Reseña/Review

 

Jesús Mª Nieto Ibáñez

 

Maurizio Ravallese, Le parole degli sconfitti. Ebrei e Romani nella Guerra Giudaica di Flavio Giuseppe, Quaderni di Seminari Romani di Cultura Greca, Roma: Edizioni Quasar, 2023.

[ISBN 978-88-5491-348-6]

 

 


Fecha de recepción: 5 de septiembre de 2023
Fecha de aceptación: 20 de septiembre de 2023

 

 

 


U

n sugestivo título, Las palabras de los perdedores, abre una monografía sobre la Guerra de los judíos de Flavio Josefo publicada con el número 33 en los Quaderni di Seminari Romani di Cultura Greca por Maurizio Ravallese en el año 2023. Se trata de un estudio del contexto histórico y literario en el que surge la Guerra de los judíos, el grecorromano y el judeohelenístico; es decir, teniendo en cuenta el punto de vista de vencedores y vencidos. No hay diferencia entre romanos y judíos en un relato en el que el horror de la guerra domina el relato. Dios castiga a su pueblo pecador con las mismas armas que ellos utilizan contra Roma, solo que en este caso la disciplina y fuerza enemiga son muy superiores. Hay que destacar las diferencias de la sublevación de Palestina en relación con otras revueltas de población autóctona en el Imperio, debido a la peculiaridad de los judíos y de sus diferentes sectas.

Flavio Josefo, sobre el que se han escrito cientos de artículos y monografías, es prácticamente la única fuente de que disponemos para el conocimiento de la toma de Jerusalén y su catástrofe a partir del año 70 d.C. Flavio Josefo participa activamente en la revuelta que en el año 66 d.C. se produce contra las autoridades romanas y que concluirá con la destrucción del Templo y de la ciudad de Jerusalén. Él mismo fue uno de los generales del ejército judío sublevado en el frente septentrional de Galilea y fue hecho prisionero en el asedio de Jotapata. A partir de este momento, Josefo, como ejemplo de un claro oportunismo político, al entregarse a los romanos y profetizar a Vespasiano que llegará a ser emperador, cambia su espada por la pluma y va a llevar a su máximo apogeo la tradición historiográfica judía en lengua griega.

M. Ravallese tiene como objetivo analizar el reflejo de la experiencia personal de Flavio Josefo en su obra literaria y cómo ha sabido articular el judaísmo en la tradición historiográfica griega. Esta doble vertiente y este doble punto de vista, el de un judío y el de un integrante de la cultura helenística, es la clave para entender la obra de este autor que es un claro modelo de la literatura judía: actúa como profeta, es apologista de su pueblo y es historiador, tanto del período bíblico como del contemporáneo.

La monografía se estructura en tres grandes apartados. El primero de ellos (pp. 33-192) se centra en lo que es propiamente el conflicto bélico, teniendo en cuenta los dos elementos que van a determinar el desenlace de la guerra, la disciplina y fuerza del ejército romano y el plan divino, “Ἰσχύς militare e πρόνοια divina”. En este apartado se hace un repaso de las diferentes sectas dentro del judaísmo del siglo I, la educación en el ámbito judeohelenístico, incluido la del propio Josefo, y las lecturas que le han podido influir en su formación como escritor. Sin duda es Polibio una de las fuentes más destacadas en la forma de narrar la historia de Flavio Josefo, así como en otras actitudes que se asemejan en ambos historiadores y se detallan en otros lugares de esta monografía. Por ejemplo, la famosa descripción del ejército romano (3.64-69) tiene como precedente el libro VI de Polibio.

Ravallese dedica un apartado a la descripción del paradigma militar romano, a la idealización del modelo de la legión romana. Sin embargo, destaca cómo Flavio Josefo critica la disciplina militar romana en el ataque e incendio del Templo, donde la imagen grandiosa y admirable se convierte en desorden y crueldad. Esta descripción del libro VI de la Guerra de los judíos, con la legión desordenada, contrasta con la visión idealizada anterior del libro III.

La derrota narrada por Flavio Josefo tiene como modelo la Historia de Polibio, si bien hay unas diferencias que distinguen netamente ambos relatos. El judaísmo no distingue entre religión y política, cosa que sí ocurre en Tucídides y Polibio. Por ello los esquemas de la historia del autor judío no son totalmente trasladables.

Flavio Josefo cuenta el relato siguiendo los cánones de la historiografía griega, para llegar a más público y hacer apología de sí mismo y de su pueblo. Con Tucídides coincide en el hecho de componer una historia monográfica y concreta, no universal, al estilo herodoteo, y en el modelo de la stásis contra el invasor.

Importante en este primer apartado es el tema de la expansión romana, pero desde el punto de vista del vencedor en la Guerra de los judíos (pp. 127-163). En el discurso de Agripa II del año 66 se exponen con total claridad las conquistas romanas y el dominio universal del Imperio. También se enmarca en el mismo objetivo el famoso excurso de la expansión de Roma y su imperio del libro 3.107, a saber, demostrar la superioridad militar de Roma.

Finalmente, el apartado “Impero della virtù e impero di Dio” (pp. 165-187) hace hincapié en el universalismo romano, que también estaba ya en Polibio. Flavio Josefo pone de manifiesto que el poder universal romano no solo se debe a la fortuna, a Dios, sino también a la virtud, ἀρετῆς κτῆμα. En este aspecto concreto el providencialismo judío se une con el concepto militar romano para corroborar la idea apologética de que los propios judíos son los culpables de la guerra, no Roma. En realidad, a Flavio Josefo no le interesa la historia romana en sí, sino solo desde una óptica judía para apoyar su argumentación apologética y providencialista.

La segunda parte (pp. 195-308) intenta adentrarse en la actitud de Flavio Josefo, un judío, que escribe en griego y que acaba finalmente adoptado por la familia Flavia en Roma. Es decir, se intenta diseccionar en su personalidad y en su obra la simbiosis de la tradición judía y del entorno grecorromano imperante.

El autor judío utiliza e imita el género historiográfico griego para dar a conocer lo que él considera uno de los acontecimientos bélicos más destacados de la Antigüedad. Josefo ha sido testigo y protagonista de los hechos narrados, como fue Jenofonte en su Anábasis y Tucídides en su Historia. El uso de la tercera persona intenta dar objetividad al relato. El prefacio de la Guerra de los judíos deja claro estos objetivos y esta doble visión del autor, la judía y la helenística.

A pesar de estos buenos propósitos, la obra es tendenciosa y poco objetiva. Las circunstancias le obligaron a ello. Josefo compuso su libro en Roma a partir del año 71, cuando fue llevado allí como protegido de la familia Flavia. El autor ha distorsionado el relato de la revuelta judía mediante un empleo parcial de las fuentes. El fin primordial que persigue con este escrito es justificar y exculpar a Roma de los dramáticos acontecimientos bélicos, cuya responsabilidad recae en determinados sectores judíos.

Ni la literatura rabínica ni la grecolatina citan a Flavio Josefo, lo que indicaría la poca importancia que adquirió en su época. Para los judíos este autor es un traidor. Aunque resulte paradójico, es el cristianismo el que más ha leído, editado traducido e interpretado a Flavio Josefo, quizá en segundo lugar después de la Biblia, sobre todo en la Edad Media y en el Humanismo. Los Padres de la Iglesia han manifestado siempre una gran estima por el autor judío, pues han visto en él un arma eficaz para su argumentación apologética.

Ravallese en las pp. 221-236 revisa las visiones sobre el autor judío de dos monografías ya clásicas sobre el tema, Flavius Josèphe ou du bon usage de la trahison, de Pierre Vidal-Naquet (1977) y Ciò che Flavio Giuseppe non vide de Arnaldo Momigliano (1979).

Sin duda un aspecto importante sería clarificar el tipo de historiografía judeohelenística, cultivada por Flavio Josefo, sus precedentes judíos también en lengua griega, como Demetrio, Eupólemo, PseudoEupólemo, Cleodemo, etc., y los autores griegos del género que intenta imitar y seguir. Aunque se trata de dos concepciones historiográficas diferentes, sin embargo, se analiza la impronta en Flavio Josefo de los modelos de los historiadores griegos, Heródoto, Tucídides, la Vida de Pericles de Plutarco, así como el valor de la ἀλήθεια frente a la ἀκρίβεια, que es el sentido último de la historia y que tiene su mayor manifestación en la acción de Dios como determinante de todos los hechos.

Esta segunda parte se cierra con una reflexión muy interesante sobre la traición, de la que se acusa a Josefo, y de la que también fue objeto Polibio, y el modo en que ambos se esforzaron por justificarlo.

La tercera parte (pp. 311-407) es la que recoge parte del título de la monografía, “las palabras de los perdedores”, es decir, los discursos de la Guerra de los judíos. En ella se expone la tipología de los discursos, sus partes, sus finalidades y, sobre todo, sus modelos tucidídeos y polibianos. El autor analiza el programa compositivo de la Guerra de los judíos en relación con los discursos, que se van incluyendo en estilo directo a lo largo de la narración. Hay varios tipos de discurso: el militar (1.373-379; 4.39-49), el pronunciado frente al pueblo (1.458-466), el debate judicial (1.622-628), el acusatorio (6.323-350), el parenético, como el de Tito (6.34-53), el deliberativo con una finalidad disuasoria (2.345-401; 3.362-383; 4.237-269); mientras que otros tienen elementos propios de un sermón hebreo (5.362-419; 6.96-110). Los temas, los protagonistas y las intenciones de los discursos se adecuan a una intencionalidad política de Flavio Josefo, no son palabras inocentes y objetivas.

Obviamente, como ocurre en otros historiadores griegos, no es posible saber con certeza si los discursos fueron pronunciados así o no, aunque Josefo se esfuerce por hacer verosímiles las palabras de sus personajes.

Asimismo, se dedica un apartado a los discursos militares insertados en la obra (pp. 341-359): las palabras a las tropas antes de una batalla o las conversaciones entre el comandante y los oficiales. El discurso de Agripa (2.361-371) es el más extenso de la Guerra. El objetivo de este, difícil en ese momento, es intentar salvar a su pueblo, pero sin perder el apoyo de Roma. En la p. 365 se analiza la estructura de este discurso a la luz del modelo de la oratoria griega: Exordium (2.345-347); Narratio (2.348-357); Argumentatio (2.358-399); Peroratio (2.400-401).

Importantes son también las palabras de Josefo en Jotapata (pp. 373-376), las de Josefo en Jerusalén (pp. 377-382), y otros discursos que son reseñados de un modo más breve, como el de Anano (4.165-168) o el de Jesús, el hijo de Gamaliel (4.237-269), en pp. 383-390.

Finalmente, esta tercera parte concluye con las palabras de Eleazar en Masada (pp. 391-404), lo que permite indagar al autor en aspectos de la inmortalidad del alma y el suicidio en el marco de la religión judía y del Helenismo.

La monografía se completa con cuadro sinóptico de los discursos en Tucídides, Polibio y Josefo sobre determinados aspectos en los que se encuentran similitudes temáticas (pp. 409-414). Tras un listado de abreviaturas se incluye una amplia y actualizada bibliografía (pp. 419-460) y un muy útil índice de nombres citados a lo largo del estudio, sin incluir los que aparecen en textos citados de Flavio Josefo ni los autores de las referencias bibliográficas (pp. 461-469). Un mapa de Palestina en las vísperas de la revuelta y un plano de la ciudad de Jerusalén en el 66 d. C., que sirven para ubicar los acontecimientos descritos por Flavio Josefo, cierran el libro.

La Guerra de los judíos no es un documento histórico, ni una fuente primaria, es literatura, con toques épicos y trágicos. Además, el relato demuestra la total interdependencia de la dimensión política y religiosa. No sólo el autor alude a hechos históricos precisos, sino que también lo explica como el cumplimiento de un plan divino, de ahí la reacción violenta de Dios en la represión romana y en el incendio del Templo con fines purificadores. La providencia está por encima del destino clásico y, por tanto, del azar o casualidad. Dios interviene en los actos de los hombres, como bien lo demuestran las Sagradas Escrituras. Por ello, como señala Ravellese, la profecía, como en otras muestras historiográficas judeohelenísticas, es fundamental para dar credibilidad a esta Guerra de los judíos. En este sentido, habría resultado de interés el comparar la Guerra de los judíos, como historia monográfica, con las Antigüedades judías, como historia universal, similar a lo que será práctica habitual en algunas historias eclesiásticas cristianas. En estas obras de Flavio Josefo los cristianos hallaron un tono apologético, un gran interés por el pasado, la inclusión de elementos doctrinales y otros aspectos que conformaban la idea de estar narrando la historia de una nación diferente de las naciones paganas.

En definitiva, como valoración general podemos decir que en esta monografía, muy útil y completa en general, hay algunas ocasiones en las que quizá peca de repetitiva y de cierto desorden en la narración, pues hay momentos en los que el lector puede llegar a perder el hilo argumentativo con los abundantes ejemplos aducidos y las numerosas digresiones sobre diferentes temas. Con todo, la mayor aportación y la originalidad del libro creemos que se encuentra en el estudio de los discursos desarrollado en la tercera parte y en el hecho de presentar los dos puntos de vista en el relato de una guerra nacionalista.

En cualquier caso, nos hallamos ante una obra valiosa que, sin duda, servirá de consulta obligada a los estudiosos de la Antigüedad como fuente y muestra literaria de extraordinario valor para la historia del mundo grecorromano, del judaísmo y del cristianismo. La presente monografía es una muestra destacada más del interés que aún sigue suscitando hoy Flavio Josefo y su obra, “le juif de Rome”, en palabras de Mireille Hadas-Lebel.

 

 

Jesús Mª Nieto Ibáñez

Universidad de Valladolid