Discurso ajeno en las homilías
de Alfonso de Castro: presencia y mecanismos de introducción
Foreign
discourse in the homilies of Alfonso de Castro: presence and mechanisms of
introduction
José Félix Álvarez Alonso
Resumen: El
predicador franciscano del s. XVI Alfonso de Castro escribe un conjunto de
veinticinco homilías dedicadas al salmo 50. En su composición se mezclan de
forma continua y magistral periodos de discurso que son propios del autor
junto con otros ajenos al mismo y de procedencia distinta. En el presente
artículo abordamos la presencia de este discurso ajeno en virtud de dos
necesidades específicas: en primer lugar, revisar y actualizar una propuesta
tipológica anterior y en segundo lugar profundizar en la distribución de
tales periodos a lo largo de los sermones, así como en los mecanismos
utilizados por el autor a la hora de intercalarlos entre sus propias palabras. Abstract: The 16th century Franciscan preacher
Alfonso de Castro writes a set of twenty-five homilies dedicated to Psalm 50.
In its composition, periods of discourse that are specific to the author are
mixed in a continuous and masterly manner along with others of the same and
of different origin. In this article we address the presence of this foreign
discourse by virtue of two specific needs: firstly, to review and update a
previous typological proposal and, secondly, to delve into the distribution
of such periods throughout the sermons as well as in the mechanisms used by
the author when inserting them between his own words. |
Palabras
clave: homilía, discurso, predicación,
Alfonso de Castro, franciscano.
Keywords: homilies, speech,
preaching, Alfonso de Castro, franciscan
Fecha de recepción: 10 de mayo de 2021
Fecha
de aceptación: 15 de octubre de 2021.
0. Introducción
A |
lfonso
de Castro (1495-1558)[1]
es un fraile franciscano que nació en Zamora a finales del siglo XV y vivió
durante los dos primeros tercios del siglo XVI. Al margen de sus trabajos
institucionales, su labor se centró en dos campos principales: el derecho y la
teología de corte positiva. En el primer ámbito se le considera el padre del
derecho penal español a partir de su obra De potestate legis poenalis.[2]
En cuanto a la teología de carácter positivo, se centró en la lucha contra
el error protestante, lucha de la cual nacieron dos obras de calado como son De
iusta haereticorum punitione[3]
y Adversus omnes haereses,[4] esta
última de carácter enciclopédico y sometida a revisión continua casi hasta el
final de sus días. Dentro también de esta vertiente positiva escribe dos juegos
de sermones, uno dedicado al miserere y otro al salmo 31, publicados
por primera vez respectivamente en 1537[5] y en
1540,[6]
ambos en Salamanca.
El
presente artículo se ciñe en exclusiva a sus veinticinco homilías sobre el
salmo 50. En ellas el autor expone en una mezcla de periodos teológicos y
periodos más puramente parenéticos su doctrina acerca del sacramento de la
penitencia, sacramento cuya utilidad y eficacia habían sido denostadas por el
protestantismo[7]. Precisamente, la localización de los periodos
más definidamente doctrinales y aquellos en los que domina la prédica es
fundamental para este trabajo, ya que nos permite demostrar que en el
predicador franciscano predomina más la estrategia discursiva en virtud del
efecto pretendido en el enunciatario que la simple variatio estilística.[8]
Ciertamente,
el discurso del predicador discurre principalmente a través de palabras que
emanan de su pensamiento, si bien hay ocasiones en las que autor y enunciador
no coinciden. En tales casos, las palabras no son propias del predicador, sino
que más bien son invocadas por él sin que por ello le pertenezcan. Así pues,
teniendo como marco el conjunto de estos sermones, trataremos no solo de
definir una tipología de este tipo de mensajes sino también de discernir tanto
el espacio que ocupan dentro de la totalidad del texto como los mecanismos
utilizados para insertarlos dentro de lo propiamente expresado por el
Castro-enunciador.
Por otra parte, diremos que en este
trabajo hemos utilizado la edición del texto correspondiente al año 1547,
última en vida del autor.[9]
En efecto, en la línea de lo dicho anteriormente con respecto a la obra Adversus
omnes haereses –aunque no en la misma medida– Alfonso de Castro se
preocupaba de revisar convenientemente y con precisión todas las ediciones de
sus obras. La de 1547 es precisamente la edición empleada por nosotros mismos
en el estudio y texto bilingüe publicados en 2020.[10]
Evitamos ediciones posteriores a la muerte de Alfonso de Castro para solventar
añadidos que no son del propio autor y que, sin ser abundantes, sí llegan a
desvirtuar en ocasiones su discurso, principalmente en la edición de 1568.[11]
Cabe decir que el estudio de las interpolaciones allí contenidas puede ser de
mucho interés para el estado de la cuestión.
Cabe
señalar, además, que el análisis que sostiene este documento está basado en
sencillas técnicas de estilometría[12]
basadas en el uso del lenguaje R y de sus paquetes Tidytext y Tidiverse.
De estos procedimientos nos hemos servido a la hora de...
o
Establecer
los términos más relevantes mediante las herramientas de topic modeling,[13]
o
Hacer
el recuento correspondiente y establecer su posición en el texto.
o
Analizar
el contexto circundante.
o
Definir
los espacios de la prédica y la doctrina -- también mediante el uso del topic
modeling --, lo cual es fundamental para concluir que el uso de los
distintos engarces no responde a una mera variatio estilística sino a un
uso intencionado por parte del autor.
Por último, en lo que se refiere a esta
introducción, la terminología empleada a continuación ha sido acuñada por
nosotros mismos, entendiendo el carácter singular del texto y considerando que
ello constituye la base para ir ampliando nuestros estudios acerca de la figura
de Alfonso de Castro. Cada uno de los conceptos se explicará convenientemente.
En
efecto, podemos decir que Alfonso de Castro es propiamente el autor de los
textos que motivan el presente artículo, si bien hemos de admitir que no siempre
se constituye, desde el punto de vista de la semiótica, como enunciador del
mensaje. Son relevantes las teorías de la enunciación de autores como Bajtín[14] o Ducrot[15], las cuales hablan de un
proceso de construcción del enunciador y consideran la posibilidad de que sobre
un núcleo enunciador se vayan solapando, en distintos planos, otros
enunciadores que contribuyen a romper la monotonía del discurso, algo que puede
considerarse fundamental en la oratoria en general, pero particularmente en la
homilética.
Ya hablamos en otro lugar[16] de que en las homilías de
Alfonso de Castro tenían lugar distintos planos discursivos en los que se iban
sucediendo o activando distintos enunciadores. En ese trabajo, sin embargo,
solamente abordábamos el estudio de las cinco primeras homilías sobre el salmo
50. Con posterioridad nos adentramos en la traducción, edición y estudio de los
veinte sermones restantes. Ha sido ese
análisis más pormenorizado y preciso el que nos ha llevado a descubrir errores
terminológicos y metodológicos junto con contradicciones que surgen ante lo
excesivamente intrincado – y posiblemente precipitado – de un primer
planteamiento. En aquellas consideraciones establecíamos en primer lugar una
distinción entre tres planos:
o
Plano de
base se trataría de la situación comunicativa
virtualmente contemporánea al Alfonso de Castro-enunciador.
o
Plano de la
referencia, esto es, el
escenario descrito en el mensaje.
o
Plano del
discurso evocado: que hablaría de
la situación comunicativa contemporánea a otros enunciadores.
Esta
distinción se hacía conforme a la existencia de un núcleo-enunciador o autor
sobre el que se iban superponiendo a lo largo del discurso otros enunciadores.
Además, asociábamos a los planos de la referencia y del discurso evocado los
distintos elementos de la tipología de discurso ajeno que establecemos en el
presente trabajo. Así, dentro del plano de la referencia era característica la
teatralización, mientras que en el plano del discurso evocado predominaban las
citas y reinterpretaciones –llamadas “paráfrasis” en aquel trabajo –. Por
último, asumíamos que el plano del discurso evocado se realizaba, según la
ocasión, en relación con el plano de base o con el plano de la referencia. Ya
en la propia publicación parecíamos intuir la imperfección de nuestras
reflexiones al admitir en varios momentos[17] que, desde el punto de
vista pragmático, la transición entre planos era en ocasiones difusa.
Consideramos, por tanto, que este planteamiento inicial es precipitado e
incorrecto por lo siguiente:
o
Respecto a la
semiótica, el trabajo continuo sobre los textos ha revelado que no existe tanto
una superposición de enunciadores sino más bien una yuxtaposición de los
mismos. Esta superposición de enunciadores está precisamente en la base del
error metodológico que consideramos en el punto siguiente.
o
Se introduce en
el análisis una variante, la situación comunicativa, que la traducción completa
de las veinticinco homilías ha demostrado no ser concluyente ni vinculante en
relación con lo que pretendíamos entonces y pretendemos ahora. Entendemos ahora
que la definición de los planos discursivos no debe basarse en la situación
comunicativa sino más bien en la propiedad – en el sentido más etimológico del
término – del mensaje emitido.
o
Segregamos un
plano de discurso evocado y a la vez considerábamos como propio del plano de la
referencia la teatralización, elemento que ciertamente es también discurso
evocado. Ello provocaba en el artículo un trasiego de terminología que no
siempre quedaba clara y que precisaba justificación constante al hacerse más
frecuente la excepción que la regla.
Una
vez que hemos expuesto los puntos más importantes del trabajo de referencia del
que partimos, respondemos ahora a una primera necesidad: configurar de forma
más asequible –y claramente más acertada– los planos discursivos que se
constituyen sucesivamente en las homilías de Alfonso de Castro, es decir,
definir con claridad el enunciador del que proceden y la tipología de los
distintos periodos que construyen el sermón:
1.1.
Plano del discurso propio: se trata de los fragmentos
cuyo enunciador es específicamente Alfonso de Castro, esto es: las palabras
expuestas nacen del intelecto y la reflexión del propio autor, siendo de su
propiedad. No acude en este caso, por tanto, el autor a un discurso procedente
de otra fuente. Con respecto a esto, no está del todo claro si las homilías del
predicador de Zamora fueron pronunciadas de facto o no en un momento
concreto de su labor pastoral.[18] Al margen de esta consideración,
lo que sí es cierto es que fueron pensadas para tal efecto, independientemente
de que en su puesta por escrito fueran retocadas en un latín que podríamos
llamar de laboratorio[19]. Prueba de ello son las
marcas de oralidad que pueden rastrearse en los distintos sermones.[20] Sea como fuere, este
plano del discurso propio está elaborado en virtud del enunciatario,[21] virtual o real, al que se
dirige el autor-enunciador. Las palabras tienen el sello de Alfonso de Castro,
le son propias, le pertenecen.
Con
respecto al enunciatario al que se dirige Alfonso de Castro, el predicador, a
la hora de elaborar su discurso, tiene en mente dos tipos de audiencia: una
audiencia con una formación mínima que requiere, sin embargo, de una
contraargumentación con la que hacer frente a las tesis heréticas que
cuestionan el sacramento de la penitencia; y otra audiencia, lega en materia
teológica, que se ajusta al pueblo de Dios, destinatario último de un discurso
de este tipo. A cada uno de estos enunciatarios les corresponde un espacio
concreto en los sermones de Alfonso de Castro.
1.2.
Plano del discurso ajeno:[22] insertos en el discurso propio de Alfonso de
Castro, podemos encontrarnos con palabras, fragmentos, que no salen
específicamente de la mente o la boca del predicador franciscano. Dicho de otro
modo, en el entramado discursivo de las homilías, el predicador apunta a
fuentes diversas y distintas a sí mismo que desarrolla con mayor o menor
complejidad. Dentro de este plano podemos encontrarnos con diferentes
realidades:
1.2.1.
Discurso ajeno teatralizado: la finalidad
didáctica, doctrinal y la propia necesidad de dotar de dinamismo al desarrollo
discursivo sermocinal, hacen que Alfonso de Castro acuda a la dramatización
como mecanismo propicio y adecuado a sus pretensiones. En este plano el autor
continúa siendo Alfonso de Castro, pero son otros los personajes que hablan en
lugares específicamente seleccionados, principalmente David –en tanto causa
eficiente del salmo 50–, pero también otros como Job o el propio Cristo. De forma
más o menos repentina –como podremos comprobar en el apartado 3: Mecanismos
de introducción del discurso ajeno –, el autor abandona el plano del
discurso propio, abandona su exposición y sitúa en el centro de la escena a un
personaje concreto en el que pone unas palabras que supuestamente salen de su
boca. Este tipo de discurso ajeno es de fácil localización gracias a las
referencias situacionales que presenta. Así, por ejemplo, es David – no Alfonso
de Castro – quien implora el perdón al Señor por el crimen cometido; es Job –
no Alfonso de Castro – quien en primera persona clama al cielo quejándose de su
situación.
1.2.2.
Citas: hablamos de
fragmentos de texto extraídos de fuentes localizables e incluidos en las
homilías del maestro de Zamora. De un carácter más autónomo, se acumulan por
igual en los periodos más teológicos de las homilías y también en los de más
prédica[23]. Diferirán en cambio los
engarces utilizados en su introducción. Las distintas citas son utilizadas por
el autor para refrendar sus argumentos por medio de palabras autorizadas
provenientes de tres fuentes fundamentales: la Sagrada Escritura, la Patrística
y los Clásicos. El hecho de que Castro utilice en sus homilías fragmentos de
autores clásicos responde a la percepción según la cual el autor zamorano
entiende que tan perjudicial es frecuentar habitualmente este tipo de obras
como ignorarlas por completo.[24]
Centrándonos
específicamente en el caso concreto de las citas extraídas de la Sagrada
Escritura, son llamativos los distintos niveles de evocación de la misma, esto
es, el grado de adecuación entre lo evocado por Alfonso de Castro y la fuente
en sí. Nos encontramos con varios niveles. En primer lugar, tenemos las citas
bíblicas exactas: en ellas la fuente queda fielmente reproducida y los
cambios advertidos suelen concentrarse en la utilización no intencionada de
sinónimos, esto es: Alfonso de Castro utiliza de memoria el fragmento y en
ocasiones sustituye un término por otro que es sinónimo. No faltan momentos en los que la presencia
exacta de un pasaje bíblico más extenso de lo habitual sirve de leitmotiv sobre
el que se elabora gran parte de la homilía. Tal es el caso de Dt 30, 11-14 y Lv
1, 15-17 en la homilía vigésimo tercera.[25] Además, en este terreno
específico de las citas bíblicas exactas, llama la atención la existencia de
una cierta labor filológica de Alfonso de Castro al acudir no solo a la
traducción Vulgata de San Jerónimo sino a otras traducciones. Ello le permite
generar contenido para justificar bien sus propios argumentos, bien la defensa
propia del sacramento de la penitencia. Propiamente las traducciones
alternativas utilizadas son las siguientes:
o
Traducción de los
Setenta: utilizada una vez.[26]
o
Traducción de
Juan de Campes: utilizada dos veces.[27]
o
Traducción de
Sanctes Pagnini: empleada en dos ocasiones.[28]
En
segundo lugar, están las citas bíblicas variadas: la cita bíblica a la
que se refiere el autor se presenta modificada con una serie de variaciones con
respecto a la forma canónica del fragmento inserto para que, de esta manera,
encaje en sus intenciones didácticas y exhortativas. Dentro de este tipo de
discurso ajeno, pueden encontrarse dos tipos específicos de variaciones:
o
Variaciones
léxicas: Alfonso de Castro reproduce
la fuente sustituyendo algunos términos. Esto sucede no por equivocación o por
el simple hecho de no comprobar la fuente –tal como apuntábamos anteriormente –
sino más bien por una intención clara de ajustarse a la argumentación manejada.
En efecto, el uso de términos alternativos tiene, en este caso y a diferencia
de lo explicado para las citas exactas, un carácter claramente objetivo:
Alfonso de Castro modifica la cita en virtud de sus intereses.
o Variaciones morfológicas:
se corresponden principalmente con modificaciones en el ámbito de los morfemas
flexivos y responden a la necesidad de introducir este periodo de discurso
ajeno en la sintaxis del discurso propio.
La
complejidad y la escasez de estas fórmulas impiden que su estudio concreto
forme parte del presente artículo, sin que por ello cerremos la puerta a un
posterior análisis.
Por
último, tenemos la mención-resumen de pasajes bíblicos: Alfonso
de Castro no reproduce el texto de la cita, sino que únicamente hace mención
del mismo o lo resume mínimamente. En un análisis minucioso y más
contextualizado puede observarse cómo el autor recurre a esta forma de discurso
ajeno en aquellos casos en los que su argumentación no precisa únicamente de
uno o dos versículos bíblicos sino de todo un pasaje amplio que opta por no
reproducir en su totalidad, a diferencia de lo que ocurre con los textos
mencionados anteriormente para la homilía vigésimo tercera. La elección de una
u otra opción, entre reproducir el texto completo o solamente un resumen,
responde al deseo del autor por constreñirse en mayor o menor medida al texto
al que remite.
1.2.3.
Reinterpretaciones: en
las homilías de Alfonso de Castro es habitual encontrarnos con periodos en los
que el predicador reinterpreta lo expuesto como discurso ajeno teatralizado o
en la modalidad de cita exacta o mención-resumen. A pesar de tratarse de una
interpretación del propio Castro, no podemos considerarlo como discurso propio
en tanto que la tónica general de este procedimiento es modificar el discurso
ajeno expuesto con anterioridad para hacerlo entendible al receptor. En efecto,
bajo la forma de paráfrasis intenta el predicador hacer asequibles al
enunciatario las palabras previas. Es necesario además no confundir estas
reinterpretaciones basadas en discurso ajeno previo con aquella exégesis en la
que el autor de estas homilías desentraña determinados pasajes bíblicos tal y
como específicamente ocurre no solo con los textos del Deuteronomio y el
Levítico apuntados anteriormente sino con otros periodos dispersos a lo largo
de otros sermones. El objetivo principal de estas reinterpretaciones es
fundamentalmente pedagógico[29]: suelen concretar lo
abstracto y por ello este tipo de procedimientos aparece sobre todo en los
periodos en los que el autor se afana más en la prédica que en la exposición
doctrinal.
1.2.4.
Anticipaciones argumentativas: la doctrina
teológica presentada por el maestro de Zamora se presta en ocasiones a
réplicas. Ello hace que la defensa del autor se manifieste a veces mediante la
construcción de un enunciador ficticio en cuya boca se expresa la contradicción
que Castro pretende atajar de antemano. El procedimiento es similar al empleado
en la teatralización: Alfonso de Castro deja de hablar y presenta a un
enunciador distinto de él mismo. En cambio, en esta ocasión, las palabras
puestas en su boca no tienen una función representativa o emotiva, sino más
bien exhortativa-interrogativa. Este recurso tiene cabida especialmente en
aquellos espacios de las homilías en los que Alfonso de Castro muestra su
vertiente más doctrinal ante un enunciatario virtualmente más especializado.
Como vamos comprobando poco a poco, los espacios diferenciados en virtud del
enunciatario concreto modulan el discurso ajeno del predicador.
1.2.5.
Expresiones populares: en la línea de una
reproducción oral –real o virtual—de la homilía, es habitual encontrar la
dinámica textual de las homilías de Castro salpicada, como hemos dicho antes,
por expresiones o dichos propios del lenguaje popular que circunda la situación
comunicativa en que se redactan los sermones. Ciertamente, estas expresiones no
son de ningún modo propiedad de Castro sino más bien de la sabiduría popular.
No se trata sin embargo de un recurso especialmente habitual: su aparición
revela un espacio que se ajusta a la parénesis del destinatario último de los
sermones, el pueblo de Dios.
1.2.6.
Agentes teológicos: el cuestionamiento que se hace al
sacramento de la penitencia y su eficacia abre un debate en el que participan
principalmente dos agentes: los defensores de la cuestión y los detractores de
la misma. Alfonso de Castro tiene que acudir ineludiblemente a lo largo de sus
homilías a unos y a otros, ora exponiendo de forma más detenida la doctrina,
ora presentando únicamente una referencia a la fuente. Ahora bien, en ninguno
de los dos bandos encontramos una voz unificada.
Dentro
de los detractores de la cuestión hallamos doctrinas heréticas cuyos argumentos
son expuestos por Castro en palabras que claramente no pueden atribuirse a un
férreo defensor de la ortodoxia católica que únicamente hace mención de ellas
para rebatirlas. Cabe reseñar que, en general, la nómina de herejías presente
en los sermones sobre el salmo 50 no atacan directamente a la validez del
sacramento de la penitencia, sino que más bien son coadyuvantes a la causa. Con
respecto a los defensores de la eficacia de la penitencia, Alfonso de Castro se
ve obligado en ocasiones a referirse a conceptos o argumentos establecidos por
otros teólogos. En este último caso, la referencia a este discurso que no es
propio, suele ceñirse a una mera mención, en tanto que Alfonso de Castro
entiende que el contexto de un enunciatario en mayor o medida entendido no
precisa de más aclaraciones. Ambas realidades de estos agentes teológicos
tienen como lugar de preferencia la exposición doctrinal.
Después
de establecer una tipología más clarificadora del discurso ajeno empleado por
el predicador zamorano en sus homilías, procedemos a esbozar la estructura de
la presencia de los fragmentos correspondientes. La siguiente tabla recoge la
presencia de citas bíblicas (exactas, mención-resumen y el total entre ambas) y
de palabras de los Santos Padres y de autores clásicos. Por su parte, el
segundo cuadro presenta los casos de teatralización, reinterpretación,
anticipaciones argumentativas, expresiones populares y agentes teológicos.
Homilía |
Citas
bíblicas |
Patrística |
Clásicos |
||
Exactas |
Mención- Resumen |
Total |
|||
1 |
11 |
5 |
16 |
1 |
0 |
2 |
23 |
2 |
25 |
3 |
4 |
3 |
25 |
5 |
30 |
0 |
0 |
4 |
26 |
6 |
32 |
0 |
2 |
5 |
23 |
9 |
32 |
3 |
0 |
6 |
21 |
4 |
25 |
5 |
0 |
7 |
34 |
5 |
39 |
0 |
0 |
8 |
20 |
5 |
25 |
2 |
1 |
9 |
31 |
7 |
38 |
11 |
1 |
10 |
21 |
4 |
25 |
2 |
1 |
11 |
26 |
5 |
31 |
0 |
0 |
12 |
28 |
7 |
35 |
0 |
1 |
13 |
56 |
2 |
58 |
0 |
0 |
14 |
22 |
4 |
26 |
1 |
0 |
15 |
39 |
6 |
45 |
2 |
1 |
16 |
38 |
15 |
53 |
0 |
0 |
17 |
25 |
10 |
35 |
0 |
0 |
18 |
32 |
6 |
38 |
0 |
2 |
19 |
30 |
5 |
35 |
0 |
3 |
20 |
26 |
8 |
34 |
0 |
1 |
21 |
27 |
3 |
30 |
0 |
1 |
22 |
33 |
9 |
42 |
1 |
0 |
23 |
32 |
7 |
39 |
2 |
0 |
24 |
38 |
6 |
44 |
2 |
0 |
25 |
24 |
4 |
28 |
0 |
0 |
Totales |
711 |
149 |
860 |
35 |
18 |
Homilía |
Teatralización |
Reinterpretaciones |
Anticipaciones
Argumentativas |
Expresión Popular |
Agentes
Teológicos |
1 |
0 |
0 |
0 |
0 |
0 |
2 |
3 |
1 |
1 |
0 |
0 |
3 |
1 |
3 |
2 |
0 |
2 |
4 |
1 |
3 |
0 |
1 |
0 |
5 |
2 |
5 |
3 |
0 |
2 |
6 |
1 |
4 |
3 |
0 |
2 |
7 |
3 |
6 |
0 |
1 |
0 |
8 |
2 |
5 |
0 |
0 |
0 |
9 |
2 |
4 |
3 |
1 |
0 |
10 |
0 |
5 |
2 |
1 |
4 |
11 |
2 |
5 |
1 |
0 |
1 |
12 |
0 |
1 |
0 |
0 |
0 |
13 |
2 |
4 |
0 |
0 |
0 |
14 |
0 |
4 |
2 |
0 |
1 |
15 |
4 |
2 |
1 |
0 |
2 |
16 |
2 |
1 |
1 |
1 |
0 |
17 |
0 |
2 |
1 |
0 |
0 |
18 |
3 |
6 |
0 |
0 |
0 |
19 |
2 |
5 |
0 |
0 |
0 |
20 |
1 |
6 |
1 |
0 |
0 |
21 |
1 |
2 |
2 |
0 |
0 |
22 |
3 |
3 |
0 |
0 |
3 |
23 |
2 |
2 |
1 |
0 |
1 |
24 |
1 |
2 |
1 |
0 |
0 |
25 |
3 |
1 |
2 |
0 |
1 |
Totales |
41 |
82 |
27 |
5 |
19 |
Viendo
estos números y esta distribución es posible llegar a las conclusiones que
procedemos a exponer a continuación.
Tratándose
de textos homiléticos, quizá no sea del todo relevante entender o constatar que
las citas de la Sagrada Escritura sobreabundan con respecto al resto de los
fragmentos de discurso ajeno introducidos por el autor. Las citas bíblicas
(entre exactas y menciones-resumen) copan un total del 79,11 % del total de
discurso ajeno. Sin embargo, la validez de este dato no debe interpretarse en
términos absolutos, sino más bien en relación con esta misma proporción en
otros autores. En efecto, la mayor o menor abundancia de texto sagrado en la
homilía puede hablarnos de unas homilías más o menos teóricas, más o menos
eruditas o más o menos diseñadas con vistas a un enunciatario concreto.
Por
otra parte, la distribución de estas citas bíblicas no siempre es homogénea a
lo largo del conjunto de las homilías. En el gráfico que aparece a continuación
se representan en el eje vertical el número de ocurrencias mientras que en el
horizontal se muestra la identificación de las homilías:
Como
puede observarse, la aparición de menciones-resumen de texto de la Sagrada
Escritura se mantiene ajustada a la media (5,96 ocurrencias por homilía) a lo
largo de todo el sermonario. Tan solo se desvía de forma ligeramente positiva
en las homilías 16 y 17. En el caso de las citas exactas, la desviación de la
media (28,44 ocurrencias por homilía) es más habitual y presenta una progresión
más abrupta: además de la homilía 13, la cual dobla prácticamente la media,
también sobresalen las homilías 15, 16 y 24. En negativo frente a la media
destacan las homilías 1, 6, 8, 10 y 14. En cualquier caso, una observación
rápida del gráfico permite intuir una mayor proliferación de este tipo de
discurso ajeno en el periodo intermedio de la producción sermocinal de Alfonso
de Castro.
También
puede resultar llamativo –quizá no de forma absoluta, pero sí de forma
relativa, esto es, en comparación con lo que ocurre en el otro juego de
homilías de Alfonso de Castro – estudiar la proporción entre el número de veces
que aparece una cita exacta de la Sagrada Escritura y una mención-resumen. En
términos de media, por cada mención-resumen, aparecen 5,98 citas exactas; sin
embargo, lo más habitual es que este número sea menor, es decir, que aparezca
un número de citas exactas por cada mención-resumen menor a 5,98. Esto se debe
precisamente a que, como vemos en el siguiente gráfico, hay tres homilías —
especialmente una de ellas, la homilía 13—que hacen que la media se eleve: en
concreto, en la homilía segunda hay 11,5 citas exactas por cada
mención-resumen, 28 en la homilía decimotercera y, finalmente, 9 en la homilía
vigésimo primera. En relación con esto
vemos en el gráfico anterior cómo en la homilía 13 aumentaba considerablemente,
a partir de la media, el uso de citas exactas a la vez que disminuía
ligeramente la aparición de menciones.
Una
vez analizada la realidad de la presencia de la Sagrada Escritura en las 25
homilías sobre el salmo 50 de Alfonso de Castro, es ahora el momento de poner
este tipo de discurso ajeno en su conjunto en relación con el resto de
fragmentos en los que el predicador acude a palabras que no le son propias. Lo
hacemos por medio del siguiente gráfico de dispersión, en el que se atisba
claramente la supremacía — lógica a su vez— de este primer bloque de discurso
ajeno frente al resto. En el eje vertical tenemos las ocurrencias y en el
horizontal, las homilías.
Como
puede comprobarse, el discurso ajeno no procedente de la Sagrada Escritura
queda aglutinado en escasas apariciones particulares a lo largo de cada uno de
los sermones; en cambio, si retiramos del gráfico la participación de la
Sagrada Escritura — gráfico siguiente —, vemos que la presencia de discurso
ajeno extraño a aquella, aun siendo escaso en proporción, se reparte de forma
constante a lo largo de las distintas homilías. Ello no es, sin embargo, óbice
para señalar las particularidades de la presencia de estos distintos tipos de
discurso ajeno. En efecto, abundan principalmente las reinterpretaciones y, en
menor medida, las teatralizaciones. En un rango menor, pero también habitual,
encontramos las alusiones a consideraciones de los Santos Padres, excepción
hecha por su llamativa abundancia relativa, de la homilía novena, donde Alfonso
de Castro acude a la patrística con una asiduidad mayor que en el resto de los
sermones. Por último, en cuanto al número de ocurrencias, tenemos las
expresiones populares, anticipaciones argumentativas, clásicos y agentes
teológicos, cuya presencia a lo largo del texto analizado se reparte
complementariamente y atendiendo a necesidades y momentos muy precisos y
marcados.
Por
otra parte, en relación con el posicionamiento de los distintos tipos de
discurso ajeno dentro de los sermones de Alfonso de Castro, llama la atención
la forma sistemática en que el predicador utiliza dos de las siguientes
fórmulas como cierre de sus homilías. Así:
·
El discurso
teatralizado: copa el final de
un amplio número de homilías. En efecto, palabras creadas por Alfonso de Castro
y puestas concretamente en boca del rey David culminan los sermones 2, 3, 5, 6,
15, 16, 18, 19, 20, 21 y 24. En varios de estos casos, el discurso teatralizado
se extiende a partir de una cita exacta de la Sagrada Escritura que constituye
normalmente el leitmotiv de la homilía concreta.
·
Reinterpretación: en dos ocasiones la homilía concluye con una novedosa
interpretación que el predicador oferta con respecto a otro segmento de
discurso ajeno. Se trata de las homilías
10 y 17.
Una
vez establecida la estructura de la presencia de discurso ajeno a lo largo de
las homilías de Alfonso de Castro, terminamos el presente apartado remitiendo
al texto bilingüe de las 25 homilías de Alfonso de Castro sobre el salmo 50 que
publicamos en 2020[30] para conocer en mayor
profundidad y en su contexto propio cada uno de los fragmentos de discurso
ajeno aducidos.
Como
vimos en la introducción, además de la necesidad de un replanteamiento de lo
expuesto en el trabajo de origen, el presente artículo viene a paliar otra
carencia allí detectada. Ciertamente no nos adentramos entonces en un análisis
más detallado de los mecanismos a través de los que el autor introduce los
fragmentos de discurso ajeno. En esta línea, un análisis pormenorizado nos
permite extraer una serie de conclusiones.
Comenzaremos
tratando aquello que se refiere a los mecanismos de introducción de citas
bíblicas en tanto que constituye, como hemos visto, el discurso ajeno más
abundante. En este terreno lo primero que llama la atención es la proporción en
que Alfonso de Castro utiliza los verbos introductorios dicere, loqui, ait,
inquit con respecto a las citas exactas. De las 711 citas exactas que
aparecen, un total de 405 están introducidas por dicere y ait,
quedando loqui (20 veces) e inquit (43 ocasiones) como engarces
residuales situados mayoritariamente en el terreno más doctrinal del discurso.
Por su parte, dicere y ait se reparten casi equitativamente el
terreno: 217 veces aparece dicere y ait, por su parte, 188. El
análisis de la utilización concreta de uno u otro no ha revelado ninguna
tendencia concreta y la elección de uno u otro sí parece responder en este caso
–y únicamente en lo que se refiere a su aparición en forma personal – a una variatio
estilística y no a una intención concreta.
Ahora
bien, pese a la ligera supremacía de dicere, hay que tener en cuenta que
ait siempre adopta, en su resolución, una forma personal –en singular en
la inmensa mayoría de los casos – mientras que dicere aparece 104
ocasiones en forma personal frente a las 113 en que introduce la cita exacta de
la Sagrada Escritura bajo una forma no personal, preferiblemente el participio.
En este sentido, la utilización de estos verbos como engarces introductorios de
fragmentos de Sagrada Escritura puede llevarse a cabo según un modelo
aséptico que se limita a la presencia única del elemento –dixit, ait,
inquit – frente a un modelo más elaborado en el que el término en
cuestión aparece matizado por un contexto más amplio. Veamos cómo:
El
modelo elaborado se concreta en el uso combinado de un participio y una
forma personal (reluctabatur dicens, loquens docet, enarrans ait, orat
dicens) en una expresión temporal de simultaneidad entre el discurso de la
Sagrada Escritura y la acción que envuelve la emisión de este. Hay que tener en
cuenta además que la utilización por parte de Alfonso de Castro de este recurso
responde a la intención de focalizar por medio del participio bien el discurso
de la Escritura bien la acción que lo envuelve. Así, en una fórmula como petit
dicens –muy habitual, por otro lado– el autor pone el foco del discurso en
las palabras que a continuación reproduce. En cambio, en admonens ait,
el énfasis está puesto no en el discurso sino en la exhortación que se hace a
través del mismo. Este proceso de definición específica del elemento
predominante en la simultaneidad entre el discurso y la acción que lo envuelve
no se limita únicamente al par participio-forma personal, sino que en menor
medida se realiza también por medio de una conjunción cum con valor
temporal: petit cum ait. En este caso es la oración subordinada temporal
simultánea la que presenta mayor carga perlocutiva[31] efectiva. Este
procedimiento, sin embargo, tiene ciertas restricciones. En concreto hemos
hallado dos:
o
El elemento loqui
únicamente admite el modelo elaborado.
o
En cuanto al
elemento dicere, prefiere exclusivamente el modelo aséptico si aparece
en forma personal. Para el modelo elaborado opta en cambio únicamente por la
forma no personal. Es decir, nunca aparecen fórmulas del tipo *admonens
dicit. Ello viene de nuevo a refrendar la idea del empleo de un latín de
laboratorio donde no solo se elige el léxico sino también las estructuras.
El
empleo de una u otra modalidad --aséptica o elaborada— no responde a una
arbitrariedad. El análisis contextual revela que el empleo aséptico predomina
en los periodos doctrinales mientras que el elaborado es más frecuente en los
periodos donde la prédica es más efusiva.
En efecto y según lo estimado a partir de técnicas de topic modeling,
un 91,7 % de las realizaciones elaboradas de los engarces se encuadra en
espacios parenéticos.
Ahora
bien, los mecanismos de introducción citados hasta el momento no siempre
aparecen previos al fragmento inserto; en ocasiones se sitúan dentro del propio
periodo, dotando en tales casos a las homilías de un tinte más narrativo: qui
facit (inquit veritas) peccatum, servus est peccati,[32] o bien, trahunt
iniquitatem in funiculis vanitatis (ut ait Esaias) et quasi vinculum plaustri
peccatum.[33]
No es esta la única forma de dividir en dos partes una cita bíblica: a
veces la argumentación sustentada en el texto sagrado es más amplia – tal y
como explicábamos en el apartado 1: Los planos del discurso en las homilías
de Alfonso de Castro – y requiere que un mismo periodo de la Escritura
aparezca fragmentado en dos partes. En tales circunstancias la introducción de
la segunda parte del pasaje tiene lugar por medio de dos fórmulas
fundamentales: el verbo subiungere y el adverbio iterum.
En
relación con lo anterior, es frecuente que Alfonso de Castro recurra –también
como apoyo a su argumentación– a otros pasajes de la salmodia Davídica
diferentes al versículo concreto del salmo 50 sobre el que está discurriendo en
el momento concreto. Lo hace precisamente en 20 ocasiones y con una fórmula
establecida –in alio psalmo ait – que algunas veces aparece matizada por
un indefinido –quodam—, con una referencia específica al sujeto –divinus
psaltes, propheta— o con una modificación verbal –expressius—.
En
otro orden de cosas, entendiendo la Sagrada Escritura como verdad revelada, la
presencia de Dios –Dominus, Deus– en el discurso ajeno de las homilías
de Castro viene marcada por la identificación del apoyo terrenal a través del
cual emite su voz: per Esaiam. Esta consideración responde a la
intención clara del predicador de marcar que las palabras tienen un origen
divino y no humano. En cuanto a Cristo, sus palabras se caracterizan bien por
aclarar el evangelio en que aparecen, bien por una afectación perlocutiva
marcada por el uso de pronombres de identidad reforzados con partículas
enfáticas y por la identificación correspondiente con la verdad o la sabiduría:
ipsemet ait, ipsa veritas… El contenido que envuelve este tipo de
engarces, analizado desde la óptica de la teología, permite hablar más de
focalización del concepto implicado que de una elección debida a la variación
estilística.
Además,
muchas de las configuraciones anteriores pueden ir acompañadas por su
localización en la Biblia. En tales casos, el predicador hace un uso
diferenciado de las dos preposiciones más habituales: apud e in.
Con respecto a la primera, es utilizada cuando la localización apunta al autor
del libro sagrado concreto: apud Lucam, apud sapientem, apud
Matthaeum, apud Ioannem; la segunda se emplea cuando Alfonso de Castro
focaliza más bien el libro en sí: in primo regnorum libro, in libro Iob, in
epistola ad Hebreos, in epistola ad Romanos, in Apocalypsi… Este es un
ejemplo más de la elección cuidada de términos elegidos en virtud del contexto.
Hasta
el momento, nos hemos referido al discurso ajeno procedente de citas exactas
extraídas de la Sagrada Escritura en tanto periodo exclusivamente engarzado por
el mecanismo estándar de la utilización de verbos introductorios en particular
u otros fenómenos léxicos en general. Sin embargo, de manera dispersa acude
Alfonso de Castro a mecanismos sintácticos entre los que es importante destacar
tres:
o
La cita exacta es
introducida como una oración subordinada causal quoniam (15 veces):
“quoniam in via peccatorum non stetis”[34];
“quoniam divisiones gratiarum sunt”. [35]
o
La cita exacta es
introducida como una oración completiva (10 veces), principalmente mediante la
conjunción quod pero también mediante la conjunción quia: “scit
David quia non est hominis via eius nec viri est ut ambulet et dirigat
gressus suos”[36];
“scio quod […] non est qui possit resistere voluntati tuae”.[37]
o
La cita es
introducida como una oración de relativo (12 veces): “Amplius
lava me aqua gratiae tuae, de qua qui biberit non sitiet iterum, sed fiet in
eo fons aquae vivae salientis in vitam aeternam”.[38]
Del
mismo modo que afirmábamos que el modelo aséptico era propio del espacio
doctrinal mientras que el modelo elaborado lo era del predicatorio, el análisis
estadístico del contexto nos permite asociar este engarce sintáctico allí donde
la prédica discurre con fluidez. Tan solo tres de los casos en que una cita
bíblica es introducida a través de la sintaxis parecen estar incluidos dentro
de un espacio doctrinal.
Vemos, por tanto, cómo hemos pasado de un
conjunto de mecanismos léxicos a otros de tipo sintáctico. En ambos casos se mantiene una conexión
específica entre el fragmento en cuestión y su contexto. Sin embargo, esa unión
a veces se pierde y Alfonso de Castro cita la Escritura en una oración autónoma
y sin establecer una metodología introductoria concreta. Los pasajes incluidos
sin introducción concreta se elevan hasta un total de 57. Es llamativo por otra parte que la mayoría de
estos casos—52 de los 57 totales—se sitúen en los espacios que el franciscano
dedica específicamente a la doctrina.
Como
hemos podido comprobar, la actitud de Alfonso de Castro a la hora de incluir
discurso ajeno en el contexto de discurso propio varía en una horquilla que se
extiende desde una cirugía filológica que no deja huella (y que alcanza, según
nuestro punto de vista, su mayor expresión en el uso de oraciones de relativo)
hasta rupturas bruscas donde se busca más exposición que impresión y patetismo.
Todo ello pasando por las configuraciones más narrativas de los empleos
propiamente léxicos.
Precisamente
la fórmula de insertar discurso ajeno de forma yuxtapuesta al contexto y sin
una introducción concreta es la predominante en las menciones-resumen, las
cuales suelen ir acompañadas de una reflexión teológica. En efecto copan 79
periodos de un total de 149. En los 70 restantes predomina el señalamiento de
la procedencia del discurso junto con una calificación de la naturaleza del
mismo tomando como base la preposición iuxta o el ablativo absoluto: iuxta
Pauli consilium, iuxta Iacobi sententiam, iuxta Dei promissum, Paulo testante.
Además, la calificación del fragmento como testimonio sobre la base de una
forma personal es la que caracteriza estas menciones-resumen cuando son
extraídas de los evangelios: testatur Ioannes.
Pasamos
a continuación a ocuparnos de los mecanismos de introducción de los tipos de
discurso ajeno que no tienen como origen la Sagrada Escritura. Evidentemente,
la menor proliferación de estos constriñe de manera sumaria la producción del
autor en este terreno. En efecto, en tales casos, Alfonso de Castro cuenta con
un escaso margen de maniobra y la metodología introductoria se limita en muchas
ocasiones a fórmulas estereotipadas como las siguientes:
o
Ac si
diceret (o bien su variante ac si
dixisset, mucho menos habitual). Es la fórmula preferida casi de
forma exclusiva en la introducción de reinterpretaciones: 71 veces sobre un
total de 82 apariciones. Los 11 restantes se limitan a las formas hoc est e
id est; sin embargo, mientras que ac si diceret va a suponer un
campo interpretativo mayor, hoc est e id est se limitan
particularmente a aclarar en pocas palabras términos concretos y coinciden
particularmente en los periodos más doctrinales del autor.
o
Ut aiunt. Es la estructura bajo la que aparecen insertas todas y cada una
de las cinco referencias a fórmulas populares.
Al
margen de estas estructuras estereotipadas para formas específicas y concretas
de discurso ajeno, en los mecanismos de introducción del resto de la mayoría de
fragmentos de este tipo se pueden intuir algunas tendencias. Así en la
inserción de periodos extraídos de autores clásicos se observa claramente una
inclinación de Alfonso de Castro a teñir de indefinición el mecanismo. Se
suceden a lo largo de las homilías expresiones del tipo: ut ait alius, ille
qui dixit, quidam egregie dixit, ut ait poeta quidam... Este tinte de
indefinición no puede, sin embargo, compararse con aquel que predominaba en las
alusiones del autor en el uso argumentativo de los distintos salmos de David al
margen del versículo específicamente predicado. En efecto, en aquel caso, el
hecho de que la prédica gire en torno al salmo 50 y el propio contexto ayudan
al enunciatario a identificar—al menos de manera cercana—el origen del periodo.
En cambio, el caso específico de la indefinición en la introducción de
fragmentos extraídos de autores clásicos responde a una intención más
premeditada: ciertamente el enunciatario no tiene por qué contar con una
formación humanística que haga posible la identificación del autor-obra de
origen y en el ámbito de esta idea, el empleo de la indefinición responde a la
dialéctica que discurre en torno a si el conocimiento y empleo de los autores
clásicos es o no provechoso. Al respecto de ello, Alfonso de Castro se muestra,
como hemos apuntado ya, ecléctico.[39] En cambio, hay que
entender que esta tendencia no es absoluta y se cuentan ocasiones en las que
Alfonso de Castro alude específicamente a su fuente: sic Virgilius capit
dicens[40],
iuxta sententiam Senecae.[41] Cabría pensar que
el uso de la indefinición a la hora de presentar a los autores clásicos
responde a la propia consideración particular que de ellos tenga el maestro de
Zamora.
Esa
misma indefinición que contemplamos en la inclusión de fuentes clásicas en las
homilías de Castro es la que caracteriza también a las anticipaciones que
previenen al autor franciscano de supuestas argumentaciones en contra. Esas
anticipaciones argumentativas están, casi en su mayoría, incluidas por medio de
un elemento indefinido si bien, a diferencia de lo que ocurre con los fragmentos
clásicos, ese elemento indefinido está acompañado de manera sistemática por un
elemento que indica posibilidad y que frecuentemente se realiza por medio de
los adverbios forte o forsitan (también forsan): forte
existimat[42],
forsan obstabit aliquis et dicet[43],
dicet forsitan aliquis[44]...
El uso de estos adverbios resulta tan sistemático que puede concluirse que
su presencia lleva aparejada casi de forma unívoca un contraargumento a
rebatir.
Finalmente,
cabría analizar cómo Castro introduce el discurso teatralizado y los agentes
teológicos. En cuanto a los primeros no se puede hallar un esquema definitorio
debido a la escasez de ejemplos, pero se observan dos tendencias que se podrían
confirmar en un estudio posterior de este mismo tipo tomando como base las
veinticuatro homilías que el predicador zamorano le dedica al salmo 31. Estas
dos tendencias son:
o
Uso del verbo dico
en modo subjuntivo: cum David dicat, si dixisset ex animo, dicatur...
o
Dramatización
como explicación complementaria a una cita exacta en final de homilía, fenómeno
este del que ya hicimos mención en el punto anterior al hablar de la presencia
del discurso teatralizado a lo largo de las homilías.
En
cuanto a los agentes teológicos, su incursión dentro de las palabras de Alfonso
de Castro se limita exclusivamente a la mención de la fuente y, en algunas
ocasiones, a la exposición de la doctrina en forma de discurso indirecto. En el
caso específico de las herejías, la referencia suele ir acompañada de una
calificación negativa: Novati impia
sententia, sicut impii armenii somniant. Tan solo se aleja de este proceder
en la homilía decimocuarta, momento cumbre de todo el sermonario: si en el
apartado dedicado a establecer la tipología del discurso ajeno en el predicador
franciscano – concretamente en el apartado en que definíamos en qué consiste la
idea de los agentes teológicos – decíamos que, en general, la recursión a las
herejías no respondían tanto a la validez del sacramento de la penitencia sino
que más bien actuaban como elementos coadyuvantes a la causa, en esta homilía
decimocuarta se nos presenta directamente la figura de Lutero quien, con su
concepción particular del sacramento de la penitencia, trata de minar la
ortodoxia católica al respecto y es, sensu stricto, causa y origen del juego de
homilías que estudiamos. Reproducimos el
fragmento: ex quo loco non parvum argumentum sumere possumus contra Lutherum
qui ait, optimam et exactam poenitentiam esse novam vitam. Si optima
poenitentia est (ut Luthero placet) nova vita, nullum erat opus post verbum de
poenitentia addere custodiam praeceptorum.[45]
Por
último, diremos que el apunte que Alfonso de Castro dedica al discurso de los
teólogos suele limitarse, al igual que en el caso de las herejías, a la sola
mención. La diferencia con aquellas es que la mera calificación negativa es
sustituida ahora por una determinación específica: nostri theologi, theologis scholasticis, omnes veteres theologi….
4. Conclusiones
Este
artículo ha pretendido reelaborar una tipología—a nuestro juicio defectuosa—del
discurso ajeno presente en las veinticinco homilías de Alfonso de Castro sobre
el salmo 50 así como establecer su situación dentro de las mismas y los
mecanismos de introducción más habituales. Como conclusión a lo dicho, podemos
afirmar que todo lo expuesto en términos absolutos en este trabajo terminará
alcanzando mayor relevancia en términos relativos en el momento en que estas
mismas mediciones y cálculos puedan ser comparadas con los que se apliquen al
otro juego de homilías del autor y en cuya edición, traducción y estudio
estamos trabajando en este momento. Aun así, podemos extraer las siguientes
conclusiones:
1. La presencia de discurso ajeno es constante a lo largo de las
diferentes homilías de Alfonso de Castro. El valor de esta consideración solo
puede ser establecido en términos de comparación con los resultados del
análisis semejante del juego de homilías sobre el salmo 31 del propio autor,
así como de otros sermonarios circundantes.
2. Dentro del discurso ajeno, predominan, como no podría ser de
otra manera, los textos bíblicos, principalmente en dos vertientes: citas
exactas y menciones-resumen.
3. El resto de discurso ajeno, aunque claramente menos abundante,
se distribuye de forma homogénea a lo largo de toda la producción.
4. Desde el punto de vista del contenido, la elección de un tipo u
otro de discurso ajeno responde a una intencionalidad concreta que permite
hablar de un latín de laboratorio.
5. Además de lo anterior, el latín de laboratorio se revela también
en la utilización de mecanismos concretos de introducción del discurso ajeno,
con tendencias que apuntan no a una simple variatio léxica, sino a una
intencionalidad específica y muy medida.
6. La idea de un latín ciertamente elaborado queda refrendada, en
nuestra opinión por dos hechos singulares:
6.1.
La presencia medida de tipos concretos de
discurso ajeno—en algunos casos de forma casi exclusiva—en periodos
específicamente doctrinales o parenéticos, pudiendo afirmarse casi de forma
categórica que la elección por parte de Alfonso de Castro de distintas formas
de discurso ajeno se ajusta al espacio particular en que discurre el texto.
6.2.
Del mismo modo, los usos aséptico y elaborado
de los engarces que introducen el discurso ajeno de la Sagrada Escritura
responden también a una distribución pensada dentro de los espacios de la
doctrina y de la prédica. Además, la focalización que pretendemos intuir en la
utilización concreta de una u otra fórmula resulta probada mediante un análisis
del contexto que revela marcas lingüísticas que apoyan lo focalizado en la
forma no personal o en la oración introducida por cum.
7. En virtud del empleo de un latín de laboratorio, podemos afirmar
que, al margen de que las homilías fueran o no pronunciadas, lo cierto es que
su puesta por escrito estuvo dominada por una elección cuidada de la
naturaleza, la posición y los mecanismos de introducción de discurso ajeno.
José
Félix Álvarez Alonso
Universidad
Francisco de Vitoria
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[1] Para
profundizar en el estudio de la biografía de Alfonso de Castro cf. González
(1958: 9-106) y Bachiller (1944-1945: 277-285).
[2] Un
estudio completo de las ediciones y ejemplares existentes de las distintas
obras de Alfonso de Castro lo encontramos en González (1958: 36-96); Lázaro
(2012: 375-397). También en Pena (2012: 153-175.
[3] Alfonso
de Castro (1547).
[4] Alfonso
de Castro (1556).
[5] Alfonso
de Castro (1537).
[6] Alfonso
de Castro (1540).
[7]
Es abundante y variada la literatura sobre la reforma protestante. En cualquier
caso, para profundizar en el asunto cf. García (2005: 67-84).
[8]
Acerca de la identificación de los espacios doctrinales y parenéticos en las
homilías de Alfonso de Castro, hemos publicado algunas conclusiones extraídas
gracias a herramientas básicas tomadas de entre las técnicas propias del
procesamiento del lenguaje natural. Cf. Lázaro - Álvarez (2020). Silge –
Robinson (2017) y Bird – Klein – Loper (2009).
[9] Alfonso
de Castro (1547).
[10] Alfonso
de Castro (2020).
[11] Alfonso
de Castro (1568).
[12] Cf.
Baayen (2008).
[13] Cf. Blei
(2012)
[14] Cf.
Bajtín (1982: 294-323).
[15] Cf. Ducrot
(1986).
[16] Cf.
Álvarez (2015: 46-55).
[17] Cf.
Álvarez (2015: 50 y 53).
[18]
Sobre la ejecución oral de las homilías cf. Tovar (1994).
[19]
Concretamente sobre la elaboración oral de las homilías a priori o a posteriori
de su expresión escrita, Cf. Olivar (1956: 736-767).
[20] Una
tipología de esas marcas de oralidad la encontramos en Álvarez (2015: 55-59).
[21] Cf. nota
8.
[22]
A pesar de que los conceptos ”discurso ajeno” y ”discurso evocado” vienen a
señalar una misma realidad, queremos marcar distancia con el trabajo de 2015
mediante el empleo de un término sinónimo pero distinto.
[23]
Cf. Lázaro-Álvarez (2020).
[24]
Cf. González (1958: 16).
[25]
Para referenciar los ejemplos aducidos en el presente artículo, presuponemos,
como dijimos anteriormente en la introducción, la edición de 1547, más
accesible en el texto de 2020. Apuntamos para cada ejemplo el folio en el que
aparece. En este caso: 158r y 160v.
[26]
Folio 54v.
[27]
Cf. Johannes Van Campen (1532): folios 40v y 53v.
[28]
La primera edición de la traducción de la Biblia de Sanctes Pagnini fue
publicada en 1528 en Lyon. Cf. Sanctes Pagnini (1528): folios 53v y 68r.
[29] Respecto
a Alfonso de Castro como maestro y su pedagogía, ofrecemos un estudio en
Álvarez (2016)
[30] Alfonso
de Castro (2020)
[31] Sobre
esta idea, cf. Austin, J. L. (1982).
[32]
Folio 29r.
[33]
Folio 31v.
[34] Folio
49v.
[35]
Folio 60r.
[36]
Folio 105v.
[37]
Folio 19v.
[38]
Folio 46r.
[39]
Este eclecticismo viene a ser una característica específica de nuestro autor y
se refleja en sus obras más propiamente teológicas, donde no admite una
argumentación teológica en virtud de una supuesta autoridad, sino que se
muestra crítico en su análisis y utilización.
[40]
Folio 53r.
[41]
Folio 15v.
[42] Folio
63v.
[43] Folio
77v.
[44] Folio
93r.
[45]
Folio 95r.