OMAYRA HERRERO SOTO

(CSIC, Madrid)

 

LA ARENGA DE TARIQ B. ZIYAD: UN EJEMPLO DE CREACIÓN RETÓRICA EN LA HISTORIOGRAFÍA ÁRABE[1]

 

The battle Exhortation of Tariq b. Ziyad: An example of rhetoric creation in Arabic Historiography

ABSTRACT: Assuming that historiography is a rhetorical product, this paper deals with the study of battle exhortations in Islamic contexts as an example of such assumption. The speech attributed to Tariq b. Ziyad, the Muslim conqueror of al-Andalus, is the case studied. The study of its textual problems and of its contents will allow us to analyze, on the one hand, the transmission of the text in different versions through the centuries, and, on the other, the topoi that the speech shares with battle exhortations from other temporal and spatial contexts, as well as the peculiarities of the Islamic case.

KEY WORDS: Battle exhortation, Islam, Tariq b. Ziyad, Historiography, Rhetoric, Topoi

 

RESUMEN: Partiendo de la concepción de la historiografía como producto retórico, este artículo aborda el estudio de las arengas militares en contexto islámico como muestra de dicha actividad historiográfica. El caso de la arenga atribuida a Tariq b. Ziyad, conquistador musulmán de al-Andalus, servirá de ejemplo para ello. Su estudio textual y de contenido permitirá observar por un lado, la transmisión del texto a lo largo de los siglos en distintas versiones del mismo, y por otro, los topoi comunes a las arengas surgidas en otros contextos espaciotemporales y las peculiaridades del caso islámico.

PALABRAS CLAVE: Arenga, Islam, Tariq b. Ziyad, Historiografía, Retórica, topoi

 


Fecha de Recepción: 10 Junio de de 2010.

Fecha de Aceptación: 11 de Septiembre de 2010.


 

 

« ¡Oh, Profeta! ¡Incita a los creyentes al combate!»

(ل ا ا ّض ا أ )

Corán, VIII: 65


 

1.   El texto histórico como ejercicio retórico. El caso de las arengas

 

AL ANALIZAR la producción historiográfica de un determinado grupo o época, encontramos un material que es a la vez reflejo y receptáculo del contexto que lo ve nacer y de la pluma que lo escribe. Habremos de diferenciar así entre dos nociones muy claras, la de historia, como sucesión de acontecimientos, fechas y personajes que interactúan conformando una realidad única, y la de historiografía, es decir, la escritura de la historia expuesta a la transformación de los acontecimientos según los intereses de cada momento o las distintas visiones de cada autor. Los relatos históricos, como creaciones humanas, reflejan las ideologías de los propios historiadores, los cuales, al contar un determinado relato, dejan ver sus propios deseos, sus pensamientos o sus modos de ver el mundo.[2] De este modo, estamos ante un tipo de material donde el relato de hechos reales se ve intercalado por datos ficticios y recursos narrativos y estilísticos. Durante mucho tiempo, se ha discutido sobre el grado de fidelidad existente entre el texto histórico y el hecho que realmente tuvo lugar. El profesor Iglesias Zoido nos ofreció en su día un repaso sobre la evolución de este debate hasta llegar al estado actual del estudio historiográfico.[3] El presente trabajo se inserta en esta línea de investigación actual, la cual ve el texto histórico como una reconstrucción de los hechos susceptible de alteraciones de la realidad, según unas exigencias retóricas, literarias y estilísticas y una intencionalidad evidente, y no tanto como una herramienta infalible para conocer los hechos del pasado. Las arengas militares, como parte de esta producción historiográfica, plasmarán en su escritura todo este tipo de peculiaridades. Por ello, cuando afrontamos su análisis, hemos de tener en cuenta hasta qué punto estamos ante un discurso realmente pronunciado o bien se trata del fruto de la actividad retórica de un determinado historiador.

 

Han sido muchos los trabajos dedicados a desentrañar la relación entre historiografía y retórica, vista a través de estos textos.[4] En este sentido, Iglesias Zoido, siguiendo la línea ya introducida por autores como Bliese o Hansen, ponía sobre la mesa en uno de sus artículos el siguiente interrogante: “¿hasta qué punto una descripción o el desarrollo narrativo de una batalla, arengas incluidas, están determinados por lo realmente sucedido o sólo es producto del modelo literario transmitido por la formación retórica?”.[5] Estas ideas fueron criticadas posteriormente por autores como Pritchett o Ehrhardt, para quienes los discursos recogidos en el texto histórico no pueden considerarse totalmente inventados y ajenos a lo que realmente se pronunció en el campo de batalla.[6] En el ámbito greco-latino o el cristiano medieval existe ya una tradición de estudios sobre la arenga historiográfica. Sin embargo, en contexto islámico, todavía queda mucho terreno por recorrer en el estudio de la oratoria militar y de las arengas.[7] No obstante, en alguna ocasión ya se ha puesto en evidencia cuestiones como las que señalan los dos autores anteriores, es decir, el carácter ficticio de estos discursos y su finalidad retórica. Así, A. Noth, en un estudio historiográfico sobre los topoi de las conquistas musulmanas orientales, dejaba claro que “Although these [speeches] are certainly fictitious in their formulation, like all other speeches, they merit attention because they apparently still contain allusions to early conditions and ideas. They must indeed have also had the goal of emphasizing the religious aspect of Muslim warfare”.[8]

 

Como creaciones retóricas, será esperable que estas arengas presenten una serie de aspectos comunes que sobrepasan el ámbito espacio-temporal donde se producen. El contenido de estas arengas, aunque varíe en cierto modo según los contextos, presenta una serie de temas comunes y recurrentes, lo que nos permite hablar de la existencia de unos topoi propios de los relatos de batallas en general y de las arengas en particular que ya en distintas ocasiones se ha tratado de enumerar y jerarquizar. Bliese es uno de los principales promotores del estudio pormenorizado y jerarquizado de los topoi presentes en las arengas. Así, en un artículo basado en el análisis de crónicas de la Europa occidental entre los años 1000 y el 1230, afirmaba que “If we analyze these speeches, searching first for the specific appeals and persuasive strategies (rhetorical topoi) (...) and the results, we will have (...) an entire 'vocabulary of motives in war', for the whole region and period from which the speeches come. Comparing the relative frequencies of these various topoi will then give us a hierarchy of those motives”.[9] Siguiendo el trabajo de Bliese, podemos resumir los temas que propone en los siguientes puntos:[10] 1) Llamadas a los valores marciales y caballerescos (bravura, valor, destreza…), conectándolo con el reconocimiento público; 2) Consideración de la propia causa como la justa; 3) Seguridad de la ayuda divina; 4) Ventaja sobre el enemigo, superioridad militar; 5) Recuerdo de la recompensa eterna que conllevará la lucha, así como el perdón de los pecados cometidos anteriormente. Mención de los mártires por la fe; 6) Mención del botín y los beneficios materiales devenidos de la acción bélica; 7) Condena de la huida y de laretirada del campo de batalla;[11] 8) Necesidad de defender a la familia y al territorio; 9) Recuerdo de las victorias pasadas y de los méritos de los antepasados. Necesidad de mantenimiento de la reputación; 10) Venganza; 11) Seguridad en la victoria sobre el enemigo: el valor es más importante que la superioridad numérica; 12) Recuerdo de la lucha por Cristo y el Santo Sepulcro en un contexto cristiano;[12] 13) Presentación del general como un modelo a seguir; 14) Afirmación de que la batalla que se disponen a iniciar es la que llevan tiempo esperando.

 

El objetivo fundamental del uso recurrente de estos temas es principalmente moral. El general, consciente de los miedos lógicos de sus soldados ante la inminente batalla, tratará de reforzar el valor de sus hombres, motivarlos para hacer frente a tan difícil situación y, para ello, recurrirá a los motivos que sabe que están presentes en el ideario de sus hombres, a los valores que para él son importantes, como buen soldado, buen creyente y buen padre de familia.[13] Así pues, el recuerdo de sus obligaciones religiosas, de los beneficios espirituales que adquirirán con su lucha; las menciones a las razones y el derecho que poseen a emprender esa batalla y la ayuda de Dios garantizada precisamente por la justicia de su causa;[14] los beneficios materiales que obtendrán (botín, tierras, etc.)…, todo ello servirá de aliciente para estos hombres que no dejaban de ser humanos y que, como tales, tendrían miedos e incertidumbres sobre su futuro.[15] Al mismo tiempo, desde el punto de vista de la actividad historiográfica del cronista, como apuntó García Fitz, “las arengas habitualmente expresan las concepciones básicas que el hombre medieval podría tener sobre la motivación y la moral de combate, si bien su forma concreta de expresión podía tener una dosis no despreciable de creación retórica”.[16]

 

Más recientemente, Francisco García Fitz y David Paniagua han continuado en esta misma línea de estudio de los topoi de las arengas militares en sendos artículos, el primero sobre las arengas en la historiografía de las cruzadas y el segundo, desde la tradición polemológica latina.[17] De este modo, a los temas expuestos por Bliese, podemos sumar algún otro, introducido por Paniagua en su artículo, que merece la pena destacar por encontrar paralelos en la oratoria militar en contexto islámico.[18] El autor comienza presentando los argumentos relativos a la pertinencia de la arenga antes de iniciar una batalla, así como las características que ésta debe presentar, basándose en los tratados sobre ars militaris y colecciones de stratagema de diversos autores grecolatinos. Según este autor, la arenga tiene como objetivo “la creación o consolidación de estados de opinión que se traducen en estados de ánimo”, de ahí que sea preciso que el general posea “aptitudes retóricas”.[19] Insiste así en la funcionalidad de la palabra durante el combate como elemento de persuasión con efectos directos sobre su desarrollo.[20] De este modo, el autor distingue entre la arenga pronunciada antes de la batalla, que sirve para elevar el ánimo de los soldados y prepararlos para las dificultades de la lucha, y la que se debe dirigir al ejército cuando se sufre una derrota, para reparar los ánimos.

 

Por su parte, también García Fitz advierte de la importancia que tenía el que el general lograra a través de la palabra transmitir su propia seguridad a los soldados.[21] Otro tema destacable es la importancia de la combinación de la arenga con otros procedimientos militares como, por ejemplo, el sonido de las trompetas que anuncian el inicio de la batalla y que sirven para despertar el ardor guerrero de los soldados, que puede compararse con el uso de ciertas proclamas o gritos de guerra, justo antes del combate.[22] Por otro lado, destaca la función de “sanador de las tropas” que ejerce el general. Éste no sólo está obligado a animar a los soldados a la lucha, sino también a reparar sus ánimos cuando estén decaídos o hayan sufrido una derrota. Por último, cabe destacar una de las características mencionadas por García Fitz, como es la profusión de citas bíblicas en las arengas, lo que confiere al discurso, según el autor, un halo providencialista y sirve como medio de difusión de la ideología clerical a través de los textos historiográficos.[23] Esta característica tendrá un paralelo bastante evidente en el caso islámico, con el uso de citas coránicas, como podremos ver más adelante.

 

 

 

2.   El ŷihad y la arenga en contexto islámico

 

Ya hemos aludido a la existencia en las crónicas históricas de exhortaciones militares pronunciadas por los generales musulmanes ante sus hombres. Hemos hablado también de la finalidad que estos pasajes tenían dentro de la narración histórica y de los mecanismos propios de la historiografía que afectaban al modo en que estas arengas aparecían escritas. Además de esto, contamos con una serie de escritos en los que se intenta normativizar este tipo de discursos, como parte de los mecanismos desarrollados durante las guerras de expansión y defensa del Islam. De este modo, al igual que en un ambiente grecolatino esta labor se llevaba a cabo en tratados sobre ars militaris o en manuales de stratagema, dentro del mundo musulmán estas nociones aparecerán insertas en obras dedicadas al ŷihad o guerra de expansión y defensa del Islam,[24] obras en las que se expone, entre otra serie de cosas, qué es el ŷihad, quién está obligado a participar en él, qué recompensas obtendrán aquellos que luchen por la fe islámica o qué estrategias son válidas en este tipo de enfrentamientos. Mi objetivo aquí no es hacer una exposición sucinta de la evolución de los tratados sobre la doctrina del ŷihad en el Islam a lo largo de su historia. Sin embargo, creo que puede ser interesante recoger algunas nociones sobre ello para situarnos en el contexto en el que se generan textos como el que aquí nos ocupa.

 

Como sabemos, el Islam surge en la Arabia del siglo VII/I[25] tras la Revelación concedida por Dios a su Enviado Muhammad, quien, desde ese momento, comienza a predicar la nueva fe y a rodearse de los primeros creyentes que se convierten al Islam. A partir de la Hégira[26] del Profeta en el año 622/11 a Medina y el inicio de la política de expansión territorial y de difusión de la nueva fe, será cuando Muhammad comience a actuar como legislador en materia de guerra y el término ŷihad se especialice con el sentido de sacrificio en la vía de Dios. Todo musulmán que cumpla unas mínimas condiciones económicas y de salud estará obligado a formar parte de estas campañas en pro de la religión, con el incentivo de que aquél que muriera en el transcurso de estos enfrentamientos sería considerado un mártir de la religión y obtendría toda una serie de recompensas en ésta y en la otra vida. El Corán recoge varios versículos en los que expone la obligación del ŷihad para los musulmanes,[27] así como existen diversos hadices o tradiciones del Profeta sobre el mismo tema. Además, como era presumible, no tardarían en aparecer diversos tratados legales especialmente entre los siglos IX/III y XI/V - y comentarios al Corán dedicados a explicar sucintamente toda una serie de observaciones y recomendaciones sobre el ŷihad, como por ejemplo en el Qidwat al-gazi (“El modelo del guerrero”) del alfaquí de Elvira, Ibn Abi Zamanin (m. 399/1008) o, posteriormente, el estudio más amplio de al-Mawardi (974/364-1058/450), en sus Ahkam al-Sultaniyya (“Ordenanzas del gobernante”).[28]

 

Otro ejemplo de este tipo de tratados compuestos para tal efecto es el Tufhat al- anfus wa-ši'ar sukkan al-Andalus (“Regalo de los espíritus y blasón de los andaluces”) de Ibn Hudayl, escritor de la Granada de la segunda mitad del s. XIV/VIII. Esta obra fue escrita por orden del sultán Muhammad V[29] y su objetivo principal era convencer a los musulmanes andalusíes de la necesidad de tomar las armas como lo hicieron en su día sus ilustres antepasados durante las primeras conquistas musulmanas. Esta obra presenta una primera parte dedicada a la doctrina del ŷihad que es de gran interés para el objeto que aquí nos ocupa.[30] En esta obra, entre otras materias, se estudia el ŷihad y las promesas que Dios ha hecho para aquellos que luchen por la fe; la obligación del ŷihad; qué se debe hacer antes y durante las batallas o consejos para los emires del ejército. Asimismo, dedica un capítulo a la incitación al ŷihad que es de enorme interés para nuestro análisis, pues incluye indicaciones sobre el contenido que han de tener las arengas o cómo deben ser las palabras vertidas por el general, además de darnos ejemplos sobre otras arengas famosas. Esta obra nos servirá de referente en los apartados dedicados al contenido de la arenga de Tariq para ver hasta qué punto ésta, además de estar inserta en la tradición general de la retórica militar y compartir buena parte de las características de las arengas de otros contextos, cumple con las exigencias que, en un ámbito islámico, se hacen a este tipo de discursos.

 

 

3.   Un caso concreto: la arenga de Tariq b. Ziyad

 

La arenga cuyo análisis nos ocupa aquí, según las fuentes árabes, fue pronunciada por Tariq b. Ziyad justo antes de la famosa batalla de Wadi Lakku en la que venció a D. Rodrigo, rey de los visigodos. En abril del año 711/ raŷab del 92, Tariq cruzó el Estrecho con sus hombres, una tropa formada casi exclusivamente por beréberes, y desembarcó en el peñón hoy conocido en su honor como “Gibraltar” (Ŷabal Tariq, “Montaña de Tariq”). Desde allí avanzó poco a poco hacia Córdoba, conquistando las zonas que iba encontrando, hasta que le llegaron noticias de la cercanía de D. Rodrigo, acompañado de un ejército de setenta mil hombres, dispuestos a entrar en combate con él. En ese momento, Tariq reunió a sus hombres al pie de la montaña y pronunció esta arenga con el fin de animarles para el combate y prepararles para afrontar las dificultades que se les presentaban. Éste es el modo en que las fuentes nos presentan los hechos. Tratar de saber hasta qué punto fue o no pronunciada esta arenga no tiene sentido en este caso, porque las fuentes a nuestra disposición no nos permiten establecer la realidad de los hechos. Por ello, nos limitaremos a reflexionar, desde un punto de vista formal y de contenido, sobre los mecanismos utilizados en la escritura de la historia que se pueden identificar en este texto.[31]

 

3.1.         Estudio de la forma: versiones y análisis ¿Hacia un texto base?

 

Antes de entrar de lleno en el análisis de las versiones de la arenga de Tariq, creo que es necesario incluir un breve apunte dirigido al lector no habituado a tratar con historiografía árabe, sobre las peculiaridades de este tipo de material y el modo en que se ha transmitido de un autor a otro a lo largo de los siglos. El modo de transmisión de las noticias históricas de una fuente a otra se llevaba a cabo mediante la copia literal o con alguna variación más o menos sutil según el autor.[32] El grado de innovación o de aportación de la propia pluma en muchos casos es realmente escaso, sin embargo, lo que para un mentalidad actual puede parecer un plagio, no es más que un mecanismo muy habitual en este campo, mostrando por tanto, no un intento de copia ilícita de los contenidos -ya que se suele citar la fuente o se incluye alguna referencia a que esa noticia se ha recibido de alguien o se ha tomado de algún sitio -, sino todo lo contrario, pues se trata más bien de un modo de validar la información recogida en la propia obra, mostrando el uso de las fuentes más reconocidas y fiables. Todo esto nos permitirá ver a través de un minucioso análisis comparativo de los textos los distintos estadios de la transmisión de los mismos.

 

En el caso de la arenga de Tariq, ésta nos ha llegado hasta hoy recogida en diversas fuentes y se ha transmitido a lo largo de los siglos en diferentes versiones. Podemos decir que existe un “texto base” a partir del cual han surgido, principalmente, dos versiones de la arenga, seguidas por otras posteriores que presentan ciertas especificidades de mayor o menor trascendencia según la fuente. Así vemos cómo se cumple aquí también lo que ya advertía Iglesias Zoido sobre las arengas, frente a otros tipos de discursos, en cuanto a que, en el caso de éstas, se suele dar un proceso de amplificación de aquello que pudo haber sido pronunciado por un general ante sus tropas, mientras que en el resto de los casos se suele dar el proceso inverso de reducción (compression) respecto a lo que se pronunció. Asimismo, nos advierte de que suele ser aquí donde se observan las mayores manipulaciones llevadas a cabo por los historiadores.[33]

 

Antes de pasar a ver los textos concretos de la arenga de Tariq, con sus correspondientes propuestas de traducción, enumeraré las fuentes en las que se recoge la proclama, ordenadas cronológicamente para ayudarnos en la revisión y comparación de las versiones:

 

 

1. Ibn Wahb (m. 197/812) (IW)

2.               Ibn Habib (174-238/790-852) Kitab al-Ta’rij (IH)

3.               Al-Imama wa l-siyasa (s. III/V-IX/XI) (IM)

4.               Al-Turtuši (440-525/1049-1131), Siraŷ al-muluk (TUR)

5.               Ibn Jallikan (607-680/1211-1282), Wafayat al-a’yan wa-abna’ al-zaman (IJ)

6.               Ibn al-Šabbat (618-681/1221-1282), Silat al-simt wa-simat al-mirt fi šarh simt al-hadi fi l-fajr al-Muhammadi (IŠ)

7. Al-Yafi'i (697-768/1298-1367), Mir’at al-ŷinan wa-’ibrat al-yaqzan fi ma’rifat ma yu’tabar min hawadit al-zaman (YA)

8.               Ibn al-Azraq (831-897/1428-1492), Bada’i’ al-silk fi taba’i’ al-mulk (IA)

9.               Al-Maqqari (986-1041/1577-1632), Nafh al-Tib min gusn al-Andalus al- ratib (NT)

 

 

 

 

 

 

 

La primera de las fuentes, la obra de Ibn Wahb, no se conserva hoy en día. Tan sólo tenemos fragmentos que se han preservado gracias a su inclusión en otras fuentes posteriores. Sabemos que recoge esta arenga porque se trata de la fuente de la que Ibn Habib dice tomar esta información, aunque no por ello podemos conocer si se trata de la primera fuente que incluye este texto o si, a su vez, lo había tomado de algún otro lugar. De este modo, la versión de la arenga de Ibn Habib es la más antigua que conservamos en la actualidad. A partir de este autor, vemos cómo se produce una división clara en las fuentes, representada, por un lado, por la Imama, y por otro lado, por Ibn Jallikan. La primera de estas versiones será la que posteriormente siga Ibn Šabbat, así como al-Turtuši e Ibn Azraq. Esta versión muestra un enfoque mucho más religioso, centrado en las recompensas del martirio, en la importancia de mantenerse firme en el combate y ser paciente ante los sufrimientos, ya que Dios los protegerá por ello y los llevará a la victoria.

 

Por otro lado, la otra versión de la arenga, encabezada por Ibn Jallikan, es la seguida por al-Maqqari y al-Yafi'i, aunque la narración en este último es bastante breve. En cuanto al enfoque mostrado en esta versión, podemos decir que es más superficial en algunos de sus planteamientos, pues, aunque de nuevo aparecen mencionados conceptos del plano más religioso y espiritual, como el martirio o el ŷihad, dentro de los alicientes que Tariq ofrece a sus soldados para mantenerse firmes y fuertes en el combate predominarán las recompensas del Paraíso, las huríes, el botín que obtendrán en al-Andalus, así como la fama futura que alcanzarán entre los musulmanes.


 

 

 

3.2.   Presentación de los tres textos

 

A continuación, recogeré las tres variantes principales de la arenga.

 

1)                    En el primer punto, encontramos lo que podemos considerar como el “texto base” de la arenga, seguido en la versión de Ibn Habib y cuyas variaciones respecto al “original” de Ibn Wahb no podemos precisar, dada la pérdida de la obra de este autor:

 

 

 

دة ا ور د ا س ا وأ ا أ م د ر

إ دم وإ أ وا ق ا إ وا أ و وا ورا ا ا أ س ا أ ل

دو أ أو أ أ

 

Cuando llegó hasta Tariq [la noticia] de su cercanía, se alzó ante sus compañeros, alabó y ensalzó a Allah y después instigó a la gente al ŷihad y les hizo desear el martirio. Luego, dijo: “¡Oh, gentes! ¿Hacia dónde vais a huir si el mar está detrás de vosotros y el enemigo frente a vosotros? No os queda más que, por Allah, la firmeza[34] y la perseverancia;[35] ea, en verdad yo seré quien se enfrente a su tirano por mismo y no abandonaré hasta que me encuentre con él o caiga antes muerto en el intento”.

 

2)                    El segundo texto que vamos a recoger aquí se trata de la primera de estas variaciones de la arenga inicial, incluida en la Imama, donde podemos ver una elaboración realmente llamativa de la anterior versión. Aquí ya se incluyen toda una serie de referencias a temas prototípicos del ŷihad, apareciendo incluso menciones a versículos del Corán. Señalo con el subrayado la versión anterior, para diferenciar las extensas añadiduras de esta fuente:

 

و دة ا ور د ا س ا ا أ م د ر و ن وا ق ا إ وا و أ و وا ورا ا ا أ س ا أ ل

س ا أ ة آ وا ف وا وا وا ر ا و ران ان وه

 


 

إ وإ أ ل ا وا ر آ ا آ ا و وإن ا [36] إن ا ء

ر ه و ا ا ز و ا و ا ن دو أ أو أ أ

ا وار ا و ا أن آ إ آ وإ وأ دوا وآ ا ا و ان وا آ و وا ا إن دة ا اب أ و وا ا ا وا ا ا

ا و ا أ ذا أ وه ا ا ا ء و ا

ا ا ا

 

Cuando llegó hasta Tariq [la noticia] de su cercanía a ellos, se alzó ante sus compañeros y alabó a Dios. Después, instigó a la gente al ŷihad y les hizo desear el martirio, aumentando así sus esperanzas [de triunfo]. Luego dijo: “¡Oh, gentes! ¿Hacia dónde vais a huir si el mar está detrás de vosotros y el enemigo frente a vosotros? No os queda más que, por Allah, la firmeza y la perseverancia, pues estas dos además de invencibles, constituyen dos ejércitos victoriosos, gracias a los cuales nuestra inferioridad numérica no será una rémora, mientras que su superioridad no les proporcionará ventaja al ir acompañada de la debilidad, la pereza, la cobardía, el desacuerdo y la vanidad.[37] ¡Oh, gentes! Lo que yo haga, hacedlo vosotros de este modo: si yo ataco, atacad, si me detengo, deteneos. Así tendréis la apariencia de un solo hombre en el combate; ¡ea! Yo me dirigiré hacia su rey puesto que no lo temo, hasta que me encuentre con él o caiga antes muerto en el intento. Y si me mata, no os debilitéis ni os entristezcáis y no disputéis [entre vosotros], pues [en ese caso] os desanimaréis y se enfriará vuestro ardor,[38] ofreceréis las espaldas a vuestro enemigo y no os esperará otro destino que morir o caer prisioneros.[39] Cuidaos, cuidaos de no conformaros con los bienes terrenales, no os resignéis a la ignominia y no os rindáis[40] y anhelad lo que os proporcione de inmediato el honor y os libre del desprecio y la humillación además de aquello que os garantice la [futura] recompensa del martirio, pues en verdad si [lo] hacéis, Allah estará con vosotros y os protegerá, evitaréis la clara humillación y que hablen mal de vosotros el día de mañana entre quien os recuerde de entre los musulmanes; aquí estoy yo que me lanzaré a la carga hasta que lo alcance y vosotros os lanzaréis a la carga como lo haga yo”

 

2.1) La versión de la arenga que incluye al-Turtuši, aunque sabemos que sigue la versión de la Imama por el contenido, es mucho más breve y concisa que ésta, evitando extenderse tanto en las explicaciones sobre las distintas cuestiones. Incluye solamente, a grandes rasgos, tres cuestiones principales, las cuales, por un análisis formal del texto, podemos deducir que están tomadas de la Imama. Incluimos a continuación esta versión de la arenga para observar tales semejanzas:

 

. و دة، ا ور ا م ة، ا س ا رق أى

ً وأ . ر وا ا إ ، أ و وا ورا ا ? ا أ :ل

دو أ أن وإ أ أن ن ا ، آ ا

 

Al ver Tariq la cantidad de gente que era, se levantó y les incitó a la perseverancia, les hizo desear el martirio, aumentando así sus esperanzas [de triunfo]. Luego les dijo: “¡Oh, gentes! ¿Hacia dónde vais a ir si el mar está detrás de vosotros y el enemigo frente a vosotros? No os queda más que, por Allah, vuestra perseverancia y la victoria [otorgada por] vuestro Señor. Lo que yo haga, hacedlo vosotros como yo. ¡Juro por Allah, que no seré compasivo con su tirano: o bien lo mato a él o caigo antes muerto en el intento!

 

2.1.1) La versión de Ibn al-Azraq sigue sin duda la de al-Turtuši que a su vez, ya hemos visto que seguía la de la Imama -, siendo al igual que ella muy breve y concisa y presentando alguna de las ligeras modificaciones respecto a la Imama sobre las que ya hemos llamado la atención en el punto 2.1. Al no presentar ninguna variación sobre la que merezca la pena incidir, no parece necesario incluir esta versión del texto.

 

2.2) La versión recogida por Ibn Šabbat sigue casi literalmente la extensa versión de la Imama con tan sólo algunas ligeras variaciones que no alteran el sentido de la versión seguida. Es por ello que, al igual que en el caso de Ibn al-Azraq, parece innecesario incluir el texto aquí.

 

3)                    En el caso de Ibn Jallikan tenemos, como hemos dicho al inicio de este apartado, al precursor hasta donde sabemos - de la segunda de las variantes principales de la arenga inicial. Al igual que ocurría con la Imama al compararla con Ibn Habib, aunque el inicio de la arenga es idéntico e incluye la alusión a su objetivo de matar al jefe del enemigo o caer en la lucha contra él, el autor incluye entre tanto toda una disertación sobre cuestiones diversas relativas a los beneficios que adquirirán tras la lucha por la fe, así como diversas directrices sobre cómo actuar durante la batalla. También es significativo, respecto al "texto base", la alteración de la última línea del mismo, donde se pasa de mostrar la disyuntiva entre alcanzar la victoria o morir en la lucha, a plantear la victoria como único resultado posible. Una vez más, marco con subrayado la parte común para que se vea más claramente la extensión de la variante incluida por Ibn Jallikan:

 

 

ا أه ه وأ و ا أ م د ر ق ا إ وا أ و وا ورا وا ا أ س ا أ ل دة ا ور د ا


 

ا وأ وأ وآ ا و م ا دب م ا أ ة ا ه أ ا وا وا

م ا ت ا وإن ا أ ي أ إ ات أ و وزر وأ رة

ه ن أ ا د اءة ا ب ا و ر ذه ا أ وا و رآ ا

إن ا ز ا وإن ا إ أ ا ا ه ة آ أ ا

أ أ س ا ع أر و ة أ ا أ رآ أ وإ ت

أو ا ا ر ا ا إن أ ا وا

وا ن وا ر ا ت ا ا ن ا ت ن ا ر ا ة ا ه ت أ و

ل ا ا ا ا و ن ا ذوي ك ا ر رات ا ن ا ن ن وا ل ا ة وا ن ر وأ را أ ة ا ه ك ور

ا دون و دو ن و ة ا د ر وإ آ ء إ ا اب

وأ إ د إ أول أ ا وا ار ا ا ذآ ن دآ إ و وا اآ

آ ه ن ا ا ء إن ر ا

ا وا ه إ و ه وإن إ آ أ ون زآ و أ

ن ة ا ه ا ا واآ

Cuando llegó hasta Tariq [la noticia] de su cercanía, se alzó ante sus compañeros, alabó a Dios, glorificado y ensalzado sea, y lo ensalzó en los términos que Él se merece. Luego instó a los musulmanes al ŷihad y les hizo desear el martirio. Después dijo: “¡Oh, gentes! ¿Hacia dónde vais a huir si el mar está detrás de vosotros y el enemigo frente a vosotros? No os queda más que, por Allah, la firmeza y la perseverancia. Sabed que vosotros estáis en esta isla más desamparados que un huérfano en la mesa de un avaro, y enfrente tenéis a vuestro enemigo con todo su ejército, bien armado y abundantemente aprovisionado, mientras que vuestro único recurso son vuestras espadas, y no tenéis más alimentos que los que podáis arrebatar al enemigo; si se alarga muchos más días vuestro estado de necesidad y no conseguís ponerle remedio, se enfriará vuestro ardor[41] y los corazones [de vuestros enemigos] trocarán el temor que os tienen ahora por atrevimiento contra vosotros, así que apartad de vosotros mismos la traición que significaría acabar de ese modo y enfrentaos a ese tirano cuya ciudad fortificada ha quedado ahora al alcance de vuestras manos gracias a su presencia aquí; aprovechar esta ocasión que se os presenta será posible a condición de que estéis dispuestos a ofrecer generosamente vuestras vidas.

De ninguno de los peligros de los que os he advertido estoy yo a resguardo ni os he guiado a ningún confín en el que la más barata mercancía fuera la vida sin que la mía fuera la primera expuesta. Debéis saber que, si sois pacientes en lo más áspero durante breve tiempo, obtendréis a cambio lo más placentero y delicioso durante largo tiempo. No pongáis vuestras vidas por delante de la mía,[42] pues vuestra recompensa será mayor que la mía.[43]

Ha llegado a vosotros [la noticia] de las hermosas huríes que florecen en esta península, hijas de los griegos ataviadas con largos vestidos ornados de perla y coral y mantos recamados en oro puro, enclaustradas en palacios de reyes que ciñen coronas; pues os ha escogido al-Walid b. 'Abd al-Malik de entre los héroes como arras[44] y os ha elegido para ser yernos y cuñados de los reyes de esta isla,[45] por su confianza en vuestra diligencia en el combate y vuestra solicitud para luchar con los héroes y los jinetes;[46] él sólo quiere que compartáis con él la recompensa que os otorgará Allah por el enaltecimiento de Su palabra y la manifestación de Su religión en esta isla, mientras que el botín que se alcance habrá de ser en exclusiva para vosotros, sin que haya de ser repartido con él o con el resto de los musulmanes.[47] Allah os socorrerá de modo que podréis obtener excelsa reputación en este mundo y en el otro.[48]

Sabed que yo seré el primero en responder a la petición que os he hecho[49] y que yo, cuando se trabe el combate,[50] cargaré contra el rey de su pueblo, Rodrigo, y lo mataré, si Dios el Altísimo quiere; cargad vosotros conmigo y si muero después de acabar con él, entonces os habré librado de él y no os faltará un héroe inteligente en el que os podréis apoyar;[51] y si muero antes de llegar hasta él (Rodrigo), reemplazadme en mi empresa y cargad vosotros mismos contra él; con su muerte habréis conseguido gran parte de la conquista de esta isla, pues en verdad ellos (los enemigos) después de eso se desbandarán”.

 

3.1)              Al-Yafi'i nos ofrece una versión de esta arenga realmente breve y concisa, aunque, de la comparación textual, deducimos que sigue la versión de Ibn Jallikan. En este caso, podemos observar cómo el autor ha reducido al mínimo el contenido de la arenga, llegando incluso a eliminar la segunda parte de la misma que hasta ahora aparecía recogida en todas las otras versiones, aunque con ciertas variantes en alguna de ellas. Asimismo, llama la atención la selección del texto que se va a recoger aquí pues tan sólo aparece la frase en la que se les dice a los soldados que su único recurso son las espadas. Vemos a continuación el texto y su traducción:

 

 

 

وا أ و وا ورا وا ا أ رق ل و رق د .

إ وز ،و وا ق ا إ

 

Cuando estuvo cerca de Tariq y de su campamento, dijo Tariq a los que iban con él: “¿Hacia dónde vais a ir si el mar está detrás de vosotros y el enemigo frente a vosotros? No os queda más que, por Allah, la firmeza y la perseverancia, pues no tenéis más ayuda que vuestras espadas”

 

 

 

3.2)              La copia del texto de la arenga recogida por al-Maqqari sigue, sin lugar a dudas, la versión de Ibn Jallikan, hasta tal punto que las variaciones de uno a otro son mínimas. Ocurre pues, algo muy similar a lo que veíamos en el caso de la versión recogida por Ibn Šabbat, quien seguía casi literalmente la versión de la Imama. De nuevo aquí, las variaciones de un texto a otro no muestran gran relevancia, siendo mínimas alteraciones ortográficas o léxicas de alguna palabra por su sinónimo. Por esta razón, una vez más, no vemos necesario incluir la versión de al-Maqqari para no repetir el mismo texto.

 

 

3.3.         Estudio del contenido

 

Creo haber insistido lo suficiente sobre la influencia que el contexto que rodea el nacimiento de una obra tiene sobre ésta. Por ello, para llevar a cabo el estudio del contenido de la arenga de Tariq, quizás sería interesante ver el contexto socio-político en el que vivieron y escribieron cada uno de los autores de las distintas versiones de la arenga. Sin embargo, la falta de espacio por un lado, y el temor a alejarnos demasiado del objetivo de este artículo, hacen preferible no profundizar aquí en este aspecto. Asimismo, no podemos olvidar que, en ocasiones, como en el caso de la Imama, no conocemos ni quién ni cuándo se escribió o que, otras veces, no tenemos la seguridad de que ciertas versiones del texto, como ocurre en Ibn Jallikan, sea cosecha de ese autor o, a su vez, sea una copia de fuentes perdidas.

 

No obstante, no quiero dejar de llamar la atención sobre la importancia de los condicionantes ideológicos e historiográficos en la producción de estas arengas, de tal manera que la aparición o no de determinados temas preferentemente a otros, la insistencia en los aspectos religiosos o políticos, el énfasis en los beneficios terrenales o en los espirituales; todo ello estará condicionado en muchos casos bien por la ideología propia del autor, por las exigencias del contexto en el que se recogen los hechos o por las características o las preferencias de la persona a la que va dirigida la obra.


 

 

 

a.                     Topoi

 

A continuación, me dispongo a examinar los temas que se repiten en la arenga de Tariq en relación con los topoi propios de las arengas de distintos contextos espacio-temporales expuestos anteriormente. Al inicio de este artículo advertimos sobre la naturaleza retórica de estos textos, de tal manera que sería común encontrar una serie de temáticas recurrentes en las arengas, fruto de las exigencias de una oratoria militar dirigida a unos soldados que están a punto de enfrentarse a sus enemigos en una dura batalla. Sin duda encontraremos diferencias en el modo en que se responde a estas exigencias, dadas las variantes en las creencias, en los elementos supersticiosos o en el modo de concebir la existencia de las distintas sociedades.[52] Sin embargo, podemos establecer una comparación clara entre los conceptos generales que se repiten en unas y otras arengas. A continuación, veremos una serie de fragmentos extraídos de la arenga de Tariq b. Ziyad que servirán para ilustrar estos temas comunes.

 

Uno de los temas habituales será la exaltación de las cualidades guerreras, como el valor, la bravura o la destreza. Si un general busca fortalecer la confianza de sus hombres en sus propias posibilidades de victoria, habrá de empezar reafirmando su valía como soldados, sus cualidades y aptitudes para la lucha, de tal manera que sientan que son capaces de responder a lo que se espera de ellos como soldados.[53] Así, veremos que en la versión de la arenga de Tariq desarrollada por Ibn Jallikan, éste pone en boca del general beréber frases como la siguiente: os ha escogido al- Walid b. ‘Abd al-Malik de entre los héroes como arras y os ha elegido para ser yernos y cuñados de los reyes de esta isla, por su confianza en vuestra diligencia en el combate y vuestra solicitud para luchar con los héroes y los jinetes”.[54]

 

 

Esto engarza con otro de los temas también muy recurrente como es la descalificación del enemigo con el fin de potenciar la confianza en mismos de los soldados. El general tenderá a ensalzar las características que hacen que su ejército sea superior o más válido para alcanzar la victoria que el del enemigo. Será común que este tipo de argumentos surjan cuando aparentemente la superioridad de su propio ejército podría ponerse en duda, como cuando existe inferioridad numérica de la propia tropa. Ésta fue la situación en la que se encontraron los soldados musulmanes dirigidos por Tariq. No olvidemos que, según las fuentes, la tropa musulmana no contaba con más que 12.000 hombres, frente a los 70.000 de las cristianas. Así, en la versión de la arenga desarrollada por la Imama, se nos indica que Tariq dijo a sus hombres que confiaran en la firmeza y en la perseverancia pues con ambas nuestra inferioridad numérica no será una rémora, mientras que su superioridad no les proporcionará ventaja al ir acompañada de la debilidad, la pereza, la cobardía, el desacuerdo y la vanidad.[55] Vemos por tanto cómo esto le da la oportunidad de mostrar toda una serie de características desdeñables que identifican al grupo enemigo, entendiéndose que ellos mismos poseen las cualidades contrarias. En ocasiones, sin embargo, el general advierte de que si no consiguen mantener su firmeza, lo que en principio puede ser una herramienta perfecta para superar su inferioridad numérica, puede trocarse en todo lo contrario si la pierden, haciendo que los soldados enemigos se crezcan ante su debilidad y los venzan. Ibn Jallikan, en su versión de la arenga, recoge en este sentido las siguientes palabras: enfrente tenéis a vuestro enemigo con todo su ejército, bien armado y abundantemente aprovisionado, mientras vuestro único recurso son vuestras espadas y no tenéis más alimentos que los que podáis arrebatar al enemigo; si se alarga muchos más días vuestro estado de necesidad y no conseguís ponerle remedio, se enfriará vuestro ardor y los corazones [de vuestros enemigos] trocarán el temor que os tienen ahora por atrevimiento contra vosotros.[56]

 

Aunque las fuentes nos otorguen una serie de datos sobre el número de soldados que conformaban los ejércitos, así como sobre el botín o los prisioneros obtenidos, sabemos que en muchos casos eran meras exageraciones con vistas a alcanzar distintos objetivos. En su día, el profesor M. Makki describió la existencia en la historiografía de una tradición egipcia, uno de cuyos representantes fue al-Layt b. Sa'd, cuyos escritos se caracterizaban por la inserción entre el relato de los hechos históricos de fragmentos fantásticos o exageraciones que, en ocasiones, buscaban dar mayor trascendencia a los hechos descritos. Así, en el caso de las exageraciones sobre el número de soldados que formaban el bando propio o el enemigo, éstas servían para dar mayor valor a las victorias musulmanas a pesar de los inconvenientes.[57]

 

Otro de los temas recurrentes en las arengas y que está relacionado con el desprecio al enemigo es la consideración de la causa propia como la justa. El enemigo defiende unos ideales falsos, por lo que el general insiste a sus hombres en que ellos tienen derecho a obtener la victoria en ese enfrentamiento pues ellos defienden una causa justa. En el caso de guerras por la religión como es el caso en el que se desarrolla la entrada de Tariq en la Península, este tema se acentúa pues la lucha se inserta en una política de expansión del territorio y de difusión de una nueva religión por tierras de infieles. De este modo, los ejércitos, formados en principio por creyentes sinceros, estarán dispuestos a dar su propia vida por la religión en la que creen. El general, por su parte, les insistirá en que si ellos son fuertes y se mantienen en la lucha, Dios les ayudará para alcanzar la victoria.[58] Así lo reflejan, por ejemplo, las siguientes palabras que aparecen en la versión de la arenga recogida en la Imama quien dice que si luchan por obtener los beneficios del martirio, “Allah estará con vosotros y os protegerá”.[59] Del mismo modo, en la arenga de Ibn Jallikan, se indica que Tariq dijo a sus hombres que “Allah os socorrerá de modo que podréis obtener excelsa reputación en este mundo y en el otro”.[60]

 

Íntimamente relacionado con esto, otro de los temas que se repetirá constantemente durante este tipo de guerras de religión será la alusión a los beneficios espirituales de la batalla. Todos aquellos que luchen por la causa se convertirán en mártires del Islam y como tales recibirán toda una serie de regalos en el Juicio Final, así como la recompensa de la fama futura entre los musulmanes. Como ya advertimos más arriba, las alusiones a este tipo de recompensas espirituales son más frecuentes en la versión de la arenga recogida por la Imama. Así, ésta pone en boca del general beréber las siguientes palabras: “Cuidaos, cuidaos de no conformaros con los bienes terrenales, no os resignéis a la ignominia y no os rindáis y anhelad lo que os proporcione de inmediato el honor y os libre del desprecio y la humillación además de aquello que os garantice la [futura] recompensa del martirio (…) evitaréis la clara humillación y que hablen mal de vosotros el día de mañana entre quien os recuerde de entre los musulmanes”.[61] Ibn Jallikan aunque no insiste demasiado en este aspecto, también incluye alguna mención a las recompensas en la otra vida, como cuando afirma que “Debéis saber que, si sois pacientes en lo más áspero durante breve tiempo, obtendréis a cambio lo más placentero y delicioso durante largo tiempo”.[62]

 

Ahora bien, los soldados a los que supuestamente iba dirigida esta arenga también eran seres humanos, y como tales, gustaban de los beneficios en este mundo. Además, sabemos que los hombres que componían el ejército con el que Tariq se enfrentó a Rodrigo eran en su mayoría beréberes, es decir, recién conversos al Islam, además de soldados voluntarios, que se unían a estos ejércitos musulmanes durante las conquistas con el único fin de obtener beneficios materiales, o sea dinero y tierras. Por ello, también era importante que el general no dejara de lado estas recompensas a la hora de alentar a sus hombres en el combate, pues conociendo todo lo que podrían conseguir si obtenían la victoria, sería más fácil que se decidieran a mantenerse firmes ante el enemigo en la batalla. Así, como decíamos, Ibn Jallikan incluye varias menciones a este tipo de beneficios materiales, como son el botín[63] o las mujeres. Por ello encontramos frases como las siguientes en las que Tariq afirma que “Ha llegado a vosotros [la noticia] de las hermosas huríes que florecen en esta península, hijas de los griegos, ataviadas con largos vestidos ornados de perla y coral y mantos recamados en oro puro, enclaustradas en palacios de reyes que ciñen corona”[64] y continúa con la frase que recogimos antes en la que les decía que llegarían a convertirse en yernos y cuñados de los reyes de al-Andalus, refiriéndose a los futuros matrimonios entre los conquistadores y la población indígena. Por otro lado, también se dice que Tariq les afirmaba que “el botín que se alcance habrá de ser en exclusiva para vosotros, sin que haya de ser repartido con él (con el Califa) o con el resto de los musulmanes”.[65]

 

Otro tema muy repetido en las arengas será la condena de la huída del campo de batalla. Ya Bliese advertía de que el general debía insistir a sus hombres sobre la importancia de no retroceder ante el enemigo, aunque en ocasiones, por miedo a que al final sus soldados no aguantaran la presión y huyeran, intentaba evitarlo mostrándoles los perjuicios de la huida ya que ésta podía llegar a ser más peligrosa que mantenerse en la lucha.[66] Algo muy similar encontramos en la arenga de Tariq en la versión recogida por la Imama pues el general dice a sus hombres que si se enfría su ardor, “ofreceréis las espaldas a vuestro enemigo y no os esperará otro destino que morir o caer prisionero”.[67] El rechazo a la huida en el caso de esta arenga se convierte en un tema de especial recurrencia[68] si tenemos en cuenta que precisamente todas las versiones comienzan con las palabras “¿Hacia dónde vais a huir si el mar está detrás de vosotros y el enemigo frente a vosotros?”. Con esta frase Tariq parece que da por hecho que a sus hombres se les había pasado por la cabeza la posibilidad de la huida y por ello les plantea la encrucijada que les espera a quienes decidan optar por esa salida. Así insiste en que la única opción que tienen es mantener la confianza en su causa, tener paciencia y esperar la victoria o bien la muerte como mártires en el campo de batalla. No obstante, al analizar el tema de la huida del campo de batalla en un contexto islámico, hemos de tener en cuenta que el Islam la considera como uno de los pecados más graves que puede cometer un musulmán.[69]

 

Por último, este tipo de referencias y advertencias vertidas en las arengas por los generales no surtirían efecto si ellos mismos no actuaran como modelo para sus hombres y mostraran su valor y arrojo por la causa en el campo de batalla. Así animarán a sus hombres a hacer lo que ellos hagan durante el enfrentamiento, demostrándoles que también ellos se expondrán a los peligros del combate y darán su vida por la causa, del mismo modo que se les exige a ellos. Asimismo, también disfrutarán de las recompensas de aquellos que defienden la causa justa y luchan en pro de la verdadera fe. En la arenga de Tariq también este topos aparecerá representado. En este caso, tanto Ibn Jallikan como la Imama representan a Tariq como modelo para sus hombres, dispuesto a participar en el combate como uno más, como es esperable de un musulmán entregado a la obligación de defender su religión contra el infiel. Así, en la versión de la Imama se dice que Tariq, como parte de la estrategia en el combate, les decía que Lo que yo haga, hacedlo vosotros de este modo, si yo ataco, atacad, si me detengo, deteneos (…) Yo me dirigiré hacia su rey puesto que no lo temo, hasta que me encuentre con él o caiga antes muerto en el intento. Más adelante continúa diciendo que aquí estoy yo que me lanzaré a la carga hasta que lo alcance y vosotros os lanzaréis a la carga como lo haga yo”.[70]

 

En el caso de Ibn Jallikan, también Tariq se muestra a sus hombres como un modelo a seguir, pero su estrategia gira más en torno a presentarse a mismo como un igual en la lucha, es decir, insistir en que también él está expuesto a los peligros de la batalla y que, por tanto, todo lo que les pide a ellos, también él lo hará. Así, afirma que De ninguno de los peligros de los que os he advertido estoy yo a resguardo ni os he guiado a ningún confín en el que la más barata mercancía fuera la vida sin que la mía fuera la primera expuesta. Asimismo, continúa diciendo que yo seré el primero en responder a la petición que os he hecho y que yo, cuando se trabe el combate, cargaré contra el rey de su pueblo, Rodrigo, y lo mataré, si Dios el Altísimo quiere; cargad vosotros conmigo y si muero después de acabar con él, entonces os habré librado de él y no os faltará un héroe inteligente en el que os podréis apoyar”.[71]

 

Para finalizar este apartado, el siguiente resumen de las palabras de Ibn Hudayl nos servirá para reafirmar las semejanzas que venimos advirtiendo hasta el momento entre las arengas producidas en contexto islámico y las de otros contextos. Así, el autor dice en su obra que, cuando un general trata de incitar a los soldados al ŷihad, será necesario que utilice términos explícitos y claros, que sean fáciles de entender por todos los hombres, siendo oportuno que utilice términos religiosos para que inspiren la devoción y el deseo de los combatientes de disfrutar de los beneficios de la otra vida. Sólo así estarán dispuestos a entregar su vida por la causa, se fortalecerá su ánimo y desearán el martirio. Por otro lado, el buen orador, dice Ibn Hudayl, insiste constantemente en la idea de que Dios es testigo del enfrentamiento y que enviará a sus ángeles en ayuda de los creyentes si éstos la necesitan. Asimismo, menciona la necesidad de que el general sea claro en la condena de la huida del campo de batalla y los castigos que ésta entraña y, por el contrario, insista en la promesa de la gloria eterna para aquellos que se mantienen firmes. Además de esto, Ibn Hudayl menciona la bondad del musulmán el cual está dispuesto a luchar para defender a sus seres queridos que se ven amenazados, del mismo modo que hacen las bestias con sus crías. Por ello, también estará siempre dispuesto a apoyar a los suyos en la batalla, luchando con el resto de los soldados como un solo hombre. Asimismo, es obligación del general el condenar al enemigo infiel y a sus antepasados al tiempo que insiste en las bondades del Islam y sus fieles, frente a la vileza de la infidelidad.[72]

 

 

Referencias coránicas

 

En un contexto islámico, la oratoria militar tendrá ciertos referentes propios basados en las características específicas de este entorno político, cultural y religioso, temas que tan sólo en un ámbito islámico tienen sentido y que sólo un lector conocedor de este entorno es capaz de comprender en su total significado. En este último apartado, veremos el caso de las referencias coránicas como un ejemplo especialmente elocuente sobre este hecho. Es conocida la importancia capital del Corán en el Islam como letra sagrada, palabra revelada por Dios a Muhammad para servir de guía a los musulmanes de toda época, de ahí que en estas arengas las citas o referencias coránicas sean bastante habituales. La selección de las mismas se corresponde en buena parte con los fragmentos del Corán dedicados a legislar sobre el modo de actuar en la guerra en defensa de la religión, así como los beneficios que obtendrá el creyente que muera desarrollando esta noble tarea.

 

En la arenga de Tariq, las alusiones al Corán no son excesivamente abundantes, pero lo suficientemente significativas como para llamar la atención sobre ello y detenernos en ver qué citas se han elegido y porqué. A continuación, recojo una a una cada referencia, viendo la sura del Corán a la que corresponde y analizando el contenido de la cita cuando sea necesario.

 

Citas directas del Corán:

 

*                      Corán, VIII: 46: “¡No discutáis! Si no, os desanimaréis y se enfriará vuestro ardor!” ( و ر ه و ا ا ز ).

 

Aparece recogida literalmente en la Imama y en Ibn Šabbat [ ر ه و ا ا ز ] y en Ibn Jallikan y al-Maqqari, de un modo parcial [ ر ذه ا أ وا و]. En el Corán, esta frase aparece inserta entre distintas recomendaciones a los creyentes que se enfrentan contra una tropa enemiga. Esta frase parece que es conocida en la oratoria militar pues, en la obra de Ibn Hudayl, aparece en una arenga atribuida a ‘Ali Abi Talib.[73] Llama la atención encontrar las mismas citas coránicas en la arenga atribuida a un personaje de la talla de ‘Ali[74] y la del beréber Tariq b. Ziyad, lo que nos informa en cierto modo de la importancia que este último y sus hazañas tuvieron para los autores que optan por incluir o mantener esta referencia en sus versiones de la arenga.

 

*                      Corán, IX: 120: “Los medineses y los beduinos que acampan a su alrededor no deben quedarse a la zaga del Enviado de Dios ni preferir el bienestar propio al de él ( و ا ه ن آ ا و ا ل ر ا ان اب ا )

 

Aparece recogida en Ibn Jallikan y al-Maqqari de un modo parcial [ ا ]. En el Corán, ésta es una de las recomendaciones que se les hace a los Medineses y a los beduinos que luchaban junto al Profeta, para que no sufrieran ningún daño y todas sus buenas obras fueran tenidas en cuenta el día del Juicio. En el caso de Tariq, también aparecerá recomendando a sus hombres que no miren más por su propia vida que por la de él, pues de ese modo ponen en peligro su salvación y la obtención de las valiosas recompensas que les enumera a continuación.

 

* Corán, XCIV: 4: "No te hemos infundido ánimo [...] y alzado tu reputación?(ك ذآ ور).

 

En la versión de la arenga de Ibn Jallikan, seguida por al-Maqqari, encontramos de un modo parcial una cita de este pasaje del Corán en el que se alude a la reputación que Dios le hizo alcanzar a Muhammad al elegirlo para su misión profética. Como ya hemos indicado en alguna ocasión, las alusiones a la fama futura que alcanzarán los combatientes por una causa justa son comunes en estos textos. Tariq, en este caso, trata de incentivar a sus hombres asegurándoles la ayuda de Dios en la batalla y recordándoles la fama futura que alcanzarán entre los musulmanes cuando logren la victoria. Además, les habla de la reputación, ya no sólo en esta vida, sino también en la otra, haciendo que la relevancia de su éxito sea aún mayor.

 

Referencias a versos del Corán:

 

* Corán, VIII: 46: ¡Tened paciencia, que Dios está con los pacientes!” ( ا ان وا وا ا).

 

Las referencias a este pasaje del Corán aparecen en todas las versiones de la arenga en diferentes momentos de la misma. La paciencia o perseverancia ( ا) que ha de mostrar el creyente que lucha por su religión es una de las virtudes sobre la que se insiste en más ocasiones. En un contexto de ŷihad, con este término se hace referencia a la tenacidad en el combate y a la resignación sobre su destino. El creyente debe saber cuál es la causa por la que lucha y mantenerse firme en ella a pesar de las adversidades, por lo que se le recomienda ser paciente ya que Dios le recompensará en la otra vida por los sufrimientos de ésta. En todas las versiones de la arenga, Tariq


 

aparece diciendo a sus hombres que no les queda más que ser perseverantes y mantenerse firmes ( وا ق ا ا و) - en la versión de al-Turtuši e Ibn Azraq esto varía por la victoria otorgada por Dios ( ر ا) -, pues ello les bastará para vencer al enemigo.

 

Otra alusión a esta resignación aparece tan sólo en la versión de la arenga de Ibn Jallikan y que sigue literalmente al-Maqqari. Según éstos, Tariq anima a sus hombres diciéndoles que si son pacientes durante lo más áspero de la batalla, después podrán disfrutar largamente de los beneficios obtenidos en ésta ( إن أ ا وا

ا ر ا ا).

 

* Corán, IX: 52: “¿Qué podéis esperar para nosotros sino una de las dos contingencias más bellas?” ( ا ى ا ا ن ه).

 

Esta referencia al Corán no está del todo clara, sin embargo, parece existir cierta alusión a este versículo en una frase que incluyen todas las versiones de la arenga, excepto la de al-Yafi'i. Me estoy refiriendo al momento en el que Tariq supuestamente dijo que se enfrentaría él mismo al rey de los cristianos y lo intentaría matar. Según Tariq, su intención era alcanzarlo, si no caía antes muerto en el intento ( دو أ أو أ أ إ دم وإ ا). En esta afirmación, parece que se está aludiendo a estas dos “contingencias más bellas”, término con el que el Corán se refiere a la muerte o a la victoria, las dos únicas opciones con las que cuenta el guerrero musulmán.[75] En el caso de Tariq, por tanto, su firme intención en la batalla aparece como la propia de un buen creyente que lucha por su fe. Es más, en las versiones de Ibn Jallikan y de al-Maqqari, la alternativa se ve reducida a una única opción, la victoria sobre el enemigo ( ر ).

 

 

4.  Conclusiones

 

¿Existe alguna originalidad islámica en la temática de estas arengas? ¿Nos proporciona un material muy alejado de lo que podemos encontrar en otros ámbitos espaciotemporales? A ambas preguntas les corresponde un no, si bien con ciertos matices. Las arengas de contexto islámico no muestran una originalidad especial, más allá de las peculiaridades basadas en su propia ideología musulmana (alusiones al ŷihad, referencias coránicas…). Por lo demás, observamos que existen unos patrones temáticos que se repiten una y otra vez, en todos los ámbitos, dadas las exigencias del contexto bélico específico en el que se pronuncian todas las arengas. Así, el análisis comparativo de los temas propios de estos discursos nos ha permitido corroborar el predominio de las semejanzas frente a las diferencias entre las arengas pronunciadas en distintos contextos, incluido el caso islámico. La razón de todo esto la encontrábamos en la introducción de este artículo, donde reflexionábamos sobre el proceso de escritura de la historia, en su carácter de reconstrucción y, por tanto, susceptible de ser alterado, tergiversado o simplemente influido por el contexto en el que surge. Esto permitía el que textos del mismo tipo, pero diferente origen o época, presentasen llamativas similitudes y coincidencias de fondo y forma. De este modo, la originalidad de cada texto surgirá de la capacidad retórica de cada autor a la hora de reconstruir el hecho relatado, en la elección de uno u otro recurso narrativo para embellecer su texto o la utilización de determinadas referencias o términos con el fin de despertar los sentimientos más diversos. Ahí es donde la historiografía nos proporcionará el material más original y de mayor calidad literaria, dependiendo siempre, como digo, de las capacidades mostradas por cada autor.

 

El estudio en este caso de la arenga atribuida a Tariq b. Ziyad nos ha permitido observar en ella unas peculiaridades que nos ayudan a refrendar en cierto modo lo dicho hasta ahora. Como sabemos, la mayor parte de las fuentes árabes no presentan la figura del beréber Tariq b. Ziyad como el personaje fundamental de la conquista de al-Andalus, sino como delegado para tal efecto de Musà b. Nusayr, el jefe árabe. Sólo algunas fuentes interesadas en llamar la atención sobre la trascendencia del elemento beréber en los acontecimientos, resaltan la autoría de la conquista por parte de Tariq. Sin embargo, como hemos podido comprobar, la arenga de Tariq cumple con las exigencias que planteaba, por ejemplo, Ibn Hudayl, como básicas de todo discurso pronunciado ante un ejército musulmán en un contexto de ŷihad. Asimismo, esta arenga presenta características similares a los discursos militares atribuidos a otros personajes de fundamental trascendencia en el Islam, como 'Ali b. Abi Talib, entre otros. Todo esto confirma que la arenga de Tariq, como producción historiográfica, participa de las características tópicas de este tipo de textos, sirviendo por tanto para ejemplificar el caso islámico en comparación con los discursos de otros ámbitos. Esta arenga pues, no sólo ha sido un texto de gran trascendencia a lo largo de los siglos, como pone de manifiesto su transmisión y permanencia desde las fuentes árabes premodernas hasta hoy, sino que es una excelente muestra de este tipo de discursos, ya que nos proporciona un material de enorme interés desde el punto de vista retórico e historiográfico.

 

 

OMAYRA HERRERO SOTO

CCHS - CSIC

Albasanz, 26-28, 28037 Madrid omayra.herrero@cchs.csic.es


 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

 

 

Fuentes Primarias

 

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[1] Este artículo es fruto, en parte, de la investigación llevada a cabo para la obtención del DEA (año 2009), que desembocó en un trabajo titulado “Los conquistadores del occidente islámico. Análisis historiográfico de las figuras de ‘Uqba b. Nafi’, Musà b. Nusayr y Tariq b. Ziyad”. En aquella ocasión, me limité a recoger en un apéndice las distintas versiones de la arenga de Tariq b. Ziyad, con su correspondiente traducción, y a realizar un brevísimo análisis sobre su contenido. Agradezco desde aquí a Luis Molina el haberme animado a ampliar aquel trabajo y haberme otorgado su siempre desinteresada y paciente ayuda para llevarlo a cabo. Gracias también a mis directores de tesis, Maribel Fierro y Rachid el Hour, por haberse prestado a leer el artículo y por proponer sus sugerencias y correcciones. Debo agradecerles también al resto de compañeros, tanto del Centro de Ciencias Humanas y Sociales de Madrid, como a los de la Escuela de Estudios Árabes de Granada el haberme ayudado siempre que lo he necesitado. Un último agradecimiento para David Paniagua, por su generoso envío de referencias, las cuales me fueron de gran utilidad.

[2] HANNOUM (2001: xviii).

[3] IGLESIAS ZOIDO (2008: 20-21). En este trabajo, el autor realiza un interesante repaso de las tendencias historiográficas desde el siglo XIX hasta la actualidad, ofreciéndonos la principal bibliografía al respecto.

[4] La bibliografía es muy amplia, pero podemos mencionar los siguientes trabajos: BACHRACH (1985); BLIESE (1989 y 1991a y b); CAMPBELL (1987); CARMONA CENTENO (2009); CATIGNANI (2004); GARCÍA FITZ (2008); HANSEN (1993); IGLESIAS ZOIDO (1996-2003, 2000 y 2007); KEITEL (1987); MILLER (2008); PANIAGUA AGUILAR (2007); STORELLI (2009)

[5] IGLESIAS ZOIDO (2007: 229). En la misma línea, BLIESE (1991: 203) y HANSEN (1993).

[6] PRITCHETT (1994 y 2002) y EHRHARDT (1995).

[7] Cf. algunos casos de estudio de las arengas surgidas en contexto arabo-islámico, como los trabajos llevados a cabo por GARCÍA FITZ (2008: 461-464) o por KARAPLI (1993).

[8] NOTH (1994: 93).

[9] BLIESE (1989: 204).

[10] BLIESE (1989: 204-217 y 1991: 3-4).

[11] Sobre el miedo a la huida del campo de batalla, v. el artículo de BLIESE (1991b) o la parte dedicada a esta cuestión en la obra de VERBRUGGEN (1977: 27 y ss).

[12] En un contexto islámico como el que nos ocupa, esto se podría modificar por personajes o lugares de valor espiritual para el guerrero, como el Profeta y sus Compañeros, etc.

[13] Bliese realizó un interesante trabajo sobre el miedo de los soldados y la posibilidad de que su valor se viera mermado en situaciones de tensión y sobre cómo los generales lograban combatir esto mediante las arengas (BLIESE, 1991). Sobre miedos, también merece la pena destacar el trabajo de C. CARLÉ, sobre los “miedos medievales”, en especial el apartado dedicado al “Miedo a la muerte” (1991: 147-150).

[14] Sobre la noción de “guerra justa”, v. GARCÍA FITZ (2003: 23-84).

[15] Sobre esto, v. VERBRUGGEN (1977: 27-50).

[16] GARCÍA FITZ (2008: 434).

[17] GARCÍA FITZ (2008) Y PANIAGUA (2007).

[18] Más adelante volveremos sobre esta comparativa, profundizando un poco más en ello y aportando ejemplos que ilustren cada uno de estos topoi.

[19] PANIAGUA (2007: 19). La misma idea puede verse en IGLESIAS ZOIDO (2008: 29), siguiendo, entre otros, el trabajo de CAMPBELL (1987).

[20] PANIAGUA (2007: 10).

[21] GARCÍA FITZ (2008: 435).

[22] Sobre esto, volveremos más adelante para ver su paralelo en el caso islámico.

[23] GARCÍA FITZ (2008: 445-461).

[24] Encontrar un término preciso para traducir la palabra ŷihad, incluyendo todos los matices de este concepto es complicado, habiéndose generado mucha controversia sobre la impropiedad de su uso como sinónimo de “guerra santa”. Por ello, he decidido mantener a lo largo del artículo el término árabe ŷihad. No obstante, para profundizar en el tema, remito al artículo de la Encyclopedie de l’ Islam (v. E. TYAN, “Djihad”, EI, Brill-Online) y al apartado dedicado a este tema en VERCELLIN (2003: 49-53).

[25] Las referencias temporales incluyen la fecha del calendario cristiano y la del calendario islámico, teniendo éste como punto de partida la emigración del Profeta a Medina en el año 622 (v. n. 25), además de ser un calendario lunar, en vez de solar y, por lo tanto, de años más cortos.

[26] Con el término Hégira, Hiŷra en árabe, se designa la emigración del Profeta desde La Meca a Medina, en septiembre del año 622/ rabi' I del 1. Para más información al respecto, v. W. MONTGOMERY WATT, “Hiŷra”, EI², Leiden-Brill, 1986, vol. III, pp. 266-367.

[27] Por ejemplo, v. Corán, II: 215; III: 139-141, 163-168 o 195-197; IV: 76 o 97; V: 39; IX: 38-41, 90-94 o 112-113; XXII: 57-58; XXIX: 69; XLVII: 2-7 o 37; XLVIII: 18-24; LXI: 4 o 10-13.

[28] En la actualidad, contamos con una amplísima bibliografía sobre el ŷihad. Entre las referencias más recientes tenemos las siguientes: MORABIA (1993), FIRESTONE (1999), FLORI (2004: 69-119) y BONNER (2006). Sobre el uso de la arenga como parte de la estrategia militar, cf. AL-ŶANABI (1984).

[29] Muhammad V fue rey nazarí de Granada desde el año 1354/755 hasta 1358/760 y, de nuevo, de 1362/763 al 1391/793. Para más información, cf. El trabajo de F. Vidal en VIGUERA (coord.) (2000: 133-135 y 137-141).

[30] Esta primera parte fue traducida al francés por Louis Mercier en el año 1926, bajo el título L’ornament des ames et la devise des habitants d’el Andalus, París.

[31] El estudio de esta arenga ya ha sido abordado en otras ocasiones, aunque desde puntos de vista diferentes: JAFAŶI, M. 'A. M. (1962), Qissat al-adab fi l-Andalus, Beirut, p. 346; AL-HARRAS, 'A. S. (1968), “Jutbat Tariq ibn Ziyad min ŷadid”, Da'wat al-haqq, 5, pp. 126-129.

[32] Sobre esta cuestión, cf. los artículos de LANDAU-TASSERON (2004) y MOLINA (2007).

[33] IGLESIAS ZOIDO (2008: 34).

[34] El término ق l hace referencia a la sinceridad de la intención, pero también a la fuerza y al vigor, especialmente en un contexto de batalla (v. LANE (1863: 1666), ل l ا ه l They gave them battle earnestly not with a false show of bravery”).

[35] El término l designa de manera general a la paciencia, aunque, de nuevo en contexto bélico, se refiere a ser constante, perseverante, resistir los inconvenientes ante la promesa de recompensa, ya sea material o espiritual. Para ver los matices del término árabe sabr “paciencia, perseverancia”, v. A. J. WENSINCK, “Sabr”, EI², Brill-Online. Para ver el uso coránico de ambos términos, v. E. M: BADAWI y M. ‘ABD HALEM (2008: 518 y 507 respectivamente).

[36] El verbo tiene el mismo doble sentido que en español: ‘cargar’=llevar cargado; ‘cargar’= ir contra algo (término de guerra).

[37] Refiriéndose aquí a la enorme diferencia en número de soldados entre las dos tropas, las cristianas y las musulmanas. Tariq anima así a sus compañeros a resistir, aunque sean menos, pues ellos cuentan con la firmeza y la paciencia que les faltan a los cristianos.

[38] Corán, VIII: 46. “¡Y obedeced a Dios y a Su Enviado! ¡No discutáis! Si no, os desanimaréis y se enfriará vuestro ardor!” ( l ر ه l و ا l ا ز l و l ور ا ا l وأ). Las traducciones del Corán siguen la edición de J. Cortés (El Corán, ed. y trad. J. Cortés, Barcelona, 1999).

[39] Lit. ‘os repartiréis entre morir y caer prisioneros’ ( وأ دوا ).

[40] Frase hecha: ‘dar con tu propia mano’ = ‘ofrecer la mano / rendirse’.

[41] Misma referencia coránica que encontrábamos en IM (Corán, VIII: 46).

[42] Corán, IX: 120. “… ni preferir el bienestar propio al de él”.

[43] Los textos de Ibn Jallikan y al-Maqqari presentan versiones distintas, parece mejor la del Nafh, pero tampoco está muy clara.

[44] Anticipo’, ‘parte del precio de una cosa que se entrega por anticipado’.

[45] Esto nos trae a la mente el caso concreto de 'Abd al-'Aziz b. Musà. Éste, que fue el primer gobernador de al-Andalus tras la partida de su padre, Musà b. Nusayr, a Damasco en el año 714/95, se casó con la viuda de D. Rodrigo, Egilona, quien se dice que se convirtió al Islam con el nombre de Umm 'Asim. 'Abd al-'Aziz b. Musà fue asesinado en el año 718/97 y le sucedió su primo Ayyub b. Habib al-Lajmi (Para más información, v. LÉVI-PROVENÇAL, “Abd al-'Aziz b. Musà”, EI², Leiden- Brill, 1986, vol. I, p. 58).

[46] Trad. alternativa: ‘en la lucha de los héroes y los jinetes’ (en todas las demás referencias del texto al término ‘héroe’ va dirigido a ellos mismos, no a los ‘héroes’ cristianos, a los que siempre se refiere como ‘enemigo’. Todo este párrafo, desde "Ha llegado a vosotros…", está en prosa rimada.

[47] اآ ا دون و دو ً ن و.

[48] Corán, XCIV: 4. " No te hemos infundido ánimo [...] y alzado tu reputación?(ك lذآ l l ور). Esta aleya es explicada por Qatada del siguiente modo ة l 'lوا ا ذآ ا ر, es decir alzó Allah su reputación [la del Profeta] tanto en esta vida como en la otra” (v. IBN KATIR (2000: T. XIV, 389)).

[49] ‘Yo seré el primero en hacer lo que yo os he pedido que hagáis’.

[50] Lit.: ‘Cuando se junten los dos ejércitos’ ( ا ).

[51] Noth recoge, entre sus topos de la conquista, la aparición de referencias a los sustitutos de los generales en el caso de que éstos caigan en la batalla. En los casos que él analizó, encontró largas listas de nombres concretos, no como en este caso en el que se hace referencia a un supuesto sucesor, del que sólo se garantiza que será válido, pero no se da ningún nombre. V. NOTH (1994: 120-122).

[52] Para ver unas breves reflexiones y ejemplos sobre temas comunes en arengas de contexto islámico, v. NOTH (1994: 93-96), donde analiza la aparición de temas tanto religiosos, como del paganismo árabe en arengas atribuidas a los generales de las primeras conquistas musulmanas orientales.

[53] Este valor y arrojo de los soldados será avivado también a través de otros mecanismos, como ya nos advertía Paniagua, como era el uso de las trompetas para anunciar el inicio de la batalla y que servían para alentar el ardor guerrero de los soldados. Éstos reconocían en el sonido de la trompeta la señal para lanzarse al ataque. De igual modo, en otros contextos bélicos, existirían otras señales de combate. Así, en contexto islámico, el grito del takbir (Fórmula Allahu Akbar “Dios es el más grande”), desarrollado en tres fases, era considerado como una señal de que el ejército debía prepararse para lanzar el ataque. Con el primer takbir los hombres debían rectificar sus posiciones; con el segundo, apuntar hacia donde se encontrara su objetivo; y con el tercero, comenzarían el ataque. V. IBN HUDAYL (1936: 181); NOTH (1994: 143-145).

[54] IJ/ NT.

[55] IM/IŠ

[56] IJ/NT

[57] MAKKI (1957: 158-161 y 174-180).

[58] En ocasiones, esta ayuda divina también se manifiesta a través de alguna señal que indica que la victoria estará del bando propio, como le ocurrió a Tariq en una especie de sueño premonitorio que tuvo cuando iba en el barco que les cruzó el Estrecho. Dicen algunas fuentes que, estando dormido, de repente se le apareció en sueños el Profeta Muhammad acompañado por sus Compañeros, todos ellos armados con espadas y arcos, mientras entraban en la Península, y el Profeta le decía: “¡Adelante en tu asunto, Tariq! Trata bien a los musulmanes y respeta los tratos”. Cuando Tariq se despertó, consideró este sueño como una señal de la victoria que les esperaba al llegar a al-Andalus, por lo que se dirigió a sus compañeros y se lo contó (Sobre esta anécdota: IBN AL-QUTIYYA (1926: 8); FATH AL-ANDALUS (1994: 16); IBN AL-ATIR (1979: IV, 562); AL-NUWAYRI (1917: II, 26)).

[59] IM/IŠ.

[60] IJ/NT

[61] IM/IŠ

[62] IJ/NT

[63] Para todo lo relativo al botín y sus prescripciones, tenemos el estudio de ROBERT (2002).

Para al-Andalus, el estudio más reciente es el de GARCÍA SANJUÁN (2008).

[64] IJ/NT

[65] IJ/NT

[66] BLIESE (1989: 209 y 1991b).

[67] IM/IŠ. Sobre esto, véase el artículo de FIERRO (2008), donde la huida del campo de batalla aparece recogida en la lista de pecados graves realizada por al-Dahabi (m. 748/1348) a partir de una aleya coránica.

[68] Este tema constituye un topos historiográfico muy común. Los generales emplean diferentes mecanismos para evitar que sus hombres se vean tentados con la huída. Estos mecanismos varían según la época o el contexto, por lo que podemos encontrar desde la amenaza con el acorralamiento con el mar, o la quema de los barcos - también este topos aparece vinculado a la historia sobre la conquista de al-Andalus, aunque sólo se recoge en el Fath al-Andalus -, la rotura de las vainas de las espadas o el bloqueo del camino, entre otros. Sobre esto, V. BLIESE (1991b: 497).

[69] Sobre esto, véase el artículo de FIERRO (2008), donde la huida del campo de batalla aparece recogida en la lista de pecados graves realizada por al-Dahabi (m. 748/1348) a partir de una aleya coránica.

[70] IM/IŠ/TUR

[71] IJ/NT

[72] IBN HUDAYL (1936: 184).

[73] IBN HUDAYL (1937: 177). ‘Ali b. Abi Talib fue el cuarto califa omeya de Damasco y ocupó el trono desde el año 655/34-661/40.

[74] En su día, F. Tarhini llamó la atención sobre el carácter modélico de 'Ali como guerrero musulmán, así como su elocuencia en los discursos militares: TARHINI (1990: 87).

[75] IBN HUDAYL (1937: 181, n. 16).