http://doi.org/10.17398/1886-9440.11.1
Emiliano J. Buis
(Universidad
de Buenos Aires - CONICET)
La defensa de las emociones: Gorgias y la producción retórica de páthe en el Encomio de Helena
The Defense of Emotions:
Gorgias and the Rhetorical Production of Páthe in the Encomium to Helen
Abstract: On the basis of a comparison with the rhetorical
presentation of pathe
as means of persuasion in Aristotle’s Rhetoric,
this paper intends to shed light on the importance of the construction of
emotional effects in the Encomium of
Helen. The purpose is to show the way in which Gorgias manages to resort to
an efficient argumentative use of affections (and their manipulation) in the
judicial arena even before the theoretical attempt by Aristotle.
Key Words: Gorgias,
Helen, emotions, Aristotle, rhetoric, law.
Resumen: A partir de una comparación con la presentación
retórica de los páthe
como medios de persuasión en la Retórica
de Aristóteles, este trabajo procura echar luz sobre la importancia de la
construcción de efectos emotivos en el Encomio
de Helena. El objetivo es mostrar de qué modo, antes del intento de
teorización aristotélico, Gorgias ya consigue sentar bases para un uso
argumentativo eficaz del rol de los afectos (y su manipulación) en el ámbito
judicial.
Palabras Clave: Gorgias, Helena, emociones, Aristóteles, retórica, derecho.
Fecha de
Recepción:
25 de abril de 2016.
Fecha de
Aceptación: 11 de septiembre de 2016.
1. Introducción[1]
Si bien
los debates sobre la responsabilidad de Helena en el desencadenamiento
de la Guerra de Troya se han extendido a lo largo de toda la literatura griega
clásica y encuentran numerosas fuentes de apoyo, el esfuerzo poético que
Gorgias emprende en su Encomio, a
fines del s. V a.C., resulta novedoso en tanto que instala una serie de
argumentos sofísticos de corte judicial. Entre juego y ejercicio de alegato
tribunalicio, el texto recurre a una serie de explicaciones, diferentes pero
interdependientes, destinadas a exculpar a Helena.
El propósito de este trabajo es
retomar el análisis de los dispositivos persuasivos del discurso encarando su
estudio a partir del reconocimiento de sus alcances emotivos. Así, desde un
interés centrado en las perspectivas teóricas recientes en torno de la
importancia del elemento afectivo en el derecho, nos interesará aquí
identificar las estrategias literarias que pone en juego la prosa gorgiana para producir verdaderos páthe en el auditorio. En suma,
se intentará mostrar cómo –incluso antes de la teorización aristotélica del
Libro II de la Retórica– la
manipulación emotiva se presenta como un mecanismo conveniente y un instrumento
eficaz para toda actuación en el ámbito jurídico.
1. ¿Helena responsable? De Homero a Gorgias
El debate en torno de la
responsabilidad de Helena en el desencadenamiento de la Guerra de Troya ha sido
frecuente a lo largo de la propia antigüedad, y no son pocos los textos que se
han ocupado de consolidar una acusación en su contra o de absolverla.[2]
Ya en Ilíada, por ejemplo, es célebre
el pasaje del canto III en que
Príamo atribuye la culpabilidad por los eventos a las divinidades y no a ella (vv.
161-165):
ὣς ἄρ᾽ ἔφαν, Πρίαμος δ᾽ Ἑλένην ἐκαλέσσατο φωνῇ·
δεῦρο πάροιθ᾽ ἐλθοῦσα φίλον τέκος ἵζευ ἐμεῖο,
ὄφρα ἴδῃ
πρότερόν τε
πόσιν πηούς τε
φίλους τε·
οὔ τί
μοι αἰτίη ἐσσί,
θεοί νύ μοι αἴτιοί
εἰσιν
οἵ μοι ἐφώρμησαν
πόλεμον
πολύδακρυν Ἀχαιῶν·[3]
Y así
hablaron, pero Príamo llamó a Helena con esta voz: “Ven hacia aquí, querida
hija, y siéntate delante de mí, para que puedas ver a tu anterior marido, sus
parientes y amigos; no eres la culpable para mí, sino que los dioses son los culpables,
aquellos que promovieron contra mí la luctuosa guerra de los aqueos.[4]
Fuentes
posteriores, en cambio, se han encargado de alternar esta visión con una imagen
menos favorable de la espartana. La propia Helena alegará, por ejemplo, en Odisea IV, vv. 146-147, haber sido
culpable (ὅτ᾽ ἐμεῖο
κυνώπιδος
εἵνεκ᾽ Ἀχαιοὶ / ἤλθεθ᾽ ὑπὸ Τροίην..., “cuando
por culpa mía, la de ojos de perra, llegaron ustedes los aqueos a Troya...”) y
en la propia obra parece más bien atribuirse la causa a Afrodita y a Ate (vv.
261-263).[5]
Este contrapunto entre atribución y exención de responsabilidad recorre los
textos épicos de época arcaica, y si bien se ha intentado a menudo
compatibilizarlos para crear una visión uniforme del rol de Helena, lo cierto
es que deviene imposible encontrar en Homero criterios sólidos que permitan hallar
una consistencia absoluta entre los distintos pasajes.[6]
Un
reconocimiento de la aitía
de Helena en la guerra, semejante al que parece primar en Odisea, se vislumbra también, por ejemplo, en el fr. 16 de Safo, en
el que la poetisa —para referirse a Anactoria—
introduce una comparación con la esposa de Menelao, quien abandonó a sus seres
queridos por efecto de la seducción (vv. 6-11):
ἀ γὰρ
πόλυ
περσκέθοισα
κάλλος
[ἀνθ]ρώπων
Ἐλένα.
[τὸ]ν ἄνδρα
τὸν
[περ ἄρ]ιστον
καλλ[ίποι]σ᾽, ἔβα ᾽ς
Τροΐαν
πλέοι[σα
κωὐδ[ὲ πα]ῖδος
οὐδὲ
φίλων το[κ]ήων
πά[μπαν]
ἐμνάσθ<η>,
ἀλλὰ
παράγαγ᾽ αὔταν...[7]
Pues
la que superaba con mucho a los hombres en belleza –Helena– habiendo dejado a
su esposo (el mejor de todos) viajó a Troya navegando. Y de ninguna manera se
acordó de su hija, ni de sus padres. Sino que la sedujo…[8]
El
Encomio de Helena se construye, pues,
sobre esta tradición literaria.[9]
Sin embargo, en la medida en que se trata de un texto retórico de alabanza
(epidíctico) signado por una fuerte impronta forense,[10] en su
texto Gorgias ensaya interesantes estrategias argumentativas propias del
discurso de defensa judicial.
2.
Las emociones y su función retórica
La
clave exegética que proponemos desarrollar aquí se vincula con la dimensión
afectiva, que resulta esencial en la construcción discursiva de la rhêsis gorgiana. Partimos de la base de
que, desde un punto de vista teórico, se concibe una “emoción”
como una interacción de complejos diferenciados entre sistemas biológicos,
físicos y socio-culturales.[11] Las
emociones, por tanto, resultan expresiones socialmente significativas, que
dependen de costumbres, usos e instituciones comunes[12] y que
—en tanto tales— no es posible identificarlas en un listado único o en un
número preestablecido a pesar de los variados intentos históricos por
categorizarlas.[13]
La definición propuesta, de
claro sesgo instrumental para nuestro análisis, deja en claro que las emociones
no son elementos naturales, sino que se trata de constructos aprendidos y
reforzados mediante interacciones sociales.[14]
Siguiendo así algunas líneas teóricas, podría decirse que habría, en rigor de
verdad, dos sistemas interdependientes y necesarios de las emociones en la
experiencia humana: uno primero, más intuitivo, automático, preconsciente e
irreflexivo, y uno segundo, más lento, reflexivo y gobernado por reglas.[15]
En esta doble dimensión, pues, los sentimientos transmiten información sobre la
gente y los procesos inconscientes que luego se tornan conscientes y afectan a
sus creencias y sus percepciones.[16]
Si, entonces, toda racionalidad
presupone a fin de cuentas un sustento emotivo inicial,[17] las
pasiones constituyen requisitos imprescindibles para
comprender el comportamiento o la conducta de los sujetos involucrados y, por
lo tanto, para explicar el surgimiento de las reglas que condicionan sus
acciones.[18]
Es por ello que en todo sistema jurídico la dimensión afectiva deviene fundamental. Es claro a
partir de estas líneas que el derecho, pues, alberga emociones;[19]
a partir de los trabajos publicados
recientemente en torno de la importancia de este nuevo campo de estudio,[20] es posible por ejemplo examinar los modos en que
judicialmente se construye el elemento emotivo como dispositivo de persuasión
del auditorio.
En
el contexto griego antiguo —en que el también ha anclado el affective turn como eje de
interpretación—[21]
no ha de llamar la atención que encontremos en los tribunales atenienses
apelaciones concretas al factor emotivo, dado que muchas veces la recurrencia a
circunstancias extra-legales podían influenciar el juicio de los dikastaí,[22]
quienes no necesitaban justificar su voto y actuaban entonces muchas veces
movidos por la persuasión del hablante. Baste recordar las palabras del orador
Dinarco que, quejándose del modo en que funcionaban las cortes populares a
diferencia del Aréopago, sostenía que el jurado solía conceder más importancia
a la simpatía que a la justicia (τῇ
σῇ γνώμῃ
πλέον ἢ τῷ δικαίῳ ἀπονέμοντες, 1.55).[23]
A tal punto debía ser esto así
que, para el s. IV a.C.,
Aristóteles desarrolló una verdadera teorización del páthos como pieza central de la construcción discursiva de los
alegatos forenses. Según el filósofo, las pruebas fundamentales
suministradas mediante el discurso (πίστεις
ἔντεχνοι) o
modos de persuasión, sin las cuales no es posible construir un argumento,
incluyen el carácter del que habla (ἦθος), la
creación de cierta predisposición en el oyente (πάθος) y la
construcción del razonamiento de lo que quiere demostrarse (Rhet. 1356a):
τῶν δὲ
διὰ
τοῦ
λόγου ποριζομένων
πίστεων τρία εἴδη ἔστιν˙
αἱ μὲν
γάρ εἰσιν ἐν τῷ
ἤθει τοῦ
λέγοντος,
αἱ δὲ
ἐν τῷ
τὸν
ἀκροατὴν
διαθεῖναί
πως, αἱ δὲ
ἐν
αὐτῷ τῷ
λόγῳ
διὰ
τοῦ
δεικνύναι
ἢ
φαίνεσθαι
δεικνύναι.[24]
De las pruebas suministradas por
el discurso hay tres tipos: pues unas están en el carácter de quien habla,
otras en el hecho de disponer de alguna manera al oyente y otras en el propio
discurso, por el hecho de demostrar o parecer demostrar.
Como veremos, entre las pruebas que consisten en orientar al público
hacia un determinado estado de ánimo cumplen una función central las emociones.
Es nuestro propósito aquí tomar el ejemplo del Encomio de Helena para mostrar que, sin lugar a
dudas, en este rol afectivo de
la argumentación parece ya haber sido pionera la labor
compositiva del sofista Gorgias.
3. La eficacia de la apelación afectiva en el Encomio de Helena
El texto del Encomio, de fecha incierta pero
claramente datado a fines del s. V a.C.,[25] se
estructura en torno de un razonamiento en el que Gorgias argumenta que Helena
pudo haber actuado como actuó a causa de cuatro eventuales motivaciones: la
fortuna (τύχη), la violencia (βία), la
palabra (λόγος) o el amor (ἔρως). En
todos los casos —y he aquí la lógica subyacente que estructura el razonamiento—
se demuestra que hay en juego una fuerza mayor que le quita a Helena la
responsabilidad sobre sus actos. No llaman la atención sus argumentos,
mayormente de extracción homérica, pero sí su formulación argumentativa de
tenor jurídico.[26]
En todos los casos puede concluirse que, dado que fue algo lo que hizo que Helena actuara, ella no debe ser considerada
responsable dado que la acción realmente correspondió sea a un dios, a Paris,
al discurso o bien a la pasión erótica.[27] En
esta identificación de la agencia, a fines del pasaje VII de la obra Gorgias
recurre a la fijación de una antítesis que opone a Helena y a Paris,
entendiendo a la primera como víctima pasiva y al segundo como agresor activo:[28]
ἡ δὲ
βιασθεῖσα καὶ τῆς
πατρίδος
στερηθεῖσα καὶ των φίλων ὀρφανισθεῖσα
πῶς οὐκ
ἂν εἰκότως ἐλεηθείη μᾶλλον
ἢ
κακολογηθείη; ὁ μὲν
γὰρ
ἔδρασε
δεινά,
ἡ δὲ
ἔπαθε· δίκαιον
οὖν
τὴν
μὲν
οἰκτῖραι, τὸν
δὲ
μισῆσαι.[29]
Pero la que fue violentada,
apartada de su patria y privada de sus amigos, ¿cómo no es verosímil que sea
compadecida más que difamada? Pues él [Paris] hizo cosas terribles y ella las
padeció; es justo pues compadecerla a ella y odiarlo a él.
La acción del troyano es
contrapuesta por la pasión de la esposa de Menelao y es en este contrapunto que
cobra importancia el plano de los afectos. Gorgias propone compadecerse de
Helena (ἐλεηθείη,
οἰκτῖραι)
mientras que Paris debe ser detestado (μισῆσαι). Esta
línea de reflexión, sustentada en el juego entre compasión y odio, se continúa
en el pasaje siguiente (VIII), en el que se personifica el lógos para convertirlo en un
generador de sentimientos mediante los que se rescata a Helena:
εἰ δὲ
λόγος
ὁ
πείσας
καὶ τὴν ψυχὴν
ἀπατήσας,
οὐδὲ πρὸς
τοῦτο
χαλεπὸν
ἀπολογήσασθαι
καὶ τὴν αἰτίαν
ἀπολύσασθαι
ὧδε.
λόγος
δυνάστης
μέγας
ἐστίν,
ὃς σμικροτάτωι σώματι
καὶ ἀφανεστάτωι
θειότατα
ἔργα
ἀποτελεῖ·
δύναται
γὰρ
καὶ φόβον
παῦσαι
καὶ λύπην ἀφελεῖν
καὶ χαρὰν ἐνεργάσασθαι
καὶ ἔλεον ἐπαυξῆσαι.
ταῦτα
δὲ
ὡς οὕτως
ἔχει δείξω·
Pero si fue el discurso el que
persuadió y engañó al alma, no es difícil defenderla de esto y liberarla de la
acusación así: el discurso es un gran soberano, que con el cuerpo más pequeño e
imperceptible realiza las acciones más divinas: pues puede no sólo detener el
temor sino también quitar la tristeza, producir alegría e intensificar la
compasión. Mostraré cómo son estas cosas.
Si
el lógos persuade, como si fuese un
dios, es porque está en condiciones de motivar los afectos de quienes lo
escuchan.[30]
El vocabulario del pasaje, cabe señalar, incluye una serie de términos que
veremos reflejada en el análisis aristotélico de las emociones. Así, el temor (φόβος, Rhet. II,
5) y la compasión (ἔλεος, Rhet. II, 8), como
también el dolor (λύπη) o la alegría (χαρά),[31]
encuentran un eco en el texto de la Retórica.[32]
En
efecto, para comprender de manera cabal el dispositivo discursivo gorgiano corresponde recuperar a Aristóteles. La teoría
aristotélica —al menos como está planteada en Retórica— deviene útil en términos comparativos, en tanto podría
muy bien reconocerse en los pasajes señalados de Gorgias una suerte de
precuela, casi como un ejercicio práctico avant la lettre que ya ilustraba de modo muy
práctico los efectos de la producción retórica de emociones.
Es
preciso traer aquí a colación que Aristóteles define los páthe en un brevísimo pasaje de Retórica (2.1, 1378a20-23), en el que
brinda ejemplos que se asemejan a lo que hoy concebimos como emociones y a lo
que Gorgias incluye como dimensiones de impacto del lógos:[33]
ἔστι δὲ
τὰ
πάθη δι᾽ ὅσα
μεταβάλλοντες
διαφέρουσι
πρὸς
τὰς
κρίσεις οἷς
ἕπεται λύπη
καὶ ἡδονή,
οἷον
ὀργὴ ἔλεος φόβος καὶ ὅσα
ἄλλα
τοιαῦτα,
καὶ τὰ τούτοις
ἐναντία.
Son
las emociones aquello por lo que los hombres cambian y difieren en cuanto a sus
juicios y a los cuales siguen pena y placer tales como la ira, la compasión, el
temor, y otras cosas semejantes y sus opuestas.
Según
esta conceptualización, las emociones requieren generar percepciones
posteriores –que Aristóteles concibe como percepciones (αἰσθήσεις), tales como la pena o el placer.[34]
Se trata de un concepto útil para el objetivo final del texto que consiste en
definitiva en presentar los páthe como material susceptible de ser controlado por
decisiones del orador. El comienzo del Libro II muestra pues que la retórica es
capaz de condicionar el juicio del oyente precisamente a través de esos páthe (Rhet. 1377b20-1378a3):
ἐπεὶ
δὲ
ἕνεκα
κρίσεώς ἐστιν ἡ ῥητορική
(…) ἀνάγκη μὴ
μόνον πρὸς
τὸν
λόγον ὁρᾶν,
ὅπως ἀποδεικτικὸς ἔσται
καὶ πιστός,
ἀλλὰ
καὶ αὑτὸν
ποιόν τινα
καὶ τὸν κριτὴν
κατασκευάζειν˙
(…) οὐ
γὰρ
ταὐτὰ
φαίνεται φιλοῦσι
καὶ μισοῦσιν, οὐδ᾽ ὀργιζομένοις
καὶ πράως
ἔχουσιν,
ἀλλ᾽ ἢ τὸ
παράπαν ἕτερα
ἢ
κατὰ
μέγεθος ἕτερα˙
Y puesto que la retórica tiene
por objeto un juicio (…) es necesario así atender al discurso, no solo a que
sea demostrativo y digno de crédito, sino también a cómo debe presentarse uno
mismo y a cómo disponer al que juzga (…) Pues las cosas no se presentan iguales
para los que sienten amor que para los que odian, ni para el que está
encolerizado que para el que tiene calma, sino que o son diferentes en su
totalidad o bien diferentes en magnitud.
Dado
que son necesarias para disponer al auditorio de manera adecuada a fin de que
forme un juicio de valor, las emociones son incluidas en Aristóteles como uno
de los tres medios de persuasión retóricos o pruebas (písteis) que debe manejar todo
orador, en tanto habilitan un manejo consciente por parte de quien pretende
obtener un efecto determinado en quienes escuchen y deban decidir a favor de
cierto argumento.[35]
Cabe
tener en cuenta aquí que, precisamente, para Aristóteles el examen de las
emociones constituye una operación de tipo cognitivo, en tanto aquellas
dependen en cierta medida de un constructo racional. Como ha sostenido Fortenbaugh (1975) en su agudo libro pionero sobre el tema,
el análisis proporcionado en Retórica
deja en claro que las emociones (aunque no racionales)[36] dependen del pensamiento, y por lo tanto
de ello se desprende que resulte posible para un orador o un poeta motivar de
forma racional una apelación “razonable” destinada a engendrar huellas
emotivas.[37]
Así,
volviendo a Gorgias, podemos decir que, en una línea semejante a la
conceptualización aristotélica de la “generación” intencionada de páthe, lo que
interesa en el Encomio es que, en
todos los casos, los afectos son producidos
por el discurso, en tanto aparece una serie de verbos transitivos
(representados en los infinitivos παῦσαι,
ἀφελεῖν,
ἐνεργάσασθαι
y ἐπαυξῆσαι) que tienen por objeto estas secuelas subjetivas.
El
Encomio se ocupa de identificar
distintos tipos de discursos: la poesía, el encantamiento, las palabras de
astrólogos y los intercambios filosóficos.[38] Los
dos primeros parecen funcionar de modo semejante, ingresando en el alma para
producir en ella consecuencias.[39]
Así
como Helena puede haber sido afectada en sus emociones por efecto del discurso,
en el pasaje siguiente el texto de Gorgias atribuirá esas mismas consecuencias
a su propio lógos
literario —asemejado a la poíesis—,[40]
que también entonces puede ser visto como un soberano ínfimo con un inmenso
poder de convencimiento (IX):
δεῖ δὲ
καὶ δόξηι δεῖξαι
τοῖς
ἀκούουσι·
τὴν
ποίησιν
ἅπασαν
καὶ νομίζω καὶ ὀνομάζω λόγον
ἔχοντα
μέτρον·
ἧς τοὺς
ἀκούοντας
εἰσῆλθε
καὶ φρίκη περίφοβος
καὶ ἔλεος
πολύδακρυς
καὶ πόθος φιλοπενθής,
ἐπ'
ἀλλοτρίων τε πραγμάτων
καὶ σωμάτων εὐτυχίαις
καὶ δυσπραγίαις
ἴδιόν τι πάθημα
διὰ
τῶν
λόγων
ἔπαθεν ἡ ψυχή.
Y es necesario mostrarlo con una
opinión a quienes escuchan: considero y defino a toda la poesía como un
discurso que tiene metro. A quienes la escuchan los invade un temor que
estremece, una compasión que produce muchas lágrimas y un deseo que ama el
dolor, y ante fortunas y desgracias de acciones y cuerpos de otros el alma
padece, a causa de los discursos, un padecimiento propio.
En efecto, la poesía —y por lo
tanto el lógos—[41]
tiene el poder de generar miedo o conmiseración, deseo y sufrimiento; esa
mezcla de emociones y percepciones se identifica en la presencia de sustantivos
acompañados de adjetivos compuestos que los califican a partir de afectos
diferenciados, como la compasión que genera llanto (ἔλεος
πολύ-δακρυς) o el anhelo cercano a la pena
(πόθος φιλο-πενθής). Si el
discurso lleva al alma a experimentar sentimientos que le son inherentes (como
surge de modo enfático en el verbo ἔπαθεν con su acusativo interno, πάθημα),[42]
es porque se asimila al canto que encanta y que, con ello, genera sensaciones
placenteras (X):
αἱ γὰρ
ἔνθεοι διὰ
λόγων
ἐπωιδαὶ ἐπαγωγοὶ
ἡδονῆς,
ἀπαγωγοὶ
λύπης
γίνονται·
συγγινομένη γὰρ
τῆι
δόξηι
τῆς
ψυχῆς
ἡ δύναμις
τῆς
ἐπωιδῆς
ἔθελξε
καὶ ἔπεισε καὶ μετέστησεν
αὐτὴν γοητείαι.
γοητείας
δὲ
καὶ μαγείας δισσαὶ τέχναι
εὕρηνται,
αἵ εἰσι
ψυχῆς
ἁμαρτήματα
καὶ δόξης ἀπατήματα.
Pues los cantos inspirados por
los discursos son portadores del placer y apartadores del dolor; pues el poder
del canto, cuando se encuentra con la opinión del alma, la hechiza, la persuade
y la transforma por un encantamiento. Del encantamiento y de la magia, dos
artes han sido inventadas que son errores del alma y engaños de la opinión.
Este hechizo que consiguen las
palabras es asimilable, en definitiva, a una droga, a un φάρμακον, pues
consigue captar al otro, engañarlo, someterlo para conseguir los fines que
quien actúa reclama respecto de quien lo sufre o padece (XIV):
τὸν
αὐτὸν δὲ
λόγον
ἔχει ἥ τε τοῦ λόγου δύναμις
πρὸς
τὴν
τῆς
ψυχῆς
τάξιν
ἥ τε τῶν φαρμάκων
τάξις
πρὸς
τὴν
τῶν
σωμάτων
φύσιν.
ὥσπερ
γὰρ
τῶν
φαρμάκων
ἄλλους ἄλλα
χυμοὺς
ἐκ τοῦ
σώματος
ἐξάγει,
καὶ τὰ μὲν νόσου
τὰ
δὲ
βίου
παύει,
οὕτω
καὶ τῶν λόγων
οἱ
μὲν
ἐλύπησαν,
οἱ
δὲ
ἔτερψαν,
οἱ
δὲ
ἐφόβησαν,
οἱ
δὲ
εἰς
θάρσος
κατέστησαν
τοὺς
ἀκούοντας,
οἱ
δὲ
πειθοῖ
τινι κακῆι
τὴν
ψυχὴν
ἐφαρμάκευσαν
καὶ ἐξεγοήτευσαν.
Pues el poder del discurso
respecto de la disposición del alma tiene el mismo discurso que la disposición
de las drogas respecto de la naturaleza del cuerpo. Pues
así como diferentes drogas expulsan diferentes humores del cuerpo y en algunos
casos detienen la enfermedad y en otros la vida, así también entre los
discursos unos provocan dolor, otros producen placer, otros atemorizan, otros
impulsan a los oyentes al coraje, otros drogan y encantan el alma con cierta persuasión
mala.
Los efectos de los φάρμακα, así
como los de las palabras, pueden ser positivos o negativos, y ello dependerá de
quien los manipula. Dolor, placer, temor o coraje son posibles resultados de
esa inoculación poética. Gorgias muestra bien que, así como Helena ha sido
llevada por esa inspiración subjetiva, quien escuche sus palabras —los jueces
del discurso— habrán de ser conducidos hacia un estado de ánimo que traduzca la
necesidad de su absolución.[43]
Conclusión
La emoción parece ser una
característica que signa al personaje de Helena desde su primera aparición
física en el relato de la Ilíada.
Cuando Iris la va a buscar a las murallas en el Canto III para que presencie el
enfrentamiento, la encuentra componiendo una tela doble de púrpura, en la que
entretejía los trabajos que los troyanos y los aqueos habían sufrido (ἔπασχον) por
ella bajo los golpes de Ares (vv.
121-129).[44]
Pero así
como Helena sufre y percibe los dolores que ocasiona la guerra, también los
vuelca artísticamente en su telar e incluso contribuye a superarlos. Recordemos
que, en el comienzo del Canto
IV de la Odisea, ella
consigue producir entre los espartanos y los compañeros de Telémaco un efecto de placer
capaz de superar la pesadumbre. Allí, dado que los hombres se hallan entristecidos por el relato de Menelao acerca de los
muertos en Troya, ella decide verter una droga (φάρμακον, v. 220) al vino capaz de disipar el dolor y la cólera (νηπενθές
τ' ἄχολόν
τε, v. 221) y hacer olvidar los males (κακῶν ἐπίληθον
ἁπάντων, v. 221), con
lo cual consigue finalmente deleitar con palabras a los oyentes: μύθοις τέρπεσθε
(v. 239). La relación en el pasaje entre el relato y la droga —nexo metafórico ya advertido desde la antigüedad—[45]
lleva a pensar en el rol intoxicante de la poesía y sus efectos emotivos como
antídoto del sufrimiento.[46]
La
imaginería pregnante que repercute en el pasaje adquiere una nueva riqueza de
sentido si con ella se ilustra la propuesta gorgiana. El ejemplo odiseico deja
entrever a contrario sensu que,
cuando ya no esté presente Helena para provocar páthe mediante sus pócimas engañosas, su simple mención podrá servir
para conseguir esos fines persuasivos y manipular a los otros. Mucho antes de
la reflexión aristotélica en torno del valor de las emociones como medios de
prueba, quizás el juego (παίγνιον, ΧΧΙ) de Gorgias —la ficcionalización
de una defensa judicial— consistió en dar a entender que, si se lo pretende, la
propia palabra (como fuerza arrasadora) puede llevar consigo un impacto
inherente de emoción, muy apropiado para los alegatos forenses, que incluso
supera el poder físico.[47]
El
testimonio del Encomio, como μῦθος verosímil destinado a producir deleite,[48]
enseña que los lógoi que convencen
producen un estado empático en quienes los reciben. La moraleja gorgiana es,
entonces, clara: con el tiempo (y con la creación de la retórica) Helena, la
más hermosa de todas, la que producía sentimientos con su presencia, con sus
palabras y con sus phármaka, seguirá
conmoviendo a los jueces. Nos seguirá afectando a nosotros —como se desprende
de Cassin—[49]
ya no como cuerpo bello sino como palabra efectiva.[50]
Emiliano
J. Buis
CONICET
Universidad de Buenos Aires
ebuis@derecho.uba.ar
BIBLIOGRAFÍA
Ediciones y comentarios
Burtt, J. O. (1962) (ed.) Minor Attic Orators, Vol. 2; Cambridge
(MA)/London: Harvard University Press/William Heinemann.
Chialva, I., M. M. Bonacossa, M.
N. Cassis & M. L. Omar (2013) (eds.) Gorgias.
Encomio de Helena (Estudio preliminar, traducción y notas), Santa Fe: Ediciones
UNL.
Davolio, M. C. & G. E.
Marcos (2011)
(eds./trads.) Gorgias. Encomio de
Helena, Buenos Aires: Winograd.
Diels, H. & W. Kranz (1952) (eds.) Die Fragmente der Vorsokratiker,
vol. 2, Berlin: Weidmann.
Ioli, R. (2013) (ed.) Gorgia. Testimonianze e frammenti (Introduzione, traduzione
e commento), Roma: Carocci.
McDowell, D. (1982) (ed. &
trans.) Gorgias, Encomium of
Helen, Bristol: Bristol Classical Press.
Monro, D. B. & T. W. Allen (1920) (eds.) Homeri Opera, Oxford: University Press.
Ross, W. D. (1959) (ed.) Aristotle. Ars Rhetorica,
Oxford: Clarendon Press.
Tovar, A. (2003) (ed.) Aristóteles. Retórica, Madrid: Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales.
Voigt, E.-M. (1971) (ed.)
Sappho et Alcaeus.
Fragmenta, Amsterdam: Polak
& van Gennep.
von der Muehll, P. (1945) (ed.) Homeri Oddyssea, Stuttgart/Leipzig: B. G. Teubneri.
Bibliografía Secundaria
Bandes, S. (1999) (ed.) The Passions of Law, New York: University Press.
Bandes, S. & J. A.
Blumenthal
(2012) “Emotion and the Law”, Annual
Review of Law and Social Science 8; 161-181.
Bandura, A. (1973) Aggression. A Social Learning Analysis,
Englewood Cliffs: Prentice Hall.
Bégorre-Bret, C. (2009) “Aristote et les
émotions”, en Roux, S. (dir.) Les émotions, Paris: Librairie
philosophique J. Vrin;
33-57.
Bergren, A. (1981) “Helen's
‘Good Drug’, Odyssey IV, 1-305”, en
Kresic, S. (ed.) Contemporary Literary
Hermeneutics and Interpretation of Classical Texts, Ottawa: University
Press, 1981, 201-214.
Bettini, M. & C.
Brillante
(2008) El mito de Helena. Imágenes y
relatos de Grecia a nuestros días, Madrid: Akal.
Bieda, E. (2008) “Why Did Helen Travel to
Troy? About the Presence and Incidence of Fortune in Gorgias' Encomium to Helen”, Revue de philologie ancienne
26 (1); 3-24.
Cárdenas Mejía, L.
G. (2015) Retórica y emociones. La
constitución de la experiencia humana del lugar, Bogotá: Editorial Aula de
Humanidades.
Casertano, G. (1982) “'I dadi di Zeus sono sempre trucatti'.
Considerazioni sulla
parola, l'occhio e le passioni
nell' Elena
di Gorgia”, Discorsi 2; 7-27.
Casertano, G. (1986) “L'amour entre logos et pathos. Quelques considérations sur l' Hélène de Gorgias”, en Cassin, B.
(ed.) Positions
de la sophistique, Paris: Vrin; 211-220.
Cassin, B. (1995) L’effet sophistique, Paris: Gallimard.
Chaniotis, A. (2012) (ed.) Unveiling Emotions. Sources and Methods for
the Study of Emotions in the Greek World, Stuttgart: Steiner.
Chaniotis,
A. & P. Ducrey (2013) (eds.) Unveiling Emotions II. Emotions in Greece and Rome, Stuttgart:
Steiner.
Clore, G. L. (1992) “Cognitive
Phenomenology: Feelings and the Construction of Judgment”, en Martin, L. L.
& A. Tesser (eds.) The Construction of
Social Judgments,
Hilldale: Erlbaum; 133-163.
Conley, T. (1982) “Pathe and Pisteis: Aristotle, Rhetoric, II, 2-11”, Hermes 110; 300-315.
Cooper, J. (1999) “An
Aristotelian Theory of the Emotions”, en Reason
and Emotion: Essays on Ancient
Moral Psychology and Ethical Theory, Princeton: University Press; 406-423.
Crawford, N. C. (2000) “The
Passion of World Politics. Propositions on Emotion and Emotional
Relationships”, International Security
24 (4); 116-156.
Crockett, A. (1994) “Gorgias's
Encomium of Helen: Violent Rhetoric
or Radical Feminism?”,
Rhetoric
Review,
Vol. 13 (1); 71-90.
Cronin, J. F. (1939) “The
Athenian Juror and Emotional Pleas”, Classical
Journal 34 (8); 471-479.
de Romilly, J. (1973) “Gorgias et le pouvoir de la
poésie”, Journal of Hellenic
Studies 93; 155-162.
Dow, J. (2007) “A Supposed Contradiction
about Emotion-Arousal in Aristotle's Rhetoric”,
Phronesis 52 (4); 382-402.
Dow, J. (2015) Passions and Persuasion in Aristotle's Rhetoric, Oxford: University
Press.
Fattah, K. & K. M. Fierke (2009) “A Clash of
Emotions: The Politics of Humiliation and Political Violence in the Middle
East”, European Journal of International
Relations 15; 67-93.
Flückiger, A. (2009) “Pourquoi
respectons-nous la soft law? Le rôle des émotions et des techniques de manipulation”, Revue européenne des sciences sociales
47, n. 144; 73-103.
Fortenbaugh, W. (1975) Aristotle on Emotion: A Contribution to
Philosophical Psychology, Rhetoric, Poetics, Politics, and Ethics, London:
Duckworth.
Frijda, N. H. (1986) The Emotions, Cambridge: University
Press.
Gagarin, M. (1999) “The Orality
of Greek Oratory”, en Mackay, E. A. (ed.) Signs
of Orality. The Oral Tradition and its Influence in the Greek and Roman World
(Mnemosyne Suppl. 188), Leiden/Boston/Köln: Brill; 163-180.
Giombini, S. (2015) “Gorgia
esperto di diritto”,
en Pozzoni, I. (ed.) Schegge di filosofia
antica e medioevale, Villasanta: Limina Mentis; 65-77.
Groten, F. J. Jr. (1968) “Homer’s Helen”,
Greece & Rome 15 (1); 33-39.
Hughes, B. (2006) Helen of Troy. Goddess, Princess, Whore,
London: Pimlico.
Khaneman, D. (2011) Thinking, Fast and Slow, New York:
Farrar, Strauss and Giroux.
Konstan, D. (2006a) The Emotions of the Ancient Greeks. Studies
in Aristotle and Classical Literature, Toronto: University of Toronto
Press.
Konstan, D. (2006b) “The Concept
of ‘Emotion’ from Plato to Cicero”, Méthexis 19; 139-151.
Lange, B. (2002) “The Emotional Dimension
in Legal Regulation”, Journal of Law and
Society 29 (1); 197-225.
Lutz, C. (1988) Unnatural Emotions.
Everyday Sentiments on a Micronesian Atoll. Their Challenge to Western Theory,
Chicago/London: University of Chicago Press.
Maroney, T. A. (2006) “Law and
Emotion: A Proposed Taxonomy of an Emerging Field”, Law and Human Behavior 30 (2); 119-142.
Mazzara, G. (1999) Gorgia: La retorica del
verosimile, St. Augustin: Academia Verlag.
McDermott, R. (2004). “The Feeling
of Rationality: The Meaning of Neuroscientific Advances for Political Science”,
Perspectives on Politics 2; 691-706.
Munteanu, D. (2011) (ed.) Emotion, Genre, and Gender in Classical
Antiquity, Bristol/London: Bristol Classical Press.
Orsini, M. (1956) “La cronologia dell’ ‘Encomio di Elena’ di Gorgia
e le ‘Troiane’ di Euripide”,
Dioniso 19; 82-88.
Pfeijffer, I. L. (2000) “Shifting
Helen: An Interpretation of Sappho, Fragment 16 (Voigt)”, Classical Quarterly 50 (1); 1-6.
Segal, G. (1962) “Gorgias en the
Psychology of the Logos”, Harvard Studies in Classical Philology
66; 99-105.
Shaffer, D. (1998) “The Shadow
of Helen: The Status of the Visual Image in Gorgias’ Encomium to Helen”, Rhetorica 16 (3); 243-257.
Spangenberg, P. (2010) “Persuasión y
apáte en Gorgias”, Hypnos 24; 69-92.
Spatharas, D. G. (2001) “Patterns
of Argumentation in Gorgias”, Mnemosyne
54 (4); 393-408.
Striker, G. (1996) “Emotions in
Context: Aristotle’s Treatment of the Passions in the Rhetoric and his Moral
Psychology”, en Rorty, A. O. (ed.) Essays on Aristotle’s Rhetoric, Berkeley:
University of California Press; 286-302.
Valiavitcharska, V. (2006) “Logos and Truth in Gorgias’ Encomium of Helen”, Rhetorica 24 (2); 147-161.
Wardy, R. (2005) The Birth of Rhetoric. Gorgias, Plato, and their Successors, New
York/London: Routledge.
Wisse, J. (1989) Ethos and Pathos from Aristotle to Cicero, Amsterdam: Hakkert.
[1] Este trabajo forma parte
de las actividades llevadas a cabo en el marco de los proyectos de investigación UBACyT (20020120200051) “Normatividad
y nómoi
domésticos: regulaciones, legitimaciones, (des)órdenes e infracciones
literarias de los patrones familiares y prácticas del parentesco en la Grecia
Antigua” (2013-2015, en formación, tipo B) —que dirigí en el
Instituto de Filología Clásica (FFyL-UBA), aprobado y
financiado por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos
Aires (UBA)— y DECyT
(DCT1407) “Las pasiones del
derecho internacional: estructuras emotivas y sentimientos estatales en la
historia del ius gentium” (2014-2016), a mi cargo en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aires. Una versión menos desarrollada del presente
trabajo fue leída en las Segundas Jornadas Internacionales de Ficcionalización y Narración en la Antigüedad, el Tardoantiguo y el Medioevo “Un milenio de contar historias”, que tuvo lugar en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires los días 25 al 27 de
noviembre de 2015.
[2] La
complejidad del personaje de Helena torna su análisis una empresa de largo
aliento. Cabe reconocer que, en su caracterización y en la valoración de sus
acciones (incluyendo la infidelidad y el adulterio), en mucho ha influido una
imagen histórica sobre la mujer forjada en la antigüedad griega (y más allá)
desde perspectivas masculinas; cf. Bettini
& Brillante (2008: 63). Sobre la construcción histórico-literaria de
Helena como personaje, puede consultarse el libro de Hughes (2006).
[3] El
texto griego procede de la edición de Monro & Allen (1920). La traducción, aquí y en el resto de las
citas del trabajo, nos pertenece.
[4] Este
testimonio se condice con el pasaje de Il.
VI, vv. 344-358, en que Helena dirá que los dioses causan los males y que Zeus
les dio a ella y a Paris mala suerte.
[5] A
ello debe sumarse Od.
XXIII, vv. 218 ss.
en que Penélope dice que la acción deshonrosa de Helena se debió a la acción de
Ate; sobre estas lecturas cf. Bieda (2008), quien además comparará el texto de
Gorgias que aquí estudiaremos con el corpus
trágico de Eurípides. El texto griego de Odisea
es el de von der Muehll
(1945).
[6] Como ya
indicaba Groten (1968: 39), “Homer, we must remember, is primarily a story teller, and since the issue of Helen's personal
responsibility is not central to his plot, he clearly leaves the matter in
doubt, while not hesitating to reveal the results of her conduct. Whatever may
be the verdict about her complicity, few will doubt her intrinsic integrity and
worth”.
[7] La
edición corresponde a Voigt (1971); hemos sin embargo omitido las indicaciones
de las letras de lectura dudosa en el manuscrito.
[8] Pfeijffer, I. L. (2000: 4) analiza este poema y
concluye que el exemplum
sáfico de Helena es interesante en la medida en que se trata de una mujer que,
al tomar la decisión de seguir a Paris, “becomes an example of someone giving a higher
priority to the object of her love than to possible belligerent effects of her
preference”.
[9] Tradición en la
que dejaremos de lado, por ejemplo, los testimonios según los cuales Helena no
pudo ser responsable porque de hecho nunca viajó a Troya, sino que fue una
imagen suya la que terminó llegando a Asia. Esta versión es atribuida a la Palinodia del poeta lírico Estesícoro en el s. VI a.C., citada por Platón
en Fedro 243a-b en estos términos: “No es verdadero ese decir; / ni embarcaste en
las naves de firme cubierta, / ni llegaste a la fortaleza de Troya” (οὐκ ἔστ᾽ ἔτυμος λόγος οὗτος, /
οὐδ᾽ ἔβας ἐν
νηυσὶν εὐσέλμοις,
/ οὐδ᾽ ἵκεο Πέργαμα
Τροίας; Estesícoro, fr. 23, Bergk). Cf. República 9.586c; Isócrates 10.64.
[10] Wardy (2005) ha
relevado esta imprecisión genérica, que coloca a Gorgias en un punto
intersticial entre la defensa y la alabanza. Al respecto, cf. Mazzara
(1999: 182-188).
[11] McDermott (2004: 692). Si bien es
posible trazar diferentes entre la noción de “emoción” y conceptos como
“afecto” o “sentimiento”, a los efectos de este trabajo introductorio los
postulamos como sinónimos.
[12] Fattah & Fierke (2009:
70).
[13] Crawford (2000: 123-124).
[14] Cf. Bandura (1973). Lutz
(1988: 5), en este sentido,
aclara: “Once de-essentialized, emotion can be viewed as a cultural and
interpersonal process of naming, justifying, and persuading by people in
relationship to each other. Emotional meaning is then a social rather than an
individual achievement –an emergent product of life”.
[15] Khaneman (2011: 211).
[16] Clore (1992: 133-163).
[17] “L’émotion ne s’oppose pas frontalement à la
rationalité mais tisse des liens étroits avec elle” (Flückiger, 2009:
77). Esta afirmación se basa
en los estudios neuropsicológicos recientes que han determinado cómo, en su
complejidad, la emoción y la cognición poseen en realidad contenidos
complementarios y no opuestos.
[18] Es
la tesis del texto de Frijda
(1986).
[19] Maroney (2006: 120). El
texto ofrece una interesante aproximación a este campo de análisis desde sus
bases teóricas.
[20] Bandes (1999); Bandes & Blumenthal (2012: 161-181);
Lange (2002: 197-225).
[21] A partir del libro señero de Konstan
(2006a) —focalizado en las emociones aristotélicas
pero en relación con el resto de los testimonios literarios de la Atenas
clásica—, pueden citarse las destacadas contribuciones de los volúmenes
colectivos de Munteanu
(2011), Chaniotis (2012) y Chaniotis & Ducrey
(2013).
[22] Cronin (1939: 473).
[23] El
texto griego corresponde a la edición de Burtt (1962).
[24] El
texto griego corresponde a la edición de Ross
(1959).
[25] Sobre
los debates en torno del momento de su composición, cf. Orsini (1956: 82-88).
[26] Acerca
del profundo conocimiento de derecho que puede observarse en los textos gorgianos, cf. Giombini (2015: 65-77).
[27] Gagarin (1999: 72). Se ha sostenido que en
Gorgias ya aparece un vocabulario muy claro vinculado con la responsabilidad
jurídica; cf. Ioli
(2013: 232).
[28] Puede leerse
esta oposición entre actividad/pasividad, claramente, en términos de género.
Sobre una interpretación de la obra gorgiana a partir
de la oposición masculino/femenino, cf. Crockett (1994: 71-90).
[29] La
edición del texto gorgiano (fr. 11) corresponde a Diels & Kranz (1952).
[30] Al
respecto, véase Casertano
(1982: 7-8) y (1986: 211-220).
[31] Aristóteles
mencionará el placer (ἡδονή) —y no la alegría— como una de estas
sensaciones capaces de involucrar una suerte de proceso físico-corporal.
[32] Los otros páthe descriptos
allí serán la
cólera (ὀργή
II, 2), la calma (πρᾳότης II,
3), el amor (φιλία, II, 4), el coraje
(θάρσος II, 5), la vergüenza
(αἰσχύνη II,
6), la gratitud (χάρις II, 7), la indignación
(νέμεσις II,
9), la envidia (φθόνος II, 10) y la emulación
(ζῆλος II, 11).
[33] “… the range of πάθη that Aristotle treats in Book II of the Rhetoric
seems, again, like a reasonable approximation to the spectrum of sentiments
that we would identify as emotions” (Konstan, 2006b: 140).
[34] En
Gorgias esta diferenciación aristotélica entre páthe y aisthéseis no parece plantearse,
en la medida en que para el sofista el temor (φόβος) o
el dolor (λύπη)
están en un mismo plano sintáctico, y por lo tanto conceptual.
[35] “Aristóteles
encuentra que las pasiones del oyente pueden disponerse con palabras
discursivas, pues hay una conexión entre las pasiones, la palabra, la
persuasión y, por lo tanto, el juicio” (Cárdenas
Mejía, 2015: 54). Acerca de πάθος
como término que —como el ἦθος
(en esencial no emocional)— designa medios de persuasión (πίστεις) y
a la vez el material utilizado en dichas pruebas, ver Wisse (1989: 4). Al respecto,
puede consultarse también Conley (1982:
300-315).
[36] En
tiempos muy recientes, Dow (2015)
ha sostenido que para Aristóteles despertar pasiones en los otros implica
brindarles un fundamento de convencimiento, ya que el manejo persuasivo es una
experticia que se funda en el ofrecimiento de pruebas (písteis); de allí su impronta
racional. Recordemos que Aristóteles propone una especie de psicología
bipartita, en tanto para él los seres humanos poseen todos
una parte racional y otra que no lo es; si los animales sólo presentan
la parte irracional, los hombres en cambio se caracterizan por desarrollar una
arista ética y política que está ausente en otras criaturas vivientes. En la
medida en que las emociones deben estar sometidas a la razón, es posible
entonces producir una educación de carácter afectivo destinado a producir
hombres comprometidos ética y políticamente; cf. Bégorre-Bret (2009: 35).
[37] Se
ha discutido si, con esta conceptualización, Aristóteles elabora una verdadera
teoría de las emociones, como sostenía Fortenbaugh (1975) o sólo se
limita a ofrecer un panorama del valor de la producción de emociones en
contextos retóricos muy limitados, sin pretender ofrecer una visión
comprehensiva del fenómeno, como sugieren más bien autores como Striker
(1996: 286-287) o Cooper (1999:
406-407). En parte, estos últimos textos se ocupan de mostrar ciertas
contradicciones internas, como el pasaje de Rhet. 1.1 en que se rechaza,
precisamente, el rol que puede tener la retórica en la producción de emociones.
Esta aparente inconsistencia ha sido estudiada, desde varios posicionamientos,
por Dow (2007).
[38] Cf. Valiavitcharska (2006: 150-152).
[39] Spatharas
(2001: 403).
[40] “…Gorgias’ principal argument to
prove the power of logos is its
likeness to poetry. Gorgias makes a formal analogy between logos and poetry, then he describes the way in which those who
listen to poetry come under its spell” (Shaffer,
1998: 252). Así, la obra gorgiana
produce los mismos impactos emotivos que la poesía; cf. de Romilly
(1973: 161-162).
[41] Señala Spangenberg (2010: 83): “En el
contexto de la tradición poética esta referencia cobra una particular
importancia. Supone adscribirle a la poesía y a la prosa una raíz común, el lógos. La
estrategia de Gorgias consistiría, a mi entender, en desdibujar la
especificidad de la poesía para conferirle al discurso en su integridad la
característica fundamental que a ella le pertenece: su carácter performativo”.
[42] Acerca
de esta insistencia en el verbo πάσχω, cf. Davolio & Marcos (2011: 57-58).
[43] Ese es,
precisamente, el “pouvoir de la poésie”
que reconoce de Romilly (1973: 155-162).
[44] Por
lo demás, tras las palabras de Iris disfrazada de su cuñada Laódice,
Helena se retirará en lágrimas (v. 142).
[45] Por
ejemplo en Plutarco (Quaestiones Conviviales 1.1.4, 614c) o Macrobio (Saturnalia
7.1.18).
[46] Las
palabras de la propia Helena (Od. IV, vv. 235-254) llevan a interpretarla como una poetisa
del kléos
de Odiseo; cf. la lectura que del pasaje realiza Bergren (1981: 201-214).
[47] La
persuasión discursiva, en este sentido, es placer estético; cf. Segal (1962: 122).
[48] Aquí también la relación con Odisea es
pertinente. En los pasajes del canto IV ya citados, Helena alegaba que su discurso serviría para deleitar en su verosimilitud (vv. 238-239): “ἦ τοι νῦν
δαίνυσθε
καθήμενοι ἐν μεγάροισι /
καὶ
μύθοις
τέρπεσθε: ἐοικότα γὰρ καταλέξω.” (“Y ahora por cierto celebren ustedes, sentados en el palacio, y disfruten de los relatos, pues yo
contaré cosas verosímiles”). Mediante el mismo
término, el propio Gorgias habla de la verosimilitud (eikós) de su planteo en V; acerca del sentido de la noción en el
pensamiento del sofista, quien pretende presentar sus palabras como más
aceptables y creíbles que otros discursos, ver Chialva, I., M. M. Bonacossa, M. N. Cassis & M. L. Omar (2013: 85-86).
[49] “Hélène
est double parce qu’elle est à la fois Hélène et « Hélène » ;
son aventure est celle du langage, c’est-à-dire celle du moment où le mot est
plus chose que la chose. Hélène est « Hélène », Hélène est un effet
de dire, parce qu’Hélène est le nom du dire comme efficace” (Cassin, 1995:
75).
[50] Agradezco
los comentarios de los evaluadores anónimos, que con sus recomendaciones han
llevado a mejorar algunos aspectos de este artículo.