὐ χρὴ µετὰ τοιῶνδε καὶ τοσῶνδε ξυµµάχων πάντα τινὰ µεγάλην τὴν ἐλπίδα τῆς νίκης ἔχειν, ἄλλως τε καὶ πρὸς ἄνδρας πανδηµεί τε ἀµυνοµένους καὶ οὐκ ἀπολέκτους ὥσπερ καὶ ἡµᾶς…
En efecto, en un sitio en que
estamos juntos argivos, mantineos, atenienses y los mejores
isleños, ¿cómo es posible que cada uno, con tales y tantos aliados, no alimente una gran esperanza en la victoria?, máxime frente a unos hombres que se defienden en masa y que no son tropas
escogidas, como es nuestro caso…
Aunque el propio
Tucídides informa
de que Nicias pasó delante
de cada contingente o nación y le dedicó una
exhortación individual, únicamente se ofrece
una arenga como sumario en el que se integran
todas las alocuciones que éste pudo haber pronunciado.[6] De tal modo que, de las
arengas individuales que pudieron
tener lugar, pasamos a una arenga dirigida a todos los aliados
en conjunto. Así, podrían
entenderse, por una parte, expresiones como κατά τε ἔθνη ἐπιπαριὼν ἕκαστα (“pasando ante cada nación”) y, por otra, la frase καὶ ξύµπασι τοιάδε παρεκελεύετο (“y a todos los arengó de este modo”). Esta expresión
puede resultar poco significativa para el lector actual,[7] pero no para los lectores o el auditorio
“externo” de la obra de Tucídides, quienes debían saber que éste tenía como modelo y estaba
haciendo alusión al pasaje de la Ilíada en que Héctor arenga individualmente en su recorrido
a los diferentes aliados que componen
su ejército. En este caso, como ocurre en Tucídides, sólo se ofrece un único discurso
en estilo directo dirigido a esos aliados
como conjunto (17.215 ss.):
ὄτρυνεν δὲ ἕκαστον ἐποιχόµενος ἐπέεσσι Μέσθλην τε Γλαῦκόν τε Μέδοντά τε Θερσίλοχόν τε Ἀστεροπαῖόν τε ∆εισήνορά θ᾽ Ἱππόθοόν τε Φόρκυν τε Χροµίον τε καὶ Ἔννοµον οἰωνιστήν· τοὺς ὅ γ᾽ ἐποτρύνων ἔπεα πτερόεντα προσηύδα· κέκλυτε µυρία φῦλα περικτιόνων ἐπικούρων·
οὐ γὰρ ἐγὼ πληθὺν διζήµενος οὐδὲ χατίζων…
Recorrió cada puesto,
arengando a todos de palabra,
a Mestles, a Glauco,
a Medonte y a Tersíloco,
a Asteropeo, a Disénor
y a Hipótoo, a Forcis, a Cromio
y al agorero Énnomo;
y para alentarlos les dijo estas aladas
palabras: “¡Oídme,
incontables razas de vecinos
aliados!
No por buscar
mero número ni por carecer
de él os congregué…”
Como puede observarse, el poeta nos informa de que Héctor recorre
individualmente cada uno de sus aliados
(ἕκαστον ἐποιχόµενος), cuyos nombres se ofrecen en un pequeño catálogo. Estos pertenecen, según el Catálogo de las Naves, a diferentes pueblos que prestaron
ayuda a Troya frente a
la invasión aquea.[8] Sin embargo,
antes de que comience la exhortación, el poeta parece olvidarse de la individualidad de los héroes a los que ha citado
por su nombre y se refiere
a todos en conjunto por medio del pronombre τοὺς (τοὺς ὅ γ᾽ ἐποτρύνων ἔπεα πτερόεντα προσηύδα). A lo que sigue una única exhortación de Héctor en la que se dirige a los aliados de troyanos como una totalidad indivisible (17.220-1):
κέκλυτε µυρία φῦλα περικτιόνων ἐπικούρων· οὐ γὰρ ἐγὼ πληθὺν διζήµενος οὐδὲ χατίζων…
“¡Oídme, incontables razas de vecinos aliados! No por buscar
mero número ni por carecer
de él os congregué…”.
En el pasaje de Homero
tenemos la misma estructura que puede
observarse en la epipólesis de Nicias:
un primer elemento que marca la individualidad de las alocuciones dirigidas por el orador (κατά τε ἔθνη ἐπιπαριὼν ἕκαστα / ἕκαστον ἐποιχόµενος + pequeño catálogo de héroes),
pero un segundo elemento
que indica la agrupación de todas ellas en una (ξύµπασι τοιάδε παρεκελεύετο / τοὺς ὅ γ᾽ ἐποτρύνων ἔπεα πτερόεντα προσηύδα) y que se verá realizado
en el discurso en estilo directo
que viene a continuación. Este discurso comienza también con un vocativo que incluye
a todos los aliados
como un bloque indivisible al que
se
dirige el orador
(ὦ ἄνδρες y más adelante Ἀργεῖοι καὶ Μαντινῆς καὶ Ἀθηναῖοι καὶ νησιωτῶν οἱ πρῶτοί).[9]
Pensamos que la similitud entre ambos pasajes
no
puede ser casual, lo que demuestra
que la inserción de la epipólesis por parte de Tucídides estuvo muy influida y determinada por la representación de este tipo de discurso
en la épica homérica.[10]
Pero Tucídides también
incluye en su obra un ejemplo
de arenga dirigida
a diferentes naciones
aliadas por medio de la presentación de las diferentes exhortaciones y no por medio de una única alocución que actúa de sumario. Sin embargo,
hay que destacar
que en este segundo caso no hay epipólesis. En 5.69.1-2, el historiador introduce en estilo
indirecto las arengas
que fueron pronunciadas ante las diversas
secciones del ejército
ateniense (παραινέσεις καθ᾽ ἑκάστους… τοιαίδε ἐγίγνοντο) por sus respectivos generales aliados
(ὑπὸ τῶν οἰκείων στρατηγῶν) en la llanura justo antes de entablar
combate. De esta manera, Tucídides
ofrece tres exhortaciones individuales, una para cada contingente (Μαντινεῦσι µὲν ὅτι (…) Ἀργείοις δὲ (…)
τοῖς δὲ Ἀθηναίοις…), pero pronunciadas por distintos generales. En esta arenga en estilo indirecto dirigida a los aliados
del ejército ateniense y en el contexto
que la rodea nos encontramos ante lo que acabará siendo un modelo estructural y de organización del contenido, que se repetirá
en arengas pertenecientes a este mismo tipo de exhortación en otras obras historiográficas posteriores. En concreto,
se perciben los siguientes elementos en este modelo:
A)
Descripción precisa del orden de batalla que va a presentar el ejército, antes de la aparición de la arenga en estilo indirecto
(5.67.2).
B)
La existencia de una expresión
formular en el engarce inicial que introduce el discurso
en estilo indirecto
y que hace referencia
a que
se pronunciaron varias arengas:
ἐνταῦθα καὶ παραινέσεις καθ᾽ ἑκάστους ὑπὸ τῶν οἰκείων στρατηγῶν τοιαίδε ἐγίγνοντο.
Entonces vinieron las arengas
de los respectivos generales a los distintos contingentes, diciendo
básicamente lo siguiente.
C)
La composición del discurso
en tres secciones, que corresponden a cada uno de los contingentes a los que se dirige una exhortación y vienen
marcadas por la aparición
de cada uno de los destinatarios en dativo
plural:
Μαντινεῦσι µὲν ὅτι… / Ἀργείοις δὲ… / τοῖς δὲ Ἀθηναίοις…
A los mantineos, que… / A los argivos,
que… / A los atenienses, que…
D)
Los argumentos utilizados para arengar
a cada comunidad
están relacionados con su carácter
y con una serie de rasgos particulares:
los mantineos luchan por su patria y por no ser esclavos
de Esparta (ὑπέρ τε πατρίδος ἡ µάχη ἔσται καὶ ὑπὲρ ἀρχῆς ἅµα καὶ δουλείας…); los argivos deben tener presente
su antiguo poder en el Peloponeso (ὑπὲρ τῆς τε ἡγεµονίας καὶ τῆς ἐν Πελοποννήσῳ ποτὲ ἰσοµοιρίας…); y los atenienses, que están obligados
a mostrar su superioridad sobre los demás pueblos
aliados y sobre Esparta (καλὸν εἶναι µετὰ πολλῶν καὶ ἀγαθῶν ξυµµάχων ἀγωνιζοµένους µηδενὸς λείπεσθαι, καὶ ὅτι ἐν Πελοποννήσῳ Λακεδαιµονίους νικήσαντες τήν τε ἀρχὴν βεβαιοτέραν καὶ µείζω ἕξουσι…).
E)
La existencia de un engarce final que cierra el discurso
y que vuelve a dar cuenta del hecho de que se pronunciaron varias exhortaciones: “De tal suerte
fueron las razones con que se arengó a los argivos y
a sus aliados” (τοῖς µὲν Ἀργείοις καὶ ξυµµάχοις τοιαῦτα παρῃνέθη).
El
simple hecho de que Tucídides considere oportuno representar las diferentes exhortaciones particulares que se dieron entre las naciones aliadas que conformaban
el conjunto del ejército ateniense, aunque
no sea por medio de una revista de tropas,
nos lleva a remontarnos de nuevo al modelo de la épica
homérica y, más concretamente, a la gran Epipólesis de Agamenón del canto
IV. El Atrida, durante su
recorrido por las filas,
dedica arengas distintas
dependiendo de los contingentes a los que se acerque. En este sentido,
se pueden distinguir dos fases. En la primera se dibuja un panorama
general del ejército
aqueo. El conjunto de las dos exhortaciones generales se abre con la aparición del verbo de recorrido y la ausencia del verbo de dicción o exhortativo (4.231: αὐτὰρ ὃ πεζὸς ἐὼν ἐπεπωλεῖτο στίχας ἀνδρῶν) Después, Agamenón diferencia cualitativamente, pero de forma general, entre dos grupos de soldados:
por un lado, elogia
a los que se aprestaban raudos al combate (4.232-3:); por otro, reprocha la actitud
de los que se mostraban remisos (4.240-1).
Nos interesa en este momento
destacar la segunda fase, donde el poeta focaliza
sobre distintos héroes con nombres
y apellidos que representan a diferentes naciones aliadas que acompañaban al rey de Micenas
para recobrar a Helena.
Agamenón va acercándose a los diferentes héroes para dedicarles una arenga particular según el carácter
de cada uno. Antes, durante o después de cada intervención de Agamenón,
se informa del contingente o nación a la que cada uno de los héroes comanda. Ello ocurre cuando Agamenón
se dirige a Idomeneo,
jefe de los cretenses
(4.251: ἦλθε δ᾽ ἐπὶ Κρήτεσσι κιὼν ἀνὰ οὐλαµὸν ἀνδρῶν / οἳ δ᾽ ἀµφ᾽ Ἰδοµενῆα δαΐφρονα θωρήσσοντο·); a los Ayantes,
con sus huestes respectivas (4.273-4: ἦλθε δ᾽ ἐπ᾽ Αἰάντεσσι κιὼν ἀνὰ οὐλαµὸν ἀνδρῶν· / τὼ δὲ κορυσσέσθην, ἅµα δὲ νέφος εἵπετο πεζῶν); a Néstor,
en representación de los pilios (4.293-4:
ἔνθ᾽ ὅ γε Νέστορ᾽ ἔτετµε λιγὺν Πυλίων ἀγορητὴν / οὓς ἑτάρους στέλλοντα καὶ ὀτρύνοντα µάχεσθαι); también a Menesteo, jefe de los atenienses, y a Odiseo, caudillo de los cefalenios (4.326 ss.: εὗρ᾽ υἱὸν Πετεῶο Μενεσθῆα πλήξιππον / ἑσταότ᾽· ἀµφὶ δ᾽ Ἀθηναῖοι µήστωρες ἀϋτῆς· / αὐτὰρ ὃ πλησίον ἑστήκει πολύµητις Ὀδυσσεύς…).[11]
Tucídides, en efecto, no recurre a la epipólesis cuando desea ofrecer los diferentes discursos dirigidos
a las naciones aliadas. Sin embargo,
como veremos a continuación, el modelo tucidideo será objeto de aemulatio
con mayor o menor variedad a lo largo de la tradición
y serán otros historiadores los que terminen
por incorporar la arenga
dirigida a diversas
naciones en el marco de la epipólesis con la presentación de las correspondientes exhortaciones particulares.
Desde nuestro punto de vista, la
retórica jugará un papel decisivo
en este proceso.
3.
En épocas
siguientes, la constante
aemulatio que tiene lugar en la labor historiográfica, no sólo entre los
propios historiadores sino también con respecto
al modelo épico, está estrechamente ligada a la influencia de la retórica
y de los ejercicios de escuela
en el quehacer
de los historiadores antiguos.[12] Esta relación concierne
tanto a la inserción de discursos
en las obras historiográficas[13] como también a los procedimientos retóricos que utilizan
para componer las propias
obras.[14]
La interrelación entre retórica e historiografía queda patente
en la inexorable necesidad del futuro historiador de formarse
en la escuela de retórica.[15] Y es que la retórica
se concibe como una disciplina “globalizadora”, que abarca todo lo que puede ser expresado con palabras,[16] por lo que de la escuela
del rétor saldrán, además de oradores,
también poetas e historiadores.[17] Después de aprender
a leer y a escribir, los chicos
componen un número
de diferentes ejercicios en prosa conocidos
como progymnásmata (tesis, hipótesis, fábula, narración, etopeya o prosopopeya, descripción, etc.), de un contenido
marcadamente histórico. Gibson demuestra el papel integral
que la historia jugó en muchos de ellos y en el curriculum retórico en general, la interconexión inseparable entre retórica e historiografía, y la posición central de la historia en la ejercitación de los jóvenes en la manipulación de
palabras e ideas para crear discursos hablados y escritos.[18]
En ese contexto, Tucídides, junto
con Heródoto y Jenofonte, se convertiría en uno de los referentes más importantes en la educación enseñada en la escuela antigua,[19] y sería, a finales
del s. I a. C., un modelo continuamente aludido, sobre todo en lo referente a los discursos, como lo prueban las palabras de Quintiliano, quien asegura que el estilo de Heródoto podía ser más claro, pero Tucídides
era el mejor a la hora de elaborar
alocuciones.[20] Incluso uno de los más acérrimos
detractores de Tucídides, Dionisio de Halicarnaso, lo reconoce
como el mayor de los historiadores y destaca
una serie de discursos que deben emularse por parte de los que desean escribir
historia.[21] Y Teón, rétor del s. II d. C., que también
analiza la obra de Tucídides como una fuente de discursos
modélicos.[22]
Este método educativo basado en la imitación
de modelos preexistentes, debió de influir en el proceso que sigue la arenga dirigida a diferentes naciones en el devenir del género historiográfico a partir de Tucídides, como mostraremos a continuación.
Con respecto
al primer ejemplo de arenga
dirigida a las naciones aliadas
por medio de una epipólesis con una única alocución
que actuaba de sumario (6.67.3), hay varios casos en la historiografía posterior que indican el seguimiento del modelo tucidideo, con más o menos fidelidad, a lo largo de
la
tradición. El pasaje más llamativo
se halla en los Anales de Tácito.
Boudicca, reina de
los britanos, arenga a cada una de las naciones aliadas
que conforman su ejército
a medida que recorre las filas en un carro.
De nuevo, sólo se ofrece un discurso
en que se trata a los aliados
como un todo, como un conjunto indivisible (Tac. Ann. 14.35.1):
Boudicca curru filas
prae se vehens, ut quamque nationem acceserat. solitum quidem
Britannis feminarum ductu bellare testabatur, sed tunc non ut…
Boudicca, en un carro y llevando ante sí a sus hijas, iba pasando frente a los de cada pueblo, proclamando que ya era costumbre de los britanos
luchar bajo el mando de mujeres, pero que…
Salvando las características
estructurales entre la lengua griega y latina,
este pasaje del historiador romano guarda una gran semejanza con el tucidideo, hasta el punto de que da la impresión
de que Tácito vierte
al latín la expresión griega: uso del determinante distributivo (quamque / ἕκαστα), verbo de recorrido
(acceserat / ἐπιπαριὼν) y sustantivo que significa
“pueblo” o “nación”
(nationem / ἔθνη).[23]
Pero es el seguimiento del segundo ejemplo
tucidideo (5.69.1-2) el más recurrente y el que mejor refleja la evolución a lo largo de la tradición
de la arenga dirigida a diferentes naciones aliadas. Los cinco elementos
distintivos que se hallan
en Tucídides reaparecen, uno por uno, en
una arenga compuesta
por Tito Livio. En esta ocasión,
las tropas de Aníbal están formadas
en los momentos
previos a la decisiva
batalla de Zama y, como en el caso anterior, cada uno de los contingentes aliados que conforman
el ejército cartaginés recibe una exhortación particular de su propio
caudillo:
A)
La descripción del orden de batalla
de las tropas de Aníbal (Liv. 30.33.4-7).
B)
El engarce
inicial que introduce
el discurso en estilo indirecto, donde se hace referencia a que se pronunciaron varias arengas (Liv. 30.33.8):
uaria adhortatio erat in exercitu inter tot homines
quibus non lingua,
non mos, non lex, non arma, non uestitus habitusque, non causa militandi eadem esset.
Siendo tantos hombres
cuyas lenguas, costumbres, leyes
y armas, indumentaria y aspecto,
y motivos para combatir
eran diversos, las arengas eran diferentes.
C)
La composición del discurso
en diferentes secciones, en este caso en cinco, que corresponden a cada uno de los contingentes a los que se dirige una
exhortación. De nuevo, las secciones vienen marcadas
por la aparición de cada uno de los destinatarios, pero, en esta ocasión,
no todos están en dativo
plural, sino que también
podemos encontrar el nombre
de los pueblos o naciones
en nominativo o acusativo plural. Esto se debe a que Livio, al contrario que Tucídides, a veces emplea
un verbo de dicción
o exhortación diferente
dependiendo de la exhortación a un aliado
u otro (30.33.9-11):
auxiliaribus… ostentatur / Galli…
accenduntur / Liguribus… ostentantur / Mauros
Numidasque… terret / Carthaginiensibus… ostentatur.
Ante las tropas auxiliares… se hacía
resaltar / Los galos… eran enardecidos / A los lígures… se les ponía ante los ojos / A los moros y númidas…
los asustaba / A los atenienses… se les hacía recordar.
D)
Desde el punto de vista de la argumentación, se arenga a cada contingente según su naturaleza y sus características más particulares. Así, a las tropas auxiliares, formadas por mercenarios, se las estimulaba con el preciado
botín que resultaría de la victoria (auxiliaribus et praesens
et multiplicata ex praeda merces ostentatur); a los galos, recordándoles el odio que tenían hacia los romanos (Galli proprio atque insito in Romanos
odio accenduntur); a los lígures, que vivían en las montañas,
se les mostraba
las fértiles llanuras de Italia
(Liguribus campi uberes Italiae
deductis ex asperrimis montibus
in spem uictoriae
ostentantur); a los moros y númidas,
les aseguraban que, en caso de perder, se convertirían en siervos
de su acérrimo
enemigo Masinisa, aliado de los romanos
(Mauros Numidasque Masinissae impotenti
futuro dominatu terret:
aliis aliae spes ac metus iactantur); por último,
a los cartagineses, que eran los que más se jugaban
en la contienda, la esclavitud total en caso de derrota o el imperio universal en caso de victoria (aut excidium seruitiumque aut imperium
orbis terrarum, nihil
aut in metum aut
in spem medium, ostentatur).
E)
El engarce final
vuelve a hacer referencia a varias exhortaciones. Se especifica, además, al contrario
de lo que se había hecho en el engarce inicial, que cada exhortación es pronunciada por el caudillo correspondiente y que en la mayor parte de los casos se recurría
a los intérpretes (30.33.12):
cum maxime haec imperator
apud Carthaginienses, duces suarum gentium inter populares, pleraque per interpretes inter immixtos
alienigenis agerent…
Todavía se estaban dirigiendo en estos términos Aníbal a los cartagineses y los jefes de los distintos pueblos a sus paisanos, en la mayor parte de los casos por medio de intérpretes si había mezcla de extranjeros...
Como puede comprobarse, en las arengas de Livio
están presentes los cinco rasgos distintivos de la exhortación de Tucídides. Además, llama mucho la atención,
a pesar de tratarse de lenguas
distintas, la coincidencia en algunos aspectos
léxicos. Nos referimos a la mención de que
se
pronunciaron varias arengas (la expresión uaria adhortatio erat, que aparece en el pasaje de Livio, es muy similar
a la forma παραινέσεις καθ᾽ ἑκάστους empleada por Tucídides) y que cada caudillo
se dirigió individualmente a sus tropas
(por medio de ὑπὸ τῶν οἰκείων στρατηγῶν en el pasaje
tucidideo y de forma mucho más desarrollada en Livio a través
de imperator apud Carthaginienses, duces suarum gentium inter populares).
Pero Livio aporta una variante de este modelo en otra arenga dirigida
a las diferentes naciones aliadas: ésta no se lleva a cabo ante tropas formadas
en el campo de batalla y a través de diferentes generales u oficiales, sino que se encarga
únicamente el general
supremo durante
la celebración de una asamblea
de tropas. Ante la proximidad de entablar combate contra los romanos en Tesino,
Aníbal, convencido de que no había animado
lo suficiente a sus soldados,
los convoca a asamblea
(21.45.4: uocatis
ad contionem certa praemia
pronuntiat in quorum
spem pugnarent). En estilo
indirecto, vemos cómo el
general se dirige a los cartagineses, a los aliados
y a los esclavos en su arenga por separado,
anunciando diferentes recompensas por las que va a luchar
cada uno. En primer lugar, ofrece a los cartagineses o bien tierras en Italia,
África o Hispania,
o bien, para el que lo prefiriera, dinero (21.45.5: agrum sese daturum esse in Italia, Africa, Hispania, ubi quisque uelit, immunem
ipsi qui accepisset liberisque; qui pecuniam quam agrum maluisset, ei se
argento satisfacturum). En segundo
lugar, brinda la posibilidad a los aliados
de obtener la ciudadanía cartaginesa y de volver a casa con gran riqueza
(21.45.6: qui sociorum ciues Carthaginienses fieri uellent, potestatem facturum; qui domos redire
mallent, daturum se operam ne cuius suorum popularium mutatum secum fortunam esse uellent). En tercer lugar, a los esclavos
promete la libertad,
mientras que, a
sus dueños, dos esclavos por cada uno de los que liberara (21.45.7: seruis quoque dominos
prosecutis libertatem proponit binaque pro his mancipia dominis se redditurum).
Este pasaje supone un cambio
en la concepción de la arenga dirigida a los diferentes aliados: el general se dirige individualmente a los distintos
grupos del ejército utilizando argumentos convenientes al carácter de cada nación. Es decir,
no delega esta responsabilidad en sus oficiales. Como a continuación veremos, las arengas
dirigidas a los contingentes de los diversos pueblos que conforman
un ejército se incluirán en el marco de la epipólesis, como sucedía
en el canto IV de la Ilíada. En el desarrollo de este proceso,
juega un papel crucial la figura
de Alejandro Magno.
4.
De los historiadores cuyas obras sobre las gestas del Rey Macedonio se nos han conservado, Pompeyo Trogo (epitomizado por Justino), Quinto Curcio y Flavio Arriano insertan una epipólesis en la narración
de los preliminares de la batalla de
Iso.
El historiador griego, el más tardío de los tres (86-175 d. C.), cuenta en la Anábasis que Alejandro, mientras pasa delante de sus tropas, llama por el nombre a varios de sus hombres y les dedica una exhortación diferente, pero el contenido
se ofrece únicamente a través
de una oración
completiva de infinitivo que sirve para englobar
a todos los receptores (Anab. 2.7.10).
ὡς δὲ ὁµοῦ ἤδη ἦν τὰ στρατόπεδα, ἐνταῦθα παριππεύων πάντῃ Ἀλέξανδρος παρεκάλει ἄνδρας ἀγαθοὺς γίγνεσθαι, οὐ τῶν ἡγεµόνων µόνον τὰ ὀνόµατα ξὺν τῷ πρέποντι κόσµῳ ἀνακαλῶν, ἀλλὰ καὶ ἰλάρχας καὶ λοχαγοὺς ὀνοµαστὶ καὶ τῶν ξένων τῶν µισθοφόρων, ὅσοι κατ᾽ ἀξίωσιν ἤ τινα ἀρετὴν γνωριµώτεροι ἦσαν·
Pues bien, una vez que ambos ejércitos estuvieron frente
a frente, Alejandro
pasó revista a caballo a sus
hombres, exhortándoles a que se
comportaran como valientes, llamando por su nombre y con los honores que les correspondían no sólo a los generales, sino también a los jefes de la caballería y a los capitanes, así como a cuantos
mercenarios extranjeros se habían destacado anteriormente por su bravura
y valor.
Previamente a esta breve epipólesis, Arriano
inserta una arenga de Alejandro a sus comandantes (2.7.3-9). Los dos historiadores latinos, Trogo y Curcio,
anteriores a Arriano,
no refieren ninguna arenga a los mandos,
pero nos muestran al Rey Macedonio también recorriendo las tropas
para arengar a los suyos. Como prueba Iglesias Zoido a través de un análisis comparativo y desde una perspectiva historiográfica y retórica,
las batallas de Alejandro
ofrecían a los autores como Trogo (Justino), Curcio o Arriano una evidente posibilidad de lucimiento literario y de variatio
con significativos cambios que debían
afectar, de un modo perfectamente coherente e integrado, al estilo de los discursos, a su tipología
y a su desarrollo argumentativo. Todo ello se explica no
por el influjo de las diferentes fuentes de las hazañas de Alejandro, sino, como ya había destacado
Bosworth,[24] por la posibilidad de expansión
a partir de un núcleo argumentativo dentro de un contexto bien conocido
y por un afán de variatio[25] que depende
de los objetivos, la metodología o de los antecedentes para desarrollar aspectos y temas que no hubieran sido tratados por otros autores
previos.[26] Este comportamiento supone, de hecho,
una forma muy llamativa de aemulatio
y explica las diferencias existentes entre las diversas
versiones de arengas
para la batalla
de Iso. Así, Alejandro aparece dirigiendo varias exhortaciones a cada una de las naciones
que conforman el grueso del ejército en las descripciones de batalla
de Trogo y Curcio.[27]
La diferencia de los pasajes de estos historiadores con respecto
a los de Tucídides
y Livio reside básicamente en dos cambios estrechamente ligados entre sí: por un lado, los diferentes caudillos
aliados ya no se dirigen a sus respectivos contingentes, sino que es Alejandro, como supremo general, el que se arroga dichas funciones y el que se encarga
de arengar a cada contingente de forma exclusiva y diferente; por otro, ello no se lleva a cabo por medio
de una asamblea
de soldados, sino que para poder arengar de forma individual a cada contingente dispuesto en orden de batalla, el rey macedonio
recorre las tropas, esto es, lleva a cabo una epipólesis. Entre las
similitudes existentes entre los pasajes de ambos historiadores de Alejandro, cabe comenzar
por el engarce
inicial:
Curt. 3.10.4 :
Cumque agmini obequitaret, varia oratione,
circumuectos suos singulas gentes diuersa
ut cuiusque animis aptum erat, milites adloquebatur.
Conforme iba recorriendo a caballo
la formación, se dirigía
a los soldados con palabras
distintas según conviniera a la índole de cada uno.
Iust. 11.9.3:
circumuectus suos singulas
gentes diuersa oratione adloquitur.
Recorriendo sus tropas,
se
dirigía con palabras distintas
a cada una de las naciones.
Como puede observarse, son diferentes los verbos
que indican el recorrido
de Alejandro (en Justino,
circumuectus; en Curcio,
obequitaret), pero no así los de exhortación (adloquor). Además,
la expresión que señala el hecho de que el general empleó distintas palabras para arengar a cada contingente es casi idéntica (en Justino,
diversa oratione; en Curcio,
varia oratione). Dentro del discurso,
las similitudes son también evidentes.
En primer
lugar, las naciones a las que se dirige
Alejandro son las mismas,
pero el orden en que aparecen
en cada obra es distinto:
en la arenga de Curcio,
el general se dirige por este orden, primero,
a ilirios y tracios, después, a los griegos
y, por último,
a los macedonios; en la de Trogo,
el orden es el inverso,
esto es, macedonios, griegos e ilirios
y tracios. Según veíamos
en los pasajes
de Tucídides y Livio, la nación con más preponderancia dentro del ejército (atenienses y cartagineses, respectivamente) era la última
en aparecer dentro de la arenga. Así, Curcio parece
respetar este orden.
En segundo lugar, los argumentos esgrimidos para arengar a cada nación son, en esencia, los mismos en ambos autores:
a los ilirios
y tracios se les estimula con las promesas de riquezas que dejará
el botín (Curt. 3.10.9:
Illyrios vero et Thracas rapto vivere
adsuetos aciem hostium
auro purpuraque fulgentem intueri
iubebat… / Just. 11.9.1.4: Illyrios et Thracas opum ac diuitiarum ostentatione); a los griegos, mediante el recuerdo de las invasiones que sufrió Grecia por parte de Persia en el siglo V a. C. (Curt. 3.10.8:
Cum adierat Graecos, admonebat ab his gentibus inlata Graeciae
bella Darei prius, deinde Xerxis insolentia, aquam ipsos terramque
poscentium, ut neque fontium haustum
nec solitos cibos relinquerent deditis… / Just. 11.9.1.4: Graecos
ueterum bellorum memoria interneciuique cum Persis odii accendebat); a los macedonios, haciéndoles ver que tenían la oportunidad de conquistar Asia y ser los dominadores de todo el orbe conocido (Curt. 3.10.4
ss.: Macedones, tot bellorum
in Europa victores,
ad subigendam Asiam atque ultima Orientis non ipsius magis quam suo ductu profecti, inveteratae virtutis admonebantur… / Iust. 11.9.1.5-6: Macedonas autem nunc Europae uictae admonet,
nunc Asiae expetitae, nec inuentos illis toto orbe pares uiros gloriatur
…).
Sin embargo,
hay también diferencias reseñables. La principal reside en que la arenga creada por Curcio es mucho más extensa
y elaborada retóricamente que la que recoge Trogo (Justino). Ello no sólo se muestra en la ampulosidad y extensión
del contenido de la alocución, sino también en la utilización de determinadas expresiones que son muy similares a las presentes en otras epipoléseis. Hay una oración subordinada en el engarce
inicial del pasaje de Curcio que nos lleva a pensar que su formación retórica escolar influyó directamente en la elaboración de este discurso.
Se trata de la expresión “según conviniera a la índole de cada uno” (ut cuiusque animis aptum erat). Se trata de una de una de las expresiones que debían figurar
en los ejercicios de escuela,
entre los que se encontraría este tipo de arengas
dirigidas a diferentes naciones o pueblos aliados, y que se hallan en otros autores. Un buen ejemplo
de este proceder
lo encontramos en la epipólesis que lleva a cabo Cerial, recogida por Tácito, autor coetáneo
de Curcio y con una educación retórica fuera de toda duda (Hist. 5.19):
Proprios inde stimulos legionibus
admovebat, domitores Britanniae quartadecimanos appellans; principem Galbam sextae
legionis auctoritate factum; illa primum acie secundanos nova signa novamque
aquilam dicturos.
A cada legión le dirigía los elogios (estímulos) apropiados a ella, ya que a la décimo cuarta les llamaba dominadores de Britania; a la sexta que Galba había sido emperador
por sus acciones;
y a la segunda
que en la batalla
de ese día dedicarían sus nuevas insignias y su nueva águila.
En efecto,
se hace referencia a la conveniencia de arengar
a cada grupo según convenga
a sus características por medio de la expresión proprios
inde stimulos legionibus admovebat.[28] En otras ocasiones, aunque encontramos expresiones de este tipo en epipoléseis que indican que el general ha pronunciado varias exhortaciones según convenga al carácter
de cada uno, tales exhortaciones no se materializan, sino que el historiador prefiere ofrecer
un único discurso que englobe
al conjunto del ejército. Un ejemplo de ello es la epipólesis de Yugurta,
que recoge Salustio,
donde la expresión
<pro> quoiusque ingenio cumple este cometido.[29]
Volviendo a las descripciones de Justino
y Curcio, resulta muy significativa
la ausencia
de
arenga de Darío en
el pasaje
de este último, ya que, en el pasaje de aquél, el rey persa también
recorre las tropas
y se dirige
individualmente a los diversos
contingentes de que constaba su ejército
para exhortarlos (11.9.8: quippe omissis ducum officiis ipse omnia circumire, singulos hortari…). Sin embargo,
dentro de la arenga no aparece la división
de exhortaciones dirigidas
a las diversas
naciones por separado que sí se daba en el caso de Alejandro.
Con la ausencia de réplica
de Darío, Curcio deja a Alejandro como único
protagonista de la escena y,
evidentemente, como un rey
que encarna el ideal de general.
En cambio, en el pasaje de Trogo, la diferencia entre ambos reyes no es tan evidente,
ya que Darío, como Alejandro, también arenga él solo a
todo el ejército. Estamos,
por
tanto, ante una prueba más de la “manipulación” retórica de Curcio a la hora de elaborar
este discurso. Pero pueden
observarse algunas diferencias más. Así, mientras Trogo (Justino) establece la transición de una arenga a otra por medio de la yuxtaposición, siguiendo el esquema de los casos de Tucídides y Livio, Curcio, por su parte,
lo hace por medio tanto de la yuxtaposición como de expresiones propias que señalan
que el general se va acercando a cada una de las naciones para dedicarles una exhortación particular. Así, cuando Alejandro, en su recorrido, se acerca a macedonios y a ilirios y tracios,
Curcio no menciona
este hecho, siguiendo el procedimiento de Trogo, sino que directamente coloca la arenga:
Macedones, tot bellorum in Europa victores,
ad subigendam Asiam...
Illyrios vero et Thracas rapto vivere adsuetos aciem hostium
auro purpuraque fulgentem
intueri iubebat…
A los macedonios, vencedores en tantos combates
en Europa, que habían
partido a la conquista de Asia (…) A los ilirios y tracios, acostumbrados a vivir del pillaje,
les invitaba a contemplar la formación
enemiga…
No obstante, cuando el rey macedonio
pasa ante los griegos, en la mitad de la epipólesis, el autor romano sí que deja constancia de ello (3.10.8):
Cum adierat Graecos, admonebat ab his gentibus inlata Graeciae
bella Darei prius...
Cuando llega ante los griegos, les recordaba que eran aquellos
pueblos los que habían llevado
la guerra a Grecia por la insolencia…
Expresiones del tipo cum adierat Graecos, que tienen
lugar en otras epipoléseis con varios discursos dentro del corpus de arengas
historiográficas,[30] nos llevan a trazar un vínculo
con la gran Epipólesis de Agamenón, presente en la Ilíada, como
germen de este tipo
de alocuciones. Resulta
significativo que el paso de
una nación a otra venga marcado por
expresiones formulares del tipo cum adierat Graecos que acabamos de ver en el caso anterior de Curcio. En efecto, la unidad
se consigue principalmente antes y después
de cada intervención por
medio de la repetición de varias expresiones que obedecen a un esquema
tipo en el que aparece un verbo de movimiento que no significa
propiamente “recorrer”, sino que señala
el paso por parte del Atrida de un héroe a otro, de un contingente de soldados
a otro. Este esquema,
consistente en verbo que denota acercamiento o dirección
hacia + exhortados, marca cada una de las intervenciones del Atrida:
4.251: ἦλθε δ᾽ ἐπὶ Κρήτεσσι κιὼν ἀνὰ οὐλαµὸν ἀνδρῶν. 4.273: ἦλθε δ᾽ ἐπ᾽ Αἰάντεσσι κιὼν ἀνὰ οὐλαµὸν ἀνδρῶν·
4.292: Ὣς εἰπὼν τοὺς µὲν λίπεν αὐτοῦ, βῆ δὲ µετ᾽ ἄλλους· 4.326: Ὣς ἔφατ᾽, Ἀτρεΐδης δὲ παρῴχετο γηθόσυνος κῆρ. 4.364:
Ὣς εἰπὼν τοὺς µὲν λίπεν αὐτοῦ, βῆ δὲ µετ᾽ ἄλλους.
Curcio ha dado un paso más en la tradición
y ha vuelto a los orígenes
épicos: Alejandro Magno recorre
las tropas y se dirige,
personalmente y como general supremo, a cada una de las naciones
aliadas que conforman su ejército. La epipólesis se convierte, por tanto, en el destino final de la arenga dirigida a las diferentes naciones que conforman
el ejército, que tenía su origen literario
en la Ilíada y su adaptación a la historiografía en Tucídides, donde cada general ofrecía una arenga a su propio contingente o el general recorría las tropas, pero no se ofrecían las diferentes exhortaciones que habrían tenido lugar.
No es de extrañar que sea a través de la figura de Alejandro
Magno el que la arenga
dirigida a las diferentes naciones se enmarque dentro de la epipólesis, ya que ésta es un elemento caracterizador del caudillo
o general supremo de un ejército.
A Agamenón, como capitán
o jefe supremo de todas las huestes aqueas, corresponde recorrer los diferentes contingentes a su cargo y arengarlos individualmente.[31] Así se marca en el engarce inicial que introduce la gran Epipólesis del
canto IV (4.226-31):
ἵππους µὲν γὰρ ἔασε καὶ ἅρµατα ποικίλα χαλκῷ· καὶ τοὺς µὲν θεράπων ἀπάνευθ᾽ ἔχε φυσιόωντας Εὐρυµέδων υἱὸς Πτολεµαίου Πειραΐδαο·
τῷ µάλα πόλλ᾽ ἐπέτελλε παρισχέµεν ὁππότε κέν µιν γυῖα λάβῃ κάµατος πολέας διὰ κοιρανέοντα· αὐτὰρ ὃ πεζὸς ἐὼν ἐπεπωλεῖτο στίχας ἀνδρῶν·
Dejó allí los caballos
y el carro, centelleante de bronce.
Resoplando los mantenía
aparte su escudero, Eurimedonte, hijo de Ptolomeo
Piraida, a quien encargó con insistencia mantenerlos cerca, para cuando se cansaran sus miembros
de recorrer la multitud actuando como caudillo; y él fue a pie pasando
revista a las hileras
de guerreros…
En la batalla de Iso narrada por Trogo (Justino)
y Curcio, la figura de Alejandro
encarnaría el ideal de general que se atribuye
funciones de sus oficiales, como arengar a los diferentes contingentes de aliados
que conforman su ejército.
5.
Esta caracterización como héroe homérico de la figura
de Alejandro a través de la
epipólesis
se completa
con sus acciones en el
campo de batalla. Y es que la epipólesis se asocia al arquetipo
del general-soldado, es decir,
que el general tras acabar
su tarea de mando previa
a la batalla,
hace luego también las veces de soldado. Se trata de un comportamiento ejemplar que, precisamente, hunde sus raíces
en los héroes homéricos[32] y modula a grandes personajes presentes en la historiografía grecolatina desde Ciro hasta Juliano.[33]
Sin duda, el personaje
que mejor encarna
esta figura épica, según aparece retratado en las obras que conservamos, es Alejandro
Magno. Aprovechando los deseos expresados por el propio
rey macedonio de equipararse a los héroes homéricos, Curcio, durante
buena parte de la obra, hace un retrato heroico de Alejandro
Magno sobre todo a través de las descripciones de batalla,
una de las modalidades más importantes de la ékphrasis como ejercicio
escolar.[34] No en vano son, precisamente, las más susceptibles de un tratamiento no sólo retórico,
sino también épico y dramático por
parte de los historiadores, y en ellas se observa más
claramente la deuda que los historiadores tienen con los poetas, desde Homero, verdadero creador de los motivos que lo conforman.[35] En estas escenas
de batalla, la combinación de res y verba, en forma
de arengas y etapas del combate, alcanza su máxima expresión.[36]
Uno de esos ejemplos
es, sin duda, la descripción de la batalla
de Iso que realiza
Curcio.[37] Alejandro, como supremo general, recorre
las tropas y dirige arengas particulares a las naciones que conforman
su ejército (3.10.4
ss.), pero la descripción de la batalla propiamente dicha,
repleta de dramatismo y patetismo, pone en escena
al soldado que
Alejandro lleva dentro (3.11.4-7). Cuenta el historiador romano que pronto se vieron todos los soldados obligados a la lucha cuerpo a cuerpo con las espadas y que, por ello, se derramó mucha sangre (3.11.4-6):
Ergo comminus pugnam coacti conserere
gladios impigre stringunt. Tum vero multum sanguinis
fusum est: duae quippe acies ita cohaerebant, ut armis arma pulsarent, mucrones in ora dirigerent. Non timido, non ignavo cessare
tum licuit: conlato pede, quasi singuli inter se dimicarent, in eodem vestigio
stabant, donec vincendo locum sibi facerent.
Tum demum ergo promovebant gradum,
cum hostem prostraverant. At illos novus excipiebat
adversarius fatigatos, nec vulnerati, ut alias solent, acie poterant excedere,
cum hostis instaret a fronte, a tergo sui urgerent.
Por eso, obligados a luchar cuerpo a cuerpo, desenvainaron rápidamente las espadas.
Entonces corrió la sangre en abundancia: las tropas de ambas formaciones estaban
tan pegadas unas a otras que las armas chocaban
con las armas y las puntas de las espaldas se dirigían a los rostros del contrario. Ni el tímido ni el cobarde
tenían posibilidad de permanecer inactivos: pie contra pie, como si su lucha fuera en duelo personal,
permanecían clavados allí donde habían asentado
sus pies hasta que la victoria
les abría el camino. Después
de abatido a tierra
el enemigo era cuando, por fin, daban un paso adelante. Pero frente a los agotados por el esfuerzo
surgía un nuevo adversario y ni siquiera
los heridos (como suele suceder en otras ocasiones) podían retirarse del combate sino que el enemigo los acosaba
de
frente y sus
propios compañeros los empujaban
por la espalda.
En este ambiente
de dramatismo y patetismo, emerge la figura de Alejandro
Magno como soldado valeroso que busca la gloria (3.11.7):
Alexander non ducis magis quam militis munia exequebatur, opimum decus caeso rege expetens…
Alejandro lo mismo se comportaba como jefe que como soldado, tratando
de buscar la gloria de unos despojos opimos
si conseguía dar muerte
al rey…[38]
Por último, antes de la desbandada del rey persa (3.11.12
ss.), Curcio refiere
el hecho de que Alejandro, como uno más de sus soldados,
resultó, aunque levemente, herido en el combate (3.11.10).[39]
Por tanto, para Curcio, la figura de Alejandro Magno podía encarnar perfectamente el ideal de héroe homérico, depositario de la virtus guerrera
necesaria para afrontar con valentía
los peligros de la lucha como uno más y capaz de
arengar él
solo a las diferentes naciones que componían su ejército
a medida que recorría
las tropas como supremo general.
6.
El análisis diacrónico de la arenga dirigida a las diferentes naciones nos ha permitido poner de manifiesto las fuertes
interrelaciones existentes entre épica, historiografía y retórica
a lo largo de la Antigüedad. En concreto,
nuestro estudio ha incidido en una serie de aspectos esenciales de esta tradición:
En primer lugar, la dependencia inicial de la historiografía griega con respecto a la épica homérica en el proceso de creación
literaria y la nada desdeñable influencia ejercida por este modelo sobre la estructura de algunas
de las más significativas arengas tucidideas.
En segundo
lugar, los útiles
procedimientos de aemulatio
y variatio, a partir de modelos
precedentes, utilizados por los historiadores siglos más tarde, que funcionaron como motor del desarrollo de un género en el que la retórica
cada vez estaba más presente. De otra forma, no habría sido posible haber trazado vínculos entre pasajes de autores
griegos y latinos,
de historiadores y poetas épicos de épocas distintas, como Homero,
Tucídides, Livio, Trogo o Curcio.
En tercer lugar, la cada vez más profunda influencia ejercida por los ejercicios de escuela
en el quehacer historiográfico, sobre todo en la confección de arengas
y en las descripciones de batalla,
donde los procedimientos épicos
y dramáticos de la tradición
literaria se combinaban con la formación retórica.
En cuarto lugar, finalmente, la importancia del influjo
de este tipo de epipólesis en la historiografía de época imperial.
Las características tan peculiares de este tipo de exhortación y su consideración, ya desde Homero, como recurso caracterizador de la figura del general-soldado, explican que la epipólesis acabase absorbiendo una arenga tan “retórica” y compleja,
desde el punto de vista del orador,
como la que se dirige a las diferentes naciones aliadas
de que consta un ejército. Y, en este proceso, fue fundamental el tratamiento historiográfico que recibió Alejandro Magno, el personaje
histórico que mejor encarnaba
ese ideal.
Dr. David Carmona Centeno
Grupo de Investigación “Retórica
e Historiografía” Universidad de Extremadura
Cáceres
(España)
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WOODMAN, A. J. (1988), Rhetoric
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[1] PORCIANI (2004: 25).
[2] MARINCOLA (1997: 6 y 14).
[3] STRASBURGER (1972).
[4] GRANT (2003: 38).
[5] Cf. la terminología utilizada por LONGO (1983) y CARMONA CENTENO (2008) para los diversos tipos de epipólesis presentes en la épica e historiografía grecolatinas según la emisión y recepción del mensaje: 1. “Simple”, que se produce cuando en el recorrido del general no se diferencia a distintos grupos, cualitativa o cuantitativamente, a los que poder dedicar exhortaciones individuales, lo que quiere decir que puede darse si tenemos un verbo de recorrido o movimiento y otro de exhortación o dicción. 2. “Con descomposición del auditorio”, que tiene lugar cuando, aunque se informa de que el general, en su recorrido, se dirigió de forma individual y particular a diferentes grupos o personas, esa variedad no se ve materializada en la presentación de los diferentes discursos, sino que se ofrece uno, cuando el autor lo cree oportuno, que actúa de sumario. 3. “Con descomposición del auditorio y del contenido”, que se diferencia de la anterior en que el recorrido por distintas secciones del ejército implica también la presentación de las diferentes exhortaciones según a quién se acerque el general.
[6] FORSTER SMITH (1913): “passing along the line of battle, as the contingents of the separate states were drawn up (1. 2 ff.). As Hippocrates had done 4. 94. § 2, Nicias made addresses of similar purport to the separate divisions, and we have here doubtless a summary of the whole”.
[7] Cf. la crítica de Dionisio de Halicarnaso (Thucyd. 51.1) a la falta de claridad de algunos pasajes tucidideos, que resultaban incomprensibles para los mismos griegos del s. I a. C. hasta que no se hace un análisis gramatical.
[8] Por ejemplo, Hipótoo era el jefe de los pelasgos (2.843); Cromio y Énnomo, de los misios (2.858); etc.
[9] Cf. el mismo procedimiento en Il. 13.83-125.
[10] Para la influencia homérica en diversos aspectos de la obra tucididea, sobre todo en relación a la expedición ateniense a Sicilia de los libros VI y VII, cf. LATEINER (1985); MACKIE (1996); ALLISON (1997). Cf. también CARMONA CENTENO (2008: 128 ss.) sobre las similitudes estructurales entre la batalla final en el Puerto de Siracusa que describe Tucídides y la lucha junto a las naves del final del canto XV de la Ilíada.
[11] Por último, se acerca al ejército comandado por Diomedes (4.365 ss.).
[12] La atención de los estudiosos durante los últimos años está cada vez más centrada en la relación entre historiografía y retórica, es decir, en la obra histórica como producto literario. Cf. IGLESIAS ZOIDO (2008: 19-22) para el estado de la cuestión sobre la relación entre historiografía y retórica. GOMME (1937 y 1945), MOMIGLIANO (1981b y 1990), FORNARA (1983: 162 ss.) o PRITCHETT (1985: 1-2, 1994 y 2002), enfrentado duramente con HANSEN (1993 y 1998), sostienen que los historiadores antiguos procuraban reconstruir fielmente las acciones y discursos que exponen en sus obras. Frente a ellos, autores como WHITE (1973 y 1987), WISEMAN (1979 Y 1993) o WOODMAN (1988) se centran en la condición de género literario de la historiografía, intentando demostrar que el elemento unificador de la historiografía grecolatina era la forma literaria adoptada y el influjo decisivo de la retórica, y, por ello, muchas acciones, pero, sobre todo, los discursos deben estudiarse como productos literarios y no simplemente como elementos históricos. Para NICOLAI (1992: 86-7 y 2007: 21), los textos de la historiografía deben someterse a un atento análisis retórico y literario y los historiadores antiguos utilizan las formas tomadas de las escuelas de retórica, pero sus obras no deberían ser consideradas por ello testimonios sin ninguna validez histórica. Cf. también IGLESIAS ZOIDO (2007) sobre la arenga militar en la retórica.
[13] Cf. los estudios sobre los discursos en la historiografía de WALBANK (1965), FORNARA (1983), GRANT (2003), MARINCOLA (2007). Sobre su metodología, NICOLAI (1999 y 2002).
[14] Cf. la monografía Rhétorique chez Tacite de AUBRION (1987), dedicada en exclusiva a los procedimientos y recursos retóricos utilizados por Tácito para componer sus obras.
[15] LÓPEZ EIRE (2008) subraya la dependencia de la historiografía con respecto a la retórica en cada período de la Antigüedad y muestra cómo, sobre todo a partir de época helenística con la aparición de Isócrates, la retórica, que cada vez es más didáctica y buscadora del dramatismo, se refugia en la escuela, donde no sólo acoge, controla e influye sobre la producción literaria, sino que además pone a la historiografía a su servicio.
[16] Quint. 2.21.20.
[17] Cf. NICOLAI (1992) para la importancia de la historiografía en la escuela de retórica.
[18] GIBSON (2004: 107).
[19] NICOLAI (1992).
[20] Inst. 10.1.73. Cf. también Plu. Athen. 347a.
[21] Se incluyen el primer discurso discurso de Pericles ante la asamblea ateniense, todos los discursos de Nicias, el diálogo entre los platenses y Arquidamo y la defensa de los platenses ante los jueces espartanos (42.5). En el s. II d. C., Luciano de Samosata, en su Quomodo historia conscribenda sit, deja claro que todos los que querían escribir historia en la época planteaban su obra como aemulatio del historiador ático (26).
[22] Por medio de ejercicios escolares como la tesis o la hipótesis (Progym. 61), el rétor alejandrino daba ejemplos tucidideos (los discursos sicilianos de los libros VI y VII). En definitiva, la retórica de los progymnásmata será decisiva en el proceso creativo de la época imperial y propiciará un proceso de selección de pasajes y discursos aptos para ser emulados.
[23] Cf. otros casos como Liv. 23.18; Curt. 5.9.17; Herod. 8.3.4
[24] BOSWORTH (1988).
[25] Como demuestra BROCK (1988), existe una tendencia entre los historiadores de época imperial que tratan unos mismos hechos a evitar la inserción de los mismos discursos en el relato de un suceso determinado. Los historiadores aprovecharían los puntos no desarrollados o los tipos de discursos no empleados para lucirse y mostrar nuevas posibilidades de viejos pasajes. Cf. el ejemplo práctico de CARMONA CENTENO (2006) sobre la variatio con respecto a las arengas en los preliminares a la batalla de Zama.
[26] IGLESIAS ZOIDO (2009).
[27] De ello se hace eco ATKINSON (1988: 317), que defiende una tradición común para esta epipólesis en los historiadores de Alejandro sin asegurar la fuente exacta, que puede ser Tolomeo o Aristóbulo.
[28] Cf. ONIGA (2003, I: 1290): “Ceriale evoca temi legati alla storia dei singoli reparti: le vittorie in Britannia della XIV, l’appoggio a Galba della VI, il ‘battesimo delle armi’ per la II, legione già vitelliana ricostituita da pochi mesi dopa la resa a Narni. Diversa ovviamente l’esortazione ai soldati della I Germanica, IV Macedonica, XVI Gallica e XXI Rapax per la riconquista del campo di Vetera”.
[29] Sall. Iug. 49.2: Dein singulas turmas et manipulos circumiens monet atque obtestatur, uti memores pristinae virtutis et victoriae sese regnumque suom ab Romanorum avaritia defendant…ad hoc viritim, uti quemque ob militare facinus pecunia aut honore extulerat, conmonefacere benefici sui et eum ipsum aliis ostentare, postremo <pro> quoiusque ingenio pollicendo minitando obtestando alium alio modo excitare.
[30] Cf. Tac. Hist. 3.24: ut quosque accesserat.
[31] Salvo que éste no se halle en la lucha: cuando Agamenón se halla herido, su lugar lo ocupan Posidón (13.34 ss.) y después Ayante Telamonio (12.265 ss.; 15.; 17.).
[32] VRETSKA (1976, 2: 685).
[33] Cf. HANSON (1991) y CARMONA CENTENO (2008: 409-32). Según WHEELER (1991: 126-7), el héroe homérico debía ser aristós en muchas facetas, pero ponía por delante conseguir la excelencia en el combate antes que destacarse en el mando.
[34] Como ha observado IGLESIAS ZOIDO (2009: 11), también existe, sobre todo en el caso de Gaugamela, la influencia de otro paradigma militar para el retrato literario de Alejandro Magno. La alocución a los mandos en Arriano (Anab. 2.7.3-9 en Iso y 3.9.5-8 en Gaugamela), Curcio (4.14.1-7 en Gaugamela) y Diodoro (17.56.4 en Gaugamela) es un modo de arengar que nos retrotrae hasta otro influyente modelo de general: Ciro el Grande, tal y como lo presenta Jenofonte en la Ciropedia.
[35] Para la historiografía griega, especialmente Tucídides, ROMILLY (1956). Para la romana, FOUCHER (2000).
[36] Cf. SANCHO ROYO (1998), que subraya el papel de la ἔκφρασις como procedimiento narrativo de fuerte contenido retórico, sobre todo las batallas, los saqueos o captura de ciudades, que brindan inmejorables ocasiones de golpear en los sentimientos del lector. Cf. también el trabajo de BARTOLOMÉ GÓMEZ (1995) sobre las descripciones de batalla de la primera década de Livio, donde se pone de relieve la fuerte influencia de la retórica en su composición, el dramatismo de que son objeto y el halo épico que las rodea.
[37] Cf. las descripciones de batalla terrestre (Progymn. 12.1) y naval (12.11) del rétor Libanio, donde domina claramente el aspecto dramático y heroico y el análisis detallado de CARMONA CENTENO (2008: 370 ss.).
[38] El tono épico de la lucha no sólo se ve reflejado en la actitud heroica de Alejandro, sino también de otros personajes como Oxatres, encargado de defender a su hermano y rey Darío (3.11.8: Ergo frater eius Oxathres, cum Alexandrum instare ei cerneret, equites, quibus praeerat, ante ipsum currum regis obiecit. Armis et robore corporis multum super ceteros eminens, animo vero et pietate in paucissimis, illo utique proelio clarus, alios improvide instantes prostravit, alios in fugam avertit), o de otros caudillos persas, que alcanzaron una muerte honrosa al recibir las heridas en el pecho (3.11.9: Circa currum Darei iacebant nobilissimi duces ante oculos regis egregia morte defuncti, omnes in ora proni, sicut dimicantes procubuerant adverso corpore vulneribus acceptis).
[39] 3.11.10: Macedonum quoque non quidem multi, sed promptissimi tamen caesi sunt; inter quos Alexandri dextrum femur leviter mucrone perstrictum est..