J. CARLOS IGLESIAS-ZOIDO (Universidad de Extremadura)

 

APROXIMACIÓN A LAS CLAVES DE LA MÁS RECIENTE INVESTIGACIÓN SOBRE LA ARENGA MILITAR (2008-2010)

 

Approach to the Keys of the most recent Investigation on the Battle Speech (2008-10)

 

ABSTRACT: In the last three years the battle speech has received renewed critical attention. This article reviews works published between 2008 and 2010, and shows the existence of two main lines of research on the subject: The “academic” line, which focuses on the rhetorical study of the historiographical harangue, and the “informative” line, addressed to the general public, which directs its attention to the role of the military speech throughout history. Through a critical analysis of five recently published books (Yellin 2008, Miller 2008 and 2010, Inglis 2008, and Thompson 2009), this paper comments both on the new contributions as on the interpretative pitfalls of this new line of investigation.

KEY WORDS: Battle speech, rhetoric, historiography, investigation, divulgation.

 

RESUMEN: En los últimos tres años la crítica ha vuelto a prestar una renovada atención a la arenga militar. El presente artículo pasa revista a los trabajos publicados entre los años 2008 y 2010, poniendo de manifiesto la existencia de dos grandes líneas de investigación sobre este tema: una de índole académica, centrada en el estudio retórico de la arenga historiográfica, y otra eminentemente divulgativa, que dirige su atención al papel de la exhortación militar en la historia. A través del análisis crítico de cinco libros recientemente publicados (Yellin 2008, Miller 2008 y 2010, Inglis 2008 y Thompson 2009), se muestran tanto las nuevas aportaciones como los errores interpretativos de esta nueva línea de estudio.

PALABRAS CLAVE: Arenga militar, retórica, historiografía, investigation, divulgación.

 

Fecha de Recepción: 15 Junio de de 2010.

Fecha de Aceptación: 11 de Septiembre de 2010.

 

 

 

 

 

La investigación sobre la arenga militar (2008-10)

 

JUSTO un siglo después del trabajo seminal de J. Albertus (1908), que dio carta de naturaleza a la arenga militar como objeto de estudio científico, en los últimos tiempos asistimos a un evidente resurgir del interés de la crítica por este tipo de discurso.[1] De hecho, como si se tratase de una tácita celebración del centenario de la obra del filólogo alemán, se da la llamativa circunstancia de que en los últimos tres años, entre 2008 y 2010, se han publicado más estudios sobre este tema que durante todo el siglo pasado en su conjunto. En concreto, a día de hoy, contamos con seis monografías,[2] dos vistosos volúmenes que recogen una amplia selección de arengas militares de todos los tiempos,[3] varios trabajos académicos[4] y, en general, un creciente número de artículos científicos, que son el resultado de la labor realizada en varios proyectos de investigación europeos.[5] Su coincidencia temática y temporal pone de manifiesto que estamos ante un auténtico resurgir del interés por una clase de discurso que durante demasiado tiempo había dormido el sueño de los justos.

 

A partir de los trabajos citados, se perciben con toda claridad dos grandes líneas de investigación sobre este tema. Por una parte, una línea que podemos denominar académica, desarrollada sobre todo en el ámbito de la filología clásica, que tiene su origen en el estudio de la fructífera interrelación entre retórica e historiografía en el mundo antiguo y que ha dado lugar a un mejor conocimiento del contexto creativo de la arenga militar historiográfica.[6] A partir de los importantes resultados obtenidos en este ámbito, ese interés se ha trasladado a otras esferas de estudio, como la historia medieval y renacentista, con la intención de comprobar hasta qué punto se ha producido la pervivencia de este proceso en otros contextos ideológicos o temporales. Así, tanto desde el punto de vista de la tradición clásica como desde un enfoque meramente comparatista, las exhortaciones griegas y latinas se han convertido en un punto de referencia esencial para entender la evolución o la transformación de las claves del género historiográfico en Bizancio,[7] en el mundo árabe,[8] en la Edad Media[9] o en el Renacimiento.[10] La mayor parte de esos estudios concibe la arenga militar presente en la historiografía como una elaboración retórica, más una creación literaria que un testimonio histórico propiamente dicho. Unos trabajos que son una consecuencia directa de la fructífera polémica que mantuvieron Hansen y Pritchett en la década de los años noventa del siglo pasado.[11] Y lo cierto es que, frente a épocas en las que la interpretación defendida por Hansen contó con eminentes y fogosos críticos, como fue el caso del desaparecido Pritchett y de todos aquellos que siguieron su estela,[12] puede decirse que actualmente ésta se ha convertido en la visión dominante en la investigación sobre este tipo de composiciones. Hoy en día parece claro que una gran parte de las arengas que los historiadores antiguos insertaron en sus obras son una invención retórica, supeditada al desempeño de determinadas funciones. Eso no quiere decir, por supuesto, que la arenga militar, como discurso que se pronuncia en el campo de batalla, no existiese en la realidad.[13] Sólo que las exhortaciones historiográficas forman parte de una importante tradición retórica que comienza con la obra de Tucídides y que ha tenido una larga y fructífera historia que va más allá de las fronteras del mundo antiguo. Hasta tal punto es así, que los escasos intentos de volver a posturas “historicistas”, como las defendidas con ardor por Pritchett, lo hacen matizando sensiblemente sus planteamientos. De este modo, en los últimos años sobre todo se han publicado estudios que intentan profundizar en el contexto real en el que esas arengas pudieron haberse pronunciado. En unos casos, a partir de los datos contextuales que proporciona la propia historiografía antigua sobre las características físicas de la ejecución y sobre el “público” de este tipo de discurso con el que los generales se dirigían a sus tropas.[14] En otros, analizando esas exhortaciones conservadas a partir de las condiciones acústicas que podrían darse realmente en el campo de batalla, como un medio de distinguir las intervenciones que realmente pudieron llegar al grueso de la tropa de aquellas otras que es imposible que fueran oídas por el auditorio concreto del que nos informan las fuentes.[15] En cualquier caso, independientemente de la cuestión de la existencia real de la arenga y de su concreta plasmación en la historiografía, lo cierto es que otra serie de trabajos se ha encargado de poner de manifiesto con más claridad, si cabe, el componente retórico de este tipo de exhortaciones gracias al análisis de testimonios teóricos de gran valor que, hasta ahora, apenas habían recibido atención. En este sentido, hay que destacar las declamaciones del rétor Lesbonacte de Mitilene (del siglo II d.C.),[16] las selecciones bizantinas de discursos exhortativos y la Rhetorica Militaris atribuida a Siriano Magister (ambas del siglo X d.C.),[17] a las que hay que añadir los estudios sobre la relación entre la introducción de discursos y las normas de las artes historicae durante el Renacimiento.[18] Las conclusiones de estos trabajos ayudan a comprender los procedimientos retóricos seguidos por los historiadores a la hora de componer arengas militares y, sobre todo, abren el camino a nuevos estudios que permitan completar ese cuadro.

 

Por otra parte, la principal novedad en este campo es que, de manera simultánea, se ha producido el surgimiento en los últimos años de una nueva línea de estudio con una clara intención divulgativa, dedicada a analizar el papel del discurso militar en la historia. En este caso, sus cultivadores conciben la arenga como un testimonio histórico de carácter exhortativo, que, por su naturaleza claramente universal, ha atravesado todo tipo de barreras temporales y culturales, y que, sobre todo, ha mantenido una serie de elementos constitutivos en un mundo dominado por la guerra. Esta segunda línea de estudio supone una muy significativa novedad dentro de este ámbito de estudio. Sobre todo porque su mera existencia contrasta de manera muy notable con la poca atención que durante decenios se ha dirigido hacia un tipo de discurso que no había gozado de gran aprecio. Ni su contenido argumentativo, fruto del ambiente militar en el que se pronuncia, ni su forma, considerada como una simple y repetitiva acumulación de tópicos, resultaban atractivas a un público que, hasta hace bien poco, contemplaba la guerra desde la distancia de una sociedad del bienestar que parecía inalterable. Una situación que, como todos sabemos, ha cambiado de manera radical a partir del 11 de Septiembre del 2001. Por la novedad que supone este nuevo enfoque en el panorama de los estudios sobre la arenga militar, es a esta segunda línea de investigación a la que vamos a dedicar las páginas siguientes. Nuestro objetivo es analizar tanto sus aportaciones como sus errores interpretativos. Y lo haremos a través del análisis de cinco emblemáticas publicaciones que nos van a permitir poner de manifiesto las claves de esta nueva manera de aproximarse al fenómeno de la arenga militar. En un primer apartado, el análisis detallado del estudio de K. Yellin,[19] que ha sido la obra que ha comenzado esta nueva línea de estudio, nos servirá como un punto de partida para entender las claves de otras publicaciones similares que están apareciendo en los últimos años en el mundo anglosajón, entre las que se destacan los exitosos libros de R. F. Miller.[20] En un segundo apartado, y a modo de epílogo, dejaremos constancia de un fenómeno editorial íntimamente relacionado: la publicación de selecciones de discursos de exhortación a la lucha.[21]

 

 

 

Arenga militar y divulgación

 

En el año 2008 se han publicado en Estados Unidos dos monografías que abordan la cuestión de la arenga militar en la historia. Ambos trabajos presentan una llamativa coincidencia: han sido editados por dos editoriales universitarias pero ni sus autores ni sus objetivos son estrictamente académicos. Son estudios que analizan la arenga militar desde un punto de vista divulgativo, intentando acercar al gran público las claves y la utilidad de este tipo de discurso.[22] Y sus autores presentan la llamativa coincidencia de que su interés por la arenga viene predeterminado por dos ocupaciones alejadas de los ámbitos académicos: Yellin es un militar retirado dedicado a la consultoría, y Miller es un periodista empotrado en unidades de combate norteamericanas durante la Guerra de Irak, reconvertido ahora en ensayista de éxito. La combinación de estas circunstancias biográficas creemos que está en la base tanto de sus aciertos como de sus errores.

 

1.               El primer trabajo, que lleva por título Battle Exhortation. The Rhetoric of Combat Leadership, es un estudio realizado a partir de un enfoque que combina el análisis de la arenga como fenómeno comunicativo con una visión de este tipo de alocuciones como manifestación clave de la vida marcial a lo largo de la historia.[23] El hecho de que su autor, doctorado en “Speech Communication” por la Universidad de Iowa, haya sido previamente capitán del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos ha marcado en gran medida la orientación del trabajo. Así, muchos de los análisis que ofrece Yellin sobre diferentes arengas, procedentes de épocas muy distintas y distantes entre sí, están tamizados tanto por su interés por los procedimientos de persuasión como por su experiencia personal al mando de tropas. Una doble perspectiva que está presente a lo largo de todo el libro. Este bagaje previo explica las constantes referencias a cuestiones como la oportunidad o no de unas palabras determinadas ante una situación de combate concreta, o sobre la proximidad o empatía de un mando con respecto a los auténticos intereses y vivencias de la tropa de a pie. Se trata de apreciaciones que, en cierto modo, parecen dirigirse más hacia los posibles receptores de una academia militar que hacia otro tipo público. Sin duda, esta perspectiva resulta de especial interés en el caso del análisis de figuras contemporáneas como el general Westmoreland (en la Guerra de Vietnam) o el general Schwarzkopf (en la Primera Guerra del Golfo), de cuyos mandos y mecanismos de comunicación exhortativa tenemos testimonios de primera mano gracias a los soldados que escucharon sus palabras o que sirvieron bajo sus órdenes. Sin embargo, este enfoque presenta evidentes riesgos interpretativos según avanzamos hacia épocas más alejadas del pasado, donde los hechos históricos y, de manera especial, las palabras pronunciadas antes de una batalla decisiva aparecen matizados por su exposición dentro de obras historiográficas. Esto es perceptible en las páginas que dedica el autor a analizar las arengas pronunciadas por el General Pope (pp. 89-91) en la Guerra de Secesión norteamericana. Pero, sobre todo, se hace aún más evidente en aquellos casos en los que se analizan arengas que han llegado hasta nosotros por medio de obras historiográficas de la Antigüedad o de la Edad Media. En estos casos, a los que se alude con frecuencia en la primera parte del trabajo, el método de análisis elegido plantea grandes problemas. De hecho, si algo ha dejado claro la reciente investigación es que no pueden juzgarse las arengas pronunciadas por los generales griegos y romanos sin tener en cuenta la retórica del momento y las reglas internas del género historiográfico.[24]

 

Uno de los ejemplos más claros lo ofrece una de las más llamativas comparaciones que encontramos a lo largo del libro. Se trata del relato de la intervención de Teddy Roosevelt en San Juan (Cuba) durante la breve guerra que enfrentó a España y a los Estados Unidos a finales del siglo XIX. Según Yellin, Roosevelt ha de ser visto como un ejemplo de lo que supone encontrar “the right rhetorical distance” (p. 93) en el momento de dirigirse a las tropas y de exhortarlas a la lucha. El autor pretende así poner de manifiesto la importancia de alcanzar una relación adecuada entre mando y tropa: ni demasiado cercana y familiar, ni demasiado distante. Un justo término, que habría sido logrado por Roosevelt, y que le lleva a establecer una directa relación con otros dos ejemplos que son expuestos, uno a continuación del otro, sin más transición (pp. 101 y ss.): la capacidad de “managing love” de Julio César con respecto a la X Legión durante las campañas de las Galias y la experiencia personal de un marine de la Segunda Guerra Mundial ante el comportamiento de su capitán en el frente de batalla del Pacífico.

 

Ejemplos como éstos nos llevan a reflexionar sobre la aplicación práctica de una metodología de análisis de la arenga militar que se basa sobre dos pilares: la persuasión retórica y el enfoque interdisciplinar. De hecho, la propia solapa del libro, en la que se recoge la esencia del libro, lo deja bien claro: “Keith Yellin offers an interdisciplinary look into a mode of rhetorical discourse that has played a prominent role in warfare, history and popular culture from Antiquity to the present day”. De partida, ambos pilares nos parecen esenciales, e incluso imprescindibles, a la hora de poder estudiar con rigor este tipo de discurso. Sin embargo, cuestión bien diferente es lo que realmente hay detrás de ambos términos. Así, desde nuestro punto de vista, es evidente que hay un auténtico desfase entre lo que anuncia el subtítulo del libro y lo que realmente encontramos a lo largo de sus páginas. No puede hablarse de “rhetoric of combat leadership” y ofrecer acto seguido un análisis en el que la retórica se queda en un nivel que podríamos denominar como epitelial. De hecho, en muchas ocasiones el lector se plantea qué es lo que Yellin considera que es “rhetoric”: ¿La arenga es producto de un método compositivo retórico (ajustado a unas normas más o menos definidas) o simplemente es un tipo de discurso que participa de una serie de convenciones comunicativas universales, asociadas al hecho de pronunciar unas palabras de ánimo ante las tropas? Sin duda, la diferencia entre ambas concepciones es esencial y el seguimiento de una u otra determina en gran medida la validez de muchas de sus afirmaciones. Si nos decantamos por la primera, la arenga se convierte en un producto retórico y, en gran medida, literario, que está sujeto a las claves y convenciones de un contexto cultural concreto. Si, por el contrario, nos inclinamos por la segunda interpretación estamos ante un fenómeno comunicativo cuya validez universal convierte en históricas (y, por lo tanto, en perfectamente equiparables) tanto una arenga de Alejandro como otra del general Petraeus. El problema es que Yellin no acaba de decidirse por uno solo de estos enfoques, sacando todas las consecuencias posibles de seguir un único camino interpretativo. En unas ocasiones opta por hablar de “convenciones” (como hace en el segundo capítulo), lo que convierte a la arenga en un producto retórico. Mientras que en otros momentos (tal y como se expresa en el capítulo primero), concibe estas exhortaciones como un “acto simbólico”. Lo universal de las situaciones planteadas en el hecho de pronunciar una exhortación militar permitiría analizar desde una misma perspectiva discursos de muy distinta naturaleza: todos, de manera independiente de su procedencia, son fruto de una situación ante la que el hombre se ha enfrentado desde tiempos remotos.

El problema está en que no todo es comparable, lo que nos lleva a considerar los límites del segundo elemento que sustenta su metodología: el enfoque interdisciplinar. A primera vista, es un acierto: es preciso un enfoque interdisciplinar y diacrónico para entender la auténtica naturaleza de la arenga como fenómeno retórico, literario y militar a lo largo del tiempo. El problema surge a la hora de llevar a la práctica este método de análisis, de gran atractivo pensando en el gran público. Desde nuestro punto de vista, no todas las arengas son comparables ni pueden ser analizadas desde una única perspectiva sin poner de manifiesto sus diferencias. Antes de mezclar ejemplos de diferente procedencia es necesario llevar a cabo una clara determinación tipológica: no puede ser lo mismo el recuerdo directo de un contemporáneo con respecto a lo que pronunció un general que la arenga que transmite una obra historiográfica antigua. Una cosa es el testimonio histórico y otra el producto historiográfico. En el caso de Yellin, además, la experiencia al mando de tropas no puede convertirse en una “patente de corso” que permita ver todas las manifestaciones exhortativas como si estuvieran cortadas por el mismo patrón.

 

Esta indefinición metodológica se observa sobre todo a lo largo de los tres primeros capítulos del libro, en los que se combinan apreciaciones de gran interés con desenfoques evidentes. Ambos, aciertos y errores, ponen de manifiesto que el autor no acaba de decantarse por completo por un único enfoque. Así se observa en el contenido de las cien primeras páginas del libro, que se organizan en torno a tres epígrafes: “Bracing for Combat” (pp. 7-43), “Indoctrination” (pp. 44-77) y “Tensions” (pp. 78-109). Los capítulos primero y tercero son fruto del enfoque “universalista” del militar, mientras que el segundo es fruto del enfoque del estudioso de la retórica. De este modo, el primer capítulo pretende poner de manifiesto que la arenga conforma un “acto simbólico” con unos rasgos perfectamente delimitados dentro de la cultura occidental. Un fenómeno comunicativo que puede ir en diferentes direcciones (de arriba abajo, de abajo arriba, etc.) de acuerdo al contexto físico en el que se produce. La comparación (en este mismo orden) de arengas de la Ciropedia, de Moisés al pueblo judío, de César a sus legiones en la Galia, de Agamenón a los aqueos ante los muros de Troya, de Cortés a sus hombres en el episodio del barreno de las naves, de Isabel I ante la amenaza de la Armada Invencible, del indio “Joven Halcón” antes de la Batalla de Little Big Horn contra el destacamento del General Custer y, finalmente, del Mayor General J. Mattis antes de la Segunda Guerra de Irak permite formular una definición de conjunto. Así, según Yellin, la arenga militar es una “symbolic action, specially audible, most traditionally verbal, designed to brace troops for the psychological demands of combat”. Y añade un elemento fundamental: “It provides encouraging context for physical action, as physical action provides context for speech” (p. 43). De este modo, Yellin comienza su estudio decantándose por una visión de la arenga como fenómeno comunicativo universal, que se continúa en el tercer capítulo, en el que desarrolla la idea de que “certain tensions inherent to the battlefield” pueden condicionar la forma y ejecución de las arengas (pp. 108-9). Unos capítulos en los que la experiencia del militar impone su perspectiva a la hora de comparar arengas tan diferentes como las que pronuncia la madre espartana en Plutarco, el Enrique V de Shakespeare o el actor George C. Scott al comienzo de la película Patton.

 

Sin embargo, en medio de ambos, el capítulo segundo pretende responder a la evidencia de que no sólo el contexto físico y las circunstancias del campo de batalla determinan la forma y contenido de una arenga. Existe también una influencia cultural que es decisiva para entender por qué suelen repetirse unos argumentos y se evitan otros. Entra así en escena un término clave: la idea de “convención”. Es decir, el hecho de que existe una serie de argumentos que “convencionalmente” están asociados al hecho de pronunciar una arenga militar. Lo dice Yellin con total claridad al referirse a la cultura norteamericana: “We recognize this type of speech, expect it, and are familiar with its conventions (p. 76). Es evidente que este capítulo entra en contraste con los otros dos y pone de manifiesto de manera muy clara la indefinición metodológica con la que afronta el estudio de la arenga militar a lo largo de la historia: o la exhortación militar es una “acción simbólica” universal (lo que permite comparar sin más ejemplos de muy diferentes épocas y culturas), o es fruto de una “convención” cultural (lo que pone claras e insalvables barreras a la hora de distinguir unos ejemplos de otros, ya que las convenciones son fruto de un acuerdo y de unas claves culturales perfectamente definidas).

 

Por este motivo, las mejores páginas del libro y su principal aportación proceden de su cuarto capítulo (“Evolutions”, pp. 110-143), que, no por casualidad, analiza y compara las arengas pronunciadas en un mismo período histórico, entre la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Irak. En palabras de Yellin, el objetivo es analizar “the U.S. battle exhortation from the past two generations” (p. 110). En este caso, el autor trabaja con un material claramente uniforme, que permite una adecuada integración de las habilidades del experto en comunicación y de la experiencia del militar: la arenga en el ejército de Estados Unidos durante el siglo XX. Además, en todos los ejemplos analizados estamos ante discursos que son, con toda claridad, documentos históricos (no historiográficos), que se han conservado gracias a los archivos gráficos, sonoros o visuales del ejército norteamericano. Testimonios de naturaleza similar que permiten una cabal comparación retórica (partiendo de unas convenciones y topoi que no han cambiado demasiado durante este medio siglo), de la que se extraen una serie de conclusiones de gran interés. De hecho, su evolución a lo largo de los últimos sesenta años pone de manifiesto hasta qué punto la arenga militar norteamericana ofrece un fiel reflejo del contexto histórico en el que se pronuncia: desde las palabras de ánimo de Eisenhower antes del Día D hasta los discursos de los generales Schwarzkopf y Franks antes de las dos Guerras del Golfo. De este modo, Yellin ofrece una acertada visión de la evolución vivida por el discurso militar norteamericano a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. La conclusión a la que llega es que se ha producido “a general evolution of the discourse from the fierce to the mild” (p. 110). El análisis retórico de esas arengas permite comprobar cómo se ha pasado de las directas y brillantes exhortaciones de Eisenhower antes del día D hasta las menos inspiradas y eficaces palabras pronunciadas por los mandos norteamericanos durante las Guerras de Corea, Vietnam e Irak. Se percibe así un alejamiento progresivo de la efectividad exhortativa. Y la causa, según el autor, es doble. Por una parte, se debe a que, desde los años cincuenta, el contexto de la guerra se ha vuelto más complejo y técnico, con un progresivo alejamiento de los mandos con respecto a la tropa. Por otra, las dudas sobre la honestidad de la tarea que tenía que llevarse a cabo (la “justicia de la causa” podríamos decir) habría acabado enturbiando la efectividad de estas exhortaciones. Si Eisenhower tenía claro que se enfrentaba a una encarnación del mal y que la supervivencia de la democracia estaba en juego frente al nazismo, generales como Westmoreland o Franks desarrollan su trabajo en un contexto muy diferente, en el que ya no hay blancos y negros sino una amplia gama de grises. La conclusión es que la menor claridad en los objetivos que se persiguen habría afectado de manera decisiva al proceso de persuasión de las tropas.[25]

 

También son de gran interés sus conclusiones (pp. 144-9), ya que ponen de manifiesto la necesidad de profundizar en las claves argumentativas de la arenga militar y en las posibles aplicaciones prácticas que pueden deducirse de su estudio. Como señala el propio autor, “this sort of speech is applicable, and applied, in countless forms: not only in the battlefield but in the concentration camp, the locker room, the political convention hall and the business teleconference” (p. 146). Y, además, ofrece un magnífico y emocionante ejemplo de la fuerza persuasiva de este tipo de discurso en el contexto de un campo de concentración nazi, cuando, perdida ya toda esperanza de salir con vida del terrible cautiverio, unas pocas palabras exhortativas consiguen levantar la moral de un grupo de prisioneros judíos. En conclusión, Yellin señala cuestiones de gran interés sobre las que profundizar en este campo y especula con acierto sobre el futuro de la arenga militar y sobre su aplicación práctica en múltiples ámbitos.

 

2.               La verdadera importancia del trabajo de Yellin reside en que ha abierto un camino que, casi inmediatamente, han seguido otros autores con la intención de ofrecer una visión divulgativa de la arenga militar, explorando además sus posibles aplicaciones prácticas en la vida contemporánea. El ejemplo más destacado es el libro de R. F. Miller, que lleva por título In Words and Deeds. Battle Speeches in History.[26] Se trata de un trabajo que, desde un punto de vista metodológico, es más coherente que el de Yellin. De hecho, aunque también intenta abordar la cuestión de la arenga militar en la historia con un afán divulgativo, lo hace sin dejar de lado los importantes problemas metodológicos que plantea. Así, tras comenzar poniendo de manifiesto que se trata de un tipo de discurso que tiene elementos de carácter universal (p. 2: “there is an irreductible human component to warfare that has survived all of the military, religious, cultural and political changes from biblical times through modernity”), casi de inmediato destaca el hecho de que las arengas responden también a “the need to impose narrative on otherwise chaotic events” (p. 3). Se pone así de manifiesto la perspectiva a partir de la que está escrito este libro. El autor norteamericano, que no olvidemos que es un periodista de guerra que se ha enfrentado a la necesidad de racionalizar el caos que él mismo ha vivido en el campo de batalla, se aproxima a este tipo de discurso con la intención de resaltar aquellos elementos materiales (tácticas, valores, etc.) que lo han caracterizado a lo largo de la historia (lo que denomina como “continuities”), pero sobre todo los elementos “convencionales” que han convertido la exhortación en “narrativa”. En este sentido, no duda en afrontar las cuestiones clásicas que la crítica ha planteado con respecto a este tipo de discurso, ofreciendo algunas respuestas ingeniosas que, desde nuestra perspectiva, han beneficiado al conjunto de sus análisis.

 

La primera tiene que ver con el recurso a la idea de “convention” para explicar la construcción narrativa de las arengas. Se trata de un término que, aunque también es empleado por Yellin, es en esta segunda obra en la que acaba dotado de todo su sentido. Miller, de hecho, reflexiona sobre la relación entre lo que realmente pudo pronunciarse en el campo de batalla y lo que los historiadores antiguos y medievales insertaron en sus obras, aspecto fundamental para comprender las claves de su tradición a lo largo de los siglos (pp. 12-15). Tiene claro que en esos momentos fueron la retórica y la propia normativa historiográfica las que jugaron un papel muy destacado a la hora de desarrollar un tipo de narrativa. Este planteamiento parecería poner una barrera entre estos ejemplos (fruto de un contexto retorizante) y los procedentes de épocas posteriores. Pero, como su interés sobre todo es analizar las arengas contemporáneas, Miller manifiesta que lo importante, pensando en el efecto de esos discursos antiguos en los pronunciados muchos siglos después, es que los lectores de Julio César o de las obras de Alejandro a lo largo de los siglos creyeron que esos fueron los ipsissima verba de esos líderes. De este modo, lo que en su momento fue una creación retórica se convierte en un modelo privilegiado de topoi exhortativos a partir de los que elaborar nuevas arengas a lo largo de diferentes momentos de la cultura occidental. Desde esta perspectiva, la debatida cuestión de la autenticidad o no de la arenga historiográfica grecolatina pasa a un segundo plano. Así, cuando recurre a una arenga de Alejandro antes de la Batalla de Iso como modelo de “Pre-Battle Speech”, añade la siguiente nota aclaratoria: “The speech is used here not because it is genuine but because several millennia of readers probable believed it was so; the same themes that Arrian placed in Alexander’s mouth have echoed down through the ages” (p. 383).

 

En segundo lugar, una vez aclarado este punto decisivo, y tras poner de manifiesto la enorme importancia del papel jugado por topoi como los señalados en su momento por Burgess o Bliese,[27] el autor se preocupa por salvar el escollo que supone comparar discursos procedentes de épocas muy distantes entre sí. En este sentido, Miller destaca la importancia de contar con el contexto en el que se pronunciaron en su momento: “But for battle speeches, historical context involves much more than noting differences in weapons and tactics. The rhetorical appeals used in battle speeches are also artifacts, products of specific moments and cultures; thus, while we note historical continuities in speeches, we must also pay careful attention to historical discontinuities –ultimately, we must be sure to retain each speech in its own era” (p. 21). Este es un aspecto fundamental que beneficia, sin duda, los análisis concretos que jalonan su estudio. De hecho, siempre que recurre a arengas antiguas o medievales pone de manifiesto los elementos contextuales que las caracterizan y que las diferencian de otras manifestaciones posteriores. Son ejemplos que, además, se usan de manera muy medida. Mientras que Yellin, escudado en una idea de universalidad, pone en un mismo nivel intervenciones de muy diferentes épocas y culturas, Miller es plenamente consciente de las fronteras culturales que las separan y actúa en consecuencia. De hecho, se observa a lo largo del libro una clara tendencia a emplear sobre todo exhortaciones de la Guerra Civil norteamericana (campo que domina el autor por estudios previos) y contemporáneas (pronunciadas sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial) a la hora de obtener conclusiones. Los ejemplos de otras épocas son utilizados más como referentes complementarios que como elementos fundamentales del grueso del análisis. De ahí también el acierto que, desde nuestro punto de vista, supone el capítulo 2 (“The History in Battle Speeches”, pp. 27-64), en el que destaca la importancia de tener en cuenta las claves argumentativas e ideológicas que implica la pertenencia de los receptores a una unidad militar concreta (“Unit historical narratives”, pp. 30-37) o a un conjunto de concepciones religiosas (pp. 38-49), sociales (pp. 50-55) y políticas (pp. 56-64) bien definidas. Un planteamiento que explica la abundancia de un mismo tipo de ejemplo exhortativo a lo largo del libro, procedente de un período y un contexto ideológico bien definidos, y la escasez de aquellos que, progresivamente, se alejan en el tiempo.

 

Finalmente, y en tercer lugar, el conjunto del libro está estructurado a partir del desarrollo de una idea clave que es una directa consecuencia de todo lo ya señalado. Para Miller es fundamental el establecimiento de una tipología de la arenga a partir de dos factores de índole general: el momento en el que se pronuncia (antes, durante o después de la batalla) y su intención narrativa predominante (reclutar, exhortar a la lucha o instruir). El cruce de ambos factores le permite diferenciar hasta siete grandes tipos de arengas, a cada una las cuales dedica un capítulo: el discurso de presentación o de reclutamiento (cap. 2, pp. 65-103), el discurso instructivo (cap. 3, pp. 104-144), los discursos previos a una invasión (cap. 4, pp. 145-185), los discursos previos a la batalla (cap. 5, pp. 186-230), los discursos pronunciados en mitad de una batalla (cap. 6, pp. 231-175), los discursos posteriores a una batalla (cap. 7, pp. 276-316) y, finalmente, los discursos que se pronuncian al asumir o dejar el mando (cap. 8, pp. 317-355). Independientemente de los aciertos y errores a la hora de desarrollar cada uno de estos apartados en concreto, el interés del presente estudio es que la discusión se desarrolla en un marco que es, desde nuestro punto de vista, metodológicamente adecuado. De hecho, este proceder le permite poner de manifiesto las convenciones concretas que caracterizan a cada uno de estos tipos de discursos exhortativos. Como el propio autor señala: “Classifying speeches by tactical categories and analyzing each category by common conventions provide the analytical tools for the broad survey that In Words and Deeds hopes to achieve” (p. 11). Cuestión diferente es el acierto a la hora de distinguir todos estos tipos de arenga y analizar sus componentes argumentativos. En este sentido, la principal crítica que puede hacérsele es que no llega a profundizar realmente en las múltiples implicaciones que supone cada uno de los tipos de discursos exhortativos analizados. Por una parte, no se ha tenido en cuenta el estudio fundamental de Albertus (que no aparece ni siquiera citado en una bibliografía demasiado centrada en el ámbito anglosajón) a la hora de diferenciar entre las partes exhortativas (paraskeué) y las partes instructivas (didaché) de una arenga.[28] Sin duda, un referente básico a la hora de entender los fundamentos de la instrucción y de la exhortación, el predominio de uno u otro de esos componentes y su posible combinación.[29] Por otra parte, en contraste con la visión diacrónica que pretende ofrecer este libro, lo cierto es que se citan muy pocos ejemplos de cada uno de los diferentes tipos exhortativos analizados. Y aunque, desde el principio, Miller afirma que no pretende ser exhaustivo (“no claim is made that the conventions assigned to each tactical category of speech are exhaustive”, p. 11), lo cierto es que el panorama ofrecido no es muy amplio e, incluso, cabe la duda de que se hayan seleccionado sólo los ejemplos más adecuados para sustentar la línea general de su tesis. Algo que, en principio, es lógico, pensando en la claridad de un estudio dirigido al gran público, pero que lleva a que muchos de ellos procedan de un mismo período histórico: la época de la guerra de secesión norteamericana. Por ello, en último lugar, también puede criticársele que la clasificación tipológica de la arenga adolece de una perspectiva más amplia y, de hecho, está demasiado supeditada al contexto militar contemporáneo. Por ejemplo, es llamativo que dedique todo un capítulo a los discursos previos a una invasión (cap. 4). Aunque es cierto que comienza su recorrido con una proclama de Napoleón a sus tropas antes de la campaña de Egipto, este apartado está muy condicionado por la experiencia militar norteamericana en el siglo XX, con los referentes de Normandía y de Irak dominando claramente el discurso. Hubiera sido más adecuado hacer referencia a un tipo de discurso pronunciado lejos del campo de batalla, no un “pre-battle speech” en sentido estricto, y que no estuviera acuciado por la inmediatez de la lucha. En este caso, los referentes hubieran sido mucho más amplios y esos discursos pre-invasión hubieran encontrado un perfecto acomodo dentro de una categoría más amplia. Con todo, y a pesar de estas críticas, hay que dejar constancia de que, a grandes rasgos, estamos ante una clasificación tipológica que aporta muy interesantes ejemplos y que ofrece un novedoso término de comparación con los tipos que caracterizan a la arenga grecolatina. De hecho, el corpus detallado que ha llevado a cabo nuestro equipo de investigación de las arengas militares de la Antigüedad presenta llamativas coincidencias con la tipología planteada por Miller.[30]

 

En definitiva, a pesar de sus carencias y de su evidente falta de exhaustividad, estamos ante un trabajo meritorio, que merece atención no sólo por parte del público sino también por parte de la crítica dedicada a este tema. Un estudio que, además, no es un trabajo aislado, sino que se integra en una visión más general de las implicaciones de la arenga militar en el día de hoy. En este sentido, no depara ninguna sorpresa que las enseñanzas extraídas de este estudio hayan sido puestas en práctica por el autor en un trabajo que acaba de publicar en junio de 2010.[31] En él, analiza los oradores militares de mayor éxito a lo largo de la historia para responder a preguntas como las siguientes:

¿Cómo el Papa Urbano II pudo convencer a decenas de miles de europeos a emprender la primera cruzada? ¿Cómo el discurso de George Patton pudo transformar a los hombres del Tercer Ejército en uno de los más duros contrincantes que tuvieron las tropas del Tercer Reich? ¿Cómo las palabras del general David Petraeus pudieron ayudar al ejército norteamericano a enfrentarse a las nuevas circunstancias de una guerra como la de Irak? Miller sostiene que la clave se encuentra en las estrategias persuasivas que caracterizan a un tipo de discurso que, presentes a lo largo de la historia, además también pueden aplicarse con éxito a la política y los negocios de nuestros días. Aquí reside su principal objetivo: su utilidad para todos aquellos que están al frente de una compañía o que intervienen en política, para quienes es esencial la tarea de la motivación. Y, como ejemplo más destacado, Miller concluye su estudio mediante el análisis de tres de los discursos más exitosos de ese gran modelo de motivación que es el presidente Obama. Discursos con los que se pone de manifiesto que las estrategias persuasivas basadas en el amor, el odio, el deber, el patriotismo, el compañerismo, el miedo y la vergüenza siguen siendo ampliamente utilizadas con éxito hoy, salvando las correspondientes fronteras culturales, como ya lo fueron en la Antigüedad.

 

 

 

A modo de epílogo: el renacimiento de las selecciones de arengas y sus implicaciones

 

Finalmente, hemos de terminar nuestro recorrido bibliográfico dejando constancia de la publicación de una serie de libros que recogen selecciones de arengas militares pronunciadas a lo largo de la historia y que constituyen un interesante paralelo de los estudios publicados por Yellin y Miller. Se trata de las publicaciones de J. Inglis, Battle Cries. The most stirring speeches from history’s greatest warriors, activists, and revolutionaries, y J. Thompson, Call to Arms. Great military speeches.[32] En ambos casos estamos ante libros que aprovechan este renovado interés por la arenga militar para ofrecer al público, acompañadas de un breve comentario introductorio, unas selecciones de exhortaciones que han sido decisivas para el desenlace de una batalla o que, incluso, han llegado a cambiar el curso de una guerra. Un interés específico que, hasta ahora, no se había dado en la bibliografía previa dedicada a seleccionar discursos trascendentales de la historia.[33] Se trata, por lo tanto, de un interesante fenómeno, ya que, en cierto modo, estas obras suponen el renacimiento de todo un género de publicaciones que despertaron gran interés en la cultura europea desde el Renacimiento hasta el siglo XIX.

 

Sin duda, su más importante antecedente lo encontramos en las Orationi Militari publicadas por Remigio Nannini a mediados del siglo XVI.[34] Se trata de una selección de discursos militares extraídos de obras historiográficas que van desde Tucídides hasta la Edad Media y el Renacimiento, y que tuvo dos ediciones. La primera edición fue impresa por Gabriel Giolito de Ferrari en 1557 y tenía 740 páginas. La segunda, gracias al éxito que tuvo, no se hizo esperar, imprimiéndose en 1560 con una serie de cambios, entre ellos el considerable aumento de su contenido final que supera las mil páginas.[35] Una publicación que tuvo un enorme éxito en la Europa del momento y que pronto animó la publicación de selecciones de arengas traducidas a otras lenguas cultas. Así, en 1573, François de Belleforest, publicó una versión francesa de la selección de arengas militares publicada por Remigio Nannini en 1560.[36] Esta obra, en su afán divulgativo, incluso va más allá de Nannini, ya que incluye tanto los discursos de autores antiguos como las arengas pronunciadas por líderes militares franceses contemporáneos, como el famoso Duque de Guisse. Todas estas obras fueron ampliamente reeditadas en los decenios siguientes. La de Belleforest lo hizo en 1588 y 1595, lo que muestra hasta qué punto este tipo de selecciones se acabaron convirtiendo en un género autónomo, que tenía sus modelos y su público. De hecho, René Radouant ha demostrado que en la segunda mitad del XVI, mientras que la elocuencia de los campos de batalla no conoce una evolución notable, los historiadores y los memorialistas prestaron una gran atención a la elaboración de discursos dentro de sus obras hasta el punto de que en sus borradores dejan espacio para desarrollar, gracias a los modelos que ofrecían este tipo de selecciones de arengas, el contenido retórico de un discurso y presentarlo de la manera más apropiada al personaje, el momento y la situación.[37] Estamos, en fin, ante un fenómeno que se da en toda Europa, pero que en el ámbito cultural francés su influencia se prolongará hasta principios del siglo XIX.

 

El problema que tienen estas nuevas selecciones, publicadas en los últimos años, se encuentra en que están muy por debajo de sus ilustres predecesoras. Ambas pretendían llegar a un público amplio y buscaban el éxito editorial. Sin embargo, las renacentistas eran un claro exponente de la cultura mimética de este período, en el que los discursos historiográficos antiguos eran empleados como modelos retóricos. Frente a la utilidad mimética de las obras de Nannini o Belleforest, con influencias destacadas en la composición de discursos en la obra de autores como Shakespeare,[38] es evidente que el afán divulgativo de estas selecciones modernas no es fruto de un auténtico planteamiento metodológico a la hora de elegir los discursos o plantear su verdadera utilidad. Al contrario, a lo largo de sus páginas, vemos cómo se entrelazan sin demasiado criterio arengas de Alejandro y César con otras de personajes contemporáneos como Churchill, Schwarzkopf o Hitler. Incluso, en el caso de las exhortaciones grecorromanas, ni siquiera se informa al lector sobre la procedencia de las fuentes empleadas. El hecho de que unas arengas procedan de obras historiográficas antiguas o medievales (sin que aparezca mención del pasaje y, a veces, ni siquiera se cite la obra en la que se insertan) y que otras procedan de fuentes muy distintas crea un auténtico problema a la hora de ofrecer un panorama de este tipo de discurso. Todo ello convierte a estas selecciones en publicaciones de muy corto alcance. Los escasos análisis que, repartidos a lo largo de sus páginas, intentan clarificar algún aspecto no pasan de reflejar tópicos e ideas comunes sin demasiado valor.

 

Independientemente de la utilidad que puedan recibir (cubrir un afán meramente informativo o servir como posible modelo de composición retórica para ocasiones similares), el principal valor de este tipo de publicaciones estriba en que confirman la existencia, a comienzos del siglo XXI, de un interés popular por este tipo de discurso. Sin duda, los vientos de guerra que azotan nuestros días, la aciaga década con la que ha comenzado el siglo XXI, están detrás de esa creciente atención con respecto al fenómeno de la exhortación militar. La guerra ha dejado de ser algo ajeno a nuestra sociedad. Y, en consonancia, se constata que vuelve a existir entre el gran público un interés por comprender los motivos que llevan a que hombres como nosotros, ciudadanos de democracias occidentales, se enfrenten en tierras extrañas a terribles enemigos y pongan en peligro sus vidas en el campo de batalla. La persuasión en tiempos de guerra, por lo tanto, ha vuelto a ser un tema actual, que, además, presenta interesantes derivaciones en la vida civil. Se comprende, así, que en el mundo anglosajón también se esté intentando sacar partido del poder de este tipo de persuasión que procede del mundo militar como medio para conseguir motivar a trabajadores y equipos. La vertiente de la motivación aporta una nueva perspectiva sobre la utilidad en el mundo del trabajo de aquellos viejos argumentos con los que se animaba a los hombres a la lucha.

 

 

J. C. IGLESIAS-ZOIDO

Universidad de Extremadura

 

 

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[1] Este trabajo se enmarca en el Proyecto de Investigación BFF2009-06111.

[2] Cf. IGLESIAS-ZOIDO (ed.) (2008), HARTO TRUJILLO (2008), YELLIN (2008), MILLER (2008) y (2010), a las que hay que sumar los estudios individuales de ABBAMONTE (2009), MILETTI (2009) y BUONGIOVANNI (2009) publicados en conjunto bajo la denominación de “Le allocuzioni alle truppe nella storiografia antica”.

[3] Cf. INGLIS (2008) y THOMPSON (2009).

[4] En concreto, una Tesis de Licenciatura recientemente publicada, MANZANO VENTURA (2010), y una Tesis Doctoral, CARMONA CENTENO (2008), sobre la epipólesis en la historiografía griega y romana cuya versión en libro verá la luz en los próximos meses.

[5] Cf., en este sentido, los artículos publicados en esta misma revista por parte de PINEDA (2007), PANIAGUA AGUILAR (2007), GONZÁLEZ DELGADO (2008), BALLESTEROS PASTOR (2009), CARMONA CENTENO (2009), HENRIQUES (2009), ERAMO (2010) y HERRERO (2010), que ofrecen una visión interdisciplinar de este fenómeno cultural: desde la antigua Grecia hasta el Portugal del siglo XVI. A ellos se han de sumar los trabajos de IGLESIAS-ZOIDO (2007), (2007a), (2008), (2010), (2010a) y (2010b), STORELLI (2009), CHAPARRO GÓMEZ (2010), ANSON (2010). En prensa, los trabajos de GARCÍA FITZ (2010) y (2010a) y de PINEDA (2011) y (2011ª)

[6] Cf. IGLESIAS-ZOIDO (ed.) (2008), IGLESIAS-ZOIDO (2007), (2007a), (2008), (2010) y (2010a), HARTO TRUJILLO (2008), CARMONA CENTENO (2008) y (2009), BALLESTEROS PASTOR (2009), ABBAMONTE, (2009), CHAPARRO GÓMEZ (2010). Con respecto a la relación entre arenga y arte militar, cf. PANIAGUA AGUILAR (2007). Sobre el papel de la arenga en otros géneros literarios, cf. GONZÁLEZ DELGADO (2008) y MANZANO VENTURA (2010).

[7] Cf. ERAMO (2007) y (2010).

[8] Cf. HERRERO (2010), con respecto al análisis retórico de la arenga de Tarik b. Ziyad.

[9] Cf. STORELLI (2009) con respecto a las arengas de la batalla de Étendard y las apreciaciones que realiza GARCÍA FITZ (2010) y (2010a) sobre el Cantar del Cid o sobre el fenómeno de la Reconquista.

[10] Cf. PINEDA (2007), (2011) y (2011a) y HENRIQUES (2009).

[11] Cf. HANSEN (1993) y (2001); PRITCHETT (1994) y (2002).

[12] Cf. PRITCHETT (1994) y (2002).

[13] Tal y como puede deducirse a partir de algunas de las afirmaciones de HANSEN (1993).

[14] Cf. MILETTI (2009) y BUONGIOVANNI (2009). El primero analiza “la modalità in cui Erodoto, Tucidide e Senofonte definiscono e descrivono il contesto in cui è inserito el discorso del capo militare” (48). BUONGIOVANNI (2009: 78), tras analizar el “pubblico” de las arengas de Salustio, Tácito y Marcelino, concluye que “la prassi rituale riscontrabile nelle fasi narrative in cui lo storico introduce l’adlocutio costituisce un forte argomento contro chi nega la storicità dei discorsi alle truppe”.

[15] Cf. en este sentido las apreciaciones técnicas sobre las que se basa el estudio de ANSON (2010).

[16] Cf. IGLESIAS ZOIDO (2007), (2010a) y (2011).

[17] Cf. ERAMO (2007) y (2010), sobre discursos historiográficos exhortativos como modelo retórico en Bizancio y al testimonio fundamental que supone la denominada Rhetorica Militaris. Cf. RANCE (2007).

[18] Cf. la visión panorámica que ofrece PINEDA (2007), y los estudios concretos, PINEDA (2011) y (2011a), sobre influencia de la normativa de los tratados historiográficos del período sobre la inserción de discursos en la obra historiográfica del portugués Melo a principios del siglo XVII. Cf. también, con la vista puesta en la historiografía portuguesa del XVI, el trabajo de HENRIQUES (2009) sobre el papel de la arenga naval.

[19] YELLIN (2008).

[20] Cf. MILLER (2008) y (2010).

[21] Cf. INGLIS (2008) y THOMPSON (2009).

[22] Cf. también los comentarios de ABBAMONTE (2009: 41-46) recogidos bajo el enunciado “A cosa serve oggi studiare i paraklêtikoì lógoi?”, orientados en este caso hacia los ámbitos de la publicidad política y de la información periodística: “La presenza nella pubblicistica politica e nell’informazione giornalistica contemporanea di topoi analoghi a quelli presenti nei discorsi alle truppe riferiti dagli storici apre inaspettatamente la strada ad un possibile interesse scientifico-letterario verso questi discorsi” (43).

[23] Cf. YELLIN (2008).

[24] Cf. en este sentido la introducción de IGLESIAS ZOIDO (ed.) (2008).

[25] En este sentido, echamos de menos que el autor no haya incluido una arenga pronunciada por un mando aliado y que aportaría un interesante contrapunto con respecto a las palabras de los norteamericanos. Se trata de la exhortación pronunciada por el teniente coronel Tim Collins ante los ochocientos hombres del Primer Batallón del Royal Irish Regiment, en Fort Blair Mayne, en Kuwait, a veinte kilómetros de la frontera irakí, el miércoles 19 de marzo de 2003. Se trata de una arenga previa a la invasión de Irak en la primera Guerra del Golfo, que por su fuerza persuasiva (“We go to liberate, not to conquer”) adquirió inmediatamente una gran relevancia mediática. Cf. al respecto artículos como “The secret of good fighting talk” (BBC News, 20 de marzo de 2003), “Rimbaud meets Rambo on the eve of Battle” (The Times, 22 de marzo de 2003) o “Rallying Cry We go to Liberate: A Colonel’s Address” (The New York Times, 25 de marzo de 2003). Un discurso que, de manera significativa, el presidente G. W. Bush tenía colgado en una de las paredes del Despacho Oval. Cf. al respecto MILLER (2008: 21-25).

[26] Cf. MILLER (2008).

[27] Cf. BURGESS (1902) y BLIESE (1989).

[28] Cf. ALBERTUS (1908).

[29] Cf. IGLESIAS ZOIDO (2008).

[30] Cf. CARMONA, HARTO, IGLESIAS y VILLALBA (2008).

[31] Cf. MILLER (2010).

[32] Cf. INGLIS (2008) y THOMPSON (2009).

[33] Cf., por ejemplo, la ampliamente difundida selección de SAFIRE (20042) en la que se incluyen discursos políticos, judiciales, elogios, debates o sermones. Los discursos militares (bajo la denominación de “War and Revolution Speeches”), sólo ocupan una pequeña parte (pp. 81-158) de sus más de mil páginas. Cf. también en el ámbito anglosajón COPELAND, LAND y MCKENNA (19994), que siguen una ordenación temporal y espacial de los discursos a la hora de hacer su selección.

[34] Cf. HESTER (2003).

[35] Y que lleva el siguiente título: Orationi Militari raccolte per M. Remigio fiorentino, da tutti gli historici greci e latini, antichi e moderni, con gli argomenti, che dichiarano l'occasioni per le quali elle furono fatte; con gli effetti, in questa seconda editione, che elle fecero ne gli animi di coloro, che l'ascoltarono, doue sommariamente si toccano l'historie di tutti i tempi ; con l'aggiunta di molti historici, et orationi non impresse nella prima; dal medesimo autore diligentemente corrette, Venecia: 1560.

[36] Harangues militaires, et concions des princes, capitaines, ambassadeurs, París: 1573.

[37] Cf. RADOUANT (1911).

[38] Cf. HESTER (2003).