OMAYRA HERRERO SOTO
LA ARENGA DE TARIQ B. ZIYAD: UN EJEMPLO
DE CREACIÓN RETÓRICA EN LA
HISTORIOGRAFÍA ÁRABE[1]
ABSTRACT: Assuming that historiography is a rhetorical product, this paper deals with the study of battle exhortations in Islamic contexts as an example of such assumption. The speech attributed to Tariq b. Ziyad, the Muslim conqueror
of al-Andalus, is the case studied. The study of its textual problems
and of its contents
will allow us to
analyze, on the one hand, the transmission
of the text in different
versions through
the centuries, and, on
the other, the topoi that the
speech shares with battle exhortations
from other temporal and spatial
contexts, as well as the peculiarities of the Islamic
case.
KEY WORDS: Battle exhortation, Islam, Tariq b. Ziyad, Historiography, Rhetoric, Topoi
RESUMEN: Partiendo de la concepción de la historiografía como producto retórico, este artículo
aborda el estudio de las arengas
militares en contexto islámico como muestra
de dicha actividad
historiográfica. El caso de la arenga atribuida a Tariq b. Ziyad,
conquistador musulmán de al-Andalus, servirá de ejemplo
para ello. Su estudio textual y de contenido
permitirá observar por un lado, la transmisión del texto a lo largo de los siglos en distintas versiones del mismo, y por otro, los topoi comunes a las arengas
surgidas en otros contextos
espaciotemporales y las peculiaridades del caso islámico.
PALABRAS CLAVE: Arenga, Islam, Tariq b. Ziyad, Historiografía, Retórica, topoi
Fecha de Recepción: 10 Junio de de 2010.
Fecha de Aceptación: 11 de Septiembre de 2010.
« ¡Oh, Profeta! ¡Incita a los creyentes al combate!»
(ل ا ا ّض ا أ )
Corán, VIII: 65
1. El texto histórico como ejercicio retórico. El caso de las arengas
AL ANALIZAR la producción historiográfica de un determinado grupo o época,
encontramos un material
que es a la vez reflejo
y receptáculo del contexto que lo ve nacer y de la pluma que lo escribe. Habremos de diferenciar así entre dos nociones muy
claras, la de historia, como
sucesión de acontecimientos,
fechas y personajes que interactúan conformando una realidad única, y la de historiografía, es decir, la escritura
de la historia expuesta a la transformación de los acontecimientos según los intereses de cada momento o las distintas visiones
de cada autor. Los relatos históricos, como creaciones humanas, reflejan
las ideologías de los propios historiadores, los cuales,
al contar un determinado relato, dejan ver sus propios deseos, sus pensamientos o sus modos de ver el mundo.[2] De este modo, estamos ante un tipo de material
donde el relato de hechos reales se ve intercalado por datos ficticios y recursos
narrativos y estilísticos. Durante mucho tiempo, se ha discutido sobre el grado de fidelidad
existente entre el texto histórico
y el hecho que realmente tuvo lugar. El profesor
Iglesias Zoido nos ofreció en su día un repaso sobre la evolución
de este debate hasta llegar al estado actual del estudio
historiográfico.[3] El presente trabajo se inserta en esta línea de investigación actual, la cual ve el texto histórico
como una reconstrucción de los hechos
susceptible de alteraciones de la realidad, según unas exigencias retóricas, literarias y estilísticas y una intencionalidad evidente, y no tanto como una herramienta infalible para conocer
los hechos del pasado.
Las arengas militares, como parte de esta producción historiográfica, plasmarán en su escritura
todo este tipo de peculiaridades. Por ello, cuando afrontamos su análisis, hemos de tener en cuenta
hasta qué punto estamos
ante un discurso
realmente pronunciado o bien se trata
del fruto de la actividad retórica de un determinado historiador.
Han sido muchos los trabajos
dedicados a desentrañar la relación entre historiografía y retórica,
vista a través de estos textos.[4] En este sentido,
Iglesias Zoido, siguiendo la línea ya introducida por autores como Bliese o Hansen,
ponía sobre la mesa en
uno
de sus artículos el siguiente
interrogante: “¿hasta qué punto una descripción o el desarrollo narrativo de una batalla,
arengas incluidas, están determinados por lo realmente
sucedido o sólo es producto del modelo
literario transmitido por la formación
retórica?”.[5] Estas ideas fueron criticadas posteriormente por autores como Pritchett o Ehrhardt,
para quienes los discursos recogidos en el texto histórico no pueden
considerarse totalmente inventados y ajenos
a lo que realmente se pronunció en el campo de batalla.[6] En el ámbito greco-latino o el cristiano medieval
existe ya una tradición
de estudios sobre la arenga historiográfica. Sin embargo,
en contexto islámico,
todavía queda mucho terreno
por recorrer en el estudio de la oratoria
militar y de las arengas.[7] No obstante, en alguna ocasión
ya se ha puesto en evidencia cuestiones como las que señalan los dos autores anteriores, es decir, el carácter
ficticio de estos discursos y su finalidad retórica. Así, A. Noth, en un estudio historiográfico sobre
los
topoi de las conquistas musulmanas orientales,
dejaba claro que “Although
these [speeches] are certainly fictitious in their formulation, like all other speeches,
they merit attention because they apparently still contain allusions to early
conditions and ideas. They must indeed have also had the goal of emphasizing the religious aspect of Muslim warfare”.[8]
Como creaciones retóricas, será esperable que estas arengas presenten una serie de
aspectos comunes
que sobrepasan el ámbito
espacio-temporal donde se
producen. El contenido
de estas arengas,
aunque varíe en cierto
modo según los contextos, presenta una serie de temas comunes y recurrentes, lo que nos permite hablar de la existencia de unos topoi propios de los relatos
de batallas en general y de las arengas
en particular que ya en distintas ocasiones se ha tratado de enumerar
y jerarquizar. Bliese es uno de los principales promotores del estudio pormenorizado y jerarquizado de los topoi presentes en las arengas.
Así, en un artículo
basado en el análisis de crónicas
de la Europa occidental entre los años 1000 y el 1230, afirmaba que “If we analyze these speeches, searching first for the specific appeals and persuasive strategies (rhetorical topoi) (...) and the results, we will have (...) an entire 'vocabulary of motives in war', for the whole region and period from which the speeches
come. Comparing the relative frequencies of these various topoi will then give us a hierarchy
of those motives”.[9] Siguiendo el trabajo
de Bliese, podemos resumir los temas que propone en los siguientes puntos:[10] 1) Llamadas
a los valores
marciales y caballerescos (bravura, valor, destreza…), conectándolo con el reconocimiento público; 2) Consideración de la propia causa como la justa; 3) Seguridad
de la ayuda divina; 4) Ventaja
sobre el enemigo,
superioridad militar; 5) Recuerdo de la recompensa eterna que conllevará la lucha,
así como el perdón de los pecados
cometidos anteriormente. Mención de los mártires
por la fe; 6) Mención del botín y los beneficios materiales devenidos de la
acción bélica; 7) Condena
de la huida y de laretirada
del campo de batalla;[11] 8) Necesidad de defender
a la
familia y al territorio; 9) Recuerdo de las victorias pasadas y de los méritos de los antepasados. Necesidad de mantenimiento de la reputación; 10) Venganza;
11) Seguridad en la victoria sobre el enemigo:
el valor es más importante
que la superioridad numérica;
12) Recuerdo de la lucha por Cristo y el Santo Sepulcro
en un contexto cristiano;[12] 13) Presentación del general como un modelo a
seguir; 14) Afirmación de que la batalla que se disponen
a iniciar es la que llevan tiempo esperando.
El objetivo fundamental del uso recurrente de estos temas es principalmente moral. El general, consciente de los miedos lógicos de sus soldados ante la inminente
batalla, tratará de reforzar
el valor de sus hombres, motivarlos para hacer frente a tan difícil
situación y, para ello, recurrirá
a los motivos que sabe que están presentes
en el ideario de sus hombres, a los valores
que para él son importantes, como buen soldado,
buen creyente y buen padre de familia.[13] Así pues, el recuerdo
de sus obligaciones religiosas, de los beneficios espirituales que adquirirán con su lucha; las menciones
a las razones y el derecho que poseen a emprender
esa batalla y la ayuda de Dios garantizada precisamente por la justicia
de su causa;[14] los beneficios materiales que obtendrán
(botín, tierras, etc.)…,
todo ello servirá
de aliciente para estos hombres que no dejaban de ser humanos
y que, como tales, tendrían miedos e incertidumbres sobre su futuro.[15] Al mismo tiempo,
desde el punto de vista de la actividad historiográfica del cronista,
como apuntó García Fitz, “las arengas
habitualmente expresan las concepciones básicas que el hombre medieval
podría tener sobre la motivación y la moral de combate,
si bien su forma concreta
de expresión podía tener una dosis no despreciable de creación retórica”.[16]
Más recientemente, Francisco García Fitz y David Paniagua han continuado
en esta misma línea de estudio de los topoi de las arengas militares en sendos artículos, el primero
sobre las arengas en la historiografía de las cruzadas y el segundo, desde la tradición polemológica latina.[17] De este modo, a los temas expuestos
por Bliese, podemos sumar algún otro, introducido por Paniagua en su artículo,
que merece la pena destacar
por encontrar paralelos en la oratoria militar en contexto
islámico.[18] El autor comienza
presentando los argumentos relativos a la pertinencia de la arenga
antes de iniciar una batalla, así como las características que ésta debe presentar, basándose en los tratados
sobre ars militaris y colecciones de stratagema de diversos autores
grecolatinos. Según este autor, la arenga tiene como objetivo
“la creación o consolidación de estados
de opinión que se traducen
en estados de ánimo”, de ahí que sea preciso que el general
posea “aptitudes retóricas”.[19] Insiste así en la funcionalidad de la palabra
durante el combate
como elemento de persuasión con efectos directos sobre su desarrollo.[20] De este modo, el autor distingue
entre la arenga
pronunciada antes de la batalla,
que sirve para elevar
el ánimo de los soldados
y prepararlos para las dificultades de la lucha, y la que se debe dirigir
al ejército cuando se sufre una derrota,
para reparar los ánimos.
Por su parte, también García Fitz advierte de la importancia que tenía el que el general lograra a través de la palabra transmitir su propia seguridad a los soldados.[21] Otro tema destacable es la importancia de la combinación de la arenga con otros procedimientos militares como, por ejemplo, el sonido
de las trompetas que anuncian
el inicio de la batalla y que sirven
para despertar el ardor guerrero
de los soldados,
que puede compararse con el uso de ciertas proclamas o gritos de guerra,
justo antes del combate.[22] Por otro lado, destaca la función de “sanador de las tropas”
que ejerce el general.
Éste no sólo está obligado a animar a los soldados a la lucha, sino también
a reparar sus ánimos cuando estén decaídos
o hayan sufrido
una derrota. Por último, cabe destacar
una de las características mencionadas por García Fitz, como es la profusión de citas bíblicas en las arengas, lo que confiere
al discurso, según el autor, un halo providencialista y sirve como medio de difusión de la ideología clerical
a través de los textos historiográficos.[23] Esta característica tendrá un paralelo
bastante evidente en el caso islámico, con el uso de citas coránicas, como podremos ver más adelante.
2. El ŷihad y la arenga en contexto islámico
Ya hemos aludido
a la existencia en las crónicas históricas de exhortaciones militares pronunciadas por los generales musulmanes ante sus hombres. Hemos hablado también de la finalidad que estos pasajes
tenían dentro de la narración
histórica y de los mecanismos propios de la historiografía que afectaban
al modo en que estas arengas
aparecían escritas. Además de esto, contamos
con una serie de escritos en los que se intenta normativizar este tipo de discursos, como parte de los mecanismos desarrollados durante las guerras
de expansión y defensa del Islam. De este modo, al igual que en un ambiente grecolatino esta labor se llevaba a cabo en tratados sobre ars militaris o en manuales de stratagema, dentro del mundo musulmán estas nociones aparecerán insertas en obras dedicadas al ŷihad
o guerra de expansión
y defensa del Islam,[24] obras en las que se expone,
entre otra serie de cosas,
qué es el ŷihad, quién está obligado a participar en él, qué recompensas obtendrán aquellos que luchen por la fe islámica
o qué estrategias son válidas en este tipo
de enfrentamientos. Mi objetivo aquí no es hacer una exposición sucinta de la evolución de los tratados
sobre la doctrina
del ŷihad en el Islam a lo largo de su historia.
Sin embargo, creo que puede ser interesante recoger algunas nociones sobre ello para situarnos
en el contexto en el que se generan textos como el que aquí nos ocupa.
Como sabemos,
el Islam surge en la Arabia del siglo VII/I[25] tras la Revelación
concedida por Dios a su Enviado Muhammad,
quien, desde ese momento, comienza
a predicar la nueva fe y a rodearse de los primeros
creyentes que se convierten al Islam. A partir de la Hégira[26] del Profeta en el año 622/11 a Medina y el inicio de la política de expansión territorial y de difusión
de la nueva fe, será cuando Muhammad
comience a actuar como legislador
en materia de guerra y el término ŷihad se especialice con el sentido
de sacrificio en la vía de Dios. Todo musulmán
– que cumpla unas mínimas
condiciones económicas y de salud – estará obligado
a formar parte
de estas campañas
en pro de la religión, con el incentivo
de que aquél que muriera
en el transcurso de estos enfrentamientos sería considerado un mártir de la
religión y obtendría toda
una
serie de recompensas en ésta y en la otra vida. El Corán recoge
varios versículos en los que expone la obligación del ŷihad para los musulmanes,[27] así como existen diversos
hadices o tradiciones del Profeta sobre el mismo tema. Además,
como era presumible, no tardarían en aparecer diversos tratados legales
– especialmente entre los siglos IX/III y XI/V - y comentarios al Corán dedicados
a explicar sucintamente toda una serie de observaciones y recomendaciones sobre el ŷihad, como por ejemplo
en el Qidwat al-gazi (“El modelo del guerrero”) del alfaquí de Elvira, Ibn Abi
Zamanin (m.
399/1008) o, posteriormente, el estudio
más amplio de al-Mawardi (974/364-1058/450), en sus Ahkam al-Sultaniyya (“Ordenanzas del gobernante”).[28]
Otro ejemplo de este tipo de tratados compuestos para
tal efecto es el Tufhat al- anfus wa-ši'ar
sukkan al-Andalus (“Regalo de los espíritus
y blasón de los andaluces”) de Ibn Hudayl, escritor de la Granada de la segunda mitad del s. XIV/VIII.
Esta obra fue escrita por orden del sultán Muhammad
V[29] y su objetivo principal era convencer
a los musulmanes andalusíes de la necesidad de tomar las armas como lo hicieron
en su día sus ilustres
antepasados durante las primeras
conquistas musulmanas. Esta obra
presenta una primera parte
dedicada a la doctrina del ŷihad que es de gran interés
para el objeto que aquí nos ocupa.[30] En esta obra, entre otras materias,
se estudia el ŷihad y las promesas que Dios ha hecho para aquellos
que luchen por la fe; la obligación del ŷihad; qué se debe hacer antes
y durante las batallas
o consejos para los emires
del ejército. Asimismo, dedica
un capítulo a la incitación al ŷihad que es de enorme interés para nuestro análisis, pues incluye indicaciones sobre el contenido
que han de tener las arengas o cómo deben ser las palabras
vertidas por el general, además
de darnos ejemplos
sobre otras arengas famosas. Esta obra nos servirá de referente
en los apartados
dedicados al contenido
de la arenga de Tariq para ver hasta qué punto ésta, además de estar inserta
en la tradición general
de la retórica militar y compartir
buena parte de las características de las arengas de otros contextos, cumple con las exigencias que, en un ámbito
islámico, se hacen a este tipo de discursos.
3. Un caso concreto: la arenga de Tariq b. Ziyad
La arenga cuyo análisis
nos ocupa aquí, según las fuentes árabes, fue pronunciada por Tariq b. Ziyad justo antes de la famosa batalla
de Wadi Lakku en la que venció a D. Rodrigo,
rey de los visigodos. En abril del año 711/ raŷab del 92, Tariq cruzó el Estrecho con sus hombres,
una tropa formada casi exclusivamente
por beréberes, y desembarcó en el peñón hoy conocido en su honor como “Gibraltar” (Ŷabal Tariq, “Montaña de Tariq”). Desde allí avanzó
poco a poco hacia Córdoba, conquistando las zonas que iba encontrando, hasta que le llegaron noticias de la cercanía
de D. Rodrigo,
acompañado de un ejército
de setenta mil hombres, dispuestos a entrar en combate con él. En ese momento, Tariq reunió a sus hombres
al pie de la montaña
y pronunció esta arenga con el fin de animarles
para el combate
y prepararles para afrontar
las dificultades que se les presentaban. Éste es el modo en que las fuentes nos presentan los hechos. Tratar de saber hasta qué punto fue o no pronunciada esta arenga no tiene sentido en este caso, porque
las fuentes a nuestra disposición no nos permiten
establecer la realidad
de los hechos.
Por ello, nos limitaremos a reflexionar, desde un punto de vista formal y de contenido, sobre los mecanismos utilizados en la escritura de la historia que se pueden identificar en este texto.[31]
3.1.
Estudio de la forma: versiones y análisis
¿Hacia un texto base?
Antes de entrar de lleno en el análisis
de las versiones de la arenga de Tariq, creo que es necesario incluir un breve apunte dirigido
al lector no habituado a tratar con historiografía árabe,
sobre las peculiaridades de este tipo de material
y el modo en que se ha transmitido de un autor a otro a lo largo de los siglos. El modo de transmisión de las noticias
históricas de una fuente a otra se llevaba a cabo mediante
la copia literal o con alguna variación
más o menos sutil según el autor.[32] El grado de innovación
o de aportación de la propia pluma en muchos casos es realmente escaso, sin embargo, lo que para un mentalidad actual puede parecer
un plagio, no es más que un mecanismo muy habitual en este campo, mostrando por tanto, no un intento
de copia ilícita de los contenidos -ya que se suele citar la fuente o se incluye alguna
referencia a que esa noticia
se ha recibido de alguien o se ha tomado de algún sitio -, sino todo lo contrario,
pues se trata más bien de un modo de validar la información recogida en la
propia obra, mostrando el uso de
las fuentes más reconocidas y fiables. Todo esto nos permitirá
ver a través de un minucioso análisis comparativo de los textos
los distintos estadios
de la transmisión de los mismos.
En el caso de la arenga
de Tariq, ésta nos ha llegado hasta hoy recogida en diversas
fuentes y se ha transmitido a lo largo de los siglos en diferentes versiones. Podemos decir que existe un “texto base” a partir del cual han surgido, principalmente, dos versiones de la arenga, seguidas
por otras posteriores que presentan
ciertas especificidades de mayor o menor trascendencia según la fuente. Así vemos cómo se cumple aquí también
lo que ya advertía
Iglesias Zoido sobre las arengas,
frente a otros tipos de discursos, en cuanto a que, en el caso de éstas, se suele dar un proceso
de amplificación de aquello
que pudo haber sido pronunciado por un general ante sus tropas, mientras que en el resto de los casos se suele dar el proceso
inverso de reducción
(compression) respecto a lo que se pronunció. Asimismo, nos advierte de que suele ser aquí donde se observan
las mayores manipulaciones llevadas a cabo por los historiadores.[33]
Antes de pasar a ver los textos concretos
de la arenga de Tariq, con sus correspondientes propuestas de traducción, enumeraré las fuentes
en las que se recoge la proclama,
ordenadas cronológicamente para ayudarnos en la revisión y comparación de las versiones:
1. Ibn Wahb (m. 197/812)
(IW)
2.
Ibn Habib (174-238/790-852) Kitab al-Ta’rij (IH)
3.
Al-Imama wa l-siyasa (s. III/V-IX/XI) (IM)
4.
Al-Turtuši (440-525/1049-1131), Siraŷ al-muluk (TUR)
5.
Ibn Jallikan (607-680/1211-1282), Wafayat al-a’yan wa-abna’ al-zaman (IJ)
6.
Ibn al-Šabbat (618-681/1221-1282), Silat al-simt wa-simat al-mirt fi šarh simt al-hadi fi l-fajr
al-Muhammadi (IŠ)
7. Al-Yafi'i (697-768/1298-1367), Mir’at al-ŷinan wa-’ibrat al-yaqzan fi ma’rifat ma yu’tabar min hawadit al-zaman (YA)
8.
Ibn al-Azraq (831-897/1428-1492), Bada’i’ al-silk fi taba’i’ al-mulk (IA)
9.
Al-Maqqari (986-1041/1577-1632), Nafh al-Tib min gusn al-Andalus al- ratib (NT)
La primera de las fuentes,
la obra de Ibn Wahb, no se conserva hoy
en día. Tan sólo tenemos fragmentos que se han preservado gracias a su inclusión
en otras fuentes posteriores. Sabemos que recoge esta arenga porque
se trata de la fuente
de la que Ibn Habib dice tomar esta información, aunque no por ello podemos conocer si se trata de la primera fuente que incluye este texto o si, a su vez, lo había tomado de algún otro lugar. De este modo, la versión de la arenga de Ibn Habib es la más antigua
que conservamos en la actualidad. A partir
de este autor, vemos cómo se produce
una división clara en las fuentes, representada, por un lado, por la Imama, y por otro lado, por Ibn Jallikan.
La primera de estas versiones
será la que posteriormente siga Ibn Šabbat,
así como al-Turtuši e Ibn Azraq. Esta
versión
muestra un enfoque mucho más religioso, centrado en las recompensas del martirio,
en la importancia de mantenerse firme en el combate y ser paciente
ante los sufrimientos, ya que Dios los protegerá por ello y los llevará a la victoria.
Por otro lado, la otra versión
de la arenga, encabezada por Ibn Jallikan, es la seguida por al-Maqqari y al-Yafi'i, aunque la narración en este último
es bastante breve. En cuanto al enfoque
mostrado en esta versión,
podemos decir que es más superficial en algunos de sus planteamientos, pues, aunque de nuevo aparecen
mencionados conceptos del plano más religioso
y espiritual, como el martirio o el ŷihad, dentro de los alicientes que Tariq ofrece a sus soldados para mantenerse firmes y fuertes
en el combate predominarán las recompensas del Paraíso,
las huríes, el botín que obtendrán
en al-Andalus, así como la fama futura que alcanzarán entre los musulmanes.
3.2. Presentación de los tres textos
A continuación, recogeré
las tres variantes principales de la arenga.
1)
En el primer punto, encontramos lo que podemos considerar como el “texto
base” de la arenga, seguido en la versión de Ibn Habib y cuyas
variaciones respecto al “original” de Ibn Wahb no podemos precisar, dada la pérdida de la obra de este autor:
دة ا ور د ا س ا وأ ا أ م د ر
إ دم وإ أ وا ق ا إ وا أ و وا ورا ا ا أ س ا أ ل
دو أ أو أ أ
Cuando llegó hasta Tariq [la noticia] de su cercanía, se alzó ante sus compañeros, alabó y ensalzó
a Allah y después instigó a la gente al ŷihad y les hizo desear
el martirio. Luego,
dijo: “¡Oh, gentes! ¿Hacia dónde vais a huir
si el mar está detrás de vosotros y el enemigo
frente a vosotros?
No os queda más que, por Allah,
la firmeza[34] y la perseverancia;[35] ea, en verdad yo seré quien se enfrente
a su tirano por mí mismo y no abandonaré hasta que me encuentre
con él o caiga antes muerto en
el intento”.
2)
El segundo texto que vamos a recoger
aquí se trata de la primera de estas variaciones de la arenga inicial, incluida en la Imama, donde podemos ver una elaboración realmente llamativa de la anterior versión. Aquí ya se incluyen toda una serie de referencias a temas prototípicos del ŷihad, apareciendo incluso
menciones a versículos del Corán. Señalo con el subrayado
la versión anterior, para diferenciar las extensas añadiduras de esta fuente:
و دة ا ور د
ا
س ا ا أ
م د ر و ن وا ق ا
إ
وا و
أ و
وا ورا ا
ا
أ س ا
أ ل
س ا أ ة آ وا ف وا وا وا ر ا و ران ان وه
إ وإ أ ل ا وا ر آ ا آ ا و وإن ا [36] إن ا ء
ر ه و ا ا ز و ا و ا ن دو أ أو أ أ
ا وار ا و ا أن آ إ آ وإ وأ دوا وآ ا ا و ان وا آ و وا ا إن دة ا اب أ و وا ا ا وا ا ا
ا و ا أ ذا أ وه ا ا ا ء و ا
ا ا ا
“Cuando llegó hasta Tariq [la noticia] de su cercanía a ellos, se alzó ante sus compañeros y alabó a Dios. Después,
instigó a la gente al ŷihad y les hizo desear
el martirio, aumentando así sus esperanzas [de triunfo]. Luego dijo: “¡Oh, gentes! ¿Hacia dónde vais a
huir si el mar está detrás de vosotros
y el enemigo frente a vosotros?
No os queda más que, por Allah, la firmeza y la perseverancia, pues estas dos además de invencibles, constituyen dos ejércitos
victoriosos, gracias a los cuales nuestra
inferioridad numérica no será una rémora,
mientras que su superioridad no les proporcionará ventaja al ir acompañada de la debilidad, la pereza, la cobardía, el desacuerdo y la vanidad.[37] ¡Oh, gentes! Lo que yo haga, hacedlo
vosotros de este modo:
si yo ataco,
atacad, si me detengo, deteneos. Así tendréis
la apariencia de un solo hombre en el combate;
¡ea! Yo me dirigiré
hacia su rey puesto que no lo temo, hasta que me
encuentre con él o caiga antes muerto en el intento. Y si
me
mata, no os debilitéis ni os entristezcáis y no disputéis [entre vosotros], pues [en ese caso] os desanimaréis y se enfriará vuestro ardor,[38] ofreceréis las espaldas a vuestro enemigo y no os esperará
otro destino que morir o caer prisioneros.[39] Cuidaos, cuidaos de no conformaros con los bienes terrenales, no os resignéis
a la ignominia
y no os rindáis[40] y anhelad lo que os proporcione de inmediato
el honor y os libre del desprecio
y la humillación además de aquello
que os garantice
la [futura] recompensa del martirio, pues en verdad si [lo] hacéis, Allah estará con vosotros
y os protegerá, evitaréis la clara humillación y que hablen mal de vosotros
el día de mañana
entre quien os recuerde
de entre los musulmanes; aquí estoy yo que me lanzaré a la carga hasta que
lo alcance y vosotros
os lanzaréis a la
carga como lo haga yo”
2.1) La versión de la arenga que incluye al-Turtuši, aunque sabemos
que sigue la versión
de la Imama por el contenido, es mucho más breve y concisa que ésta, evitando
extenderse tanto en las explicaciones sobre las distintas
cuestiones. Incluye
solamente, a grandes
rasgos, tres cuestiones principales, las cuales,
por un análisis formal del texto,
podemos deducir
que están tomadas
de la Imama. Incluimos a continuación esta versión de la arenga para observar tales
semejanzas:
.
و دة،
ا ور ا م ة، ا س ا رق أى
ً وأ . ر وا ا
إ ،
أ و
وا ورا ا ? ا
أ :ل
دو
أ أن
وإ أ أن ن ا ، آ ا
Al ver Tariq la cantidad de gente que era, se levantó y les incitó a la perseverancia, les hizo desear
el martirio, aumentando así sus esperanzas [de triunfo]. Luego les dijo: “¡Oh, gentes!
¿Hacia dónde vais a ir si el mar está detrás de vosotros
y el enemigo frente a vosotros?
No os queda más que, por Allah, vuestra perseverancia y la victoria
[otorgada por] vuestro Señor. Lo que yo haga, hacedlo vosotros como yo. ¡Juro por Allah, que no seré compasivo
con su tirano: o
bien lo mato a él o caigo antes
muerto en el intento!”
2.1.1) La versión
de Ibn al-Azraq sigue sin duda la de al-Turtuši – que a su vez, ya hemos visto que seguía la de la Imama -, siendo al igual que ella muy breve y concisa y presentando alguna de las ligeras modificaciones respecto a la Imama sobre las que ya hemos llamado
la atención en el punto 2.1. Al no presentar ninguna variación sobre la que merezca
la pena incidir,
no parece necesario
incluir esta versión
del texto.
2.2) La versión recogida por Ibn Šabbat sigue casi literalmente la extensa
versión de la Imama con tan sólo algunas
ligeras variaciones que no alteran
el sentido de la versión seguida.
Es por ello que, al igual que en el caso de Ibn al-Azraq, parece
innecesario incluir
el texto aquí.
3)
En el caso de Ibn Jallikan tenemos, como hemos dicho al inicio de este apartado, al precursor
– hasta donde
sabemos - de la
segunda de las variantes principales de la arenga inicial. Al igual que ocurría
con la Imama al compararla con Ibn Habib, aunque el inicio de la arenga es idéntico e incluye
la alusión a su objetivo de matar al jefe del enemigo
o caer en la lucha contra él, el autor incluye entre tanto toda una disertación sobre cuestiones diversas relativas a los beneficios que adquirirán tras la lucha por la fe, así como diversas directrices sobre cómo actuar
durante la batalla.
También es significativo, respecto al "texto base", la alteración de la última línea del mismo, donde se pasa de mostrar
la disyuntiva entre alcanzar
la victoria o morir en la lucha, a plantear la victoria
como único resultado
posible. Una vez más, marco con subrayado la parte común para que se vea más claramente la extensión
de la variante incluida por Ibn Jallikan:
ا أه ه وأ
و ا أ
م د ر ق
ا إ
وا أ و
وا ورا وا ا
أ س ا
أ ل
دة
ا ور د
ا
ا وأ وأ وآ ا و م ا دب م ا أ ة ا ه أ ا وا وا
م ا ت ا وإن ا أ ي أ إ ات أ و وزر وأ رة
ه ن أ ا د اءة ا ب ا و ر ذه ا أ وا و رآ ا
إن ا ز ا وإن ا إ أ ا ا ه ة آ أ ا
أ أ س ا ع أر و ة أ ا أ رآ أ وإ ت
أو ا ا ر ا ا إن أ ا وا
وا ن وا ر ا ت ا ا ن ا ت ن ا ر ا ة ا ه ت أ و
ل ا ا ا ا و ن ا ذوي ك ا ر رات ا ن ا ن ن وا ل ا ة وا ن ر وأ را أ ة ا ه ك ور
ا دون و دو ن و ة ا د ر وإ آ ء إ ا اب
وأ إ د إ أول أ ا وا ار ا ا ذآ ن دآ إ و وا اآ
آ ه ن ا ا ء إن ر ا
ا وا ه إ و ه وإن إ آ أ ون زآ و أ
ن ة ا ه ا ا واآ
Cuando llegó hasta Tariq [la noticia] de su cercanía, se alzó ante sus compañeros, alabó a Dios, glorificado y ensalzado sea, y lo ensalzó en los términos
que Él se merece. Luego instó a los musulmanes al ŷihad y les hizo desear el martirio. Después dijo: “¡Oh, gentes! ¿Hacia dónde vais a huir si el mar está detrás de vosotros
y el enemigo frente a vosotros?
No os queda más que, por Allah, la firmeza y la perseverancia. Sabed que vosotros estáis en esta isla más desamparados que un huérfano en la mesa de un avaro, y enfrente
tenéis a vuestro
enemigo con todo su ejército,
bien armado y abundantemente aprovisionado, mientras que vuestro
único recurso son vuestras espadas, y no tenéis más alimentos
que los que podáis arrebatar
al enemigo; si se alarga muchos más días vuestro estado de necesidad
y no conseguís ponerle remedio, se enfriará
vuestro ardor[41] y los corazones
[de vuestros
enemigos] trocarán el temor que os tienen ahora por atrevimiento contra vosotros, así que apartad de vosotros
mismos la traición que significaría acabar de ese modo y enfrentaos a ese tirano cuya ciudad fortificada ha quedado ahora al alcance de vuestras
manos gracias a su presencia aquí; aprovechar esta ocasión
que se os presenta
será posible a condición de que estéis dispuestos a ofrecer
generosamente vuestras vidas.
De ninguno de los peligros
de los que os he advertido
estoy yo a resguardo ni os he guiado a ningún confín en el que la más barata mercancía fuera la vida sin que la mía fuera la primera expuesta. Debéis saber que, si sois pacientes
en lo más áspero durante breve tiempo, obtendréis a cambio lo más placentero y delicioso
durante largo tiempo. No pongáis
vuestras vidas por delante
de la mía,[42] pues vuestra recompensa será mayor
que la mía.[43]
Ha llegado a vosotros [la noticia] de las hermosas
huríes que florecen
en esta península, hijas de los griegos
ataviadas con largos vestidos ornados de perla y coral y mantos recamados en oro puro, enclaustradas en palacios de reyes que ciñen coronas;
pues os ha escogido al-Walid b. 'Abd al-Malik
de entre los héroes como arras[44] y os ha elegido para ser yernos y cuñados de los reyes de esta isla,[45] por su confianza en vuestra diligencia en el combate y vuestra
solicitud para luchar con los héroes y los jinetes;[46] él sólo quiere que compartáis con él la recompensa que os otorgará Allah por el enaltecimiento de Su palabra
y la manifestación de Su religión
en esta isla, mientras que el botín que se alcance habrá de ser en exclusiva
para vosotros, sin que haya de ser repartido
con él o con el resto de los musulmanes.[47] Allah os socorrerá de modo que podréis
obtener excelsa reputación en este mundo y en
el
otro.[48]
Sabed que yo seré el primero en responder a la petición
que os he hecho[49] y que yo, cuando se trabe el combate,[50] cargaré contra el rey de su pueblo,
Rodrigo, y lo mataré, si Dios el Altísimo
quiere; cargad vosotros conmigo y si muero después de acabar
con él, entonces os habré
librado de él y no
os faltará
un héroe inteligente en el
que os podréis apoyar;[51] y si muero antes de llegar hasta él (Rodrigo), reemplazadme en mi empresa y cargad vosotros mismos contra él; con su muerte habréis
conseguido gran parte de la conquista
de esta isla, pues en verdad ellos (los enemigos)
después de eso se desbandarán”.
3.1) Al-Yafi'i nos ofrece una versión de esta arenga realmente breve y concisa, aunque, de la comparación textual, deducimos que sigue la versión de Ibn Jallikan. En este caso, podemos observar cómo el autor ha reducido al mínimo el contenido de la arenga, llegando incluso a eliminar la segunda parte de la misma que hasta ahora aparecía recogida en todas las otras versiones, aunque con ciertas variantes en alguna de ellas. Asimismo, llama la atención la selección del texto que se va a recoger aquí pues tan sólo aparece la frase en la que se les dice a los soldados que su único recurso son las espadas. Vemos a continuación el texto y su traducción:
وا أ و وا ورا وا ا أ رق ل و رق د .
إ وز ،و وا ق
ا
إ
Cuando estuvo cerca de Tariq y de su campamento, dijo Tariq a los que iban con él: “¿Hacia dónde vais a ir si el mar está detrás de vosotros y el enemigo frente a vosotros?
No os queda más que, por Allah, la firmeza y la perseverancia, pues no tenéis más ayuda que vuestras
espadas”
3.2)
La copia del texto de la arenga recogida
por al-Maqqari sigue, sin lugar a dudas, la versión
de Ibn Jallikan, hasta tal
punto que las variaciones de uno a otro
son mínimas. Ocurre
pues, algo muy similar
a lo que veíamos
en el caso de la versión recogida
por Ibn Šabbat, quien seguía
casi literalmente la versión
de la Imama. De nuevo aquí, las variaciones de un texto a otro no muestran
gran relevancia, siendo mínimas alteraciones ortográficas o léxicas de alguna
palabra por su sinónimo. Por esta razón, una vez más, no vemos necesario incluir la versión de al-Maqqari para no repetir el mismo texto.
3.3.
Estudio del contenido
Creo haber insistido lo suficiente sobre la influencia que el contexto que rodea el nacimiento de una obra tiene sobre ésta. Por ello, para llevar a cabo el estudio
del contenido de la
arenga de Tariq, quizás
sería interesante ver el contexto
socio-político en el que vivieron
y escribieron cada uno de los autores
de las distintas versiones
de la arenga. Sin
embargo, la falta de espacio
por un lado, y el temor a alejarnos
demasiado del objetivo
de este artículo,
hacen preferible no profundizar aquí en este aspecto. Asimismo, no podemos olvidar que, en ocasiones, como en el caso de la Imama, no conocemos ni quién ni cuándo se escribió o que,
otras veces, no tenemos la seguridad
de que ciertas versiones
del texto, como ocurre en Ibn Jallikan, sea cosecha de ese autor o, a su vez, sea una copia de fuentes perdidas.
No obstante, no quiero dejar de llamar la atención
sobre la importancia de los condicionantes ideológicos e historiográficos en la producción de estas arengas,
de tal manera
que la aparición o no de determinados temas preferentemente a otros, la insistencia en los aspectos
religiosos o políticos, el énfasis en los beneficios terrenales o en los espirituales; todo ello estará condicionado en muchos casos bien por la ideología propia del autor, por las exigencias del contexto
en el que se recogen los hechos o por las características o las preferencias de la persona a la que va dirigida
la obra.
a.
Topoi
A continuación, me dispongo a examinar
los temas que se repiten
en la arenga de Tariq en relación con los topoi propios
de las arengas de distintos
contextos espacio-temporales expuestos anteriormente. Al inicio de este artículo advertimos sobre la naturaleza retórica de estos textos, de tal manera que sería común encontrar
una serie de temáticas
recurrentes en las arengas, fruto de las exigencias de una oratoria
militar dirigida a unos soldados
que están a punto de enfrentarse a sus enemigos en una dura batalla.
Sin duda encontraremos diferencias en el modo en que se responde a estas exigencias, dadas las variantes en las creencias, en los elementos
supersticiosos o en el
modo de concebir
la existencia de las distintas sociedades.[52] Sin embargo, podemos establecer una comparación clara entre los conceptos generales que se repiten
en unas y otras arengas. A continuación, veremos una serie de fragmentos extraídos de la arenga de Tariq b. Ziyad que servirán
para ilustrar estos temas comunes.
Uno de los temas habituales será la exaltación de las cualidades guerreras,
como el valor, la bravura
o la destreza. Si un general
busca fortalecer la confianza
de sus hombres
en sus propias
posibilidades de victoria,
habrá de empezar reafirmando su valía como soldados,
sus cualidades y aptitudes para la lucha, de tal manera que sientan que son capaces de responder
a lo que se espera
de ellos como soldados.[53] Así, veremos que en la versión
de la arenga de Tariq desarrollada por Ibn Jallikan, éste pone en boca del general beréber
frases como la siguiente: “os ha escogido al- Walid b. ‘Abd al-Malik
de entre los héroes como arras y os ha elegido
para ser yernos y cuñados
de los reyes de esta isla, por su confianza
en vuestra diligencia en el combate y vuestra
solicitud para luchar
con los héroes y los jinetes”.[54]
Esto engarza con otro de los temas también muy recurrente como es la descalificación del enemigo con el fin de potenciar la confianza
en sí mismos de los soldados. El general tenderá a ensalzar
las características que hacen que su ejército
sea superior o más válido para alcanzar la victoria que el del enemigo.
Será común que este tipo de argumentos surjan cuando
aparentemente la superioridad de su propio ejército
podría ponerse en duda,
como cuando existe
inferioridad numérica
de la propia tropa. Ésta fue la situación en la que se encontraron los soldados musulmanes dirigidos por Tariq. No olvidemos que, según las fuentes,
la tropa musulmana
no contaba con más que 12.000 hombres, frente a los 70.000 de las cristianas. Así, en la versión de la arenga desarrollada por la Imama, se nos indica
que Tariq dijo a sus hombres
que confiaran en la firmeza y en la perseverancia pues con ambas “nuestra inferioridad numérica no será una rémora, mientras que su superioridad no les proporcionará ventaja al ir acompañada de la debilidad, la pereza,
la cobardía, el desacuerdo y la vanidad”.[55] Vemos por tanto cómo esto le da la oportunidad de mostrar
toda una serie de características desdeñables que identifican al grupo enemigo,
entendiéndose que ellos mismos poseen las cualidades contrarias. En ocasiones, sin embargo, el general
advierte de que si no consiguen
mantener su firmeza, lo que en principio
puede ser una herramienta perfecta para superar su inferioridad
numérica, puede trocarse
en todo
lo contrario
si la pierden, haciendo
que los soldados
enemigos se crezcan ante su debilidad
y los venzan.
Ibn Jallikan, en su versión de la arenga, recoge en este sentido
las siguientes palabras:
“enfrente tenéis a vuestro enemigo
con todo su ejército, bien armado
y abundantemente aprovisionado, mientras vuestro único recurso
son vuestras espadas y no tenéis más alimentos
que los que podáis arrebatar al enemigo; si se alarga muchos más días vuestro estado de necesidad y no conseguís
ponerle remedio, se enfriará vuestro ardor y los corazones
[de vuestros enemigos] trocarán
el temor que os tienen
ahora por atrevimiento contra vosotros”.[56]
Aunque las fuentes
nos otorguen una serie de datos sobre el número de soldados
que conformaban los ejércitos, así como sobre el botín o los prisioneros obtenidos, sabemos que en muchos casos eran meras exageraciones con vistas a alcanzar distintos objetivos.
En su día, el profesor M. Makki describió la existencia en la historiografía de una tradición egipcia, uno de cuyos representantes fue al-Layt b. Sa'd,
cuyos escritos se caracterizaban por la inserción
entre el relato
de los hechos
históricos de fragmentos fantásticos o exageraciones que, en ocasiones, buscaban dar mayor trascendencia a los hechos descritos. Así, en el caso de las
exageraciones sobre el
número de soldados
que formaban el bando propio o el enemigo, éstas servían para dar mayor valor a las victorias musulmanas a pesar de los inconvenientes.[57]
Otro de los temas recurrentes en las arengas y que está relacionado con el desprecio al enemigo
es la consideración de la causa propia como la justa. El enemigo
defiende unos ideales
falsos, por lo que el general insiste a sus hombres
en que ellos tienen derecho
a obtener la victoria en ese enfrentamiento pues ellos sí defienden una causa justa. En el caso de guerras
por la religión como es el caso en el que se desarrolla la entrada
de Tariq en la Península, este tema se acentúa
pues la lucha se inserta en una política
de expansión del territorio y de difusión de una nueva religión
por tierras de infieles.
De este modo, los ejércitos, formados en principio por creyentes sinceros, estarán dispuestos a dar su propia vida por la religión
en la que creen. El general, por su parte, les insistirá en que si ellos son fuertes y se mantienen en la lucha, Dios les ayudará para alcanzar
la victoria.[58] Así lo reflejan,
por ejemplo, las siguientes palabras que aparecen
en la versión de la arenga recogida en la Imama quien dice que si luchan por obtener los beneficios del martirio,
“Allah estará con vosotros y os protegerá”.[59] Del mismo modo, en la arenga de Ibn Jallikan, se indica que Tariq dijo a sus hombres que “Allah os socorrerá de modo que podréis obtener excelsa
reputación en este mundo y en el otro”.[60]
Íntimamente relacionado con esto, otro de los temas que se repetirá
constantemente durante este tipo de guerras de religión
será la alusión
a los beneficios espirituales de la batalla. Todos aquellos que luchen por la causa
se
convertirán en mártires
del Islam y como tales recibirán toda una serie de regalos en el Juicio Final, así como la recompensa de la fama futura entre los musulmanes. Como ya advertimos más arriba, las alusiones
a este tipo de recompensas espirituales son más frecuentes en la versión de la arenga recogida por la Imama. Así, ésta pone en boca del general
beréber las siguientes palabras: “Cuidaos,
cuidaos de no conformaros con los bienes
terrenales, no os resignéis a la
ignominia y no os rindáis
y anhelad lo que os proporcione de inmediato
el honor y os libre del desprecio
y la humillación además
de aquello que os garantice la [futura]
recompensa del martirio
(…) evitaréis la clara humillación y que hablen mal de vosotros
el día de mañana
entre quien os recuerde de entre los musulmanes”.[61] Ibn Jallikan aunque no insiste demasiado en este aspecto,
también incluye alguna mención a las recompensas en la otra vida, como cuando afirma que “Debéis
saber que, si sois pacientes en lo más áspero durante breve tiempo, obtendréis a cambio lo más placentero y delicioso
durante largo tiempo”.[62]
Ahora bien, los soldados a los que supuestamente iba dirigida
esta arenga también eran seres humanos,
y como tales, gustaban
de los beneficios en este mundo. Además, sabemos que los hombres
que componían el ejército
con el que Tariq se enfrentó
a Rodrigo eran en su mayoría beréberes, es decir, recién conversos al Islam,
además de soldados voluntarios, que se unían a estos ejércitos
musulmanes durante las conquistas con el único fin de obtener
beneficios materiales, o sea dinero y tierras.
Por ello, también era importante que el general
no dejara de lado estas
recompensas a la hora de
alentar a sus hombres en el combate,
pues conociendo todo lo que podrían conseguir
si obtenían la victoria, sería más fácil que se decidieran a mantenerse firmes
ante el enemigo en la batalla.
Así, como decíamos, Ibn Jallikan incluye varias
menciones a este tipo
de beneficios materiales, como son el botín[63] o las mujeres. Por ello encontramos frases como las siguientes en las que Tariq afirma que “Ha llegado a vosotros
[la noticia] de las hermosas huríes
que florecen en esta península, hijas de los griegos,
ataviadas con largos vestidos
ornados de perla y coral y mantos recamados
en oro puro, enclaustradas en palacios
de reyes que ciñen corona”[64] y continúa
con la frase que recogimos
antes en la que les decía que llegarían a convertirse en yernos y cuñados de los reyes de al-Andalus, refiriéndose a los futuros
matrimonios entre los conquistadores y la población indígena. Por otro lado, también se dice que Tariq les afirmaba
que “el botín que se
alcance habrá de ser en exclusiva para vosotros, sin que
haya de ser repartido con él (con el Califa)
o con el resto de los musulmanes”.[65]
Otro tema muy repetido en las arengas será la condena
de la huída del campo de batalla. Ya Bliese advertía
de que el general
debía insistir a sus hombres
sobre la importancia de no retroceder ante el enemigo,
aunque en ocasiones, por miedo a que al final sus soldados
no aguantaran la presión
y huyeran, intentaba
evitarlo mostrándoles los perjuicios de la huida ya que ésta podía llegar
a ser más peligrosa que mantenerse en la lucha.[66] Algo muy similar
encontramos en la arenga de
Tariq en la versión recogida por la Imama pues el general
dice a sus hombres
que si se enfría su ardor, “ofreceréis las espaldas
a vuestro enemigo y no os esperará
otro destino que morir o caer prisionero”.[67] El rechazo a la huida en el caso de esta arenga se convierte en un tema de especial recurrencia[68] si tenemos en cuenta que precisamente todas las versiones
comienzan con las palabras “¿Hacia dónde vais a huir si el mar está detrás
de vosotros y el enemigo frente a vosotros?”. Con esta frase Tariq parece que da por hecho que a sus hombres
se les había pasado por la
cabeza la posibilidad de la huida y por ello les plantea
la encrucijada que les espera a quienes decidan
optar por esa salida. Así insiste en que la única opción que tienen es mantener la confianza
en su causa, tener paciencia y esperar
la victoria o bien la muerte como mártires en el campo de batalla.
No obstante, al
analizar el tema de la huida del campo de
batalla en un contexto islámico, hemos de tener en cuenta que el Islam la considera
como uno de los pecados más graves
que puede cometer un musulmán.[69]
Por último, este tipo de referencias y advertencias vertidas en las arengas por los generales no surtirían efecto si ellos mismos no actuaran como modelo para sus hombres y mostraran su valor y arrojo por la causa en el campo de batalla. Así animarán a sus hombres a hacer lo que ellos hagan durante el enfrentamiento, demostrándoles que también ellos se expondrán a los peligros del combate y darán su vida por la causa, del mismo modo que se les exige a ellos. Asimismo, también disfrutarán de las recompensas de aquellos que defienden la causa justa y luchan en pro de la verdadera fe. En la arenga de Tariq también este topos aparecerá representado. En este caso, tanto Ibn Jallikan como la Imama representan a Tariq como modelo para sus hombres, dispuesto a participar en el combate como uno más, como es esperable de un musulmán entregado a la obligación de defender su religión contra el infiel. Así, en la versión de la Imama se dice que Tariq, como parte de la estrategia en el combate, les decía que “Lo que yo haga, hacedlo vosotros de este modo, si yo ataco, atacad, si me detengo, deteneos (…) Yo me dirigiré hacia su rey puesto que no lo temo, hasta que me encuentre con él o caiga antes muerto en el intento”. Más adelante continúa diciendo que “aquí estoy yo que me lanzaré a la carga hasta que lo alcance y vosotros os lanzaréis a la carga como lo haga yo”.[70]
En el caso de Ibn Jallikan, también Tariq se muestra a sus hombres
como un modelo a seguir, pero su estrategia gira más en torno a presentarse a sí mismo como un
igual en la lucha, es
decir, insistir en que también
él está expuesto
a los peligros de la batalla
y que, por tanto, todo lo que les pide a ellos, también él lo hará. Así, afirma que “De ninguno de los peligros
de los que os he advertido estoy yo a resguardo ni os he guiado a ningún confín en el que la más barata mercancía fuera la vida sin que la mía fuera la primera expuesta”. Asimismo, continúa diciendo que
“yo seré el primero en responder
a la petición que os he hecho y que yo, cuando se trabe el combate,
cargaré contra el rey de su pueblo, Rodrigo, y lo mataré, si Dios el Altísimo
quiere; cargad vosotros conmigo y si muero después
de acabar con él, entonces
os habré librado de él y no os faltará
un héroe inteligente en el que os podréis apoyar”.[71]
Para finalizar este apartado, el siguiente
resumen de las palabras de Ibn Hudayl nos servirá para reafirmar las semejanzas que venimos advirtiendo hasta el momento
entre las arengas
producidas en contexto islámico y las de otros contextos. Así, el autor dice en su obra que, cuando un general trata de incitar
a los soldados
al ŷihad, será necesario
que utilice términos explícitos y claros,
que sean fáciles de entender por todos los hombres, siendo oportuno que utilice
términos religiosos para que inspiren
la devoción y el deseo de los combatientes de disfrutar
de los beneficios de la otra vida. Sólo así estarán dispuestos a entregar
su vida por la causa, se fortalecerá su ánimo y desearán
el martirio. Por otro lado, el buen orador, dice Ibn Hudayl, insiste constantemente en la idea de que Dios es testigo
del enfrentamiento y que enviará
a sus ángeles en ayuda de los creyentes si éstos la necesitan. Asimismo, menciona la necesidad de que el
general sea claro en la condena de la huida del campo de batalla
y los castigos que ésta entraña
y, por el contrario, insista en la promesa de la gloria eterna para aquellos que se mantienen firmes. Además de esto, Ibn Hudayl menciona
la bondad del musulmán
el cual está dispuesto
a luchar para defender
a sus seres queridos
que se ven amenazados, del mismo modo que hacen las bestias
con sus crías.
Por ello, también
estará siempre dispuesto a apoyar a los suyos en la batalla,
luchando con el resto de los soldados
como un solo hombre.
Asimismo, es obligación del general
el condenar al enemigo
infiel y a sus antepasados al tiempo que insiste
en las bondades del Islam y sus fieles, frente a la vileza de la infidelidad.[72]
Referencias coránicas
En un contexto
islámico, la oratoria
militar tendrá ciertos referentes propios
basados en las características específicas de este entorno
político, cultural y religioso, temas que tan sólo en un ámbito islámico
tienen sentido y que sólo un lector conocedor de este entorno
es capaz de comprender en su total significado. En este último apartado,
veremos el caso de las referencias coránicas como un ejemplo especialmente elocuente sobre este hecho. Es conocida
la importancia capital
del Corán en el Islam como letra sagrada,
palabra revelada por Dios a Muhammad
para servir de guía a los musulmanes de toda época, de ahí que en estas arengas
las citas o referencias coránicas sean bastante habituales. La selección
de las mismas se corresponde en buena parte con los fragmentos del Corán dedicados a legislar
sobre el modo de actuar en la guerra en defensa de la religión, así como los beneficios que obtendrá
el creyente que muera desarrollando esta noble tarea.
En la arenga de Tariq, las alusiones
al Corán no son excesivamente abundantes, pero sí lo suficientemente significativas como para llamar
la atención sobre ello y detenernos en ver qué citas se han elegido y porqué.
A continuación, recojo una a una cada referencia, viendo la sura del
Corán a la que corresponde y analizando el contenido
de la cita cuando sea necesario.
Citas directas del Corán:
*
Corán, VIII: 46: “¡No discutáis! Si no, os desanimaréis y se enfriará
vuestro ardor!”
( و ر ه و ا ا ز ).
Aparece recogida literalmente en la Imama y en Ibn Šabbat [ ر
ه و ا ا
ز
] y en Ibn Jallikan y al-Maqqari, de un modo parcial [
ر
ذه ا
أ
وا
و]. En el Corán, esta frase aparece
inserta entre distintas recomendaciones a los creyentes
que se enfrentan
contra una tropa enemiga. Esta frase parece
que es conocida en la oratoria militar pues, en la obra de Ibn Hudayl, aparece en una arenga atribuida
a ‘Ali Abi Talib.[73] Llama la atención
encontrar las mismas citas coránicas en la arenga atribuida a un
personaje de la talla de ‘Ali[74] y la del beréber Tariq b. Ziyad, lo que nos informa en cierto modo de la importancia que este último
y sus hazañas
tuvieron para los autores que optan por incluir
o mantener esta referencia en sus versiones de la arenga.
*
Corán, IX: 120: “Los medineses y los beduinos que acampan
a su alrededor
no deben quedarse
a la zaga del Enviado de Dios ni preferir el bienestar propio al de él” ( و
ا
ه ن آ ا و ا ل ر ا ان اب ا )
Aparece recogida en Ibn Jallikan y al-Maqqari de un modo parcial
[ ا ]. En el Corán,
ésta es una de las recomendaciones que se les hace a los Medineses
y a los beduinos que luchaban
junto al Profeta,
para que no sufrieran
ningún daño y todas sus buenas obras fueran tenidas en cuenta el
día del Juicio. En el caso de Tariq, también aparecerá recomendando a sus hombres
que no miren más por su propia vida que por la de él, pues de ese
modo ponen en peligro su salvación y la obtención
de las valiosas
recompensas que les enumera a continuación.
* Corán, XCIV: 4: "No te hemos infundido ánimo [...] y alzado tu reputación?” (ك ذآ ور).
En la versión de la arenga de Ibn Jallikan, seguida por al-Maqqari, encontramos de un
modo parcial una cita de este
pasaje del Corán en el
que se alude a la reputación que Dios le hizo alcanzar a Muhammad
al elegirlo para su misión profética. Como ya hemos indicado en alguna ocasión,
las alusiones a la fama futura
que alcanzarán los combatientes por una causa justa son comunes en estos textos. Tariq, en este caso, trata de incentivar a sus hombres asegurándoles la ayuda de Dios en la batalla y recordándoles la fama futura
que alcanzarán entre los musulmanes cuando logren la victoria.
Además, les habla de la reputación, ya no sólo en esta vida, sino también en la otra, haciendo que la relevancia de su éxito sea aún mayor.
Referencias a versos del Corán:
* Corán, VIII: 46: “¡Tened paciencia, que Dios está con los pacientes!” ( ا ان وا وا ا).
Las referencias a este pasaje
del Corán aparecen
en todas las versiones
de la arenga en diferentes momentos de la misma. La paciencia o perseverancia ( ا) que ha de mostrar
el creyente
que lucha por su religión es una de las virtudes
sobre la que se insiste en más ocasiones. En un contexto de ŷihad, con este término
se hace referencia a la tenacidad en el combate
y a la resignación sobre su destino. El creyente debe saber cuál es la causa por la que lucha y mantenerse firme en ella a pesar de las adversidades, por lo que se le recomienda ser paciente ya que Dios le recompensará en la otra vida por los sufrimientos
de ésta. En todas las versiones de la arenga, Tariq
aparece diciendo a sus hombres que no les queda más que ser perseverantes y mantenerse firmes ( وا ق ا
ا و) - en la versión de al-Turtuši e Ibn Azraq esto varía por la victoria
otorgada por Dios ( ر
ا) -, pues ello les bastará
para vencer al enemigo.
Otra alusión a esta resignación aparece tan sólo en la versión de la arenga de Ibn Jallikan y que sigue literalmente al-Maqqari. Según
éstos, Tariq anima a sus hombres diciéndoles que si son pacientes durante lo más áspero
de la batalla, después
podrán disfrutar largamente de los beneficios obtenidos en ésta ( إن
أ ا
وا
ا ر ا ا).
* Corán, IX: 52: “¿Qué podéis esperar para nosotros sino una de las dos contingencias más bellas?” ( ا ى
ا
ا
ن ه).
Esta referencia al Corán no está del todo clara, sin embargo, parece
existir cierta
alusión a este versículo
en una frase que incluyen todas las versiones
de la arenga,
excepto la de al-Yafi'i. Me estoy refiriendo al momento
en el que Tariq supuestamente dijo que se enfrentaría él mismo al rey de los cristianos y lo intentaría matar. Según Tariq, su intención
era alcanzarlo, si no caía antes muerto en el intento (
دو
أ أو أ أ إ دم وإ ا). En esta afirmación,
parece que se está aludiendo a estas dos “contingencias más bellas”, término con el que el Corán se refiere a la muerte o a la victoria, las dos únicas opciones con las que cuenta
el guerrero musulmán.[75] En el caso de Tariq, por tanto, su firme intención
en la batalla
aparece como la propia de un buen creyente
que lucha por su fe. Es más, en las versiones de Ibn Jallikan
y de al-Maqqari, la alternativa se ve reducida a una única opción,
la victoria sobre el
enemigo (
ر ).
4. Conclusiones
¿Existe alguna originalidad islámica en la temática de estas arengas?
¿Nos proporciona un material
muy alejado de lo que podemos encontrar
en otros ámbitos
espaciotemporales? A ambas preguntas
les corresponde un no, si bien con ciertos matices. Las arengas de contexto
islámico no muestran una originalidad especial, más allá de las peculiaridades basadas en su propia ideología
musulmana (alusiones al ŷihad, referencias coránicas…). Por lo demás, observamos que existen unos patrones temáticos
que se repiten una y otra vez, en todos los ámbitos, dadas las exigencias del contexto
bélico específico en el que se pronuncian todas las arengas.
Así, el análisis
comparativo de los temas propios de estos discursos nos ha permitido corroborar el predominio de las semejanzas frente a las diferencias entre las arengas pronunciadas en distintos
contextos, incluido
el caso islámico.
La razón de todo esto la encontrábamos en la introducción de este artículo,
donde reflexionábamos sobre el proceso
de escritura de la historia,
en su carácter de reconstrucción y, por tanto,
susceptible de ser alterado,
tergiversado o simplemente influido por el contexto
en el que surge. Esto permitía
el que textos del mismo tipo, pero diferente
origen o época, presentasen llamativas similitudes y coincidencias de fondo y forma.
De este modo, la originalidad de cada texto surgirá
de la capacidad retórica de cada autor a la hora de reconstruir el hecho relatado, en la elección
de uno u otro recurso narrativo para embellecer su texto o la utilización de determinadas referencias o términos con el fin de despertar los sentimientos más diversos. Ahí es donde la historiografía nos proporcionará el material
más original y de mayor calidad
literaria, dependiendo siempre, como digo, de las capacidades mostradas por cada autor.
El estudio en este caso de la arenga atribuida a Tariq b. Ziyad nos ha permitido
observar en ella unas peculiaridades que nos ayudan
a refrendar en cierto modo lo dicho hasta ahora. Como sabemos,
la mayor parte de las fuentes árabes no presentan la
figura del beréber Tariq b. Ziyad como el
personaje fundamental de la
conquista de al-Andalus, sino como delegado para tal efecto de Musà b. Nusayr, el jefe árabe. Sólo algunas fuentes interesadas en llamar la atención sobre la trascendencia del elemento
beréber en los acontecimientos, resaltan la autoría
de la conquista por parte de Tariq. Sin embargo,
como hemos podido comprobar, la arenga
de Tariq cumple
con las exigencias que planteaba, por ejemplo, Ibn Hudayl,
como básicas de todo discurso
pronunciado ante un ejército musulmán en un contexto
de ŷihad. Asimismo,
esta arenga presenta características similares a los discursos
militares atribuidos a otros personajes de fundamental trascendencia en el Islam, como 'Ali b. Abi Talib,
entre otros. Todo esto confirma que la arenga de Tariq, como producción historiográfica, participa de las características tópicas de este tipo de textos,
sirviendo por tanto para ejemplificar el caso islámico
en comparación con los discursos de
otros ámbitos. Esta arenga pues, no sólo ha sido un texto de gran trascendencia a lo largo de los siglos,
como pone de manifiesto su transmisión y permanencia desde las fuentes
árabes premodernas hasta hoy, sino que es una excelente muestra de este tipo de discursos, ya que nos proporciona un material
de enorme interés
desde el punto de vista retórico e historiográfico.
OMAYRA HERRERO SOTO
CCHS - CSIC
Albasanz, 26-28, 28037 Madrid omayra.herrero@cchs.csic.es
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[1] Este artículo es fruto, en parte, de la investigación llevada a cabo para la obtención del DEA (año 2009), que desembocó en un trabajo titulado “Los conquistadores del occidente islámico. Análisis historiográfico de las figuras de ‘Uqba b. Nafi’, Musà b. Nusayr y Tariq b. Ziyad”. En aquella ocasión,
me limité a recoger
en un apéndice las distintas versiones de la arenga de Tariq b. Ziyad, con su correspondiente traducción, y a realizar
un brevísimo análisis
sobre su contenido. Agradezco desde aquí a Luis Molina
el haberme animado
a ampliar aquel trabajo y haberme
otorgado su siempre
desinteresada y paciente ayuda para llevarlo a cabo. Gracias también a mis directores de tesis, Maribel
Fierro y Rachid
el Hour, por haberse
prestado a leer el artículo y por proponer sus sugerencias y correcciones. Debo agradecerles también al
resto de compañeros, tanto del
Centro de Ciencias Humanas y Sociales de Madrid, como a los de la Escuela de Estudios
Árabes de Granada el haberme
ayudado siempre
que lo he necesitado. Un último agradecimiento para David Paniagua,
por su generoso
envío de referencias, las cuales me fueron de gran utilidad.
[2] HANNOUM (2001: xviii).
[3] IGLESIAS ZOIDO (2008: 20-21). En este trabajo, el autor realiza un interesante repaso de las tendencias historiográficas desde el siglo XIX hasta la actualidad, ofreciéndonos la principal
bibliografía al respecto.
[4] La bibliografía es muy amplia, pero podemos mencionar
los siguientes trabajos:
BACHRACH (1985); BLIESE
(1989 y 1991a y b); CAMPBELL
(1987);
CARMONA CENTENO
(2009);
CATIGNANI (2004); GARCÍA FITZ (2008); HANSEN (1993); IGLESIAS ZOIDO (1996-2003, 2000 y 2007);
KEITEL (1987); MILLER (2008); PANIAGUA AGUILAR (2007); STORELLI (2009)
[5] IGLESIAS ZOIDO (2007: 229). En la misma línea, BLIESE (1991: 203) y HANSEN (1993).
[6] PRITCHETT (1994 y 2002) y EHRHARDT
(1995).
[7] Cf. algunos casos de estudio de las arengas surgidas en contexto
arabo-islámico, como los trabajos
llevados a cabo por GARCÍA
FITZ (2008: 461-464)
o por KARAPLI (1993).
[8] NOTH (1994: 93).
[9] BLIESE (1989: 204).
[10] BLIESE (1989: 204-217 y 1991: 3-4).
[11] Sobre el miedo a la huida del campo de batalla, v. el artículo
de BLIESE (1991b) o la parte dedicada a esta cuestión
en la obra de VERBRUGGEN (1977: 27 y ss).
[12] En un contexto islámico
como el que nos ocupa, esto se podría modificar por personajes o lugares de valor espiritual para el guerrero, como el Profeta y sus Compañeros, etc.
[13] Bliese realizó
un interesante trabajo sobre el
miedo de los soldados y la posibilidad
de que su valor se viera mermado
en situaciones de tensión y sobre cómo los generales lograban
combatir esto mediante las arengas (BLIESE,
1991). Sobre miedos, también merece la pena destacar
el trabajo de Mª C. CARLÉ, sobre los “miedos medievales”, en especial el apartado dedicado
al “Miedo a la muerte”
(1991: 147-150).
[14] Sobre la noción de “guerra
justa”, v. GARCÍA
FITZ (2003: 23-84).
[15] Sobre esto, v. VERBRUGGEN (1977: 27-50).
[16] GARCÍA FITZ (2008: 434).
[17] GARCÍA FITZ (2008) Y PANIAGUA
(2007).
[18] Más adelante volveremos sobre esta comparativa, profundizando un poco más en ello y aportando ejemplos
que ilustren cada uno de estos topoi.
[19] PANIAGUA (2007: 19). La misma idea puede verse en IGLESIAS ZOIDO (2008: 29), siguiendo, entre otros, el trabajo
de CAMPBELL (1987).
[20] PANIAGUA (2007: 10).
[21] GARCÍA FITZ (2008: 435).
[22] Sobre esto, volveremos más adelante
para ver su paralelo en el caso islámico.
[23] GARCÍA FITZ (2008: 445-461).
[24] Encontrar un término preciso para traducir
la palabra ŷihad, incluyendo todos los matices
de este concepto es complicado, habiéndose generado
mucha controversia sobre la impropiedad de su uso como sinónimo
de “guerra santa”. Por ello, he decidido mantener a lo largo del artículo
el término árabe ŷihad. No obstante, para profundizar en el tema, remito al artículo
de la Encyclopedie de l’ Islam (v. E. TYAN, “Djihad”,
EI, Brill-Online) y al apartado
dedicado a este tema en VERCELLIN (2003: 49-53).
[25] Las referencias temporales incluyen
la fecha del calendario cristiano y la del calendario islámico, teniendo
éste como punto de partida la emigración del Profeta
a Medina en el año 622 (v. n. 25), además de ser un calendario lunar, en vez de solar y, por lo tanto,
de años más cortos.
[26] Con el término Hégira,
Hiŷra en árabe, se designa la emigración
del Profeta desde La Meca
a Medina, en septiembre del año 622/ rabi' I del 1. Para más información al respecto,
v. W. MONTGOMERY WATT, “Hiŷra”, EI², Leiden-Brill, 1986, vol. III, pp. 266-367.
[27] Por ejemplo, v. Corán, II: 215; III: 139-141, 163-168 o 195-197; IV: 76 o 97; V: 39; IX: 38-41, 90-94 o 112-113;
XXII: 57-58; XXIX: 69; XLVII: 2-7 o 37; XLVIII:
18-24; LXI: 4 o 10-13.
[28] En la actualidad, contamos con una amplísima
bibliografía sobre el ŷihad. Entre las referencias más recientes tenemos las siguientes: MORABIA (1993), FIRESTONE (1999), FLORI (2004: 69-119)
y BONNER (2006).
Sobre el uso de la arenga como parte de la estrategia militar, cf. AL-ŶANABI (1984).
[29] Muhammad V fue rey nazarí de Granada
desde el año 1354/755
hasta 1358/760 y, de nuevo,
de 1362/763 al 1391/793. Para más información, cf. El trabajo de F. Vidal
en VIGUERA (coord.)
(2000: 133-135 y 137-141).
[30] Esta primera parte fue traducida al francés por Louis Mercier en el año 1926, bajo el título L’ornament des ames et la devise des habitants d’el Andalus, París.
[31] El estudio de esta arenga ya ha sido abordado en otras ocasiones, aunque desde puntos de vista diferentes: JAFAŶI, M. 'A. M. (1962), Qissat al-adab fi l-Andalus, Beirut, p. 346; AL-HARRAS, 'A. S. (1968),
“Jutbat Tariq ibn Ziyad min ŷadid”, Da'wat al-haqq, 5, pp. 126-129.
[32] Sobre esta cuestión, cf. los artículos
de LANDAU-TASSERON (2004) y MOLINA (2007).
[33] IGLESIAS ZOIDO (2008: 34).
[34] El término ق l hace referencia a la sinceridad
de la intención, pero también a la fuerza y al vigor, especialmente en un contexto de batalla (v. LANE (1863: 1666), ل
l ا ه l “They gave them battle earnestly not with a false show of bravery”).
[35] El término l designa de manera general a la paciencia, aunque, de nuevo en contexto bélico,
se refiere a ser constante, perseverante, resistir
los inconvenientes ante la promesa
de recompensa, ya sea material o espiritual. Para ver los matices
del término árabe sabr “paciencia, perseverancia”, v. A. J. WENSINCK,
“Sabr”, EI², Brill-Online. Para ver el uso coránico de ambos términos,
v. E. M: BADAWI y M. ‘ABD HALEM (2008: 518 y 507 respectivamente).
[36] El verbo tiene el mismo doble sentido que en español: ‘cargar’=llevar cargado;
‘cargar’= ir contra algo (término de guerra).
[37] Refiriéndose aquí a la enorme diferencia en número de soldados
entre las dos tropas, las cristianas y las musulmanas. Tariq anima así a sus compañeros a resistir,
aunque sean menos, pues ellos cuentan con la firmeza y la paciencia que les faltan a los cristianos.
[38] Corán, VIII: 46. “¡Y obedeced a Dios y a Su Enviado! ¡No discutáis! Si no, os desanimaréis y se enfriará vuestro ardor!” ( l ر ه l و ا l ا ز l و l
ور ا ا l وأ). Las traducciones del Corán siguen la edición de J. Cortés (El Corán, ed. y trad. J. Cortés, Barcelona, 1999).
[39]
Lit. ‘os repartiréis entre morir
y caer prisioneros’ ( وأ دوا
).
[40] Frase hecha: ‘dar con tu propia mano’ = ‘ofrecer la mano / rendirse’.
[41] Misma referencia coránica que encontrábamos en IM (Corán,
VIII: 46).
[42]
Corán, IX: 120. “… ni preferir el
bienestar propio al de él”.
[43] Los textos
de Ibn Jallikan y al-Maqqari presentan versiones
distintas, parece
mejor la del Nafh, pero tampoco está muy clara.
[44] Anticipo’, ‘parte del precio de una cosa que se entrega por anticipado’.
[45] Esto nos trae a la mente el caso concreto de 'Abd al-'Aziz b. Musà. Éste, que fue el primer gobernador
de al-Andalus tras la
partida de su padre, Musà b. Nusayr, a Damasco en el año 714/95, se casó con la viuda de D. Rodrigo,
Egilona, quien se dice que se convirtió al Islam con el nombre de Umm 'Asim. 'Abd al-'Aziz
b. Musà fue asesinado en el año 718/97 y le sucedió
su primo Ayyub b. Habib al-Lajmi (Para más información, v. LÉVI-PROVENÇAL, “Abd al-'Aziz
b. Musà”, EI², Leiden-
Brill, 1986, vol. I, p. 58).
[46] Trad. alternativa: ‘en la lucha de los héroes y los jinetes’ (en todas las demás referencias del texto al término ‘héroe’ va dirigido a ellos mismos, no a los ‘héroes’
cristianos, a los que siempre se refiere
como ‘enemigo’. Todo este párrafo, desde "Ha
llegado a vosotros…", está en prosa rimada.
[47] اآ ا دون و
دو ً ن
و.
[48] Corán, XCIV: 4. " No te hemos infundido ánimo [...] y alzado tu reputación?”
(ك lذآ l l ور).
Esta aleya es explicada
por Qatada del siguiente modo ة l 'lوا ا ذآ ا ر,
es decir “alzó Allah su reputación [la del Profeta] tanto en esta vida como en la otra” (v. IBN KATIR
(2000: T. XIV, 389)).
[49] ‘Yo seré el primero en hacer lo que yo os he pedido
que hagáis’.
[50] Lit.: ‘Cuando se junten los dos ejércitos’ ( ا ).
[51] Noth recoge, entre sus topos de la conquista, la aparición de referencias a los sustitutos de los generales
en el caso de que éstos caigan en la batalla. En los casos
que él analizó, encontró largas listas de nombres concretos,
no como en este caso en el que se hace referencia a un supuesto sucesor,
del que sólo se garantiza
que será válido, pero no se da ningún nombre.
V. NOTH (1994: 120-122).
[52] Para ver unas breves reflexiones y ejemplos sobre temas comunes en arengas
de contexto islámico,
v. NOTH (1994: 93-96),
donde analiza la aparición de temas tanto religiosos, como del paganismo árabe en arengas atribuidas a los generales
de las primeras conquistas musulmanas orientales.
[53] Este valor y arrojo de los soldados
será avivado también a través de otros mecanismos, como ya
nos advertía Paniagua, como era el uso de las trompetas
para anunciar el inicio de la batalla
y que servían para alentar
el ardor guerrero de los soldados. Éstos reconocían en el sonido
de la trompeta la señal para lanzarse
al ataque. De igual modo, en otros contextos bélicos, existirían otras señales
de combate. Así, en contexto islámico,
el grito del takbir (Fórmula
“Allahu Akbar” “Dios es el más grande”), desarrollado en tres fases, era considerado como una señal de que el ejército debía prepararse para lanzar el ataque.
Con el primer takbir los
hombres debían rectificar sus posiciones; con el segundo, apuntar hacia donde se encontrara su objetivo; y con el tercero, comenzarían el ataque. V. IBN HUDAYL (1936: 181); NOTH (1994: 143-145).
[54] IJ/ NT.
[55] IM/IŠ
[56] IJ/NT
[57] MAKKI (1957: 158-161 y 174-180).
[58] En ocasiones, esta ayuda divina
también se manifiesta a través
de alguna señal que indica
que la victoria estará del bando propio, como le ocurrió a Tariq en una especie de sueño premonitorio que tuvo cuando
iba en el barco que les cruzó el Estrecho. Dicen algunas fuentes
que, estando dormido,
de repente se le apareció
en sueños el Profeta
Muhammad acompañado por sus Compañeros, todos ellos armados
con espadas y arcos, mientras
entraban en la Península, y el Profeta le decía: “¡Adelante en tu asunto, Tariq! Trata bien a los musulmanes y respeta los tratos”.
Cuando Tariq se despertó, consideró
este sueño como una señal de la victoria
que les esperaba al llegar a al-Andalus, por lo que se dirigió a sus compañeros y se lo contó (Sobre esta anécdota:
IBN AL-QUTIYYA (1926: 8); FATH AL-ANDALUS (1994: 16); IBN AL-ATIR (1979: IV, 562); AL-NUWAYRI (1917: II, 26)).
[59] IM/IŠ.
[60] IJ/NT
[61] IM/IŠ
[62] IJ/NT
[63] Para todo lo relativo
al botín y sus prescripciones, tenemos el estudio de ROBERT (2002).
Para al-Andalus, el estudio más reciente es el de GARCÍA
SANJUÁN (2008).
[64] IJ/NT
[65] IJ/NT
[66] BLIESE (1989: 209 y 1991b).
[67] IM/IŠ. Sobre esto, véase el artículo
de FIERRO (2008), donde la huida del campo de batalla aparece
recogida en la lista de pecados graves realizada por al-Dahabi (m. 748/1348)
a partir de una aleya coránica.
[68] Este tema constituye un topos historiográfico muy común. Los generales emplean diferentes mecanismos para evitar
que sus hombres se vean tentados
con la huída. Estos mecanismos varían
según la época o el contexto, por lo que podemos encontrar desde la amenaza con el acorralamiento con el mar, o la quema de los barcos - también este topos aparece vinculado a la historia sobre la conquista
de al-Andalus, aunque sólo se recoge en el Fath al-Andalus -, la rotura de las vainas de las espadas o el bloqueo del camino, entre otros. Sobre esto, V. BLIESE (1991b:
497).
[69] Sobre esto, véase el artículo de FIERRO (2008), donde la huida del campo de batalla
aparece recogida
en la lista de pecados
graves realizada por al-Dahabi (m. 748/1348) a partir de una aleya coránica.
[70] IM/IŠ/TUR
[71] IJ/NT
[72] IBN HUDAYL (1936: 184).
[73] IBN HUDAYL (1937: 177). ‘Ali b. Abi Talib fue el cuarto califa omeya de Damasco
y ocupó el trono desde el año 655/34-661/40.
[74] En su día, F. Tarhini
llamó la atención sobre el carácter modélico
de 'Ali como guerrero
musulmán, así como su elocuencia en los discursos
militares: TARHINI (1990: 87).
[75] IBN HUDAYL (1937: 181,
n. 16).