Lectura Crítica /
Critical Reading
Juan Carlos Iglesias-Zoido
(Universidad de Extremadura)
A propósito de /
About
Eric Adler, Valorizing the Barbarians: Enemy Speeches in
Roman Historiography, Austin: University of Texas Press, 2011
(ISBN 978-0-292-72991-9)
Apreciaciones metodológicas
sobre el estudio de los discursos en
la historiografía antigua
Methodological considerations about the study of the speeches in Ancient
Historiography
ABSTRACT: On reviewing E. Adler’s
book, this essay offers some methodological considerations about the study of the enemy speeches in the Greco-Roman historiography.
KEY WORDS: Speeches, Ancient Historiography, Rhetoric, Methodology.
RESUMEN: Al analizar el libro de E. Adler este trabajo ofrece una serie de
claves metodológicas sobre el estudio de los discursos de enemigos en la
historiografía grecorromana.
PALABRAS CLAVE: Discursos, historiografía antigua, retórica, metodología.
Fecha de Recepción: 12 de julio de 2013.
Fecha de Aceptación: 15 de octubre
de 2013.
1. El libro
de Eric Adler plantea un reto de gran interés para cualquier
estudioso del mundo clásico: analizar los discursos pronunciados por los
enemigos en la historiografía de Roma.[1] El objetivo es comprobar, por una parte, hasta
qué punto los historiadores antiguos fueron capaces de apreciar al “otro” (en
este caso, el enemigo bárbaro al que hace referencia el título) y, por otra
parte, aclarar si estos discursos pudieron ser el medio elegido por los
historiadores para criticar determinados excesos de la sociedad romana. Como el
mismo autor deja claro desde las primeras páginas, este enfoque tiene muy en
cuenta el auge de la crítica post-colonial en el mundo anglosajón y pretende
poner a prueba uno de sus asertos más destacados en los últimos años. La idea
de que una Roma “reflexiva” sobre sus propios errores no era tal y como había
sido entendida por la crítica de gran parte de los siglos XIX y XX y que, en
realidad, las historias escritas en el seno del imperio lo que pretendían era
perpetuar su férreo dominio sobre otras culturas. Una perspectiva de análisis
que irremediablemente ha llevado a considerar como “pro-romanas” incluso
aquellas expresiones aparentemente más “anti-romanas” de la historiografía
antigua como podían ser los famosos discursos de destacados enemigos del
imperio como Aníbal, Calgaco o Boudica. Unas intervenciones oratorias que,
desde este punto de vista, habrían sido insertadas en las obras históricas más
para justificar el poder romano que acabó subyugando a estos líderes bárbaros
que para introducir por medio de su voz un cierto grado de reflexión crítica
sobre los excesos del proceso de conquista.
Como puede
comprobarse, estamos ante un problema de perspectiva de enorme calado que
plantea dudas sobre el auténtico sentido de pasajes clave de la historiografía
antigua. Adler busca aportar luz cuestionándose hasta qué punto es válida la
teoría crítica postcolonial que defiende que los autores antiguos, imbuidos del
imperialismo de sus comunidades, caracterizaron sistemáticamente a los
“no-romanos” de un modo desfavorable. Una perspectiva que contradice la visión
de aquellos críticos que durante mucho tiempo han defendido la existencia de
una Roma capaz de reflexionar sobre su propio poder. Ambas posturas forman
parte de una polémica que, todo hay que decirlo, no puede evitar los evidentes
paralelismos que la crítica moderna anglosajona ha acabado estableciendo entre
el comportamiento imperial de la antigua Roma y los excesos cometidos por los
dos principales imperios occidentales de los siglos XIX y XX: Inglaterra y
Estados Unidos. Y, para lograr este objetivo clarificador, Adler ha centrado la
atención en una serie de discursos muy bien conocidos, pero que no habían sido
analizados por la crítica moderna de manera sistemática, entendidos como parte
de un conjunto homogéneo de composiciones.
2. En este
sentido, la postura defendida a lo largo del libro es clara desde el principio:
Adler sostiene que este tipo de discurso de enemigos es un medio que permite
analizar el modo en que los historiadores antiguos de Roma (fuesen romanos o
griegos) llevaron a cabo una profunda crítica de su imperio y de los excesos
cometidos durante su gestación. Una declaración de intenciones que se
corresponde con el detallado estudio del contenido ideológico de un conjunto de
discursos a los que hay que unir la salustiana Epistula Mithridatis. De este modo, son analizadas las palabras
pronunciadas por personajes como Mitrídates, Aníbal y Boudica y, en el caso de
que existan o se hayan conservado en los textos disponibles hoy en día, las
réplicas de sus oponentes romanos, como las pronunciadas por Escipión y
Paulino. Las figuras de estos tres
enemigos de Roma son las que permiten estructurar el libro en tres partes. La
primera parte (“Mithridates and the East” pp. 15-58) ofrece un detallado
análisis tanto de la denominada Epistula
Mithridatis de Salustio como del discurso pronunciado por este líder en las
Historias Filípicas de Pompeyo Trogo,
que ha llegado hasta nuestros días dentro del epítome de Justino (38.4-7). Se
trata de dos textos en apariencia diferentes (una carta y un discurso) que, no
obstante, están unidos por el hecho de que en su proceso de elaboración ha
jugado un papel esencial la retórica (“Trogus likely included this oration
partly as a tribute to Sallust's rhetorical powers”, p. 55) a la hora de
construir un alegato contrario a Roma desde la perspectiva de un monarca
oriental. Dos ejercicios retóricos de caracterización que se deben, además, a
la pluma de dos historiadores tan distintos como el aristócrata romano Salustio
y lo que conocemos del “galo” Pompeyo Trogo a través del florilegium de Justino. La segunda parte (“Hannibal and Carthage”
pp. 59-116) ofrece un análisis comparativo de los discursos de Aníbal presentes
tanto en la historia de Polibio como en la de Tito Livio, lo que permite
estudiar la representación de uno de los máximos enemigos de Roma por parte de
historiadores de nacionalidades diferentes: un griego y un romano. En este
caso, Adler destaca la diferente manera en la que el general Aníbal es
representado: Polibio ofrece una visión más monocromática del personaje (“Polybius'
disinclination to distinguish Roman from non-Roman addresses” p. 81), frente a
un Livio que aprovecha la ocasión para llevar a cabo un elaborado ejercicio
retórico (“Livy was quite interested in
offering a range of tópoi in his
speeches ... and ... desired to demonstrate his rhetorical prowess” pp.
112-113). En ambos casos, ya sea por seguir estrictamente los principios de la
verosimilitud (Polibio) o por el deseo de mostrar su valía retórica (Livio),
los historiadores han puesto en boca del enemigo argumentos similares a los que
podían haber sido empleados por los propios romanos. La tercera parte (“Boudica
and Britain” pp. 117-162) se centra en el siempre fascinante personaje de la
líder britana Boudica, en la que la enemistad hacia Roma, expresada de manera
directa y contundente, adquiere tintes muy específicos al estar encarnada por una
figura femenina. Y en donde, de nuevo, nos encontramos ante las versiones de
dos historiadores de presupuestos tan diferentes como Tácito y Dion Casio.
Historiadores que, además, se encontraban ante un episodio en el que tenían más
libertad creativa que en los anteriores casos analizados, ya que no contaban
con una tradición previa importante que tratase la rebelión de los icenos en la
Britania romana.
La conclusión a
la que llega Adler (pp. 163-175) es que la inclusión de discursos de enemigos
con un contenido crítico con respecto al imperialismo de Roma formaba parte de
una tradición historiográfica bien asentada y presente en todo tipo de autores.
Los lectores, por lo tanto, no debían experimentar ningún tipo de desconcierto
ante este tipo de críticas. Al contrario, el discurso del enemigo era un lugar
reconocido en el que los historiadores (a través de lo que Adler denomina como
“Roman self-Criticism”, p. 169) aprovechaban para censurar los excesos
cometidos por su propia sociedad.
3. Como podemos
comprobar gracias a este rápido repaso del contenido, Adler nos va llevando a
lo largo de las páginas de este libro por un recorrido a través de las obras de
historiadores antiguos tan variados y distantes en el tiempo como Polibio,
Pompeyo Trogo/Justino, Salustio, Tito Livio, Tácito o Dion Casio. Ante este
amplio panorama, que permite una especie de repaso del papel del enemigo a lo
largo de la historiografía antigua de tema romano, saltan a la vista tanto el
interés de la propuesta como las dificultades que entraña un estudio de este
tipo.
Por una parte, y
como elemento clave del análisis de los discursos, Adler ha optado (creemos que
con todo acierto) por un enfoque transversal. De hecho, es el único posible:
elegir un tipo de discurso bien definido (las palabras puestas en boca de los
enemigos de Roma) y comprobar su diferente plasmación a lo largo de la obra de
autores esenciales de la historiografía antigua. En este sentido, el autor nos
declara que ha tenido en cuenta tres criterios fundamentales desde el punto de
vista metodológico a la hora de trabajar con el corpus de discursos. El primero es que la investigación se plantea
dentro de un ámbito de análisis de las ideologías, por lo que sobre todo se
analiza una serie de topics (así los
denomina en las pp. 4-5) esenciales en el estudio del imperialismo romano
clásico como son las posturas ante la corrupción, la codicia, el saqueo, el
trato con el “otro” o la guerra justa. Este criterio le permite justificar al
autor la exclusión de autores de la Antigüedad tardía, que hubieran podido ser
muy relevantes, por los problemas que conlleva la influencia de las ideas del
Cristianismo. El segundo es que se ha optado por una presentación que sigue, en
la medida de lo posible, un criterio cronológico con la intención de poder
diferenciar la ideología dominante en cada momento y cómo pudo afectar a la
escritura de estos discursos. Sin descartar, en última instancia, la
posibilidad de observar una cierta evolución desde los tiempos de la República
hasta los del Imperio. El tercer criterio, y no el menos importante, es que se
ha optado por lo que Adler denomina “comparative
approach” (p. 6, cursivas del autor). Es decir, se ha optado por analizar
discursos e intervenciones de los enemigos de Roma de los que se han conservado
diferentes versiones a lo largo de la historiografía antigua. Un criterio
esencial que justifica también la elección de los autores estudiados y el que
se haya dejado de lado a otros posibles candidatos como César o Flavio Josefo,
que también han introducido en sus historias discursos de este tipo.
Sin duda, el
seguimiento de estos tres criterios de manera constante y coherente a lo largo
del libro pone las bases metodológicas de un estudio riguroso y útil para
comprender la ideología subyacente a estos discursos, las diferencias que se
perciben entre los autores y la posible evolución de ciertos conceptos
ideológicos en los siglos que van desde el final de la República hasta los
momentos cumbres del Imperio. Se extraen, así, conclusiones de enorme interés
sobre la naturaleza ideológica pro-romana o anti-romana de algunas de estas
intervenciones. Y no faltan sorpresas, como las que se plantean ante el
contenido ideológico de la obra de historiadores aparentemente rutinarios
(décadas de crítica pesan sobre afirmaciones de este tipo) como Dion Casio y su
retrato de Boudica frente a otros más reconocidamente “personales” como Tácito.
4. Hasta hace
unas décadas, el seguimiento de estos tres criterios metodológicos hubiera sido
suficiente para elaborar un estudio “ideológico” sobre este tipo de discursos
de enemigos en el ámbito de la historiografía antigua en el que se hubiera
puesto el foco, casi de manera exclusiva, en los topics a los que hace referencia Adler. Sin embargo, hoy en día, no
es posible llevar a cabo un estudio serio sin tener en cuenta otros factores
que pudieron haber influido en el proceso de escritura de pasajes tan
relevantes como los discursos, a los que la crítica ha dirigido una atención
sobresaliente en los últimos años, generando además una bibliografía creciente.
Y, de hecho, Adler, tanto en la introducción como a lo largo del libro, los
tiene en cuenta. Aunque, también ha de decirse, no en todos los casos llegue a
extraer en su análisis todas las consecuencias que implican. Veamos esos puntos
en detalle y algunas de las consecuencias que, desde nuestro punto de vista,
habrían debido hacerse patentes con más claridad en la escritura de este libro.
El primer punto
es, en cierto modo, una cuestión fundamental de base: la propia naturaleza
textual de los diferentes ejemplos estudiados. El hecho de que algunos de ellos
procedan de obras que conservamos completas, otros de obras que han sido
“epitomizadas” (como el caso de Trogo/Justino o de Dion Casio) y otros que han
sido conservados hasta el día de hoy gracias a su pertenencia a una selección
de pasajes realizada ya en la Antigüedad con fines retóricos (como es el caso
de la Epistula Mithridatis). Este
aspecto de la transmisión de los textos, que afecta a la propia naturaleza de
los discursos, es tenido en cuenta por Adler. De hecho le suele dedicar un
espacio al comienzo de cada capítulo a modo de introducción. Sin embargo,
consideramos que el autor no extrae todas las consecuencias que se derivan de
él. Sobre todo con respecto a las causas de la conservación de algunos de estos
textos (debido a su posible ejemplaridad o singularidad) o a la ausencia de un
contexto narrativo que permita contextualizar las alocuciones y aportar una
mayor perspectiva allí donde sólo se ha conservado el texto del discurso o
carta. Mientras que en el análisis de la Epistula
Mithridatis este factor recibe una adecuada atención, no ocurre lo mismo en
el caso de Trogo/Justino y de Dion Casio. Adler nos informa de que los
discursos de estos autores se han conservado gracias al epítome de Justino, en
un caso, y del erudito bizantino Juan Xifilino, en el otro. Pero no reflexiona
sobre los motivos y el hecho mismo por los que estos textos se consideraron
especialmente significativos para ser seleccionados. Sobre todo porque, en el
caso de Justino, las palabras de Mitrídates forman parte de un epítome de época
imperial en el que se seleccionó un número reducido de discursos en estilo
directo; mientras que en el caso de Dion la selección bizantina habría dejado
de lado otro tipo de alocuciones.[2] El hecho de que estos discursos sean fruto de
una selección creemos que obliga a reflexionar sobre su valor paradigmático y,
en definitiva, sobre los motivos y la finalidad de su elección.
El segundo punto
tiene que ver con una afirmación fundamental del autor que, en la línea de lo
ya comentado, define la naturaleza de estos discursos. Adler, desde el principio (p. 4), afirma lo siguiente: “These rhetorical
creations often contain the most polemically anti-Roman sentiments to be found
in ancient literature”. Esta frase supone el auténtico nudo gordiano de este
libro. Se informa al lector de que este estudio de tipo “ideológico” se lleva a
cabo a través de unos discursos considerados como “creaciones retóricas” dentro
del ámbito de la “literatura antigua”. Se introduce, por lo tanto, un elemento
decisivo como es la influencia de la retórica sobre la escritura historiográfica
entendida como “literatura”. A la vista de esta afirmación, repetida
insistentemente a lo largo del trabajo, sería esperable que el análisis
“ideológico” se enmarcase también en el contexto de la retórica. Sin embargo,
esto es algo que no acaba de verse de manera clara en el conjunto del estudio.
De hecho, conceptos esenciales de los ámbitos de la inventio o de la dispositio
apenas tienen relevancia en el estudio de Adler, quien sistemáticamente procede
a estudiar topics sólo desde una
clave casi exclusivamente ideológica sin tener en cuenta que, en muchos casos,
también deberían ser estudiados como topoi
argumentativos con una larga tradición historiográfica. Un caso significativo
es el análisis de la arenga de Aníbal previa a la batalla de Tesino en la obra
de Polibio 3.63-4 (pp. 64-69), donde Adler llega a afirmar que el empleo de un
conjunto de lugares comunes de la arenga pondría de manifiesto que el
historiador no pretendía convencer al lector de la justicia de la causa defendida
por el cartaginense (p. 69: “Polybius has presented a fair number of bromides
in this short speech. Perhaps this
suggests that he did not aim to convince his readership of the Carthaginian
cause' justice”). Hay incluso otros casos en los que se asiste más a una paráfrasis del
texto que a un análisis de las claves argumentativas que están detrás de su
composición. Claves que, sin lugar a dudas, aportarían una explicación más
clara tanto de la elección de unos argumentos sobre otros como de su
disposición dentro de las partes del discurso. En casos como éstos se echa en
falta que el autor hubiera tenido en cuenta trabajos clásicos como el de J. Albertus de 1908, Die parakletikoi in der
Griechischen und römischen Literatur, ausente de una bibliografía demasiado
centrada en el ámbito anglófono. Se percibe así una dicotomía a lo largo del
libro: por una parte se afirma que estos discursos de enemigos son
composiciones retóricas mientras que por otra el análisis no saca provecho de
esta circunstancia y de las relaciones que, en este nivel, se establecen entre
los diferentes textos. Incluso, a veces (cf. el capítulo dedicado a Livio, pp.
83-116), se deja entrever la idea de que un mayor contenido retórico podría
entorpecer el análisis ideológico. Algo que no tiene por qué darse en realidad:
hoy en día está claro que la retórica no está reñida con la ideología, sino que
en la mayor parte de los casos es una disciplina que está a su servicio. No
olvidemos que estamos ante la utilización de estrategias persuasivas para
incidir sobre los sentimientos o el parecer del público lector de la
historiografía. La retórica, en la mayor parte de los casos, no se empleaba en
la historiografía por el simple deseo de mostrar la pericia de los
historiadores en este campo, sino que era un instrumento comunicativo de primer
orden. Por lo tanto, el empleo de la retórica a la hora de representar las
palabras de los enemigos de Roma adquiere unas connotaciones de enorme interés
para el estudio de los textos historiográficos antiguos. Y, por supuesto,
debería haber sido imprescindible a la hora de estudiar estos discursos de
enemigos.
El tercer punto
surge de manera directa a partir de esta afirmación inicial: si se defiende que
se trata de “creaciones retóricas” es necesario también tomar un claro partido
frente a la tan debatida cuestión de la “historicidad” de los discursos
historiográficos. Sobre todo, porque en un estudio de este tipo es muy
importante discernir qué corresponde a lo que pudo ser realmente pronunciado
por un enemigo (o por lo menos a las ideas y argumentos que las fuentes previas
les atribuían) y qué podría ser debido a la ideología y formación retórica del
historiador que los ha insertado en una obra concreta en un momento histórico
determinado. Adler, también desde el principio, deja claro que estas
composiciones no son los ipsissima verba
pronunciados por los oradores objeto de estudio. Así lo vemos, por ejemplo, cuando estudia la Epistula Mithridatis (“the creation of Sallust and is the product of a Roman
historian's attempt to reconstruct the likely arguments of an anti-Roman
Eastern king”, p. 18) o los discursos de Boudica (p. 122-3: “A genuine speech?”; p. 142: “Dio's Boudica
oration is essentially the invention of its author”). Es evidente que estos discursos
expresan sobre todo las ideas de los historiadores que los insertan en sus
obras. Pero esta aseveración, que permite a Adler enjuiciar las afirmaciones e
intenciones del autor y no las del personaje, es otro factor que refuerza la
idea de que estos discursos son el fruto de la formación retórica impartida en
la Roma de aquellos siglos. La única que, más allá del ámbito estrictamente
ideológico, puede explicarnos las claves de su proceso creativo.
El cuarto punto
tiene que ver con el hecho de que la mayor parte de los discursos analizados
son arengas militares. Un factor que, como se encarga de destacar Adler,
refuerza la idea de que estamos ante discursos claramente inventados, ya que
las arengas son “the most likely category of orations to have been invented by
ancient historians” (p. 7). Sin embargo, aunque dedica un amplio espacio a
presentar una serie de cuestiones que conciernen al empleo de arengas militares,
llama la atención el hecho de que no incida sobre una cuestión que consideramos
fundamental: la tipología de los discursos. Una tipología que no sólo se
restringe a la afirmación tradicional de Polibio (Plbo. 12.25a3) de que los
discursos historiográficos pueden ser de tres tipos (arengas, discursos de
embajada y políticos), sino que no contempla algo fundamental como son los
diferentes tipos de arenga cultivados en la historiografía griega y las claves
que ello implica para su proceso de composición. No es lo mismo una arenga
pronunciada ante los mandos horas antes del combate que una exhortación a la
tropa formada con el enemigo a la vista. Más aún cuando esta cuestión habría
aportado luz a diversas cuestiones planteadas a lo largo del libro. Uno de los
casos más llamativos en los que se podría haber sacado provecho a esta cuestión
tipológica es el caso de la arenga de Boudica en Tácito (Ann. 14.35.1-2) y de la réplica de Paulino en Dion Casio
(62.8.3-11.5) (pp. 152-156). Adler destaca el hecho llamativo de que el
discurso de Boudica en estilo indirecto se pronuncie en un carro recorriendo
las filas. También que la réplica de Paulino en Casio se pronuncie ante tres
grupos diferentes de tropas. Pero, en ninguno de los dos casos, se señala que
estemos ante lo que se trata de dos clarísimos ejemplos de epipólesis o discurso de revista de tropas: una epipólesis simple
(se indica el recorrido pero sólo se introduce un discurso) y otra con
descomposición de auditorio y de contenido (el recorrido por diferentes
auditorios se acompaña de argumentos distintos). Un tipo de arenga que se
remonta a los textos homéricos y que, a partir de Tucídides, se convierte en
uno de los tipos más productivos de arenga historiográfica con variantes
perfectamente establecidas.[3] Sólo el hecho de que se haya reservado este
tipo de discurso para uno y otro personaje marca un elemento de comparación
ineludible de las intenciones de los dos historiadores. Un dato cuya
importancia se acrecienta si tenemos en cuenta que la de Paulino es la única epipólesis en estilo directo conservada
de la obra de Casio. Dato que refuerza el papel jugado en su proceso de
selección por el excerptor bizantino
al que antes nos referimos y la naturaleza ejemplar de este discurso.
Esta cuestión
concreta precisamente nos permite introducir un quinto y último punto esencial
que debería haberse tenido en consideración de manera más penetrante: el papel
jugado por la tradición y el proceso de mímesis historiográfica. Es decir, el
hecho de que ante la ausencia de una normativa plenamente desarrollada (un
aspecto clave en el ámbito de la historiografía antigua) los autores se
planteasen sobre todo el seguimiento de modelos bien asentados como proceder
básico de la actividad creativa. En definitiva, el papel de la mímesis en el ámbito historiográfico.
Este es un aspecto esencial que habría permitido profundizar en varias
cuestiones del trabajo. Sin ir más lejos, retomando el caso de la epipólesis atribuida a Paulino en Dion
Casio, este enfoque habría permitido el estudio de su revista de tropas dentro
de una tradición muy claramente asentada, en la que este tipo de discurso tiene
unas connotaciones caracterizadoras especialmente importantes que permitirían
comprender aspectos de la victoria romana sobre la reina bárbara. De hecho, la epipólesis se acabó convirtiendo en un
tipo de discursos claramente unido a la imagen de “general ideal”. Sólo habría
que tener en cuenta los ilustres antecedentes asociados a este tipo de
intervenciones: desde el Agamenón de la épica homérica hasta la figura del gran
Alejandro Magno. Sin olvidar a generales como Ciro o Brásidas. Es cierto que la
idea de la tradición historiográfica está presente en la obra. Y de hecho se
citan trabajos fundamentales como los de Marincola
(1997), con respecto al género en su conjunto, o Brock (1998), con respecto al caso concreto de los discursos
(el deseo de innovar al enfrentarse ante una escena bien conocida por el
público y ampliamente tratada por autores precedentes). Sin embargo, no acaba
de verse el paso de la teoría a la práctica en el análisis concreto de algunos
de los discursos que se hubieran visto muy beneficiados con este enfoque.
5. Todas estas
apreciaciones metodológicas, que intentan poner de manifiesto las enormes
posibilidades del análisis retórico de este tipo de discursos de enemigos, sin
embargo no empañan lo que consideramos que es un buen trabajo sobre un aspecto
esencial de la historiografía antigua que no había sido estudiado hasta ahora
con la suficiente profundidad. Adler ofrece un análisis detallado de los
discursos de enemigos en la historiografía de tema romano, aporta claves de
interpretación y, sobre todo, avanza más allá de las ideas preconcebidas sobre
el modo de escribir o la implicación ideológica de algunos de los autores
estudiados. Contribuye a llenar una laguna y, de manera especial, deja la
puerta abierta para nuevos estudios sobre el tema. Sólo por este motivo, que en
muchas ocasiones brilla por su ausencia en trabajos que no tienen la ambición
científica visible en éste, el presente libro ya sería digno de elogio. Sin
duda es un punto de partida de gran valor y un referente ineludible para todos
aquellos estudios que sigan profundizando en este apasionante tema.
JUAN
CARLOS IGLESIAS-ZOIDO
Grupo
de Investigación “Arenga”
Universidad de Extremadura
iglesias@unex.es
Bibliografía
Albertus, J. (1908), Die
parakletikoi in der griechischen und römischen Literatur,
Estrasburgo: K. J. Trübner.
Ballesteros Pastor, L.
(2009), “Aproximación al estudio de los discursos en el Epítome de Justino”, Talia dixit 4: 29-42.
____ (2013), Pompeyo Trogo, Justino y Mitrídates. Comentario
al Epítome de las Historias Filípicas (37,1,6 - 38,8,1), Hildesheim: Georg
Olms.
Brock, R. (1995) “Versions,
'inversions' and evasions: classical historiography and the 'published'
speech”, Papers of the Leeds Latin Seminar 8: 209-24.
Carmona Centeno, D.
(2008), La epipólesis en la
historiografía grecolatina, tesis doctoral, Cáceres: Universidad de
Extremadura.
____ (2014), La escena típica de
la epipólesis: de la épica a la historiografía, Seminari Romani di Cultura
Classica, Roma: Edizioni Quasar (en prensa).
Iglesias Zoido, J.C.
(ed.) (2008), Retórica e historiografía:
el discurso militar en la historiografía desde la Antigüedad hasta el
Renacimiento, Madrid: Ediciones Clásicas.
Marincola, J. (1997), Authority
and Tradition in Ancient Historiography, Cambridge: Cambridge
University Press.
[1] Este trabajo se enmarca en el Proyecto de Investigación FFI2012-31813 financiado por el Ministerio de Economía de España y en el Grupo de Investigación “Arenga” (HUM-023) de la Universidad de Extremadura.
[2] Sobre el epítome de Justino, cf. en esta misma revista Ballesteros (2009) y el profundo análisis y comentario del discurso de Mitrídates y de su contexto en Ballesteros (2013).
[3] Sobre este tipo de discurso, su tradición, características y tipología, cf. los trabajos esenciales de Carmona Centeno (2008) y (2014).