JULIO GÓMEZ SANTA CRUZ
GRAZIA SALAMONE, L’imperatore e l’esercito. Tipi monetali
di età romano- imperiale, Reggio Calabria: Falzea, 2004. Semata e Signa. (Collana di Studi di Iconografia monetale diretta da Maria Caccamo Caltabiano, nº 2), 248 páginas (ISBN 9788882961206)
EN LAS ÚLTIMAS décadas han pasado a ocupar un primer plano cuestiones relativas a la
iconografía en la Roma imperial. Trabajos de Ronald Syme, Andreas Alföldi, la magnífica síntesis de Richard
Brilliant, Gesture and Rank in Roman Art, o el más reciente
trabajo de Paul Zanker,
The Power of Images in the Age of Augustus, abordan
el desarrollo de un nuevo lenguaje iconográfico determinado por el sistema político y por las necesidades de asimilación dentro de la sociedad.[1] En ese contexto se desarrollan investigaciones centradas en el mundo militar desde muy distintas ópticas y, entre ellas,
a partir
de la
numismática. Una convergencia de los estudios
numismáticos y los análisis
iconográficos que ofrece, gracias a su riqueza y evolución
diacrónica, una visión más rica y sintética como demuestran, entre otros muchos, los trabajos de L. Rossi (Le insegne
militari nella monetazione imperiale romana da Augusto a Commodo) o de C.H.V. Sutherland (Roman History and Coinage 44 BC-AC 69).
En esa línea,
la obra de Grazia Salamone
que ahora reseñamos
(y que se engloba
dentro del Proyecto Lexicon Iconographicum Numismaticae (LIN) de la Universidad de Messina,
financiado por MURST.COFIN 2000) constituye un atractivo
análisis de la relación
entre el emperador y el ejército
a partir de las imágenes y los lemas incorporados a las monedas.
La metodología utilizada
por la autora
implica una aproximación novedosa que persigue,
más que en una interpretación de los datos de las monedas a la luz de los hechos históricos siguiendo un método deductivo, una investigación de la iconografía en su intrínseco significado a través de un proceso
inductivo. Interés tanto por la forma de la obra artística
como por su mensaje;
el “estilo” es en sí mismo un complejo documento histórico. Las imágenes reflejan el estado de una sociedad y su sistema de valores, sus crisis y sus momentos
de euforia.
A partir de esa orientación metodológica que –reconoce
la autora– no dejará
de suscitar alguna que otra perplejidad y objeciones, se ha intentado reconstruir la compleja red ideológica y cultural
plasmada en iconografías particulares para una determinada época. Es así posible
encontrar las profundas implicaciones de una propaganda que va más allá del binomio Emperador/Ejército. Los datos derivados de la investigación aparecen claros: no es el ejército
como tal instrumento de la conquista
del poder supremo y estar en el centro de la celebración
monetal, sino el elemento
militar con sus connotaciones también
éticas en cuanto parte integrante de la esfera de la monarquía que, si bien en la forma asume el trato de una celebración filo-militar, con mayor o menor claridad, es portadora de motivos
semánticos más complejos y articulados en torno a la autoridad
imperial. Tal evolución
ideológica advertida por los historiadores es puntualmente evidencia en la moneda, documento histórico primario de la naturaleza absolutamente pública y oficial que la caracteriza. Esa particular atención reservada a la auctoritas imperial en el ámbito militar aparece testimoniada de forma repetida
en las monedas de época imperial
que desarrollan unas determinadas fórmulas iconográficas y epigráficas, con un evidente
objetivo propagandístico de carácter
militar destinado a propagar
entre la ciudadanía y los propios
soldados la
estrecha vinculación entre el
emperador y el ejército.
Ese conjunto
de planteamientos es llevado
a buen término
por la profesora
Salamone cuando procede con una cuantificación sincrónica y diacrónica de los tipos numismáticos y de la presencia del emperador en 4 secciones:
1.
Tipos con figura imperial (págs. 21-86) a partir de los siguientes epígrafes: Adlocutio, Dextrarum iunctio entre el emperador y los soldados
y entre el emperador
y personificaciones de Fides o
Concordia, Sacrificium, el emperador en marcha con soldados, el emperador a caballo
(adventus) o en marcha/estante con mano derecha levantada, el emperador estante, exento con más atributos, el emperador coronado por la Victoria,
el emperador recibiendo el globo y/o la Victoria,
¿el César entre dos figuras militares estantes?; el emperador junto a prisioneros/enemigos, el emperador sentado.
Todo
este conjunto de tipos se caracteriza por hacer de la figura del emperador
la clave de la composición escénica, bien por su representación destacada sobre un podio a mayor escala
que el resto, bien por leyendas
(DISCIPLINA AVGVSTI, ADLOCVTIO AVGVSTI) que ponen el acento sobre la auctoritas imperial en relación con el ejército, relegado a un papel de pasivo interlocutor o simple comparsa.
Esta misma tipología, a partir
de la mitad del siglo III –fase decisiva para la evolución formal e ideológica de la propaganda oficial centrada en el ejército- muestra al emperador con presencia divina o junto a abstracciones divinizadas (la Concordia o la Fides que estrechan la mano al emperador). La iconografía de las monedas
parece destinada a la legitimación y consagración de la parte providencial del emperador que, en relación con la aclamación militar, es el fundamento ideológico de estos convulsos años. Asimismo,
desde fines del siglo III y hasta el siglo V sobresale
la representación de la figura exenta
del emperador de pie con atributos
propios del poder real (cetro, globo…) acompañado en muchas ocasiones de la leyenda
VIRTVS EXERCITVS, un concepto de la virtus militar que sintetiza la esencia misma de la soberanía. En resumen, esta primera tipología con la figura imperial muestra una celebración directa del emperador en un contexto
donde leyendas e iconos particulares (caso de los estandartes), confieren una impronta
filo-militar. Una mezcla de elementos
–sugiera la autora- indicativa de una interesada propaganda de la auctoritas culminada con la exaltación de las virtudes
militares.
2. Tipos con personificaciones (págs. 87-126), que comprende los siguientes epígrafes:
Concordia y Fides, Virtus,
Genius, Victoria, Fortuna, Pax, Salus, Aequitas/Moneta, Gloria. Las numerosas personificaciones, casi todas ellas femeninas, que se acompañan de distintas
leyendas de índole filo-militar a lo largo de los dos primeros siglos del Imperio, son la expresión
de una tendencia figurativa simbólico-sacral, “realistica”. Dichas entidades divinizadas se
limitan a la Concordia y a la Fides que, con similar iconografía, se
diferencian por sus respectivas leyendas explicativas de CONCORDIA
y de FIDES MILITVM.
Destaca la autora la aparición de una personificación de gran impacto:
la Concordia militar en relación con coyunturas críticas como la de los años 68/69 o más tarde al periodo de anarquía
militar cuando numerosas personificaciones presentes en la moneda reflejan la importancia de la aclamación militar en la conservación del poder.
En efecto, a lo largo del siglo III proliferan las personificaciones junto a una mayor definición de sus atributos
y letreros. Son los casos de Virtus
con la leyenda VIRTVS MILITVM, Victoria
con VICTORIA EXERCITVS y VIRTVS
MILITVM, Fortuna
con la leyenda CONCORDIA EQVITVM, la Pax (PAX EXERCITVS), Salus con SALVS MILITVM.
Sobresale también la única personificación masculina: la del Genius militaris
identificada con la inscripción GENIVS EXERCITVS y finalmente la inclusión de nuevas
divae
como la Aequitas/Moneta (FIDES
MILITVM) en época tetrárquica y la Gloria (GLORIA
EXERCITVS) en época constantiniana. Insiste la autora que, en el momento en el cual se invocan o proclaman esas abstracciones, en el imaginario colectivo romano, se vinculaban a la figura del emperador, a la postre la mejor garantía
del bienestar moral y material
del Imperio. Es decir, las virtudes de los ejércitos
son una emanación
de la Virtus Augusti. Así queda ampliamente documentado en el intercambio y ambivalencia de atributos
y esquemas entre la personificación militar
y la figura del emperador.
3.
Tipos con divinidades y figuras
heroicas (págs. 127-137) que se limitan a Marte,
Esculapio y Hércules,
si bien el primero
presenta una más amplia difusión cronológica acompañado de las leyendas
CONSENSVS EXERCITVM, FIDES EXERCITVS y VIRTVS
EXERCITVS. Por su parte,
Esculapio aparece en emisiones de Póstumo
y de Tétrico I con la inscripción SALVS EXERCITI, mientras que Hércules
se acompaña de la leyenda VIRTVS EQUITVM.
La innegable veneración de los soldados
por estas divinidades conlleva las virtutes
de la figura imperial, como se desprende
de la iconografía imperial que acompaña
a Marte (figura
estante con mano sobre escudo o entre dos prisioneros), sin olvidar la dimensión de Hércules
en cuanto modelo heroico junto a la leyenda
VIRTVS EXERCITVS o la estrecha
vinculación ideológica entre la Salus Militum y la Salus Augusti que aparece
culminada por la figura de Esculapio. Advierte además G. Salamone
la figura de Júpiter,
del dios supremo, en otros contextos iconográficos en los que es protagonista absoluto el emperador. Es el caso de las escenas
de sacrificium y de la entrega del globo, a través de la cuales se expresa
el concepto clave de la ideología
oficial: la legitimación de la auctoritas
por la divinidad.
4.
En un cuarto apartado
(págs. 139-160) se agrupan bajo el epígrafe
de “Otros tipos”
manos derechas que se estrechan, signa militaria, águila sobre globo,
puerta o planta del castrum, trofeo con prisioneros, etc. Termina la exposición con un apartado
de Varia (tres trofeos, corona de laurel,
león, haz de armas,
loba y gemelos,
altar), acompañados de las leyendas FIDES
MILITVM, CONCORDIA EXERCITVS o VIRTVS MILITVM.
Es de agradecer
la síntesis visual de toda esta información en una tabla –adjunta
al libro en formato DIN A3- que compendia las emisiones de tipo militar
acuñadas por setenta
y tres emperadores en orden cronológico desde Augusto
hasta Valentiniano III, con sus correspondientes 15 leyendas: ADLOCVTIO (COHORTES y PRAETORIAE) CONCORDIA MILITVM, FIDES EXERCITVS, CONSENSVS EXERCT., DISCIPLINA AVGVSTI, EXERCITVS BRITANNIC., etc., VIRTVS MILITVM, GENIVS EXERCITVS, VICTORIA EXERCITVS, CONSERVAT MILITVM, RESTITVTOR
EXERCITVS, PAX EXERCITVS, SALVS MILITVM
y GLORIA EXERCITVS. Hubiera sido factible,
así lo creemos,
incluir, dada la temática de las escenas y su componente militar, las leyendas referidas a PROFECTIO, ADVENTVS, SIGNIS
RECEPTIS, REGNA ASIGNATA,
EXPEDITIO, DECVRSIO, LIBERALITAS
y PROVIDENTIA. Asimismo, hemos defendido la existencia de una temática
particular dentro del panorama militar y más en concreto
del terreno de la adlocutio: la epipólesis o revista
de tropas a caballo que ya desde Homero se repite en las fuentes historiográficas y adquiere
una singular iconografía en las monedas.
Tras
esta detallada exposición de los diferentes tipos numismáticos sigue un extenso
apartado dedicado a las Conclusiones (págs. 161-202), vertebradas por una metodología que creemos
inexcusable en cualquier estudio histórico: la más amplia contextualización histórico-ideológica de su evolución sincrónica y diacrónica, la homogeneidad del lenguaje figurado utilizado en la moneda de una determinada época con el objetivo de una más rigurosa definición
de los perfiles icónicos e ideológicos que explican la evolución
del
concepto mismo de la soberanía
imperial. La exposición secuencial seguida abre un breve pero denso apartado de conclusiones y valoraciones de especial interés, cuyos argumentos muestran una muy bien elaborada panorámica de la iconografía numismática de inspiración militar.
Desde
finales de la época julio-claudia se elabora
uno de los tipos de mayor perduración en la moneda imperial: la adlocutio. El primer documento
iconográfico aparece en los sestercios de Calígula
y de Nerón junto a la leyenda ADLOCVTIO
COHORTIVM, que no hace sino recoger
el papel determinante del cuerpo pretoriano en el contexto político de su tiempo. Destaca también la serie de Claudio con la leyenda PRAETOR
RECPT, que presenta al emperador estrechando la mano de un soldado, una directa alusión
al sacramentum militar,
el juramento de fidelidad
de profundo significado sacral y político,
plasmado en la dextrarum
iunctio.
En los años 68/69, en el marco de una lucha civil por la conquista del poder, la propaganda diseñada en las monedas, además de una solitaria referencia a la adlocutio en una serie de Galba, se concentra
en dos lemas inéditos: CONCORDIA MILITVM y FIDES MILITVM
(o PRAETORIANORVM). Es el inicio de una exaltación del elemento militar que será constante durante casi tres siglos y que
ahora expresa, en términos
iconográficos, un cambio en el plano ideológico-sacral. La leyenda CONCORDIA
MILITVM suele aparecer junto
a la figura de la Concordia divinizada y la leyenda FIDES MILITVM, unida a la imagen de las manos derechas
que se estrechan
(reducción esquemática en este caso del tema incorporado en las monedas de Claudio).
La llamada a la cohesión (Concordia), a la lealtad
(Fides)
de las tropas se
desarrolla en un
momento histórico en el que esos valores, más allá de la propaganda bélica, se consideran conceptos intrínsecos a la eficacia
del ejército y la victoria final.
Dentro de ese mismo ambiente ideológico, resulta el Consensus Exercituum proclamado en las emisiones de Vitelio
y de Vespasiano, en tiempos de la guerra civil. Un lema estrechamente ligado con el cambio político-militar de aquellos
años y que no se repetirá en posteriores emisiones. Algunos tipos, como el de Marte en marcha
(imagen explícita de la acción
victoriosa), son sustituidos en ejemplares de Vespasiano por la iconografía de la dextrarum iunctio entre figuras militares –seguramente el emperador y un soldado-, representación directa del acuerdo entre las dos partes. La propaganda filo-militar de los Flavios
inspirada en los modelos iconográficos precedentes incide en la Concordia y en la Fides. Destacan las emisiones de Vespasiano con FIDES EXERCITVS y la introducción de la iconografía del sacrificium por Domiciano: la celebración de la pietas augustea asume ahora una particular matización ideológica en cuanto que sanciona
la Fides Exercitus proclamada en la leyenda.
Con Nerva, las emisiones en oro, plata y bronce repiten junto a la leyenda
CONCORDIA EXERCITVVM el tipo de la dextrarum iunctio con la intención de exaltar
la Concordia militar en vez del Consenso militar, en cuanto que se trata de presentar
a Nerva como un emperador que no ha conquistado el poder con las armas sino que su elección
es fruto de un momento de paz y de colaboración entre las distintas fuerzas político-militares. Con Trajano, la propaganda militar es menos evidente. Parece así confirmarse la teoría que explica
las invocaciones a la lealtad
del ejército en situaciones de inseguridad del poder imperial.
Trajano es un
prestigioso militar que no necesita proclamar la concordia militar
por lo que se limita a una serie con el tipo de la dextrarum iunctio entre el emperador y los soldados
junto a la leyenda
FIDES EXERCITVS. Puede que sea demasiado parco el análisis de la numismática trajánea, pues de matiz militar
son las series donde el emperador
aparece sentado
en un
podio, rodeado de soldados
y estandartes.
El amplio espacio dedicado a motivos
de carácter militar por Adriano contrasta con la imagen de un emperador más amante de la paz y la filosofía que de la gloria militar. De nuevo se retoma el tema de la adlocutio, en esta ocasión con una nueva disposición escénica: el emperador a caballo,
con la mano derecha levantada, se dirige a las tropas –dentro de la temática
englobada en la leyenda adventus por la autora-. La ocasión inmediata que determinó
estas emisiones se encuentra
en los distintos viajes de inspección emprendidos por el emperador, en los cuales se prestó especial atención a la defensa,
material e ideal,
del limes imperial por los ejércitos
provinciales que son recordados uno por uno (EXERCITVS… DACICVS,
HISPANICVS, MOESICVS, NORICVS, PARTHICVS, RAETICVS y SYRIACVS). Advierte G. Salamone
una misma escala entre emperador y soldados
que a nivel figurativo nos da idea de un nuevo modo de entender
y ejercitar la soberanía: una conducta
paternalista y autocrática. De igual manera,
la serie de sestercios con la leyenda DISCIPLINA AVGVSTI presenta la imagen de Adriano como modelo paradigmático de la virtus militar y civil.
La iconografía en sus monedas
de la adlocutio
resulta ser una de las fórmulas privilegiadas dentro de la propaganda de edad antonina, en
estrecha relación además con las escenas
labradas en los relieves monumentales del siglo II d.C. Común denominador de las representaciones antoninas es la acentuación de la gestualidad de la figura imperial que parece culminar la
composición escénica.
La preferencia por la iconografía de carácter
realístico, muy abundante
en emisiones en plata y en bronce,
resulta atenuada si se considera el éxito que encontraron la personificaciones de la Concordia y de la Fides militares; en especial esta última, con la leyenda
FIDES EXERCITVS y la figura de la Fides estante. Las emisiones del crítico año 193 en ese sentido,
presentan como único motivo la celebración o mejor la invocación de la Fides de las legiones FIDES LEG. Con esa misma leyenda, se introduce
un nuevo tipo de gran impacto visual:
los
signa
militaria.
La dinastía
de los Severos
mantendrá las leyendas inspiradas en la Concordia
y la Fides militar junto a tipos que resaltan la figura imperial, bien con el tema de la adlocutio, bien con las personificaciones de la Concordia y la Fides enriquecidas con múltiples atributos (Vexilla- Victoriola, globo-fénix, águila-globo, etc.). La intensa propaganda de estos valores que nutren
la auctoritas del emperador
en aspectos militares son reflejo
del cambio en la misma ideología del
poder. Así, el triunfo de Septimio
Severo significó un paso decisivo hacia
una concepción más autocrática del principado en un contexto
marcado por la crisis institucional (el insostenible consenso entre
senado y princeps), militar (la
amenaza de los bárbaros en
el
limes), financiera y social (inflación y presión
fiscal, sobre todo para la clase media provincial y rural). En
ese delicado contexto, la iconografía de los Severos focalizó
la atención en la figura imperial, representada en el instante ritual en el cual las virtutes
del princeps
se muestran
explícitas (adlocutio, sacrificium), o en un plano sobrehumano
(coronación por parte
de la
Virtus o de Marte).
La misma personificación de la Concordia y de la Fides simbolizan, en definitiva, un estatus
de armoniosa competencia de las fuerzas
militares, derivado del reconocimiento del carisma imperial que engloba
en la figura del emperador toda la virtus política,
civil y militar.
En el curso del siglo III se registra la máxima concentración de leyendas
y de tipos de índole
militar con el uso de viejas
y nuevas fórmulas.
El desorden político y militar
que caracteriza a estos
años significará, a nivel figurativo, una ruptura
de los motivos
icónicos que refleja la multiplicidad de los puntos de vista de la propaganda oficial de los sucesivos
y efímeros emperadores y usurpadores. Los análisis de las series presentados por Salamone no evidencian sustanciales diferencias en la línea propagandística desarrollada tanto en el periodo entre Maximino el Tracio y Galieno
de la “anarquía
militar”, como en la segunda mitad del siglo protagonizada por “los emperadores ilíricos”. En todo ese periodo
destaca la tendencia dominante hacia un cambio en la percepción de las conmemoraciones en un plano trascendental
y simbólico que
sigue teniendo como puntal la
representación del emperador.
La multiplicación de las personificaciones de los valores
militares es un rasgo típico de la propaganda monetaria de la tercera centuria.
La inserción, en tiempo de Gordiano, de la figura de la Virtus con la leyenda
VIRTVS EXERCITVS -que alcanzará
gran fortuna en las emisiones posteriores-, la aparición con
Trajano Decio y con Galieno de la
imagen del Genius militar (GENIVS EXERCITVS) y con Póstumo
la presencia de la Fortuna (CONCORDIA AEQVITVM)
y de la Pax (PAX EXERCITI)
representan tan sólo el inicio de una renovación del repertorio icónico relativo a las personificaciones filo-militares junto al mantenimiento de las más tradicionales Concordia y Fides. Añade G. Salamone
una última reflexión
sobre la iconografía militar del siglo III d.C.: en el complejo marco económico, político, social y militar
de ese momento, se aprecia
el esfuerzo de la propaganda imperial destinada a “tranquilizar” el mundo castrense
con la propuesta ideológica de entidades
divinas (Genius, Esculapio…)
y valores -más pretendidos que
conseguidos- como la Concordia, Fides, Virtus o la Pax.
La
iconografía monetal registra además una clara evolución del concepto mismo de realeza en estrecha conexión con el marco político y militar
de su época. Entre los años 238- 268, el modelo de sucesión
dinástico idealizado de los Antoninos
y de los Severos forma parte de la propaganda plasmada en las monedas para transmitir la idea de una nueva era de paz y prosperidad. En ese sentido, son muy significativas y directas
las variantes registradas dentro del esquema de la adlocutio que aparece en los medallones de plata y bronce de Valeriano
y Galieno, los dos augustos
de pie sobre el podio, ambos con la mano derecha levantada. La frecuente
llamada a la FIDES EXERCITVS (o MILITVM)
–leyenda asociada habitualmente a la personificación de la Fides militar y al tipo de signa militaria-, son la expresión indiscutible de la celebración de la auctoritas real. Ejemplos de la virtus militar del emperador, en un contexto
figurativo enriquecido con figuras simbólicas y sacrales,
son la escena de dextrarum iunctio entre Gordiano III y un soldado,
en presencia de las dos personificaciones fluviales del Tigris y el Éufrates
y la escena
de la coronación de Galieno
por parte de la Victoria.
Destaca la autora la multiplicidad de los tipos en las monedas filo-militares del emperador
Galieno. La evolución
de la ideología
de la auctoritas imperial
se refuerza
mediante la militaris potentia, determinante ahora para el ascenso de uno u otro personaje
y mediante la iconografía de la entrega
del globo, de la Victoriola o del globo Nicéforo
al emperador por parte de Júpiter, Marte o la Concordia. Lo mismo ocurre con las leyendas CONCORDIA MILITVM, FIDES MILITVM, VIRTVS MILITVM o RESTITVTOR EXERCITI; en este último caso, llama directamente la atención sobre la figura del emperador como “restaurador” en la línea de los Ilíricos
y Aureliano. Todo ello acrecentado por la reformas
castrenses de Galieno
que, en el caso del cuerpo de caballería, se acompañan
de emisiones con la leyenda
FIDES EQVITVM (corona de laurel)
y CONCORDIA EQVITVM
(Concordia de pie) inspiradas en las monedas anteriores de Póstumo.
Es también muy significativa la imagen del emperador de pie junto a las leyendas FIDES LEG, FIDEI PRAET,
COHORS TERTIA PRAETORIA, VIRTVS MIL.
Salamone interpreta, como buena muestra de la transformación ideológica, los cambios introducidos en la composición, ya clásica, de la adlocutio. En los medallones de Póstumo éste se sitúa en el centro de la escena, casi frontalmente, mientras dos Victorias
lo coronan. Con la introducción de la entidad
sobrehumana se supera el anterior sesgo de realismo figurativo, mientras que la disposición central del podio
–en
cuyos antecedentes son reconocibles las adlocutiones del Arco severiano del Foro- confiere el máximo énfasis a la figura
del emperador. El motivo de la coronación, impreso en los medallones de Tácito
junto a la inédita
leyenda ADLOCVTIO TACITI AVG y la centralidad del podio en la abundante serie de Probo (medallones, áureos, antoninianos, ases y dupondios) perfilan un concepto
de auctoritas sobrehumana.
El nuevo sistema tetrárquico impulsado por Diocleciano se acompañó
de un amplio
programa de reformas
destinadas a salvar el Imperio.
En ese sentido,
las emisiones de los tetrarcas
muestran una indudable
atención al elemento militar inspirado en los ya tradicionales valores de la Concordia, la Fides y la Virtus acompañados de un gran número de leyendas
propagandísticas. La nueva estructura tetrárquica encontró un inmediato
reflejo a nivel epigráfico (leyenda FIDES MILITVM AVGG ET CAESS NN junto a Fides) y figurativo (imagen de cuatro
personajes imperiales en el acto del sacrificio delante de los muros de un castrum).
De
forma paralela, se reitera
la personificación de las Virtutes militares (Concordia, Fides, Virtus, Genius, Pax) junto a los respectivos epígrafes explicativos; la dextrarum iunctio entre el emperador y un militar;
la Concordia (FIDES MILITVM, CONCORDIA MILITVM); la adlocutio (ADLOCUTIO AVG). La iconografía más común para todos los tetrarcas -presente en monedas de plata y bronce acuñadas en algunas de las cecas repartidas por el Imperio-
es la de la entrega
del globo al emperador por parte de la divinidad
(FIDES MILITVM, CONCORDIA MILITVM). En suma, se trata de una intensa propaganda que insiste en la concepción de Augusto como deus et dominus fundamentada en la ideología ceremonial de la corte oriental
–la adoratio o proskynesis- para crear en torno a la figura imperial
un halo de sacralidad e inviolabilidad: el objetivo era ahora salvaguardar el poder, infundir una suerte de temor
que alejase cualquier amenaza sobre la púrpura.
En el terreno acotado de estudio
de la presente
obra, la evolución y pronta disolución del sistema ideado por Diocleciano significó algunas innovaciones, sobre todo en lo relacionado con la leyenda VIRTVS EXERCITVS. Con ésta, además del tipo conocido de la personificación de la Virtus, aparece la tipología estilizada de la planta del campamento sobre la cual domina la figura del
dios Sol. Otra novedad se encuentra en los bronces de
Licinio I y Constantino y de los Césares Licinio II, Crispo y Constantino II, acuñados en Tesalónica en el 319 y que introducen el tipo inédito del grupo tropaico de dos prisioneros sentados a los lados de un trofeo o de un estandarte, en algunos casos con la mención de decennalia o vicennalia (VOT X o VOT XX) siguiendo una fórmula
conmemorativa inaugurada en la Tetrarquía diocleciana e inspirada
en el concepto de aeternitas del Imperio muy apreciado
en la tardoantigüedad. Destaca también la singular leyenda VIRTVS EXERCITVS GALL con el
tipo de Marte en marcha entre dos prisioneros;
una evidente referencia del decisivo
cuerpo de aquel momento, el
Exercitus Gallicanus.
Otra
manifestación iconográfica del logro de la unidad
absoluta del gobierno viene dada por la figura imperial,
de pie con lanza y mano apoyada en el escudo, con las leyendas GLORIA EXERCITVS o VIRTVS
EXERCITVS. Asimismo, coetáneas de la batalla
de Puente Silvio, son las series que celebran la victoria de Constantino con la leyenda GLORIA EXERCITVS y el tipo del emperador
a caballo con la mano derecha
levantada; la personificación de la Gloria militar y sobre todo la iconografía de las dos figuras militares (de pie con lanza y mano en el escudo o bien sosteniendo el mismo estandarte) que van más allá de la simple imagen de “soldados”.
La ideología
de una monarquía terrenal, paralela a otra divina, es eficazmente expresada en la tipología que muestra una absoluta preeminencia del personaje imperial: desde la adlocutio
a la tropa (con un último
documento retomado por Constantino con la leyenda ADLOCVTIO AVG y SALVS REIPVBLICAE) a la imagen del emperador
estante, con los atributos del trofeo entre dos prisioneros (serie de Constancio II y de Constante
con VIRTVS EXERCITVS) que asimila una fórmula icónica propia del dios Marte. Son estas unas imágenes
comprensibles en un momento
de tránsito hacia la cristianización oficial en el marco de una reafirmación del concepto de auctoritas absoluta y universal.
En los primeros decenios del siglo IV sobreviven motivos ideológicos exitosos inspirados en el Concordia y la Fides militar, si bien en tono menor y eliminando la imagen de la personificación homónima, comprometida en exceso con el pasado pagano. El año 312 significa el terminus ante quem para la última representación de la figura de la Concordia y de la Fides; mientras que la leyenda inspirada en esos motivos permanece en las emisiones de los hijos de Constantino. De hecho, los labara, los estandartes con el monograma de Cristo – signo de una conversión ya oficial- aparecen representados (FIDES MILITVM) o bien sostenidos en la mano de los Augustos
estantes (CONCORDIA MILITVM) de forma metafórica. Las monedas a nombre de Juliano
celebran la VIRTVS EXERCITVS, en algunos
casos, bajo la forma VIRTVS EXERCITVS ROMANORVM alusiva al elemento militar propiamente romano, contrapuesto al barbarizado de su época. La presencia
de iconografía en la cual el emperador
en marcha, en el acto de atravesar
un prisionero o bien representado de pie, solo, con lanza y escudo o sentado de frente con mappa y cetro, delinea la voluntad firme de reconducir la Virtus militar, proclamada en la leyenda, en el contexto de la auctoritas absoluta y
paradigmática.
Toda
esta diversa propaganda filo-militar que a lo largo de los tres siglos
anteriores había presentado múltiples fórmulas epigráficas, se limita con Valentiniano I a una única leyenda inspirada
en la Virtus Exercitus; el único valor que era preceptivo en una época en la cual la virtus
de los ejércitos
era puesta a prueba
con la creciente
amenaza de los bárbaros. De igual manera, la preferencia casi exclusiva para la iconografía caracterizada por la figura imperial denota una indiscutible y definitiva asimilación de la virtus militar en el ámbito ideológico de la realeza.
El personaje imperial, sustituido iconográficamente por entidades divinas como Virtus
y Marte, encarna
y garantiza la suprema
Virtus de la cual desciende
también el valor del
ejército romano: invencible como es invencible su Dominus.
Advierte muy
acertadamente G. Salamone cómo
la
atmósfera dramática y violenta que enmarca la producción artística tardo-imperial encuentra una inmediata
confirmación en los documentos numismáticos fechados entre el último cuarto del siglo IV y la primera mitad del siglo V, con una abundante
iconografía de la figura imperial
en el acto de pisotear
a un prisionero o bien a caballo atravesando a un enemigo abatido.
Adquiere, pues, el repertorio de escenas
iconográficas una brutalidad sin precedentes inspirada en un ideal del valor guerrero
concebido como encarnizamiento sobre el enemigo vencido.
Tales composiciones, más que un crudo realismo representativo, transmiten sobre todo un sentimiento de autoridad
o poder conferido
a los emperadores cristianos desde la conciencia de ser los valedores de un Dios omnipotente. Los miliarenses de Valentiniano I, Valente,
Graciano y Valentiniano II y las acuñaciones de sus sucesores
aparecen vinculadas a distintos
acontecimientos y necesidades bélicas. El documento monetario más tardío, del 441-442
d.C., es un sólido de Teodosio
II con la emblemática imagen del emperador que abate a un prisionero y la leyenda
VIRTVS EXERCITVS ROMANORVM: un evidente
reclamo de romanidad; si bien, ahora, el mundo romano aparece profundamente cambiado
y dividido en dos partes diferenciadas.
Las pautas expresivas utilizadas en la propaganda oficial perviven a lo largo de trescientos años a partir
de los modelos
elaborados desde finales
del siglo I. Una amonedación, por lo tanto, de carácter
sustancialmente conservadora como demuestra la constante representación de motivos epigráficos y tipológicos de la Adlocutio, Concordia y Fides. Desde mediados
del siglo III se advierte
una cierta tendencia
al cambio de los elementos
epigráficos y formales
con una neta preferencia por la iconografía simbólico- sacral. La inserción
gradual de fórmulas
inéditas, destinadas a sustituir
a los tradicionales estereotipos como respuesta propagandística de su tiempo, generó una fase de especial creatividad hasta fines de la época constantiniana, que culmina con la exaltación de la virtus
guerrera bajo el protagonismo
absoluto del emperador, icono de
un poder sacralizado.
Completa la exposición de G. Salamone la incorporación de los avances
de la investigación acerca del grado de especificidad del lenguaje iconográfico desarrollado por las monedas
y de las normas sintácticas. Un asunto controvertido y complejo
que valora en un doble aspecto: la forma exterior o significante y el contenido
o significado. Es por ello más que necesario
rastrear los antecedentes de una determinada iconografía y la evolución
formal y semántica
de la misma.
Con ese propósito
se han buscado
eventuales confrontaciones, diacrónicas y sincrónicas, con otros documentos figurativos (relieves monumentales, estatuaria,
sarcófagos, toréutica, orfebrería), para advertir
similitudes y divergencias y
precisar la mayor o menor originalidad de la iconografía monetal. La iconografía documentada en otras fuentes y contextos
ideológicos diferentes o bien dentro de una genérica
conmemoración del poder imperial, recibe, dentro del campo monetal, una definición semántica neta y precisa.
Figuras particulares, atributos que acompañan
a esas figuras,
referidas al ámbito militar y al poder imperial
y leyendas de explícita índole militar permiten una inmediata
percepción del intento propagandístico contenido en la imagen: la exaltación de la
auctoritas en su acepción militar.
Se revela así, en síntesis,
una decidida especialización de la
iconografía de las monedas que no
encuentra paralelos en
las
fuentes extramonetales.
La misma tendencia
figurativa se registra
para las personificaciones (Concordia, Genius, Salus, etc.) que, fuera del marco iconográfico marcado por las monedas, pierden sus caracteres militares. Es más, algunas de ellas, bien documentadas en otras representaciones escultóricas, relieves, etc., plantean problemas de identificación que no ocurren en las monedas, gracias a la presencia
de leyendas explicativas. Imágenes perfectamente reconocibles, también fuera del campo numismático, son las de Marte, Esculapio
y Hércules que sobre
la moneda, lejos de
buscar soluciones inéditas (por ejemplo
Marte en marcha entre dos prisioneros a los lados) reciben
un reforzamiento semántico
con los letreros VIRTVS EXERCITVS, VIRTVS EQVITVM y SALVS EXERCITVS
que especifican el contexto
ideológico de referencia. Resulta también significativo el tipo de la mano derecha que ocupa todo el campo, expresiva síntesis de la más amplia representación de la dextrarum iunctio entre dos figuras.
La iconografía remite explícitamente al concepto de fides y de concordia
entre las partes, manifiesto en la leyenda. La misma imagen es documentada también en productos de joyería como anillos con decoración figurada y leyendas
FIDES o CONCORDIA. Pareciera por tanto que el lenguaje “ideogramático” propio de la moneda fuera compartido por otros objetos de pequeñas
dimensiones que se prestaban a acoger imágenes
sintéticas cuyo significado se
explicita en una leyenda.
Por
lo que respecta
a aquellas tipologías sin paralelos
significativos fuera del ámbito numismático, sobresalen las representaciones del emperador a caballo,
con la mano derecha levantada encuadrada en la tipología del adventus, a pesar de la presencia
de leyendas inspiradas en otros motivos (EXERCITVS; FIDES MILITVM, VIRTVS MILITVM, GLORIA EXERCITVS). Pasando revista a las múltiples
representaciones visibles en obras monumentales que muestran
al emperador a la llegada
a la ciudad,
el esquema de adventus ecuestre resulta del todo ausente:
el emperador aparece apeado (por ejemplo,
en el panel aureliano
del Arco de Constantino) o bien sentado
en un carro (relieve
constantiniano del mismo arco) y es más,
nunca con la mano derecha levantada, particular gesto inventado en la iconografía desarrollada en las monedas. La escena del adventus aparece por tanto confiada, también en la misma fase cronológica, a esquemas
diferentes. El extendido desarrollo narrativo de los paneles monumentales escoge soluciones complejas que resultan
significativas gracias a una serie de particulares figurativos (la puerta triunfal, la figura que acoge al Príncipe,
etc.); por el contrario, en el campo numismático, la iconografía escoge los elementos en un afán de síntesis y puntos clave mediante
signos de gran connotación (la mano derecha levantada, el paso del caballo).
No se puede, obviamente, lanzar la hipótesis de una invención del tipo monetal en edad romano-imperial, siendo bien conocidos los más antiguos precedentes (por ejemplo
la iconografía de las monedas de Filipo II de Macedonia). Así pues, los datos obtenidos del análisis del tipo numismático y de su confrontación con otras fuentes confirman la especificidad del lenguaje de las monedas.
En el caso de la personificación de la Gloria militar,
acompañada de la leyenda identificativa GLORIA EXERCITVS, la ausencia de documentos extramonetales permite pensar en una original
elaboración semántica de dicho tipo. Si bien la iconografía de la figura femenina,
apoyada en una columna,
con las piernas cruzadas, con ramo y cetro en la mano, es compartida con otras personificaciones (Pax, Felicitas, Securitas) y se inserta en una antigua tradición de origen helenístico, resulta inédita, por el contrario, la connotación como Gloria
militar que parece exclusiva
de la moneda.
Se aprecia por lo tanto una neta peculiaridad del lenguaje monetario. Aun cuando no se puede hablar
de una verdadera y propia
invención icónica, los datos analizados en el trabajo de Salamone
muestran una autónoma
creación de formas expresivas para ideogramas que, más que una simple reducción de elementos
figurativos, son el resultado de una compleja
operación de reelaboración. Es posible individualizar en el documento monetal el significado intrínseco de la imagen que, en contextos
ideológicos diferentes, apenas adquiere variantes y
conserva íntegro su valor semántico.
Termina la autora afrontando una última e interesante cuestión: ¿quiénes eran en realidad los destinatarios de las series de carácter militar? Para responder a este asunto, a partir del análisis
de los metales
y los nominales
empleados, se ha avanzado la hipótesis del posible destino militar de muchas de las series acuñadas, especialmente de los denarios
que servían para el pago del stipendium. Aun sin datos suficientes, es posible que estos tipos,
acuñados en los tres metales, habrían tenido un uso diversificado que afectaba
no sólo al sector militar. Los numerosos
trabajos que comprueban la desigualdad salarial y cuantía de los donativa
entre los cuerpos militares justificarían los grandes sestercios y los medallones conmemorativos (en bronce, plata y en menor medida,
oro) de los primeros siglos del principado; un monetario
caracterizado por la repetición de tipos con la figura imperial.
Asimismo, buena parte de denarios,
antoninianos y otras piezas inciden
en las Virtutes
militares y signa militaria, en especial
durante los periodos de tensión
político-militar; una hipótesis
que también parecen
corroborar los sólidos de oro tardo-antiguos que celebran
la Virtus militar encarnada en la figura del emperador victorioso.
El destino prioritario (si bien no de forma exclusiva) de las series
estudiadas del mundo castrense
lleva también a preguntarse por el nivel cultural de los receptores: ¿en qué grado comprenden los mensajes contenidos en la imagen y en las leyendas
monetarias? Partiendo de la base -y así lo atestiguan los muchos trabajos dedicados en los últimos años al ejército romano- del grado de alfabetización y sin olvidar que el latín venía siendo desde
siempre la lengua oficial del ejército, es muy probable
que la gran mayoría de los soldados
fuera capaz de descifrar
los letreros grabados en las monedas y el significado de las imágenes
correspondientes, si bien es
verdad que las imágenes
de las que hablamos
forman parte de
un complejo y extenso patrimonio figurativo que aún estamos
lejos de comprender en su total sentido.
En resumen, de nuevo se ratifica el valor de la moneda
como fuente directa, como documento histórico expresado en sus tipos y leyendas, en esta ocasión,
de tipo militar.
La metodología que vertebra el trabajo de G. Salamone implica una aproximación novedosa que,
por encima de posibles
objeciones, logra reconstruir la compleja red
ideológica y cultural
de iconografías implicadas en una tarea de propaganda que va más allá del binomio
Emperador/Ejército: no es el ejército como tal el motivo central de la celebración en las monedas, sino sus connotaciones en cuanto parte integrante de la esfera
de la monarquía. Interés tanto por la forma de la obra artística
como por su mensaje;
el “estilo” es en sí mismo un complejo
documento histórico. Las imágenes reflejan el estado de una sociedad y su sistema de valores,
sus crisis y sus momentos
de euforia. Se trata de una política propagandística bastante sofisticada que exteriormente asume el trato de una celebración filo-militar pero que, con mayor o menor claridad,
es portadora de motivos semánticos más complejos y articulados en torno a la autoridad imperial. Por encima
de la personificación bajo la figura de Fides, Concordia o Marte, los temas de la adlocución, las enseñas militares y las leyendas asociadas a los esquemas
iconográficos (FIDES MILITVM, CONCORDIA MILITVM, VIRTVS EXERCITVS), aparece bien delineada la transformación del Princeps, comandante supremo de los ejércitos, en Dominus, representación de la aeternitas del Imperio y personificación, él mismo, de la virtus del ejército
imperial. En suma, en
el lenguaje iconográfico del periodo imperial, las imágenes del “mito del emperador” sirven para representar
virtudes y valores que se extienden al resto de la sociedad.
JULIO GÓMEZ SANTA
CRUZ
Universidad de Extremadura