Reseña / Review

 

 

Mikel Labiano

(Universitat de València)

 

Milagros Quijada Sagredo y Carmen Encinas Reguero (eds.), Connecting Rhetoric and Attic Drama, Bari: Levante editori, 2017, pp. 313 (ISBN 9788879496841)

 

Componen el presente volumen nueve estudios sobre tragedia griega y uno sobre comedia griega, es decir, diez trabajos en total, íntegramente redactados en inglés. Se suma al ya publicado en 2013 también por estas dos mismas editoras, Retórica y discurso en el teatro griego, Madrid: Ediciones Clásicas, en el marco del fecundo proyecto de investigación desarrollado en la Universidad del País Vasco sobre estas dos cuestiones tan fuertemente interconectadas entre sí como, de hecho, son la retórica y el teatro griego. El marco cronológico abordado en este estudio incluye no solo la producción dramática ática de época clásica, a propósito de obras conservadas en su integridad, sino que se atreve también con la tragedia posterior y con el siempre delicado estudio de la producción conservada fragmentariamente.

El volumen se abre con una introducción que no se limita a una mera exposición sintética de los contenidos que hallaremos en su interior, sino que aborda cuestiones metodológicas y de concepto sobre la retórica griega y cómo esta desempeña un papel fundamental en la comprensión del teatro griego, sus mimbres internos, toda vez que, en efecto, el teatro griego es una manifestación eminentemente verbal. Sobre esta conexión lógica entre retórica y teatro se ha hablado y escrito mucho y, si bien es cierto que no se aportan especiales innovaciones metodológicas al respecto, lo cierto es que este constituye un campo de estudio casi inagotable en el que nuevas contribuciones son siempre bienvenidas, en especial si, como es el caso, la nómina de autores está formada por especialistas de primera fila en su mayor parte.

La ordenación de los diferentes trabajos no parece ser del todo clara. El primer trabajo se refiere a la Antígona de Sófocles, luego se pasa a una cuestión general de retórica –el caso concreto del παράδειγμα en la tragedia–, y sigue un trabajo sobre los Persas de Esquilo. Un servidor no lo entiende. A partir de aquí sí parece haber una cierta lógica de ordenación: dos trabajos sobre Eurípides –sobre tragedias conservadas íntegras–, uno sobre comedia –no sabemos muy bien tampoco por qué se sitúa aquí–, dos trabajos sobre piezas fragmentarias de Eurípides, un trabajo sobre tragedia postclásica y, por último, un trabajo sobre tragedia en general, aunque básicamente euripideo. Al lector –al menos al que suscribe– le suele gustar encontrar un cierto orden y sentido en la disposición de los contenidos de un volumen: a este no parece fácil encontrárselo, al menos a primera vista.

 

A continuación, ofrecemos el índice de contenidos del volumen:

 

Milagros Quijada Sagredo, “Introduction”. (pp. 11-22)

Ruth Scodel, “Mind-Reading, Rhetoric, and Antigone” (pp. 23-41).

M. Carmen Encinas Reguero, “The Paradeigma: Rhetorical Theory and Dramatic Practice in Classical Athens” (pp. 43-76).

Milagros Quijada Sagredo, “Approaching Tragic Structure to Judicial Procedure: Aeschylus's Persians” (pp. 77- 101).

Maria do Ceu Fialho, “Rhetoric and Crisis in Euripides, Iphigeneia at Aulis” (pp. 103-116).

José Antonio Fernández Delgado, Francisca Pordomingo, “Ekphrasis, Hesiodic Hypotext and Foretelling in the First Stasimon of Euripides' Electra” (pp. 117-136).

Francesco De Martino, “Ekphrasis and Comedy: The prosopa” (pp. 137-159).

Ioanna Karamanou, “Fragments of Euripidean Rhetoric: The Trial-Debate in Euripides' Alexandros” (pp. 161-176).

Maria de Fatima Silva, “The ‘Boastful’ Bellerophon. The Rhetoric in an Euripides' lost Play” (pp. 177-212).

Georgia Xanthaki-Karamanou, “Dramatic Debates in Post-Classical Tragedy: Additional Remarks” (pp. 213-240).

Lorna Hardwick, “Transformation through Performance: Theatre Conventions, Reason, Emotion and Conscience” (pp. 241-264).

Bibliography (pp. 265-288).

Index locorum a cargo de M. Carmen Encinas Reguero (pp. 289-313).

 

De entre ellos, hay algunos trabajos especialmente destacables.

Ruth Scodel, por ejemplo, analiza la falta de éxito persuasivo en el intercambio de discursos entre Creonte y Hemón en la Antígona de Sófocles, algo que a todas luces contradice la eficacia persuasiva que se le presupone a todo discurso pronunciado retóricamente, es decir, con clara y decidida voluntad de incidir e influir en la conducta del interlocutor. La orientación del estudio promete ser interesante, toda vez que señala que se ha tenido normalmente en cuenta la percepción del estado mental de los personajes desde el punto de vista de los espectadores y no, por el contrario, desde la perspectiva interna de los propios personajes. Como decimos, la propuesta suena interesante. Ahora bien, no se entiende con facilidad por qué se afirma que el campo de la “Theory of Mind – the ability to infer the beliefs, feelings, and thoughts of other” ha sido relativamente descuidado en los estudios de retórica. Cualquier estudioso solvente en esta área afirmaría lo contrario. Tampoco se tiene en cuenta, más allá de toda especulación sobre modelos teóricos, perspectivas, etc., el hecho de que estamos ante un género teatral con unas convenciones temáticas fuertemente marcadas y restringidas por el desarrollo del mito tradicional, con toda la serie de importantes restricciones que ello comporta. En pocas palabras, la eficacia persuasiva de unos cuantos discursos en la tragedia griega, en caso de producirse, daría al traste con la historia tradicional y con el conflicto trágico planteado. No se trata tanto, por consiguiente, de analizar por qué se frustra la eficacia persuasiva de la comunicación, cuanto de analizar cómo se produce este desbaratamiento persuasivo, forzado y esperado. Acierta Scodel al concluir que Creonte y Hemón no solo no han conseguido reconciliar sus puntos de vista, sino que ha aumentado la hostilidad y la brecha existente entre ellos. ¿Alguien puede dudar de la eficacia dramática y dramatúrgica de este hecho? En ello habría que incidir.

 

Karamanou se atreve con los textos euripideos conservados en estado fragmentario y, concretamente, con los fragmentos de Alejandro (415 a. C.). El momento del agón en las tragedias de Eurípides ha sido ampliamente estudiado, pero falta contrastar si en la producción fragmentaria nos encontramos con episodios semejantes que puedan agrandar más nuestro conocimiento de estos momentos de estelar lucimiento retórico por parte de los personajes euripideos. Pese al estado fragmentario de su conservación, Karamanou constata que el Alejandro exhibe abundante léxico y estrategias de argumentación tomadas prestadas directamente del ámbito de la retórica, especialmente la forense, y que los restos fragmentarios de su agón nos indican su alto grado de formalización, de acuerdo con las pautas de la Atenas de finales del s. V a. C., al tiempo que aparece hábilmente engarzado en los propósitos dramáticos de la pieza. Karamanou procede con gran finura filológica pesando y sopesando bien los elementos léxicos, la fraseología patente en los fragmentos y un sólido conocimiento de los textos. Siendo uno de los capítulos más breves del libro, es uno de los mejor trabajados.

 

Silva también se atreve con producción fragmentaria, en este caso con el Belerofonte también de Eurípides. Sus conclusiones no pueden ser más elocuentes. Belerofonte, el héroe corintio, se expresa de acuerdo con las preocupaciones específicas de cualquier ateniense a comienzos de la Guerra del Peloponeso. El héroe joven, vigoroso y victorioso queda reducido una figura debilitada, perseguida y amargada, al estilo de los famosos “reyes mendigos” de Eurípides, como su conocido Télefo. Sus intervenciones están tan sumamente formalizadas y retorizadas que tal circunstancia ha sido de gran utilidad para la adscripción de fragmentos a su personaje. Como en el caso anterior, el sólido conocimiento de los textos, junto con el fino sentido filológico de la profesora Silva, hace de este estudio una muy grata y provechosa lectura.

Si el estudio de los textos fragmentarios de los tres grandes trágicos –Esquilo, Sófocles y Eurípides– es una tarea ardua para la que es necesaria una gran preparación y paciencia, estas no son menos urgentes para quien desee adentrarse en el período inmediatamente subsiguiente al de la gran tragedia ática. Es lo que hace Xanthaki-Karamanou a propósito de los agônes en la tragedia postclásica. Para ello recurre no solo a los textos conservados fragmentariamente, muchos ellos procedentes de citas indirectas, sino que acude también al muy valioso testimonio de la epigrafía, tanto inscripciones con registros de nombres de vencedores, como textos inscritos en vasijas y dibujos de escenas dramáticas, o a los restos conservados en papiro. Un material, en suma, que exige una gran minuciosidad de estudio y prudencia. Del mosaico de pequeñas porciones de información diseminadas aquí y allá, Xanthaki-Karamanou se encuentra, por ejemplo, con muestras de un tratamiento posterior de la escena del agón de Las fenicias de Eurípides, autor predilecto en la recepción inmediatamente posterior y modelo para las generaciones siguientes de dramaturgos. De este modo, a través de un minucioso estudio de los testimonios y datos del s. IV a. C., Xanthaki-Karamanou nos demuestra que este siglo no puede considerarse en absoluto como un período de declive sino, más bien al contrario, un hervidero de gran dinamismo y vitalidad en la producción teatral ateniense donde, en adición a la fuerte influencia de la recepción euripidea, ya apuntada, se vislumbran otras tendencias de gran fuerza creadora, si bien quedaron lamentablemente excluidas del canon transmitido. Seguramente es este un campo en el que se puede ahondar mucho más. Esto es una gran noticia para los filólogos enamorados de los textos originales, no tanto, quizá, para esa especie cada día más extendida que solo trabaja con traducciones de los originales y un desmedido amor por el pastiche. En este sentido, por ejemplo, cabe citar precisamente el último trabajo del volumen, el de Lorna Hardwick. Los textos griegos originales ni están ni se los espera. Para ser sinceros y hacer honor a la verdad, hay dos largas citas en griego (y una breve), con traducción ajena y encaje casi accidental en la trama argumentativa del trabajo. El resto es, casi todo, paráfrasis de bibliografía secundaria.

 

Con este repaso a, aproximadamente, la mitad del volumen –a fin de no alargar en exceso esta reseña–, queda claro que, como en todo volumen colectivo, unas contribuciones son mejores que otras, y que unas son más puramente filológicas y pegadas a los textos que otras. El tema general del volumen es de innegable interés, como se apuntó al principio, y conviene decir que está impecablemente editado en todos sus aspectos materiales, objeto de felicitación tanto para la editorial, Levante editori, como más especialmente para las dos editoras, las profesoras Quijada y Encinas, cuyo trabajo es digno de elogio. El proyecto de investigación liderado en la Universidad del País Vasco –pero con participantes internacionales– ha dado buenos frutos en el pasado, lo da ahora con el presente volumen y es de esperar que en el futuro continúen con este buen hacer. El libro resulta especialmente recomendable para los estudiosos de la retórica y, más aún, para los especialistas y buenos aficionados al teatro griego antiguo.

 

 

Mikel Labiano

(Universitat de València)